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enero 04, 2009

Perón al poder. Cámpora a su casa: El interregno de Lastiri.

Ponencia presentada en las V JORNADAS DE SOCIOLOGIA DE LA UNLP 10, 11 y 12 de diciembre (Mesa J1 PERON PERON - ESTUDIOS SOBRE EL PERONISMO, coordinador Lic. Germán Soprano). Autor: Javier Pablo Marotte (Doctor © en Ciencia Política) Pertenencia institucional: Centro de Estudios Avanzados - Universidad Nacional de Córdoba

Perón al poder, Cámpora a su casa: El interregno de Lastiri

I.- Introducción: Nuestro estudio se centra sobre cien días de la historia argentina (4 de julio al 12 de octubre de 1973) en los cuales se produjeron hechos que provocaron perplejidad, estupor, esperanza y angustia. La fórmula presidencial elegida el 11 de marzo de ese año y que había asumido el 25 de mayo, renunció cuarenta y nueve días después para forzar nuevos comicios que colocasen al general Perón en el cargo de presidente de la República.
La acefalía fue cubierta por el presidente de la Cámara de Diputados y no por quien seguía en el orden sucesorio, el presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet. Raúl Alberto Lastiri, un ignoto y oscuro funcionario fungió como Jefe de Estado y el poder real pasaba por la residencia privada de calle Gaspar Campos 1065 de la localidad de Vicente López, donde vivían Perón, su tercera esposa Isabel Martínez y José López Rega, el secretario privado del anciano líder justicialista. Raúl Lastiri al asumir la primera magistratura se encargó de depurar al gobierno de los elementos izquierdistas. Durante su gestión interina fue creada la Triple A; se proclamó la fórmula del FREJULI Perón-Perón, la cual venció en los comicios y fue asesinado el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci.

II.- Cámpora: del esplendor al ostracismo: Héctor J. Cámpora, el odontólogo de San Andrés de Giles y ex presidente de la Cámara de Diputados en los años cincuenta, había sido preferido por Perón para ser candidato a presidente en las elecciones del 11 de marzo de 1973. La Junta Militar encabezada por Lanusse había proscrito al viejo general. Para decidirse por Cámpora, Perón había considerado fuertemente su lealtad inquebrantable y por ello no eligió a Antonio Cafiero, Raúl Matera, Julián Licastro, Juan M. Abal Medina, ni Julio Romero.
Cámpora supo que los millones de votos obtenidos, casi la mitad del electorado habían sido depositados en las urnas por militantes, admiradores y nostálgicos del caudillo que hubo de pasar 17 años en el exilio. Sólo en una oportunidad el “Tío” Cámpora, como cariñosamente se lo llamaba dejó traslucir que pretendía estar los cuatro años del mandato. Pero los hechos acaecidos el 20 de junio de 1973 conocidos como “La masacre de Ezeiza” pusieron fin a la ilusión de cumplir el período constitucional.
Ese día no sólo quedó en claro que Cámpora había perdido el débil control de la situación y la llegada definitiva de Perón con su establecimiento en Gaspar Campos puso en evidencia dónde y quién tenía el manejo del poder en la Argentina. Como dice Miguel Bonasso: “Cámpora y sus ministros (no todos) eran recibidos en la residencia de Perón que, a la recíproca, no pisó jamás la Rosada en los cuarenta y nueve días del gobierno vicario” (Bonasso, 2006:736). Cámpora en los días previos al regreso de Perón había pretendido entregarle en Madrid la banda presidencial y el bastón de caña malaca, símbolos de la autoridad y poder que invisten los primeros magistrados argentinos. El líder del justicialismo despreció el gesto, rechazó el ofrecimiento de su ex delegado y mañosamente se negó a concurrir a los homenajes que Francisco Franco había reservado para toda la delegación nacional incluido Perón, al que nunca había agasajado en sus años de exilio en suelo hispano.
López Rega aupado al cargo de ministro de Bienestar Social, fiel a su estilo se encargaba de acudir con chismes contra Cámpora a su Jefe. Entre algunos funcionarios y dirigentes connotados que concurrieron a Madrid para acompañar el viaje del regreso definitivo, fueron obligados los comentarios acerca de cierta pretensión de Isabel Perón de ser no solo primera dama de Argentina, sino presidente de la República.
El 21 de junio a las 21 Perón en su casa sentado junto a Cámpora e Isabel, con Lastiri y López Rega a sus espaldas, leyó con rostro adusto un discurso que anatemizaba a los funcionarios mas cercanos a Cámpora, a los cuales no nombró y se encargó de emprenderla contra esa juventud que hasta poco tiempo atrás solía describir como “maravillosa”. En su alocución se refirió al gobierno “de acción indecisa e imprecisa”; denunció la existencia de “cotos cerrados en la función pública”; hizo mención a la “inoperancia” y la “incapacidad culposa” del Ejecutivo; a la par que remarcó el derecho de la sociedad a coexistir “en seguridad y pacíficamente”. Al concluir con sus palabras, éstas adquirieron tono de amenaza:
“Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan… Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino van mal. A los enemigos embozados y encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.”
A partir de allí, Perón adoptó como operador secreto a Raúl Lastiri, que se destacaba por su simpatía, su habitual concurrencia a cabarets, por ser un comprador compulsivo de corbatas y quien en el viaje de noviembre de 1972 había calmado un dolor en el pecho del general con un vaso de whisky que se tornó providencial (Bonasso, 2006:745). Respecto de las corbatas en una entrevista efectuada por la Revista Gente se fotografió tirado en la cama de su dormitorio y exhibió más de 300 corbatas de seda, mucha de las cuales reconoció no haber usado jamás.
El 29 de junio el diario “La Opinión” dirigido por Jacobo Timmerman publicó un breve trascendido que generó un revuelo inmediato: “El presidente y vicepresidente de la nación renunciarán y la asamblea legislativa cubrirá la acefalía prevista por la Constitución, designando presidente a Perón, para lo cual debería dictarse previamente una nueva ley de acefalía.” También se explicitaban las razones de los inminentes relevos de los ministros Righi y Puig, como así también del secretario de Prensa y Difusión José Castiñeiras de Dios.
El 4 de julio en Gaspar Campos se reunió el gabinete en pleno, allí se encontraban también Isabel, el vicepresidente Lima y Lastiri. El motivo de la convocatoria era tratar la Ley de Ministerios en cierne, para la cual se había requerido la opinión escrita del líder de la oposición Ricardo Balbín. Luego de dos horas de conversaciones, López Rega “invitó” a los presentes a proseguir sus cabildeos en la planta baja. Allí una vez sentados, el ministro de Bienestar Social descerrajó una pregunta que dejó a Cámpora anonadado: “¿Quisiéramos saber cual va a ser el papel que va a jugar el general Perón en el país?” Sin reponerse del sonrojo de su cara, Cámpora se apresuró a ofrecer su renuncia y de inmediato Lima se sumó a la propuesta y también dijo que él renunciaría. Todos sorprendidos, salvo López Rega e Isabel, decidieron consultar a Perón quien respondió a Cámpora y Lima: “Haré lo que el pueblo quiera”.
Se decidió que ello se transformaba en un secreto de Estado hasta tanto se arbitrasen los medios para el recambio institucional y se dejó flotar la duda acerca de quien debería hacerse cargo del interregno. López Rega mencionó de inmediato a su yerno Raúl Lastiri, fundamentándose en que tenía “la certeza que iba a cumplir; porque si no cumple yo lo mato a ese hombre.” Cámpora y Righi objetaron que se saltease el orden de la Ley de Acefalía y pusieron de manifiesto que el senador Díaz Bialet, en tanto presidente provisional del Senado debía hacerse cargo de la transición. López Rega volvió a insistir diciendo que confiaba en Lastiri, solamente en Lastiri y que cualquier otro podría traicionar y quedarse con el gobierno. La mayoría de los ministros apoyó la posición de López Rega y Gelbard propuso que se enviase al senador Díaz Bialet en comisión a Argelia para preparar una reunión del Movimiento de Países No Alineados que se celebraría casi dos meses después[1].
Los participantes de esa significativa reunión pospusieron hacer públicas las dimisiones hasta el viernes 13 de julio, dando razones de evitación de corridas bancarias y financieras (Gelbard), impedir dificultades en las escuelas y universidades (Taiana) o no alterar la seguridad pública en un día de actividad normal (Righi). Sólo se opusieron López Rega e Isabel argumentando cuestiones supersticiosas por ser el elegido un viernes 13.
Más allá de la Casa Rosada donde formalmente presidía Cámpora y de Gaspar Campos en donde el Jefe del Movimiento daba orientaciones al Ejecutivo; un nuevo centro de poder político emergió: el departamento del embajador Llambí en Avenida del Libertador. En ese edificio también vivían el futuro presidente Lastiri y Norma López Rega. Quienes serían los ministros del primero concurrían a diario a la casa de Llambí a quien Perón había señalado como Ministro del Interior, pese a que aquel añoraba ser canciller. Este último puesto fue para el controvertido diplomático Alberto Vignes, tan anciano como el general.
El 10 de julio, en su casa, Perón se encontró a solas con el comandante en jefe del Ejército. Durante el diálogo, el general Carcagno recibió una primicia: “Voy a hacerme cargo del gobierno y quiero que el Ejército lo sepa antes que nadie”. Era toda una señal. Tres días más tarde, Cámpora estaba fuera de la Casa Rosada. El vicegobernador de Buenos Aires Victorio Calabró como representante de la ortodoxia peronista encarnada en la UOM, intentó forzar un desenlace para que el poder volviera a Perón y el fiel Cámpora, regresara a su casa. Para ello, incitó al pueblo a expulsar al presidente en ejercicio (Chávez, 1983:26) y desde Corrientes lanzó el 11 de julio una declaración que conmocionó a la opinión pública:
“Estando el general Perón en el país nadie puede ser presidente de los argentinos más que él. No puede ser sólo poder; debe ser a corto plazo, ya, gobierno y poder. Creo que tanto Cámpora como cualquier otro argentino puede agradecer la suerte de haber llegado a ocupar el lugar que merecidamente debe ocupar Perón y debe estar muy satisfecho con haber estado del 25 de mayo hasta ahora y brindarle al general Perón lo que le corresponde.”
El 12 de julio de 1973 Cámpora presidió una reunión del gabinete nacional de la que participaron, además de sus ministros, el vicepresidente de la Nación, el presidente de la Cámara de Diputados y los comandantes de las Fuerzas Armadas: teniente general Jorge Carcagno (Ejército); almirante Carlos Álvarez (Armada) y brigadier general Héctor Fautario (Fuerza Aérea). Por entonces se habían incrementado los rumores de las dimisiones del presidente Cámpora, del vicepresidente Lima y hasta del presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet (FREJULI-Córdoba). También se comentaba que Lastiri se haría cargo de la Jefatura de Estado, convocando a elecciones en 30 días y que el Movimiento Nacional sostendría la fórmula Perón - Balbín. Vicente Solano Lima se encargó de despejar las dudas y ante los medios de prensa acreditados en la Casa de Gobierno a las 22.30 declaró:
“Mañana a las 8 en la Casa Rosada el doctor Cámpora y yo firmaremos juntos nuestras renuncias que son indeclinables. Ustedes saben que yo pertenezco a la escuela de Rodolfo Moreno, que presentaba su renuncia por cualquier motivo. Él renunció no se cuantas veces. Se cumple la línea de principios y si no se cumple, uno se va.”
También admitió, el hasta entonces vicepresidente, que el general Perón sería el candidato, pero que desconocía que iba a hacer el doctor Balbín, con quien no hablaba hacía bastante tiempo. Explicó que el cambio institucional era para permitir que el pueblo argentino votase a sus candidatos. Perón era una figura vetada y con las renuncias se lo podría elegir libremente. “El candidato natural del FREJULI era Perón, pero fue vetado, y ahora es la oportunidad para que presente su candidatura”. Terminó diciendo Lima: “Éstos son gajes de la política, nada más.”
Así el país y el mundo conocían que la autoridad que ser haría cargo era Lastiri, quien convocaría a la Asamblea Legislativa, para que reunidas ambas cámaras del Congreso Nacional escogieran el criterio adecuado para encauzar la normalización institucional con el ofrecimiento de la primera magistratura al general Perón, quien un día antes había sido acreedor de la restitución de su grado militar de Teniente General y del Collar de la Orden del Libertador General José de San Martín en el carácter de Gran Maestre, de los que se había visto privado después de setiembre de 1955.
Lastiri, en tanto presidente de la Cámara baja, pidió a los titulares de los bloques partidarios que los legisladores no se ausentasen de la Capital Federal en las próximas 48 horas. El bloque del FREJULI de esa Cámara declaró que habría una salida legalista, acorde con la Constitución Nación y que diera satisfacción a los anhelos de la población. A las 11:40 Lastiri arribó a la residencia de Gaspar Campos y dijo a los medios de prensa acantonados allí que todavía él no era presidente y que ello lo tenía que decidir la Asamblea Legislativa, una vez que tratase las renuncias de los actuales mandatarios. Aseguró que se llamaría a elecciones en el menor tiempo posible y que esos comicios se realizarían sin proscripciones. Señaló, además, que el 11 de marzo de ese año el pueblo había votado, pero no había elegido. Finalmente refirió que si se presentase una sola fórmula se la proclamaría directamente.
Ala noche de ese largo día volvió Lastiri a la residencia del general Perón en compañía de Cámpora y los edecanes. Luego llegó Lima y se brindó con champaña por Perón y una Patria Justicialista. Todos los presentes felicitaron al general. Lastiri se retiró acompañado del edecán naval y en esos momentos los medios de prensa indicaban que Lima ya había presentado su renuncia ante Perón hacía mucho tiempo y que estaba al tanto del proceso que se inició ese 12 de julio. Según Pigna (s/f) el 13 de julio de 1973, Cámpora y Lima fueron forzados a renunciar por los sectores tradicionales del peronismo con la anuencia de Perón[2]. Lima dijo:
“Recuerdo que fui llamado, un mediodía, a participar en una reunión en Gaspar Campos en horas de la tarde. Me vino a ver Lastiri... Yo no sabía para qué íbamos a Gaspar Campos. Allí me encontré con Perón, Cámpora, la señora Isabel, López Rega, Gelbard, y Robledo. En los primeros momentos Perón se despidió, se fue arriba, y nosotros pasamos al comedor. Se produjo ahí la decisión. López Rega llevó la carga contra Cámpora... No le dieron tiempo a presentar su renuncia, a que tomara la iniciativa” (Lima, 1981 y Chávez, 1983:26). Lima recordó que Cámpora se defendió diciendo “que había sido elegido presidente con la conformidad del general Perón. Que le era leal. Y que si alguna vez discrepaba, elevaría su renuncia inmediatamente […] él había recorrido todo el país y había logrado la certidumbre de que el pueblo quería ser gobernado por el general Perón” (Lima, 1983).
Comentario obligado de todos los políticos y periodistas fue la situación de Vicente Solano Lima, cuyo sino político era analizado a la luz de una constante calificada de “dramática”. El lema del FREJULI se repetía incesantemente: “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”. Esa consigna fundamental de la propaganda no dejaba lugar a dudas acerca del sentido de la candidatura de Cámpora y de quien retenía en sus manos el poder (Llambí, 1997: 308; Menotti, 1998:466). El día 13 a las 8 de la mañana en Casa de Gobierno, entregaron sus renuncias al Congreso, en la persona del vicepresidente primero del Senado José Antonio Allende, puesto que el presidente provisional Díaz Bialet, sospechado de vinculaciones izquierdistas, había sido conminado a viajar a España[3]. Allende rememora:
“Leí en voz alta la [renuncia] de Cámpora, en la que explicaba que su actitud obedecía a la necesidad de posibilitar la presidencia de Perón, voluntad irrebatible de todo el pueblo argentino. Mientras lo hacía noté que se le llenaban los ojos de lágrimas. Me dijo: «Esta renuncia es un gesto espontáneo y voluntario mío. Para quedarme en la Presidencia tendría que enfrentarme con el general Perón, cosa que nunca haría, o, por el contrario obrar contra mi decoro.» La Asamblea […] fue tremenda. Por los pasillos circulaban los miembros de la JP. Se anotaron 36 oradores; el duelo verbal y el griterío resultaron muy violentos […] había diputados sumamente agresivos que incitaban al público, algunos en contra de la renuncia de Cámpora, otros a favor. Lastiri juró con inusitada rapidez y luego se retiró de inmediato” (Allende en Sáenz Quesada, 1992).
Mientras Cámpora y Lima comunicaban su decisión que se plasmaría en la mañana del día siguiente, Díaz Bialet, primero en el orden de sucesión empacaba y retiraba sus documentos personales del despacho en el Palacio del Congreso y a las 21 presurosamente partió rumbo a Argelia, previa escala en Madrid. Se consideró que el viaje se hallaba justificado en la necesidad de realizar gestiones en torno de la Conferencia de Países No Alineados que se efectuaría en Argel, a partir del 29 de agosto, es decir, casi 50 días después. Perón había prometido asistir a la reunión. Los medios de prensa interpretaron que la apurada salida de Díaz Bialet estaba motivada ante la decisión de que Lastiri asumiera la presidencia provisional hasta la designación de Perón. En un último acto el senador por la Capital Federal formuló un pedido de licencia, a efectos de cumplir en el exterior la misión encomendada por el Poder Ejecutivo. Más tarde se conoció que había sido designado embajador extraordinario y plenipotenciario en misión especial para que ejecutase una tarea de exploración con miras a fijar la posición de la República Argentina en la IV Conferencia del MP-NoAl.
Por irregular que fuera la maniobra, era un intento de colocar las cosas en función de realidad política. Viviendo Perón en la Argentina, inevitablemente sería el verdadero presidente. Entonces, ¿por qué no institucionalizar la situación? Como dice Di Tella:
«La experiencia de Cámpora estaba condenada desde el principio mismo, puesto que sólo representaba las opiniones e intereses de una porción minoritaria del movimiento [...] La fricción natural entre un líder personalista como Perón y un presidente peronista fue intensificada por la nueva orientación política adoptada por Cámpora».
En general, tanto la opinión pública como la clase política vieron en el desplazamiento de Cámpora una operación conveniente. Sólo se pronunciaron en contra algunas escasas voces, como la de Alfonsín: "es una suerte de golpe de derecha para afirmar el continuismo [...] un otorgamiento a las Fuerzas Armadas de la posibilidad de asumir un rol decisorio en el acontecer nacional”, declaración que provocó la airada reacción de Rucci.

III.- “Ha asumido la Presidencia de la Nación el Señor Raúl Lastiri”: Así los diarios del día 14 de julio titulaban en sus primeras planas. Hasta entonces, poco se sabía de él. Se reprodujo su discurso cuando se hizo cargo de la presidencia de la Cámara de Diputados, oportunidad en la cual dijo que “era función inexcusable de la Cámara reencauzar prontamente a la República por la senda de la paz y la armonía, reconstruyendo a la Nación, gravemente deteriorada en múltiples aspectos de la vida ciudadana.” Había manifestado que su misión como titular de la cámara joven sería la de compartir una tarea proficua que satisficiera plenamente el propósito de conducir al país por el camino de la ley. Reclamó una “real” y efectiva unión en el trabajo asiduo y permanente para hacer honor al mandato otorgado por el pueblo, a fin de que la República avanzara por el camino de grandeza que merecía.
Se señalaba que Lastiri había desempeñado tareas en la función pública y en la actividad privada; que había adherido al peronismo casi desde sus orígenes y que había tenido a su cargo misiones de importancia en los medios partidarios. “La Nación” (14/07/73:1) lo calificaba de “equilibrado” y “mesurado”. En realidad, la carrera de Lastiri puede resumirse de la siguiente manera: había nacido en Parque Patricios en 1915, era hijo de un matarife español, cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional Domingo F. Sarmiento de Buenos Aires. Trabajó como oficinista en YPF y en 1943 ingresó a la administración pública nacional, donde desempeñó tareas de secretario privado del Director General de Radiodifusión de la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación; del presidente de la Empresa Mixta Telefónica; del Director General de Correos y desde julio de 1949 de Oscar Nicolini, Ministro de Comunicaciones peronista. Lastiri, solía rememorar que él había decidido transmitir el discurso del por entonces coronel Perón, el 17 de octubre de 1945 (Larraquy, 2004:143).
Fue incorporado al Servicio Exterior de la Nación y cumplió misiones diplomáticas en Estados Unidos, Paraguay y Chile. En éste último país entre mayo y setiembre de 1955 con rango de secretario de embajada se desempeñó como cónsul en Santiago. También puede recordarse que entre 1949 y 1951 fue miembro del directorio de la Mutual de Previsión Social del Ministerio de Comunicaciones. Tras la caída de Perón fue empleado en la Revista Jurídica “La Ley” de propiedad del ex ministro Jerónimo Remorino. Posteriormente se dedicó a la industria de la construcción. Su primera esposa se llamaba Amalia Martino, con quien tuvieron tres hijos. Como se hallaba unido con Norma López Rega[4] llegó a ser secretario privado de Isabel Perón y más tarde director de la revista “Las Bases”. El 3 de mayo de 1973 fue elegido presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. Cuando Perón asumió su tercera presidencia, Lastiri fue reelecto presidente de la cámara baja por todos los sectores.
Reunida la Asamblea Legislativa aceptó las renuncias luego de un prolongado debate y se decidió ante la salida de Díaz Bialet que le correspondía ejercer la primera magistratura al presidente de la Cámara de Diputados Raúl Lastiri, quien prestó el juramento constitucional. La sesión fue abierta a las 16:40 del 13 de julio y estuvo presidida por los vicepresidentes de ambas Cámaras, José Antonio Allende (FREJULI-PPC-Córdoba) y Salvador Bussaca (FREJULI-PDC-Capital Federal). En su discurso, Lastiri rindió tributo a Cámpora y Lima por haber colocado éstos “el interés del país por encima de los intereses humanos, cumpliendo fielmente los postulados justicialistas, que dicen: primero la Patria, luego el Movimiento y finalmente los hombres.” También se comprometió a convocar de inmediato a elecciones en plena libertad, sin estado de sitio y sin proscripciones de ninguna naturaleza, para que el pueblo mediante su voluntad soberana decida quienes serán los que conduzcan hacia el triunfo final el proceso de la reconstrucción y la liberación nacional. Más adelante el presidente interino señalaba:
“El hecho electoral del 11 de marzo tuvo características del estado de necesidad, porque la mayoría del pueblo se vio obligado a aceptar un juego nada limpio, para poder salir del gobierno de una dictadura y asumir así el ejercicio de la soberanía. La soberanía del pueblo se ejerció a través de actos distorsionadotes de su verdadera voluntad. Ante lo inevitable puso énfasis en ese sacrificio y dio el triunfo a quienes podían llevarlo por el camino de la liberación a que aspiraba, para terminar con un sistema negativo y convertirlo en una esperanza.” Dio explicaciones de las razones de las renuncias: “Cumplida esta primera etapa se hace necesario por lealtad al pueblo y por fidelidad a las leyes de la República, continuar el camino reparando el daño a la Constitución Nacional y otorgando a las aspiraciones ciudadanas su total satisfacción.” Lastiri afirmó: “Hoy queremos continuar el proceso hasta su depuración y hacer realidad uno de los principios de la democracia representativa: conformar genuinamente el gobierno del pueblo y para el pueblo”.
A la ulterior pregunta de los periodistas acerca de si esa “depuración” podría significar el alejamiento de algunos funcionarios, desde la Casa de Gobierno se contestó, que si. Anunció que su mensaje era un vehículo de paz y una seguridad de orden para el país y que su gobierno continuará desarrollando los planes del Movimiento Justicialista. Destacó de la gestión efímera de Cámpora la amnistía a los presos políticos y gremiales como comienzo de una revolución pacífica, la lucha contra el alza de precios, la suscripción del Acta de Compromiso Nacional, la puesta en marcha del plan de medio millón de viviendas. Finalizó con una severa advertencia:
“La revolución pacífica votada el 11 de marzo e iniciada el 25 de mayo está en marcha, y no habrá enemigo, grande o pequeño, de afuera o de adentro que la pueda detener, porque la revolución pacífica no es otra cosa que el mismo pueblo en marcha hacia su gran destino nacional”.
En una ceremonia que duró 20 minutos Héctor Cámpora transmitió el mando a Lastiri el 13 de julio a las 19:40 en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Cámpora ingresó con Lastiri y fue extensamente aplaudido, demostración que agradeció con una reverencia. El Escribano General del Gobierno Jorge Garrido leyó el acta de posesión y seguidamente Cámpora colocó la banda presidencial y entregó el bastón de mando a Lastiri. Ambos presidentes, entrante y saliente se confundieron en un abrazo y luego Lastiri besó a su esposa Norma López Rega. Se destacaron las ausencias de Perón, Isabel y Vicente Solano Lima. Lastiri saludó a los ministros, a los comandantes de las tres armas y a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación quienes habían tomado ubicación en el estrado. A las 21 Cámpora fue acompañado por el presidente provisional hacia la salida de honor de la Casa Rosada.
A las 23:30 se inició la jura de los ministros, en la que se destacó el desplazamiento de los titulares de las carteras de Interior y Relaciones Exteriores, Esteban Righi y Juan C. Puig, respectivamente. Éstos fueron reemplazados por Benito Llambí y Alberto Vignes. Los demás ministros de Cámpora volvieron a jurar ahora con Lastiri: José Ber Gelbard en Hacienda y Finanzas; Ricardo Otero en Trabajo; Jorge Taiana en Cultura y Educación; Ángel F, Robledo en Defensa Nacional; José López Rega, en Bienestar Social y Antonio Benítez en Justicia. El 14 de julio Lastiri presidió su primera reunión de gabinete y se declaró muy optimista respecto del futuro del país. Ese mismo día se hicieron públicos los nombramientos de Gustavo Caraballo en la Secretaría General de la Presidencia y Emilio Abras en la de Prensa y Difusión.
El nuevo presidente era yerno de López Rega, con lo cual, ciertas extravagancias ampliamente difundidas en algunos medios gráficos de la época (como su abundante vestuario, y su mayor colección de corbatas) no parecieron provocar daño alguno en lo que respecta a su vertiginoso y digitado ascenso político. López Rega consideraba a Lastiri como el “peor novio posible” para su hija Norma. Le achacaba sus contactos y amistades de la noche porteña y las vinculaciones del futuro presidente provisorio se limitaban a gremialistas ortodoxos de segunda línea y algunos dirigentes futbolísticos (Larraquy, 2004:226). Hasta llegó a decirle públicamente que sin él no hubiera llegado nunca a nada. En verdad, Lastiri consiguió el quinto lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales del FREJULI de Capital Federal, porque López Rega se lo pidió a Cámpora, aduciendo que su yerno padecía de cáncer en los ganglios linfáticos y que si fallecía deseaba que a Norma le quedase una pensión.
Lastiri procedió a ejecutar las directivas emanadas por su esotérico suegro. En tal sentido, sustituyó a los ministros del Interior, Righi, y de Relaciones Exteriores, Puig, por Llambí y Vignes respectivamente. Ambos desplazamientos no obedecían a cuestiones menores: Righi estaba sindicado como un hombre muy cercano a Montoneros, lo cual resultaba inaceptable frente a la sed de poder y al maniqueísmo de López Rega. Respecto a Vignes, desempeñaría un rol protagónico en las tensas negociaciones que se venían llevando a cabo con Paraguay y Brasil con vistas a la construcción del complejo hidroeléctrico Itaipú-Yacyretá-Apipé. Hubo momentos de suma intensidad entre los países, como por ejemplo, el cierre de fronteras decidido por el dictador paraguayo Alfredo Stroessner. López Rega, por su parte, continuaba a cargo del Ministerio de Bienestar Social (verdadero reducto para el armado de la reacción) hasta entrado el gobierno de Isabel Perón, y sería el auténtico hombre fuerte del régimen.
A pesar de ello, la política exterior siguió un perfil tercermundista. En agosto de 1973, Argentina concedió a Cuba un préstamo de 200 millones de dólares para adquirir maquinarias y automóviles. José Ber Gelbard, también confirmado como ministro de Economía, continuó con su política anterior, nacionalizando los depósitos bancarios y anunciando un Plan Trienal de desarrollo. Los tres meses de gobierno serían aplicados a la planificación del nuevo llamado a elecciones generales y a "limpiar" al gobierno de los considerados "elementos ajenos a la doctrina peronista". Cada vez con mayor intensidad y menor disimulo la sociedad argentina podía visualizar el profundo antagonismo inserto en el movimiento justicialista, entre los que pregonaban "la patria socialista" y aquellos que intentaban desnaturalizar dicha concepción al grito de "la patria peronista". Ambos, no obstante, coincidirían en blandir la consigna "Perón o muerte". Lastiri, sin embargo, detuvo las medidas de amnistía y pacificación de los presos políticos del régimen de Lanusse que había tomado Cámpora con amplio apoyo popular, con lo que hacia el final de su mandato recrudecieron las acciones de Montoneros y del ERP.
“La Nación” en un editorial el domingo posterior a la renuncia de Cámpora calificó a los hechos como “fruto de una colisión” que provocó “estupor generalizado”. En efecto, el salto espectacular hacia lo que el presidente Lastiri denominó la depuración del proceso estuvo precedido hasta último momento por el choque de las facciones internas del peronismo. Cualquier cosa que se diga en contrario sobre la gravitación decisiva de esta colisión en la suerte personal de Cámpora y Lima queda desautorizado con la verificación del primer acto de gobierno de Lastiri: haberse desprendido de los ministros Righi y Puig, esto es de la izquierda del anterior gabinete.
En la noche del día que se hizo pública la renuncia que presentarían a la mañana siguiente Cámpora y Lima, representantes de la juventud y de las formaciones especiales del peronismo realizaron un cónclave en el que se evaluaron como un revés los acontecimientos que se habían precipitado ese 12 de julio. Paradójicamente esos acontecimientos estaban dando principio de forma real al enunciado que algunos de los presentes había imaginado para la campaña electoral: “Cámpora al Gobierno; Perón al Poder”.
No dejó de llamar la atención que en el discurso de asunción de Lastiri no se hubiese mencionado una sola vez a Perón. La ciudadanía, mientras tanto siguió con estupor generalizado la crisis desatada en la mañana del jueves 12. Lastiri se había convertido en uno de los hombres de mayor confianza de Perón. Ni siquiera su propio abogado Díaz Bialet fue considerado una persona indicada para presidir el gobierno ad interim. Podemos aseverar que Lastiri recibió la orden de Perón de hacerse cargo provisionalmente del gobierno tras la renuncia del binomio presidencial. El ex-presidente derrocado en 1955 añoraba volver a la Jefatura de Estado, más allá de su edad y sus achaques. La breve administración de Lastiri tendría por objeto depurar los cuadros de la administración de aquellos elementos adscriptos a la Tendencia, y por otro, convocar de inmediato a elecciones y garantizar su realización con absoluta limpieza (Llambí, 1997:315). Llambí define a Lastiri como un “hombre sencillo pero de una gran rectitud y lealtad…No era de las personas que pudiera, colocado en la situación que se estaba pensando , desarrollar su propia iniciativa o poner condiciones para el cumplimiento de los propósitos previamente acordados” (Llambí, 1997:315-316).
“The New York Times” señalaba por entonces que no sorprendió y quizás era inevitable que Cámpora renunciase a la presidencia para allanarle el camino a su anciano mentor, pero todavía carismático. Cámpora se mostró incapaz de conservar unida a la coalición política triunfante y mucho menos a una nación dividida que ansiaba una conducción unificada para superar graves dificultades económicas y sociales. También en el órgano oficial del Vaticano “L´Osservatore Romano” G.L. Bernucci señaló que el episodio de la renuncia de Cámpora y que Perón se dispusiese a tomar las riendas del poder “eran hechos descontados”.
Paolo Buggialli en “Corriere della Sera” tituló “Vuelta a la derecha en la Argentina”. En su comentario señalaba: ha ocurrido de todo en un día. Con perfección matemática, con puntualidad cronométrica, tanto que merecería la traducción de un manual del perfecto golpe bonapartista. Según “La Stampa” el retorno de Perón al poder había sido acordado con los militares y la derecha. Por su parte “Avanti”, se encargaba de subrayar que las compañías extranjeras estaban eufóricas por el cambio político en la Argentina. En Chile, el diario “El Mercurio”, por su parte editorializaba que: “el reemplazo de Lanusse por Cámpora, seguido de un estallido de izquierdismo informe, violencia terrorista y afán de desquite, después de años de gobierno militar, pareció indicar un viraje hacia la izquierda”. También se explicitaba que la sustitución de Cámpora por Perón hubiera estado planeada de antemano o no, representaba un vuelco hacia la moderación y el orden, o quizás a la derecha.
El 17 de julio Lastiri se reunió en la Casa de Gobierno con Ricardo Obregón Cano y Atilio López, gobernador y vice respectivamente de la Provincia de Córdoba, ante el recrudecimiento de la acción de los grupos del extremismo militante y derivada también de la gran influencia que habían adquirido en el gobierno cordobés los izquierdistas -denominados infiltrados marxistas-. Al final de la gestión camporista se había declarado a Córdoba como zona de emergencia, atenta a la situación de conmoción interior reinante.
El 18 de julio el Senado aceptó la renuncia presentada por Díaz Bialet, quien continuando con la farsa montada desde el poder real adujo que lo hacía por razones estrictamente personales. Al día siguiente Díaz Bialet regresó procedente de España y el 20 se fijaron las elecciones para el 23 de setiembre, luego de varias versiones que daban cuenta de otros días y la posibilidad de elegir directamente a Perón por medio del Congreso, como propuso en una solicitada el Partido Revolucionario Cristiano liderado por Horacio Sueldo. Rucci proclamó la candidatura de Perón inmediatamente juramentado Lastiri. Alende, líder del Partido Intransigente y ex candidato por la Alianza Popular Revolucionaria declinó presentarse a los comicios convocados aduciendo que el pueblo ya se había pronunciado el 11 de marzo.
El 21 de julio Perón provoca a las juventudes del Partido y designa a López Rega como enlace con el sector juvenil, lo que generó enérgicas reprobaciones. El 24 de julio con motivo de despedir a la Fragata Libertad que comenzaba un nuevo viaje de instrucción de los cadetes de la Armada Nacional, Lastiri dijo que su gobierno no era provisional, sino que mantenía la continuidad institucional establecida por la Constitución. El 29 de julio La Nación ironizó al señalar que era cierto aquello de que el gobierno Lastiri no era provisional, sino un prólogo del que comenzará el 12 de octubre: “En rigor, más que un prólogo es un capítulo del mismo libro y por lo tanto todos saben quien es su autor.”
La Convención Nacional de la UCR el día 29 de julio criticó las renuncias simultáneas de Cámpora y Lima, lo cual sorprendió al pueblo que el 11 de marzo inequívocamente expresara su voluntad en las urnas. Se creó una crisis política de intensidad y de proyecciones insospechadas, genera inseguridad en la ciudadanía. El 30 Lastiri habló al país en cadena de radio y televisión, convocó a la unidad nacional, ratificó las medidas encaradas por su gobierno, anunció que combatiría la violencia, reduciría el déficit en un 36 % y que sería prescindente en las próximas elecciones presidenciales de setiembre.
El 1 de agosto de 1973, el presidente Lastiri y los gobernadores firmaban el Acta de Compromiso del Estado. Lastiri al hablar ante los mandatarios provinciales señaló que la fluida intercomunicación entre la Nación y las provincias constituye un acto necesario y trascendente. Expuso que desde el 25 de mayo todas las estructuras vinieron rigiendo el país tendieron a la disgregación. El ACE entre empresarios y trabajadores tendía a limitar las pretensiones legítimas de cada sector en aras al objetivo de la reconstrucción nacional (La Prensa, 01/08/73: 1 y 8). El ACE fue suscripto además por los ministros y los comandantes en jefe.
El Ministro del Interior Benito Llambí pronunció en la ocasión un discurso, indicando que el gobierno provisional asumió el país en un momento muy delicado y de máximas tensiones políticas, especialmente en el seno del Movimiento Peronista. Los enfrentamientos derivaron en la tragedia de Ezeiza y en los acontecimientos que le sucedieron. Sólo el tremendo peso de la palabra de Perón pudo detener la posibilidad de desarrollos imprevisibles en el país.
El gobierno de Lastiri heredó las circunstancias de una “posguerra civil”. Las elecciones de setiembre de 1973 buscaban legitimar la institución presidencial por razones internas e internacionales. Internas: afianzamiento del proceso de recuperación del poder y la profundización de la derrota sufrida por las fuerzas de la oligarquía y los factores de poder internacional. Llambí se refirió a “tendencias ideológicas inadecuadas” durante el gobierno precedente de Cámpora. Dichas connotaciones inadecuadas obstaban a la consolidación de la unión nacional. En esos días el Congreso de la Nación sancionó la ley de nacionalización de los depósitos bancarios con fundamento en la necesidad del Estado de ejercer control sobre el crédito y el ahorro interno. La UCR acompañó la sanción en general.
El 2 de agosto Lastiri agasajó a los gobernadores con un almuerzo en la quinta de Olivos, ocasión en la que habló el general Perón, quien dijo: “no admitimos a la guerrilla, porque conozco perfectamente el origen de esa guerrilla”. Propuso institucionalizar el Movimiento, lo que no se había podido aún efectuar por falta de cultura política. También refirió salir una guerra civil desembozada o no, en la que se destruyó en el país todo lo que podía destruirse. También vio un florecimiento de la delincuencia juvenil; la aparición de desviaciones ideológicas y la emergencia de la ultraizquierda. Empero, sostuvo que tenemos una juventud maravillosa. Debemos quitar toda esperanza a los perturbadores y a los infiltrados para restablecer el orden social el cual requiere además de una educación popular.
El 4 de agosto se eligió la fórmula del FREJULI: Perón-Perón. Ese mismo día el Poder Ejecutivo Nacional dictó un decreto mediante el cual se establecieron normas para la publicación de solicitadas, comunicaciones y avisos en los medios periodísticos. El fundamento de la medida fue la zozobra que provocaban en el espíritu de la ciudadanía y la alteración del orden público las solicitadas. Se buscaba individualizar a los responsables y a las representaciones invocadas. Se acusó al gobernador de la provincia de Buenos Aires Oscar Bidegain de favorecer la infiltración marxista. Simultáneamente se produjo la aparición del célebre “Documento Reservado” del Consejo Superior Peronista que convocaba a la “guerra santa”, y, en último lugar, las instrucciones de Perón a los gobernadores para que su gobierno encajara dentro de la “más pura ortodoxia peronista”[5], y para que cada uno de los mandatarios provinciales bloquease posibles avances comunistas en sus administraciones[6].
El 5 de agosto Raúl Lastiri, a instancias del general Perón, designó como intendente municipal de Buenos Aires a Virgilio Debenedetti, quien ya en 1949 ocupara esa misma función hasta 1952. El 10 de agosto Lastiri celebró el Día de la Fuerza Aérea en la Base Marambio de la Antártida Argentina, junto a los comandantes de las tres armas, Isabel Perón, Norma López Rega y los ministros Gelbard, Benítez, Taiana y Robledo. Lastiri señaló como primer presidente que viajó a la Antártica, que había trasladado a la sede del gobierno a la Base Vicecomodoro Marambio para dar sentido de la reafirmación de nuestra soberanía sobre estas regiones australes que integran el territorio nacional.
El 11 de agosto aceptaron sus candidaturas Perón e Isabel; simultáneamente se elegían las fórmulas de la UCR: Balbín - de la Rúa y de la APF Manrique- Martínez Raymonda. El Partido Conservador Popular reunió a su convención y proclamó su adhesión a la fórmula Perón-Perón. También adhirieron al binomio del FREJULI: MPN - Unión Popular - el P. Popular Cristiano - Movimiento Socialista para la Liberación Nacional (sector Jorge Selser) - Partido Socialista Popular - Partido Comunista. Otros partidos que habían participado en los comicios del 11 de marzo, en esta oportunidad desistieron de concurrir: Nueva Fuerza - P. Revolucionario Cristiano y P. Intransigente.
Durante la gestión de Lastiri se promulgaron las leyes de nacionalización de los depósitos bancarios, de entidades financieras y de blanqueo de capitales. La Argentina pidió la actualización del TIAR. Se incrementaron los secuestros, las extorsiones, las ocupaciones de fábricas y se produjeron incidentes en las calles de Buenos Aires, la inflación se incrementaba y los elementos subversivos no cejaron en sus acciones. El 27 de agosto fue asesinado el secretario de la CGT Mar del Plata, Marcelino Mansilla; días después resultó herido en un atentado el intendente de Avellaneda Herminio Iglesias; también fueron atacados la Embajada de EE.UU. y Rogelio Nores Martínez, director del diario cordobés “Los Principios”.
El 28 de agosto fue designado intendente de Buenos Aires el general José Embrioni, luego de un conflicto de proporciones entre el anterior alcalde Debenedetti y los trabajadores municipales. La Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto de restitución de bienes, distinciones honoríficas y condecoraciones al general Perón. El presidente encargado del Poder Ejecutivo efectuó varios viajes al interior y visitó las provincias de Catamarca, La Rioja, Formosa, Misiones, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén.

IV.- 35 años después: Lo que ocurrió el 13 de Julio de 1973 con la sustitución de Cámpora por Lastiri, fue considerado por casi todos los sectores un golpe palaciego dentro del movimiento peronista. Ni siquiera le correspondía la sucesión. La había logrado sólo por ser yerno de López Rega y el oportuno viaje de Díaz Bialet.
Los Montoneros, intuyendo su desplazamiento definitivo, comenzaron a reclamar una democratización en las organizaciones sindicales, inmensa fuente de poder dentro de un gobierno peronista. Pero el aparato montado por Vandor -que incluía verdaderos ejércitos particulares en cada gremio- estaba demasiado consolidado ya como para permitir el ingreso a otros dueños. A todo esto, un sector de la UCR, liderado Raúl Alfonsín, estuvo en desacuerdo con la postura que había tomado Balbín, quién mostraba su complacencia con las resoluciones de Perón. Renovación y Cambio se había acercado bastante a los sindicatos cordobeses, claramente combativos, lo que despertó temor tanto en Balbín como en Perón; más aún, cuando la candidatura de Agustín Tosco, líder de la tendencia de izquierda, incompatible a la dirección burocrática de la CGT, podía ser factible de recibir el respaldo de los partidarios alfonsinistas. La fórmula Tosco-Alfonsín se presentaba por aquellos tiempos, bastante potable. Incluso había avanzadas conversaciones con el Partido Comunista y otros sectores de la izquierda moderada para formar un frente con esos candidatos.
Otra fórmula que se barajó era: Perón - Balbín, intentando concretar una suerte de sueño dorado. Pero el nombramiento de Balbín a la vicepresidencia no cayó del todo bien dentro del seno del peronismo. En lo concerniente a la izquierda peronista, ésta bregó por hacer resurgir a Cámpora para acompañar al viejo caudillo en los comicios. Cada sector del peronismo trabajó para imponer su candidato al lado de Perón. Pero todo quedó revelado cuando la derecha del partido, propuso a María Estela Martínez de Perón para vicepresidente. El 2 de agosto la nominación de la fórmula Perón-Perón, en el Congreso Nacional del Justicialismo no dejó dudas acerca de quienes eran los infiltrados en el movimiento. Los cambios en la jerarquía interna del justicialismo a favor de la derecha (la destitución de Abal Medina de su cargo de Secretario General del Movimiento), concretaron las opciones tomadas por el líder al retornar al país. La CGT que no había participado activamente en la campaña electoral de Cámpora, se convirtió en el eje de la campaña de Perón y volcó en ella los recursos financieros de su poderosa maquinaria burocrática.
El 11 de Setiembre, un suceso acaecido al otro lado de la cordillera golpeó fuerte a los combatientes de izquierda: Salvador Allende fue derrocado por el general Augusto Pinochet. Por un momento circuló la versión que se había suicidado, pero con la llegada de nuevas informaciones se supo que Allende murió combatiendo con una vieja pistola que la había regalado Fidel Castro. Esto suscitó una inmensa oleada de repudios en la Argentina. Además de los grupos revolucionarios, todos los partidos se manifestaron en contra, organizando movilizaciones callejeras, donde mezcladas con las voces de rechazo al golpe trasandino, se oían consignas montoneras e insultos a López Rega.
Si bien Pinochet expresó sus deseos de "mantener relaciones de amistad con el gobierno argentino", Lastiri reaccionó con un decreto que declaró el duelo nacional por la muerte de Allende, el presidente derrocado. También Perón cuestionó la irrupción de Pinochet. Mientras esperaba reasumir el poder en la Argentina, advirtió que el golpe representaba "una tragedia para el continente".
Por fin llegaron las elecciones, con el peronismo concurriendo con la fórmula impuesta por la derecha peronista: Perón presidente, Isabel Martínez vice. A esa combinación la propagandizaban como "Perón-Perón", lo cual lograba su objetivo de sugerir en las mentes -especialmente las más sencillas- que en realidad se trataba de "votar a Perón". Lo que no se sabía con certeza -o no se quería aceptar- era que Perón estaba al filo de la muerte. Ello dejaría a la Nación en manos de una mujer incompetente. Isabel en la vicepresidencia fue una maniobra deliberada de López Rega y los grupos delictuosos que respondían a su mando, pues les daría el manejo real de los asuntos del Estado en sus ambiciosas manos. Los comicios del 23 de setiembre arrojaron los siguientes resultados: Perón - Perón (FREJULI): 7.381.219 votos - 61,85%.- Balbín - De la Rúa (UCR): 2.905.536 votos - 24,34%.- Manrique - Martínez Raymonda (APF): 1.145.981 votos - 12,11%.- Coral - Páez (PST): 188.227 votos - 1,57%.- En blanco: 103.961.- Anulados: 41.188.- Impugnados: 11.580.
Bernardo Neustadt le preguntó a Lastiri en 1974: “¿Perón quería ser presidente de la República?”, a lo cual respondió: “Rotundamente ¡no! Si no hubiera sido por la ineficacia de nuestro gobierno, desde el 25 de mayo, el general Perón no habría tenido que gastar su vida asumiendo la presidencia por tercera vez, que, le aseguro, no ambicionaba. El quería venir a colaborar con el Gobierno, y hubiera sido un gran consejero y un gran embajador. Pero "nuestro fracaso" lo llevó a tener que asumir su responsabilidad y así entregó su vida” (Lastiri, en Tiempo Nuevo 23/09/1974).
Bajo la consigna de Dardo Cabo de “que cada acción militar sirva para acumular poder para la construcción del ejército revolucionario”, Montoneros realizó 2 días después de las elecciones que llevaron al triunfo a Perón un hecho conmocionante. El 25 de setiembre asesinó a José Ignacio Rucci, secretario general de la Confederación General del Trabajo, uno de los puntales del líder justicialista. La respuesta no se hizo esperar: llegó el “somatén”[7].
El 25 de setiembre de 1973, el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci fue asesinado; aunque en primera instancia negaron la autoría, finalmente se descubrió la implicación de miembros de Montoneros en el hecho. Ese mismo mes, el ERP había asaltado el Comando de Sanidad del Ejército en el barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos Aires, con un saldo de un muerto (El teniente coronel Raúl Duarte Ardoy), lo que se utilizó para justificar su ilegalización y la clausura del diario El Mundo y el canal 9 de televisión.
El asesinato de Rucci fue condenado unánimemente desde Lastiri a Lanusse, pasando por todos los bloques legislativos, la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural, la Confederación General Económica, la Universidad de Buenos Aires, la UCR, el FREJULI, Balbín, Manrique, etc. Las repercusiones llegaron a todos los países del mundo, los medios internacionales no dejaron de señalar que apenas una semana antes al cerrar su campaña Perón enfatizaba que los reclamos violentos no son el mejor camino y que “la lucha activa terminó.”

V.- Perón - Balbín: de antiguos adversarios a fervientes amigos: Cuando el 17 de noviembre de 1972 Perón retornó por primera vez al país, cuatro días después, Balbín tuvo que saltar una tapia para conversar con él en la residencia de Gaspar Campos. Esa fue la primera parte de un acuerdo histórico por el cual el radicalismo se abstenía de ser la "opción gorila" en la elección del 11 de marzo en la que triunfaría Cámpora. Cuando el 20 de junio de ese año Perón volvió definitivamente al país —en la tarde del baño de sangre en Ezeiza—, días después (el 24) fue a verlo a Balbín a la Cámara de Diputados, lugar elegido por el líder radical. Fue la segunda parte del diálogo entre dos hombres que habían sido exponentes de una honda división social sobre la que, en 1955 se sustentaría el sangriento golpe de la denominada Revolución Libertadora. El puente para concretar la reunión fue Antonio Tróccoli, titular del bloque radical, quien mantenía una estrecha relación con Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. Esta vinculación motivó especulaciones en torno de un eventual entendimiento electoral entre ambos que sólo quedó en eso. Balbín había sido un duro exponente de la oposición y salvo su destacado paso por la Cámara de Diputados —desde donde en 1949 salió sin fueros y fue a parar la cárcel— no ocupó otro cargo público. Su importancia histórica residió en haber puesto fin a la hora de la intolerancia en la Argentina, a costa de cualquier sacrificio personal. "No más antiperonismo", había dicho Balbín más de una vez en su partido, donde gravitaban célebres antiperonistas. Por eso, hoy Balbín es un icono en el santuario de todo peronista que recuerde con emoción aquellas palabras pronunciadas con la mano sobre el féretro de Perón: "Este viejo adversario, despide a un amigo".

VI.- Los actores derechistas: Durante la gestión provisional de Lastiri se dio un avance significativo de la corriente nacionalista ortodoxa vinculada al lopezrreguismo. Además de Lastiri, López Rega retuvo el Ministerio de Bienestar Social y Alberto Vignes fue el canciller reemplazante de Puig. Este avance de los sectores derechistas se notó en el ámbito doméstico, donde tanto Perón como los grupos lopezrreguistas y sindicalista ortodoxo estaban convencidos de la necesidad de adoptar una política de seguridad menos permisiva que la de Cámpora para combatir la guerrilla.
En el caso de la política exterior, la injerencia de los sectores derechistas fue menos significativa, debido a que ese ámbito fue definido por el propio Perón. No obstante, se suavizó el tono antiimperialista de la política exterior, ajustándolo al pragmatismo del líder justicialista y a su proyecto de Tercera Posición. De este modo, a pesar de los reparos ideológicos de López Rega y del propio Vignes, la Argentina ingresó al Movimiento de No Alineados, y se ampliaron los convenios comerciales con los gobiernos socialistas de Cuba y los países del Este, pasos que eran acordes con los proyectos de Perón y del ministro de Economía Gelbard.
La Triple A: fue creada para realizar ataques selectivos a los que cuestionaban por izquierda la política del gobierno. Hoy se sabe que fue gestada durante la gestión de Lastiri, aunque su primer atentado fue cometido el 21 de noviembre de 1973 en la persona del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. La conducción política de la Alianza Anticomunista Argentina estaba a cargo de López Rega y el jefe de operaciones era el entonces comisario general de la Policía Federal Argentina, Alberto Villar. Desde el Ministerio de Bienestar Social, se desviaron fondos para financiar la organización y el armamento del grupo paramilitar.

VII.- La contracara izquierdista: Durante el interregno de Lastiri, Montoneros y las tendencias izquierdistas del peronismo no dejaron de movilizarse para mantener su presencia. El 21 de julio se congregaron unos 80 mil, casi todos jóvenes, frente a la residencia de Perón, que se entrevistó con algunos de sus dirigentes en presencia de Lastiri y López Rega, a quien confirmó en su confianza. Cuatro días después, nueva convocatoria en el parque Saavedra con similar concurrencia, en conmemoración de Eva Perón, convertida en una especie de símbolo de la JP en tácito rechazo a Isabel. Y el 22 de agosto, recordando la -masacre de Trelew, la juventud organizó un acto en Atlanta, que cerró Mario Firmenich. Sus dirigentes no lo sabían, pero eran las últimas apariciones públicas de la tendencia izquierdista del peronismo. En contraposición a estas demostraciones, el 31 de agosto la CGT congregó 1 millón de personas en un gran acto y desfile frente a su sede en apoyo de la fórmula Juan Perón-María Estela Martínez de Perón, es decir, Perón-Perón. La «Tendencia- (izquierda peronista) rivalizó con los cegetistas en ese acto.
No eran los únicos en moverse. El ERP intentó el 6 de septiembre la operación militar más ambiciosa emprendida hasta entonces por una organización guerrillera. Copó el Comando de Sanidad, cuyo acceso le fue franqueado por un soldado y después de matar al segundo jefe del Regimiento de Patricios, Tte Cnel Duarte Ardoy, se apoderó de profuso material bélico. Pero debieron rendirse al ser cercados por efectivos policiales y del Ejército. Perón condenó el episodio: "No tiene connotaciones ideológicas. Es un delito común. El bandido, de cualquier ideología que sea, es un bandido».
Tres días después el ERP obligó al diario Clarín a publicar tres solicitadas a toda página para denunciar las próximas elecciones como una farsa, profetizando que se acercaba el momento de que el pueblo adquiriera una conciencia socialista y ridiculizando a «Isabelita», López Rega y Lastiri. El grupo había secuestrado al apoderado de Clarín, amenazando con matarlo si no se publicaban sus avisos. El mismo día en que aparecieron las solicitadas del ERP, un grupo de sindicalistas atacó a Clarín con explosivos y armas cortas, en castigo por su blandura. A pesar de todos estos hechos, seguía desarrollándose una curiosa campaña electoral. Porque todos sabían que Perón triunfaría abrumadoramente, y la mayoría de los posibles candidatos se había apartado: de algún modo, todos hicieron suyas las declaraciones de Oscar Alende en el sentido de que: “el pueblo quiere que Perón sea presidente, y nosotros no lo entorpeceremos..." Pero también porque la fórmula ganadora la integraba un matrimonio, que no realizó ningún esfuerzo proselitista. Sólo Balbín, acompañado esta vez por De la Rúa, y Manrique, a la expectativa de recoger el electorado no comprometido, ensayaron un contrapunto a Perón-Perón.
La fórmula peronista obtuvo un porcentaje nunca visto en los anales electorales. Finalmente, Perón volvería a ser presidente y se infligió la última derrota a la Revolución Argentina. La campaña electoral fue considerada como:
“La campaña más civilizada de que se tenga memoria. Fue una elección en medio de la convivencia y no, como otras veces, el anticipo de la confrontación. La violencia queda, si no eliminada, ilegitimada, moralmente anonadada frente a la vasta convergencia de voluntades que se manifiesta no sólo en la impresionante mayoría del vencedor sino también en la evidente cordialidad que preside la relación peronista-radical”.[8]
Faltaban pocos días para que asumiera Perón. Al día siguiente de los comicios asumió la jefatura de la Policía Federal el general retirado Miguel Iñiguez y el Poder Ejecutivo declaró la ilegalidad del ERP. Ambas medidas presagiaban un endurecimiento de la lucha antisubversiva, pues Iñiguez era un militar «duro» que había encabezado en tiempos de Frondizi una abortada intentona peronista. Se avecinaba una lucha encarnizada, y las 62 Organizaciones, vanguardia sindical del peronismo, declararon que: «a pesar de su disfraz de mascaritas, iremos a buscarlos uno a uno, porque los conocemos: han rebasado la copa y ahora tendrán que atenerse a las consecuencias.»

VIII.- Las esperanzas de un pueblo y su baño de realismo: Pese a todos los contratiempos el país confiaba en que, una vez asumida la presidencia de la Nación, la figura de Perón habría de operar con un sentido de pacificación: era difícil incurrir en la ira del "Viejo”, y nadie quería exponerse a ser excomulgado por el líder. Pero el 25 de setiembre aconteció un hecho demostrativo de la audacia de las organizaciones subversivas. Mientras Rucci salía de una casa de la calle Avellaneda, en la Capital Federal, una ráfaga lo alcanzó sin que su numerosísima custodia armada pudiera repeler la agresión. Veintitrés impactos de bala recibió el secretario general de la CGT, que murió en el acto.
Nadie reclamó el asesinato de Rucci. Los rumores lo atribuyeron al ERP y a la CIA, pero varios años más tarde se supo que habían sido los Montoneros los autores de esa acción, cuidadosamente planeada por el poeta y militante Francisco Urondo. ¿El motivo? "Apretar" a Perón mostrándole que sus bases eran vulnerables y que la única alternativa que le quedaba era apoyarse en la juventud... Al día siguiente cuatro mujeres asesinaron al jefe del Departamento de Investigaciones Aplicadas de la Universidad de Buenos Aires, Enrique Grinberg. El cese de actividades decretado por la Universidad de Buenos Aires en homenaje a Grinberg se superpuso con el que había ordenado la CGT para honrar a Rucci (Reato, 2008).
Llegó el 12 de octubre; Perón juró ante la Asamblea Legislativa en presencia de todos los ex presidentes civiles (Frondizi, Guido, Illía y Cámpora) y después lo hizo la vicepresidenta. El presidente no leyó mensaje alguno ante el cuerpo legislativo; habló al pueblo desde la Casa de Gobierno, amparado por un grueso vidrio blindado. Pidió la colaboración de todos los sectores, reclamó paz y tranquilidad para concretar las tareas que el país necesitaba. Si la «tendencia revolucionaria" esperaba un discurso en la sintonía que deseaba, se desencantó. Perón era al fin presidente. Se concretaba aquello de «qué lindo que va a ser / Perón en el poder», con una autoridad política como nadie había tenido en la historia del país.
A pesar de sus 78 años, conservaba la gallardía de sus viejos tiempos; seguía siendo un hombre ocurrente y lleno de ideas, aunque algunos visitantes notaban que su lucidez solía declinar por la tarde. Culminaba ese día una de las aventuras políticas más extraordinarias de los tiempos contemporáneos: el retorno al poder de un político echado dieciocho años atrás por sus propios errores. Un retorno enmarcado por el apoyo de las multitudes y las esperanzas de quienes no eran peronistas pero veían en el viejo líder la única garantía de una Argentina razonablemente ordenada.

IX.- "Ya no me sigue ni mi sombra": En 1975 ni bien aplicadas las medidas económicas conocidas como el “Rodrigazo” las calles de Buenos Aires fueron objeto de pegatinas y pintadas con textos como éste: “Queremos las cabezas de Lastiri, Rodrigo, López Rega por traidores al Movimiento Obrero - UOM”. También en esos días fueron intensamente silbados en el Luna Park donde peleaba Niccolino Locche Lastiri, Norma López Rega, Casildo Herreras y Lorenzo Miguel. Lastiri en julio de 1975, falto de consenso había presentado su renuncia. “Ya no me sigue ni mi sombra” reconoció al resignar la presidencia de la Cámara de Diputados (Sáenz Quesada, 2003:329). También perdió su cargo de vicepresidente primero del Consejo Nacional del Partido Justicialista.
Julio González, quien fuera Secretario Técnico de la presidente Isabel Perón refiere que Lastiri fue un hombre que incidió notablemente en las decisiones de Perón, López Rega e Isabel. Cuando el suegro de Lastiri se encontraba en su apogeo, éste junto con Norma López Rega eran huéspedes habituales de la Residencia de Olivos. Padre, hija y yerno conformaban el círculo infranqueable de cenas y almuerzos de la presidente, en los que en ocasiones también participaba el médico Pedro Eladio Vázquez, quien había sido designado Secretario de Deportes y Turismo del Ministerio de Bienestar Social de la Nación (González, 2007:149).
Cuando López Rega debió salir del país, Lastiri y su esposa se instalaron a vivir en Olivos, ocupando uno de los dormitorios de la planta alta de la residencia presidencial. En julio de 1975 Lastiri fue removido de su cargo de presidente de la Cámara de Diputados y ulteriormente viajó al exterior entre los meses de agosto y diciembre. Antes de partir formuló declaraciones a la prensa diciendo que nada tenía que ver con la política y la vida de su suegro. Luego de regresar al país, Isabel compartió el año nuevo en la casa de Lastiri en Avenida del Libertador, cena en la que también participaron el almirante Massera y su esposa. González recuerda que estando detenido en Magdalena, Lastiri se ufanaba de haberle dicho al almirante Alvarez que diera rienda suelta a la represión de la subversión, pero que a él nada le explicasen (González, 2007:149). Lastiri también fue miembro de la comisión directiva de la Cruzada de Solidaridad Justicialista (Ibíd.:257).

X.- Justicia y cáncer inclementes: El 7 de diciembre de 1978 el procurador fiscal José Nicasio Dibur en la causa “Cruzada de Solidaridad Justicialista” pidió al juez federal Norberto Giletta imponer seis años de prisión a la viuda de Perón; cuatro a Celestino Rodrigo; tres años y seis meses a Duilio Brunello y tres años a Norma López Rega y Raúl Lastiri, por los delitos de malversación de caudales públicos y peculado en forma reiterada. Con ello, la defensa de Norma López Rega solicitó su libertad condicional atento el tiempo de detención, la que le fue concedida. Similar pedido se efectuó respecto de Lastiri, el cual fue denegado por hallarse éste en detención domiciliaria con régimen de libertad vigilada a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, en sujeción a la denominada Acta de Responsabilidad Institucional dictada por la Junta de Comandantes de la dictadura militar.
Pocas horas después del requerimiento fiscal y de la concesión de la libertad condicional a Norma López Rega, Lastiri era trasladado a la Clínica del Sol ante el agravamiento de la afección que padecía desde hacía mucho tiempo. Se encontraba detenido desde el pronunciamiento militar del 24 de marzo del año 1976 y fue alojado en diferentes dependencias militares y carcelarias. El 11 de diciembre de 1978 murió Lastiri y fue inhumado al día siguiente en el cementerio de la Chacarita. En sus sepelio hablaron el ex vicepresidente primero de la Cámara de Diputados Salvador Bussaca (Partido Demócrata Cristiano), Eduardo Rosenkrantz por el Círculo de Ex - legisladores; Alberto Stecco, por los diputados del bloque FREJULI 1973-1976 y Ludovico Lavia, ex secretario de la Cámara de Diputados en nombre de los amigos del muerto. Los únicos ministros del tercer gobierno peronista que se hicieron ver en la casa velatoria de la calle O´Higgins fueron Alberto Rocamora (Interior) y Ricardo Otero (Trabajo). Las Fuerzas Armadas prohibieron a la prensa ingresar al velatorio de Lastiri y una de sus hijas se enfrentó con los periodistas y fotógrafos que pretendían cubrir la noticia.

XI.- Conclusiones: La renuncia de Cámpora conmovió apenas superficialmente a la Nación: Las renuncias presentadas a sus respectivos cargos por el presidente y vicepresidente de la Nación subrayaron con dramática elocuencia hasta que punto era compleja la realidad argentina. En última instancia esas dimisiones parecen ser un intento de simplificación a fin de buscar el camino por el cual se hiciera superable aquella complejidad. Más allá de las declaraciones teñidas por elementos emotivos o cargadas de invocaciones a lo que el peronismo de entonces llamaba “la verticalidad”, cabe deducir que las renuncias de Cámpora y Lima - y con ellas el funcionamiento de un mecanismo jurídico destinado a culminar en la elección de presidente y vice-, fueron el resultado de una frustración política.
Dada la supeditación proclamada en forma constante por Cámpora con respecto al Jefe del Movimiento Nacional Justicialista al cual se hallaba adherido, era incuestionable que si los primeros pasos del gobierno instalado el 25 de mayo de 1973 hubiesen satisfecho a la mayor autoridad partidaria, las renuncias habrían carecido de viabilidad política. No se difundieron por entonces, las razones de aquella insatisfacción -por el contrario, el general Perón se encargó de elogiar al gobierno camporista- lo cual para los integrantes del peronismo era decisivo. En cambio, eran notorios los motivos que gravitaron en la inmensa mayoría de la población argentina para ahogar alguna actitud que condujese a un apoyo general a las autoridades surgidas del voto de algo menos de la mitad del electorado nacional. En efecto, quienes juzgaban a los actos de gobierno por encima de los intereses banderizos vieron vacío el sillón presidencial durante casi cincuenta días.
Si en el orden económico la virtual ausencia presidencial no impidió el desenvolvimiento, en cierto modo autonómico de las pautas ya convenidas en los documentos multipartidarios de La Hora del Pueblo, en una esfera menos restringida produjo efectos alarmantes. Una grosera acción sectaria se organizó prestamente para aprovechar aquél vacío y convirtió en dogmáticas banderas de intolerancia los principios a cuyo amparo el peronismo había promovido el acercamiento a otros partidos y propuesto el respeto hacia el adversario.
Las consecuencias de esa actividad de los grupos fanáticos, cuyo epicentro estuvo en las universidades, se expandieron a otras áreas y patrocinaron el desorden constante en términos agresivos a fin de hacerlo el caldo de cultivo de un tipo de aventura más afín con la insurrección que con la consolidación gubernativa. En siete semanas Cámpora gestó las condiciones que lo dejaron a merced de las violencias no sólo de los capaces de dividir al oficialismo sino también las aptas para cortar los puentes con quienes por encima de las divisas políticas o de las conveniencias sectoriales, aspiraban a un erguimiento del país, en una atmósfera de seguridad que tornase factible el avance hacia el bienestar colectivo.
La maniobra de desplazamiento implementada por el ala reaccionaria del peronismo liderada por el ministro de Bienestar Social y secretario privado de Perón, José López Rega, había dado sus frutos. El presidente Cámpora y su vicepresidente Lima debieron apresurar sus dimisiones ante la inestabilidad política reinante, y a la proliferación de intrigas palaciegas. Era el triunfo de "el Brujo", aunque para que todo ello no ofreciese ningún flanco débil sería necesaria una rápida y certera acción política complementaria. Para culminar con el mayor de los éxitos resultó preciso "despejar al terreno de zurdos y traidores". En este sentido, se consideró preciso esquivar al dispositivo constitucional de sucesión presidencial, para lo cual al presidente provisional del Senado, Díaz Bialet, precipitadamente se lo embarcó en el primer avión para Europa a cargo de una misión inexistente. De este modo el tercero en la línea constitucional, es decir, el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, pudo asumir transitoriamente la presidencia hasta el llamado a elecciones.

BIBLIOGRAFIA

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Diarios y revistas consultados: La Opinión; La Prensa; La Nación; Clarín; The New York Times; L´Osservatore Romano; Corriere della Sera: La Stampa ; Avanti: El Mercurio; El Descamisado, Somos, Siete Días, Todo es Historia.

Córdoba, 12 de octubre de 2008
(A 35 años del inicio de la 3ª presidencia del Tte. Gral. Perón)
NOTAS

[1] Años más tarde Cámpora se arrepintió de esa decisión y reprobó la concesión que había hecho al aceptar suplantar al presidente provisional del Senado enviándolo en una grotesca y prematura misión, nombrando como presidente a Lastiri.
[2] "El hecho narrado es inexacto; [ya] que al doctor Lima nadie le pidió la renuncia en ningún momento, por el contrario, Lima se la ofreció espontáneamente al general Perón cuando regresó a la patria y lo instó a que accediera al poder con nuevas elecciones porque el pueblo así lo esperaba. Este ofrecimiento Lima lo concretó en la reunión que se celebró en Gaspar Campos, con la presidente, el general Perón y Cámpora y ministros del Poder Ejecutivo (Lima, 1975).
[3] Guido Di Tella considera que las razones que motivaron que la presidencia fuese confiada a Lastiri fincaban en que era miembro del grupo de derecha liderado por López Rega y que era menester dejar de lado mediante un artificio legal la sucesión natural del presidente provisional del Senado, por considerarlo ideológicamente sospechoso (Di Tella, 1983:107).
[4] Ellos tenían tres hijos: María Victoria, Oscar Raúl y María Viviana. Después del fallecimiento de Lastiri en 1978, Norma López Rega contrajo enlace con Jorge Conti, periodista, funcionario del tercer gobierno peronista y escribano público.
[5] Texto del “Documento Reservado” citado en La Opinión, 2 de octubre de 1973 y en “¿Y esto qué es?”, El Descamisado, Año 1, Nº 21, 9 de octubre de 1973, p. 2. También Anguita y Caparrós (1998, II: 196-198).
[6] Ver “Perón reiteró las severas pautas a los gobernadores”, La Opinión, 2 de octubre de 1973, p. 1, y “La campaña contra la ultraizquierda. Perón busca objetivos precisos a través de una compleja maniobra”, por Mariano Grondona, La Opinión, 4 de octubre de 1973, p. 1.
[7] Organización paramilitar precursora de lo que décadas después se conoció como la Falange Española.
[8] Mariano Grondona en “La Opinión” 25 de setiembre de 1973.

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