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marzo 28, 2007

TEORIA DE LA DEPENDENCIA: TRES EJES CRITICOS

I.- RAZON QUE MOTIVA EL ENSAYO

El Profesor Theotonio Dos Santos, ha indicado un breve ensayo sobre la teoría en análisis, para el cual habrán de elegirse tres ejes de la misma y analizarlos críticamente. Luego de la lectura comprensiva del material bibliográfico aconsejado y otros recabados por el presentante, he hallado un reportaje al Prof. Dos Santos publicado en el matutino “Página 12” el 4 de octubre de 2004, que me brinda el andamiaje para la mejor consecución del fin propuesto.

En esa nota periodística, nuestro referente y creador de la teoría de la dependencia explica qué es la misma y su actualidad. A la primera premisa responde:
“La teoría de la dependencia fue un movimiento intelectual que apuntó a entender que el origen de los problemas latinoamericanos no reside en un atraso económico sino en la manera en que nos insertábamos en la expansión del capitalismo mundial. Fue una manera subordinada, con una posición desventajosa en la división internacional del trabajo, especializándonos en productos con poca creación de valor y teniendo como principal instrumento para ajustarse a esa situación la sobreexplotación del trabajo, que es el centro de nuestra propuesta de inserción en la economía mundial. Son formas que mantienen a nuestra población en un nivel bajo de desarrollo, acentúan la debilidad de nuestro mercado interno y, por lo tanto, de nuestra capacidad de crecimiento, y aumenta la exclusión social y la concentración. Profundiza más la dependencia a través del endeudamiento y otros mecanismos, en lugar de permitirnos salir.”
En relación a cual es su actualidad hoy, el Prof. Dos Santos expone:
“Mucha, por tres aspectos. El primero es pensar los problemas latinoamericanos en el cuadro de la expansión del capitalismo y del desarrollo del sistema económico mundial. Hay condiciones como para profundizar el análisis de nuestra realidad en el contexto del sistema mundial, hegemonizado por el capital financiero, de tal forma que con eso ganamos mucho en la capacidad de entender lo que pasa en cada una de las regiones, que tiene un rol determinado en la división internacional del trabajo, en el sistema de intercambio y el movimiento de capitales. El segundo aspecto es que la teoría de la dependencia es una conquista del pensamiento social latinoamericano. Es un gran avance para el conocimiento en general, pero tuvo como punto de partida las especificidades de Latinoamérica. Esto es fundamental, sobre todo frente a la hegemonía del pensamiento neoliberal, que impuso la idea de que existe una sola economía, que es igual en todas partes. El tercer elemento es que representó una integración de las ciencias sociales. Permitió unir lo político con lo económico y con lo social.”
Los tres ejes sobre los cuales versará el ensayo, he de tomarlos tal como magistralmente los ha descrito el profesor dos Santos. Ahora bien, tenemos ya definida por su creador la teoría, restan señalarse otros dos conceptos esenciales

I.1 SUBDESARROLLO
Andre Gunder Frank define al subdesarrollo diciendo que: “…No es consecuencia de la supervivencia de instituciones arcaicas, de la falta de capitales en las regiones que se han mantenido alejadas del torrente de la historia del mundo, por el contrario, el subdesarrollo ha sido y es aun generado por el mismo proceso histórico que genera también el desarrollo económico del propio capitalismo.” (Gunder Frank, 1963)
Por su parte, Norberto Bobbio, sostiene que no es posible dar un concepto de subdesarrollo que sea aceptable para todos. Se debe tratar de señalar las características asociadas a la situación de subdesarrollo y proponer estrategias de superación. (Bobbio, 2002: 1541)
Para Lisbet Eunice Pérez Anzardo de la Universidad de Holguín (Cuba), “subdesarrollo no es más que un conjunto complejo e interrelacionado que se traduce en desigualdades de riquezas y pobrezas, en estancamiento, en retaso en otros países, en dependencia económica, política y tecnológica, cultural. Fenómeno estructural que abarca la economía y la sociedad. Se asocia a un atraso científico, técnico y productivo”. (Pérez Anzardo, 2004, 5).


I.2 TERCER MUNDO
No menos importante es puntualizar otro concepto esencial, cual es el de tercer mundo, ya que la teoría en análisis se asienta sobre el dogma que asegura que el desarrollo del primer mundo se nutre a expensas del subdesarrollo de los países periféricos.
La expresión ‘tercer mundo’, a su vez, se origina en un artículo publicado en 1952 por el economista francés Alfredo Sauvy, quien observó que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el planeta fue repartido entre los países vencedores del bloque Occidental y del bloque Oriental, sin tomar en cuenta a los demás países que, al igual que el Tercer Estado en los años de la Revolución Francesa, quedaron relegados a un ignorado tercer plano o Tercer Mundo. En ese contexto, el vocablo ‘tercer’ no expresa un orden numérico, sino que implica una marginación impuesta por parte de otros dos. Sin embargo, una elemental lógica presupone que si existe un tercero, necesariamente deben existir un segundo y un primero. Así, a los países situados en Europa Occidental y Norteamérica, además de Japón, Nueva Zelandia y Australia, se los denominó bajo el nombre genérico de Primer Mundo; a los países de Europa Oriental y a sus aliados, se los ubicó en el Segundo Mundo; y, por exclusión, se designó como Tercer Mundo al conformado por los demás países.
Desde luego, a raíz de la desaparición del Segundo Mundo debido al colapso del bloque comunista, vuelve a tener vigencia la intención original de Alfredo Sauvy. Así, el Tercer Mundo viene a representar a los países que permanecen marginados de los designios y negociaciones internacionales.
Podemos pasar ahora, a desarrollar los tres ejes propuestos por el propio creador de la teoría de la dependencia:
II.- LA INSERCION LATINOAMERICANA EN EL CAPITALISMO MODERNO
Yerguin y Stanislaw enseñan que la teoría de la dependencia ejerce su influencia en el tradicional enfoque estatista latinoamericano destacándose por sus altas barreras proteccionistas, una economía cerrada y un menosprecio palmario por el rol del mercado. Dicen los autores que hasta los años ´80 gozó de una absoluta hegemonía en países que aplicaron tanto las políticas del estado de bienestar y el intervencionismo keynesiano, como las del marxismo que gozaba de alto prestigio en la Unión Soviética y sus países satélites. (Yerguin y Stanislaw: Cap. IX)
Otra de las bases de sustentabilidad de la teoría de la dependencia ha sido y es la notoria antipatía hacia las grandes empresas norteamericanas, a quienes muchos ven como explotadoras de América Latina.
Para analizar desde otra óptica a la teoría de la dependencia, dos macroeconomistas Becker y Mochón opinan que: “Para los defensores de la teoría de la dependencia, el origen del subdesarrollo se encuentra en el tipo de relaciones comerciales que se establecen entre los países desarrollados y los subdesarrollados.
Desde esta perspectiva, la explicación del subdesarrollo se fundamenta en el intercambio comercial entre los países desarrollados (centro) y los países en vías de desarrollo (periferia). Los primeros son exportadores de bienes industriales y los segundos de materias primas y productos agrícolas. El mecanismo que acrecienta la pobreza de la periferia actúa basándose principalmente en dos elementos:
1) El grado de competencia en el sector exportador de unos países y otros
2) Los aumentos de la cantidad demandada
La teoría de la dependencia establece que el subdesarrollo de ciertos países se debe al tipo de relaciones comerciales (dependientes y desequilibradas) que se establecen entre unos países y otros. Si a los dos elementos anteriores se le une la sustitución cada vez más generalizada en los patrones de consumo de los bienes primarios por productos más elaborados, y la reducción de la importación de estos últimos en los procesos productivos avanzados de los países ya desarrollados, se refuerza la hegemonía de estos países en las relaciones comerciales con el mundo menos desarrollado. (Becker y Mochon, 2000: 145)
El profesor Dos Santos en “Otra teoría económica es posible” expone que: “Las tesis del «pensamiento único» convirtieron el capital mundial en el demiurgo del crecimiento económico, sobretodo de las economías atrasadas que no tienen, según ellos, ahorro interno y necesitan apoyarse en el ahorro internacional. Según sus tesis, el capital internacional sería fuente de transferencia de tecnología, además de asegurar, a través de la integración financiera internacional, la baja del costo del capital debido a la mejor distribución del riesgo. Sin hablar de los efectos indirectos, tales como la promoción de la especialización, la inducción de mejores políticas y la mejor orientación de la asignación de los recursos. (Dos Santos [2])
Desde los años 60 se ha demostrado que los hechos dicen exactamente lo contrario. La entrada de capitales busca tasas de ganancias más altas y terminan por enviar al exterior remesas de ganancias superiores a las entradas. Además demostramos que la balanza de pagos de nuestra región era necesariamente negativa debido al pago de los servicios del capital y los servicios técnicos, los fletes y otros ítems negativos de nuestra balanza. Esta situación perversa era y es promovida por la aceptación de la condición de dependencia en la economía mundial, caracterizada por una posición negativa en la división internacional del trabajo (especialización en los productos de más bajo valor agregado y altamente especializados, sin economías externas), la sumisión a los servicios internacionales que raramente ofrecemos, la aceptación de tasas de interés impuestas desde el exterior en condiciones extremadamente negativas, la concentración del ingreso y la superexplotación del trabajo como condiciones para generar superganancias capaces de compensar la situación de clases dominantes dominadas que caracteriza a nuestra élite.
Si no somos capaces de examinar la especificidad de esta situación de dependencia y las leyes que las rigen no podemos producir ninguna teoría relevante para la comprensión de los fenómenos económicos que caracterizan nuestras economías. La fuerte evidencia de estos datos y de los razonamientos que los explicaban no fue jamás examinada en serio por los técnicos del FMI y sólo muy ligeramente por los de las otras organizaciones internacionales, excepto la CEPAL y la UNCTAD, que estuvieron influenciadas por el pensamiento de Raúl Prebisch que se aproximó a la teoría de la dependencia en el final de su vida.
La fuerte e indiscriminada apertura de América Latina para el capital internacional en las décadas de los 70, 80 y 90 tuvo como resultado el agravamiento de todos los problemas ligados al subdesarrollo de la región. Todas las instituciones internacionales tienen que reconocer hoy día que en este período no hubo casi ningún crecimiento económico en la región -si lo medimos por la renta per cápita-, se agravó dramáticamente la deuda externa de la región a pesar de la cantidad gigantesca de pagos de servicio de la deuda, se retrasó el avance tecnológico y científico y la capacidad de generar conocimiento propio, se mantuvieron las condiciones desfavorables de educación y sociales en general, expresadas en los índices de desarrollo humano, en los cuales la región ocupa las posiciones más negativas, solo superadas por algunos países de África y Asia.Para responder a la evidencia de nuestras críticas, muchos autores tomaron el crecimiento económico de los llamados «tigres asiáticos» como demostración de la posibilidad de superar la dependencia y el subdesarrollo sin necesidad de transformaciones estructurales.
No es aquí el lugar para discutir esta cuestión pero después de la llamada crisis asiática de 1997 estos argumentos bajaron de tono, a pesar de la necesidad de confrontar las diferencias de la colonización asiática y la nuestra, y sobretodo el rol de las reformas agrarias asiáticas y el debilitamiento de sus oligarquías después de la Segunda Guerra Mundial.
Pero lo interesante es constatar la fuerza de la evidencia de los hechos, que ha obligado al BM y al FMI, bajo violentas críticas a la irrelevancia y fracaso de sus análisis económicos y de sus políticas económicas, a buscar un camino de investigación que tome en cuenta las dificultades en que se encuentran los países que siguieron y siguen su recetario. Muchos han sido los estudios recientes que buscan definir los límites de la globalización, analizando sobretodo lo que ellos llaman volatilidad financiera, la pobreza y la cuestión del crecimiento económico que había desaparecido de sus documentos desde los años 80.
Quiero concentrarme en uno de los más recientes. Se trata de un informe concluido en el mes de marzo de 2003 con el interesante título de «Effects of Financial Globalization on Developing Countries: Some Empirical Evidences», preparado por Esward Prasad, Keneth Rogoff, Shang-Jin Wei y M. Ayhan Kose. A pesar de la total ignorancia de los autores de la vasta bibliografía de la teoría de la dependencia y aún de los neoestructuralistas sobre el tema, su trabajo maneja casi toda la literatura de su secta teórica financiada por el FMI y el BM que disponen de los datos originales enviados por los gobiernos para estas instituciones. Aún así el tratamiento que dan a estos datos es extremadamente limitado, desconociendo los fenómenos principales que rigen el funcionamiento de nuestras economías.
Sin perjuicio de lo expuesto, los datos con que trabajan y el clima de tensión en que viven estas organizaciones los obliga a ser más honestos con las evidencias empíricas que manejan. Sus conclusiones son extremadamente chocantes para el ambiente de terror ideológico que manejaron estas instituciones condenando al limbo científico cualquier negación de sus formalizaciones teóricas.
III.- La teoría de la dependencia: una conquista del pensamiento social latinoamericano
En conjunto, el debate científico latinoamericano revela su integración en una fuerte perspectiva transdisciplinaria. No fue sin razón que la América Latina (que ya había mostrado al mundo en los años 20 un autor marxista tan original como Mariátegui) produjera en las décadas del 30, 40 y 50, pensadores sociales tan originales como: Gilberto Freire (dedicado a una sociología de fuerte contenido antropológico, ecológico, psicoanalítico e histórico que subyugó a gran parte del pensamiento europeo); Josué de Castro ( que unía a una excelente formación en las ciencias de la vida, en la medicina, en la ecología y en la geografía humana, un enfoque económico, sociológico y antropológico extremadamente moderno. Inspirador de gran parte del debate mundial, no sólo sobre el hambre y su geopolítica, sino también sobre el subdesarrollo como fenómeno planetario, así como de la relación entre ecología y desarrollo.); Caio Prado Junior (cuyo marxismo – a veces metodológicamente estrecho – no le impidió desarrollar una obra histórica de gran profundidad sobre las raíces de la sociedad colonial y sobre el carácter de la sociedad brasileña); Guerreiro Ramos (cuyas raíces existencialistas le permitirán analizar de manera original el nacimiento del movimiento negro contemporáneo, además de esclarecer el contenido civilizador de la lucha del tercer Mundo); Raúl Prebisch (cuya visión económica trascendía el economicismo tradicional y revelaba fuertes implicaciones sociales y políticas, esclarecidas por los brillantes “insights” del sociólogo hispano-latinoamericano Medina Echevarría); o un Sergio Bagú ( que descubre el carácter capitalista del proyecto colonial ibérico por medio de una metodología analítica marxista, modernizada por los avances recientes de las ciencias históricas y sociales); Florestán Fernándes (cuyo esfuerzo metodológico de integrar el funcionalismo de origen durkheimniano, el tipo-ideal weberiano y la dialéctica materialista marxista, tal vez no haya tenido los resultados esperados, pero impulsó un proyecto filosófico-metodológico que se va a desdoblar en la evolución del pensamiento latinoamericano); o como un Gino Germani ( que logró sistematizar el enfoque metodológico de las ciencias sociales norteamericanas con su liberalismo exacerbado, en la creación de un modelo de análisis del desarrollo como proceso de modernización).
La acumulación de éstas y otras propuestas metodológicas en la región, reflejaban la creciente densidad de su pensamiento social, que superaba las simples aplicaciones de reflexiones, metodologías o propuestas científicas importadas de los países centrales, para abrir un campo teórico propio, con su metodología propia, su identidad temática y su camino para una tesis más realista.
La teoría de la dependencia trató de ser una síntesis de este movimiento intelectual e histórico. La crítica de Bagú, Vitale y Caio Prado Jr. al concepto de feudalismo aplicado a América Latina, constituyó uno de los puntos iniciales de las batallas conceptuales que indicaban las profundas implicaciones teóricas del debate que se avecinaba. André Gunder Frank, recogió esta problemática para darle una dimensión regional e internacional. La definición del carácter de las economías coloniales como feudales, servían de base a las propuestas políticas que apuntaban a la necesidad de una revolución burguesa en la región. Inspirado en el ejemplo de la Revolución Cubana, que se declaró socialista en 1962, Frank abre fuego contra los intentos de limitar la revolución latinoamericana al contexto de la revolución burguesa. Radical en sus enfoques, Frank declarará el carácter capitalista de América Latina desde la cuna. Producto de la expansión del capitalismo comercial europeo en el siglo XVI, la América Latina surgió para atender las demandas de Europa, insertándose en el mundo del mercado mundial capitalista. (Los retos de la globalización. Theotonio dos Santos “La teoría de la dependencia: un balance” López Segrera Edit. UNESCO Caracas 1998)
He mencionado recién a nuestro compatriota Raúl Prebisch, quien desde su cargo en la CEPAL allá por la década del 60 impulsó estudios tendientes a tratar de explicar las dificultades que encuentran algunos países de América Latina para el despegue y el desarrollo económico. Los teóricos de la dependencia rechazaban los beneficios del comercio mundial. A fines de los años 40, los elementos esenciales de su concepción eran expuestos y promovidos por Comisión Económica Para América Latina (CEPAL) de Naciones Unidas y, muy especialmente, por el economista argentino Raúl Prebisch, que dirigió la comisión de 1948 a 1962. Prebisch empezó su carrera como “un firme creyente en las teorías neo-clásicas”. Pero, según dijo, “la primera gran crisis del capitalismo” – la Gran Depresión – me hizo plantear serias dudas en relación con esas ideas”. Prebisch y sus colegas de la CEPAL propusieron una versión internacional de la inevitabilidad de la lucha de clases. Alegaron que la economía mundial estaba dividida entre el “centro” industrial – Estados Unidos y Europa Occidental – y la “periferia” productora de materias primas. Los términos de intercambio siempre trabajarían en contra de la periferia, lo que significaba que el centro Prebisch: explotaría constantemente a la periferia. Los ricos se harían más ricos y los pobres más pobres. (Prebisch) Según esta concepción, el comercio internacional no era una forma de elevar el nivel de vida sino más bien una forma de robo y explotación que las naciones industriales y sus corporaciones multinacionales perpetraban sobre los pueblos en vías de desarrollo. Estas ideas se convirtieron en artículos de fe en las universidades latinoamericanas.
A Prebisch se le considera el fundador y principal exponente de la escuela económica llamada “estructuralismo latinoamericano”. Desarrolló las tesis de la “Teoría de la Dependencia”. Según esta idea, las empresas coloniales y el comercio internacional no han sido útiles para el desarrollo económico sino que, al dislocar las estructuras e instituciones socio-económicas de las colonias, generaron una serie de problemas (dependencia de las exportaciones, crecimiento desequilibrado) que bloquearon las posibilidades de desarrollo. Los países del tercer mundo, decía Prebisch, han caído en un estado de “dependencia” del primer mundo, convirtiéndose en productores de materias primas en una relación de “centro-periferia” con sus metrópolis. Para que estos países puedan entrar en una senda de desarrollo sostenido se haría necesario que se les permitiera un cierto proteccionismo en el comercio exterior y estrategias de substitución de importaciones.
Economistas neomarxistas como Samir Amin no solo la circunscribieron a Latinoamérica, sino que trataron de generalizarla a todos los países en vías de desarrollo. También merecen señalarse Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, autores de Dependencia y Subdesarrollo en América Latina (1969). Ellos entienden a la dependencia como estructural y proclaman que la superación radica en reafirmar nuestra identidad como nación, promoviendo frentes amplios entre la burguesía, las fuerzas militares y la Iglesia.

Pese a la brevedad del trabajo cabe una mención a otros teóricos como Celso Furtado “A formacao economica do Brasil”, publicado en 1959, junto con los trabajos de Simonsen y Caio Prado Jr., para Brasil, y Sergio Bagú y Silvio Frondizi, para Argentina, y Aníbal Pinto, para Chile. Seguramente, así fue también para el desarrollo de “la dependencia’’ por otros brasileños como Fernando Henrique Cardoso, Theotonio dos Santos y Ruy Mauro Marini y otros latinoamericanos como Enzo Faletto y Oswaldo Sunkel en Chile, Aníbal Quijano de Perú, Héctor Silva Michelena y Armando Córdoba en Venezuela y los mexicanos Pablo González Casanova, Rodolfo Stavenhagen, Alonso Aguilar y Fernando Carmona.

Los economistas suecos Magnus Blomström y Bjorn Hettne se convirtieron en prestigiosos historiadores de la teoría de la dependencia. En su libro más completo sobre el tema (Blomström y Hettne, 1984, pp. 15) afirman que hay “un conflicto de paradigmas”, entre el paradigma modernizante y el enfoque de la dependencia. Para el enfoque de la dependencia ellos identifican dos antecedentes inmediatos:
a) El surgimiento de una tradición crítica al euro-centrismo implícito en la teoría del desarrollo. Se debe incluir en este caso las críticas nacionalistas al imperialismo euro-norte-americano y la crítica a la economía neoclásica de Raúl Prebisch y de la CEPAL.
b) El debate latinoamericano sobre el subdesarrollo, que tiene como primer antecedente el debate entre el marxismo clásico y el neo-marxismo, en el cual se destacan las figuras de Paul Baran y Paul Sweezy.
Ellos resumen en cuatro puntos, las ideas centrales que los seguidores de la escuela de la dependencia defienden:
i) El subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expansión de los países industrializados;
ii) El desarrollo y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo proceso universal;
iii) El subdesarrollo no puede ser considerado como la condición primera para un proceso evolucionista;
iv) La dependencia, con todo, no es solamente un fenómeno externo sino que se manifiesta también en diferentes formas en la estructura interna (social, ideológica y política).
De aquí, que ellos puedan distinguir tres corrientes en la escuela de la dependencia:
a) La crítica o autocrítica estructuralista de los científicos sociales ligados a la CEPAL, que revelan los límites de un proyecto de desarrollo nacional autónomo. En este grupo ellos colocan de manera incuestionable a Oswaldo Sunkel y a una gran parte de los trabajos de madurez de Celso Furtado y, hasta incluso la obra final de Raúl Prebisch plasmada en su libro El Capitalismo Periférico. Fernando Henrique Cardoso aparece a veces como miembro de esta corriente y otras veces se identifica con la que sigue (lo que sus miembros con toda razón claramente rechazan).
b) La corriente neo-marxista, que se basa fundamentalmente en los trabajos de Theotonio Dos Santos, Ruy Mauro Marini y Vania Bambirra, así como los demás investigadores del Centro de Estudios Socio Económicos de la Universidad de Chile (CESO). André Gunder Frank aparece a veces como miembro del mismo grupo, pero la clara posición de negar su vinculación teórica estrecha con el marxismo y su propuesta de un esquema de expropiación internacional más o menos estático, lo separan del enfoque dialéctico de los otros neo-marxistas.
c) Cardoso y Faletto se colocarían en una corriente marxista más ortodoxa, por su aceptación del papel positivo del desarrollo capitalista y de la imposibilidad o de la no necesidad del socialismo para alcanzar el desarrollo.
A pesar de la brillantez y de la esforzada fidelidad expresadas en su esquema histórico, Blomström y Hettne pueden ser cuestionados en lo que respecta a su planteamiento del debate entre el pensamiento ortodoxo marxista y lo que ellos llaman la corriente neo-marxista. En realidad, esta última corriente tiene muchos matices que ellos parecen no reconocer. Pero ésta es una discusión que nos llevaría demasiado lejos para los fines de este trabajo. Esta es, entre varias propuestas, la que más se aproxima a una descripción correcta de las tendencias teóricas principales que han conformado la teoría de la dependencia.
Insatisfecho con esta proposición, André Gunder Frank (1991), realizó un análisis de las corrientes de la teoría de la dependencia, basado en cinco libros publicados en el comienzo de la década de los 90 sobre esta teoría. Frank constató una gran dispersión en la clasificación de los “dependentistas” entre las varias escuelas de pensamiento, según se plantea en estos libros. La lista que él tuvo el cuidado de establecer sirve como una tentativa de presentación, de un modo más neutral, de los principales pensadores relacionados, de acuerdo con sus orígenes teóricos. Dentro de los estructuralistas encontramos a Prebisch, Furtado, Sunkel, Paz, Pinto, Tavarez, Jaguaribe, Ferrer, Cardoso y Faletto. En lo que respecta a la Teoría de La Dependencia, además de Cardoso y Faletto, que aparecen ligados a ambas escuelas, los demás pensadores mencionados son: Baran, Frank, Marini, Dos Santos, Bambirra, Quijano, Hinkelammert, Braun, Emmanuel, Amin y Warren. Frank diferencia todavía, en el debate sobre La Teoría de la Dependencia, entre reformistas no marxistas, marxistas y neo-marxistas.
En la Tabla I, elaborada por André Gunder Frank (1991) aparecen los autores más citados en el debate sobre la Teoría de la Dependencia, según se plantea en los cinco libros publicados sobre el asunto entre 1989 y 1990: Hettne, Development Theory and the Three Worlds, 1990; Hunt, Economic Theories of Development, 1989; Kay, Latin American Theories of Development and Underdevelopment, 1989; Larrain, Theories of Development, 1989; Lehman, Democracy and Development in Latin América, 1990. Estos autores distinguieron además de las teorías de la Modernización y del Estructuralismo, cuatro corrientes de la teoría de la dependencia: los reformistas, los no marxistas, los marxistas y los neo-marxistas.
Por su parte, Andreas Novy de la Universidad de Viena “entiende que “La teoría de la dependencia pone el énfasis en que el desarrollo mundial no conduce en forma armónica a la igualación de los diferentes estadios de desarrollo, sino que se basa sobre jerarquías sociales y espaciales constitutivas. Existe dependencia entre los espacios dominantes y los explotados, sean estos continentes, naciones o regiones. El poder está en el centro de esta teoría. Radicaliza el estructuralismo económico”
Finalmente, Fernando Henrique Cardoso luego de su experiencia pública como Presidente de Brasil elegido en dos oportunidades, hoy concluye más allá de sus interesantes investigaciones sociológicas del pasado que:
“Yo siempre me opuse a la existencia misma de una “teoría de la dependencia”. La teoría no puede ser de la dependencia. Ella es una teoría general del capitalismo, no puede ser la de un subcapitalismo, de una rama del capitalismo. Lo que nos llevo a formular el enfoque de la dependencia, se baso en que estábamos en contra de una versión más bruta, más primitiva del marxismo-leninismo.”

IV.- La integración de las ciencias sociales: la teoría de la dependencia une lo político, lo económico y lo social en época de globalización
Desde sus albores la teoría de la dependencia perfecciona su enfoque global para comprender la formación y evolución del capitalismo como economía mundial. Como se dijo, Prebisch ya en 1950 hablaba de de la existencia de un centro y periferia mundial, tesis que perfecciona en los años 70 en el marco del debate sobre la dependencia.
La teoría de la dependencia, siguiendo a Dos Santos, buscó refinar ese esquema al volver a estudiar la teoría del imperialismo desde su formación, con Hilferding, Rosa Luxemburgo, Hobson, Lenin y Bukharin. Andre Gunder Frank llama la atención para esa búsqueda de análisis del sistema mundial que se diseña a comienzos de la década de 1970 con Amin, Frank, Dos Santos, pero gana gran aliento con la obra de Wallerstein que desarrolló la tradición de Fernand Braudel.
Siguiendo la argumentación de Cardoso y Faletto, en la situación colonial, la dependencia aparece como reflejo de lo que acontece en la metrópoli, la situación de dependencia en las naciones subdesarrolladas en el período posterior a la independencia política, surge como una dinámica social más compleja. Depende de vinculaciones de subordinación al exterior y del comportamiento social, político y económico de intereses nacionales. No es una variable externa sino que depende de la configuración de las “relaciones entre las distintas clases sociales en el ámbito mismo de las naciones dependientes.” (Dependencia y desarrollo p.29)
Creo que para el análisis de los fenómenos económicos y sociales de los países periféricos, las teorías del imperialismo y de la dependencia, despojadas de las connotaciones políticas que le dieron sus autores, me refiero al marxismo de Lenin o al nacionalismo de los hermanos Irazusta o el liberalismo de Platt, no forman solamente parte de un análisis académico, son categorías que todavía tienen vigencia para explicar las crisis socioeconómicas de los países periféricos.
Dos Santos ha dicho que: “Las implicaciones teóricas de la teoría de la dependencia están aún por delimitarse. Su evolución en la dirección de una teoría del sistema mundial, buscando reinterpretar la formación y desarrollo del capitalismo moderno dentro de esta perspectiva, es un paso adelante en este sentido… Y que la literatura sobre la Teoría de la Dependencia, aún después que varios autores decretaron su fallecimiento, crece día por día, en todas partes del mundo.” [Destaca obras de Gunder Frank, Oman y Wignajara, Alvin So, Apter, Peet, Sonntag]
La teoría de la dependencia aúna política, economía y sociedad, por cuanto entiende que la noción de subdesarrollo como una situación económica, social, política y cultural, en la cual se mezclan de forma negativa, el enclave, el monocultivo, la cuestión racial, el colonialismo interno, el llamado “dualismo” económico. Dos Santos dice que: “Estos diversos factores actúan unos sobre otros y configuran una situación de atraso y subdesarrollo, un círculo vicioso que es preciso romper para conseguir avanzar rumbo al desarrollo”
Por otra parte, América Latina ha sido el fermento propicio de un sinnúmero de doctrinas y pensadores que han puesto a la autodeterminación de los pueblos, el antiimperialismo y la equidistancia de las grandes ideologías imperantes como columnas basales: no podemos dejar de mencionar a Perón y su tercera posición, Lázaro Cárdenas y la Revolución Mexicana, Haya de la Torre y su concepto de Indo América, Martí y Hostos en su prédica anticolonialista en Cuba y Puerto Rico, la vía chilena al socialismo de Salvador Allende Gossens, Getulio Vargas y su estado novo, Paz Etenssoro y la experiencia del MNR en Bolivia, etc.
El sistema hegemónico capitalista o neoliberal del que habla el Prof. Dos Santos se enlaza con el concepto de globalización que gana un sentido mucho más concreto cuando se lo inserta en el amplio contexto de la formación de este moderno sistema mundial. Carlos Eduardo Martins en su tesis doctoral presentada en la Universidad de Sao Paulo (USP) agrega sin embargo un elemento explicativo fundamental para la comprensión del proceso de globalización. Trátase del rol de la revolución científico-técnica en la caracterización de los cambios cualitativos que condujeron a los fenómenos que se inscriben en este concepto tan amplio.
La tesis se da al trabajo de analizar los diferentes enfoques de la globalización, entre los cuales distingue:
a- la interpretación globalista, que percibe la globalización como una realidad totalmente nueva que constituye un nuevo objeto de análisis para las ciencias sociales, con nuevos actores (las empresas y el mercado global) que subyugarían los Estados Nacionales; un nuevo paradigma tecnológico que serviría de base a un nuevo sistema mundial desterritorializado;
b- las teorías de la hegemonía compartida, que ve en la revolución microelectrónica un cambio en el grado de internacionalización sin destruir el rol fundamental de los Estados Nacionales;
c- el enfoque neodesarrollista ve la globalización como un fenómeno esencialmente financiero, basado en la integración mundial de los mercados financieros que se imponen sobre el sistema productivo, al cual hay que liberar para retomar el desarrollo económico mientras los Estados nacionales pueden aún conducir el desarrollo;
d- la interpretación de los teóricos del sistema-mundo que identifican un único sistema a nivel global. Entre estos se distingue la posición que pretende existir una continuidad secular en este sistema único, o aquellos que acentúan las discontinuidades de su evolución, inscrita en ciclos de larga duración;
e- la teoría de la dependencia, a pesar de sus ligaciones históricas con la teoría del sistema mundial, se distingue por la caracterización de la globalización como un período de crisis del modo de producción capitalista que incorpora contradictoriamente la revolución científico-técnica y promueve el máximo desarrollo de la ley del valor en el plano mundial.
V.- MERITOS Y CRÍTICAS

La dependencia es una situación donde la economía de cierto grupo de países está condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía, a la cual se somete aquella. La relación de interdependencia establecida por dos o más economías, y por estas y el comercio mundial, adopta la forma de dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y autoimpulsarse, en tanto que otros (los dependientes) sólo pueden hacerlo como reflejo de esa expansión, que puede influir positiva y/o negativamente en el desarrollo inmediato (DOS SANTOS, THEOTONIO “Dependencia y cambio” p.42)

La teoría de la dependencia elaborada en los 60 y 70 tuvo por merito irreprochable predecir el futuro del mundo globalizado del fin de milenio y gran parte de las problemáticas que hoy nos acechan y acucian. Fue planteada con profunda honestidad intelectual, lo que para nuestra América Latina no es poco mérito.
Cuando Sócrates le pregunta al joven ateniense Alcibíades cuál debe ser la virtud del político, éste le responde: "la virtud del político es prever". Desde aquel enunciado, formulado hace 2.500 años en la cuna de la democracia, lo político quedó definitivamente vinculado al pensamiento estratégico, a una visión acertada del presente y del porvenir. Ese es quizás el valor más destacado de la teoría de la dependencia: previó no solo la globalización sino las consecuencias gravosas para los países periféricos.
Asimismo es merecedora de al menos tres críticas fundamentales:
1. Intenta inculpar a las naciones desarrolladas, las multinacionales y los organismos internacionales de crédito de todos los males que padecen los países latinoamericanos, ignorando la impericia, negligencia o mediocridad de gobiernos constitucionalmente elegidos (Cámpora, Alfonsín, Siles Suazo, Bucaram Ortiz, Mahuad, Alan García Pérez, Fujimori, Toledo, Carlos Andrés Pérez 2da parte, Collor de Mello, etc) muchos de los cuales se ubicaron ideológicamente mas próximos a la teoría de la dependencia, que a la genuflexión a la potencia continental dominante. Que en consecuencia, cabría aplicársele la noción weberiana de los efectos no deseados, toda vez que reduce excluyentemente a la responsabilidad de los países centrales, la razón del subdesarrollo tercermundista, dejando de lado las asimetrías existentes
2. Ver la realidad sólo con la lente del marxismo, en una América Latina que si bien hoy posee muchos presidentes de coloratura izquierdista, gobiernan con políticas económicas de mercado (Kirchner, Vázquez, Lula da Silva, Lagos Escobar) con algunos éxitos y aciertos que merecen ser destacados. Una América Latina, donde las experiencias de Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez Frías en Venezuela son calificadas de arcaica y sofocante en el primero de los casos y pintoresco-demagógicas en el segundo. Claro está que el primer mandatario de Venezuela esta sentado sobre la nada desdeñable reserva petrolífera de su país, y los barriles del recurso natural son vendidos en dólares norteamericanos, euros o libras esterlinas, al precio que la OPEP marca y según la estricta observancia de las pautas que impone el mercado internacional.
3. No se ha “aggiornado” –mientras algunos dicen que ha perimido- al disolverse la Unión Soviética y caer el Muro de Berlín. caía el muro de Berlín, que durante décadas había constituido el símbolo físico de la guerra fría. Dos años más tarde, desaparecía la Unión Soviética. Estados Unidos emergía como la superpotencia triunfante. El autoritarismo político y el estatismo económico se batían en retirada en todas partes. La democracia y la economía de mercado se expandían como una mancha de aceite por el mundo entero. La revolución tecnológica y la globalización económica imponían su sello a una nueva época histórica de la Humanidad
VI.- CONCLUSIONES
Al comenzar los años 60, economistas y sociólogos del Tercer Mundo elaboraron la Teoría de la Dependencia, según la cual desarrollo y subdesarrollo eran dos caras de la misma moneda: uno no podía existir sin el otro. Esta interpretación sirvió de base a los movimientos más radicales de los años posteriores, que postulaban la salida del sistema capitalista y un desarrollo autónomo. La teoría puede ser entendida cabalmente si analizamos con detenimiento el contexto histórico en el cual se elaboró, si además entendemos con errónea la postura de varios de sus teóricos que postularon -o aún lo hacen-, la lucha armada como única salida a la dependencia estructural promovida por el imperialismo.
La Teoría de la Dependencia seguía apoyándose en la posibilidad genérica del desarrollo, pero ese supuesto cayó por tierra al verificarse que ni la mayor potencia del bloque socialista, la ex Unión Soviética, pudo sobrevivir al margen de la economía mundial. Algunos autores de la dependencia hicieron después una autocrítica de esa teoría y empezaron a hablar del no-desarrollo.
La teoría no es la panacea que resuelve automática y mágicamente todos los males de los países latinoamericanos, poniendo fin a la miseria, el hambre y al subdesarrollo, pero tampoco es el “Manual del perfecto idiota latinoamericano” como plantearon Mendoza, Montaner y Vargas Llosa. Estos autores combaten ácidamente a la teoría de la dependencia diciendo “Cree que somos pobres porque ellos son ricos y viceversa, que la historia es una exitosa conspiración de malos contra buenos en la que aquéllos siempre ganan y nosotros siempre perdemos (él está en todos los casos entre las pobres víctimas y los buenos perdedores)… ¿quién es él? Es el perfecto idiota latinoamericano” (de la presentación de Mario Vargas Llosa).
La teoría debe mantener incólume su compromiso con la lucha por un mundo mas justo, mas ecuánime, en que todos puedan disfrutar de sus derechos fundamentales, inherentes al género humano, porque la sociedad mundial no puede ser sinónimo del predominio de los países más poderosos.

Así las cosas considero, que por cierto, la teoría de la dependencia tiene en este principio de siglo la gran oportunidad de contribuir con su aggionarmiento y actualización al cambio cultural necesario para el despegue de Latinoamérica, ello implica asimismo buscar construir un poder suficiente como para encarar la vasta tarea histórica orientada hacia la democratización del sistema de poder de esta nueva sociedad mundial. Sin la actualización necesaria, defender derechamente la teoría de la dependencia es como creerse vestido a la moda de 2005 con las ropas que hacían furor en los años setenta.
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www.economiainstitucional.com/pdf/No9/skalmanovitz9.pdf (15/10/2005)

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