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octubre 14, 2016

Para entender lo que ocurre en Venezuela y lo que vendrá en Argentina

CRISIS DE MALESTAR EXACERBADO

 
Pero, ¿hasta dónde llega? ¿A quién le podemos disparar? A este paso me muero antes de poder matar al que me está matando a mí de hambre. No sé. Quizá no hay nadie a quien disparar. A lo mejor no se trata en absoluto de hombres. Como  usted ha dicho, puede que la propiedad tenga la culpa […] Tengo que reflexionar -respondió el arrendatario-. Todos tenemos que reflexionar. Tiene que haber un modo de poner fin a esto. No es como una tormenta o un terremoto. Esto es algo malo hecho por los hombres y te juro que eso es algo que podemos cambiar”. (“Las Uvas de la Ira” de John Steinbeck)

(Fragmento de la tesis doctoral MALESTAR, CRISIS Y REPRESENTACION EN AMERICA LATINA)

            García Delgado (2003:65) sostiene que primero fue el desencanto (en los años ochenta) respecto de que la democracia pudiera responder a las necesidades materiales y de mejora social de los individuos. Luego, en la década del noventa, vino la delegación en un poder ejecutivo decisionista, paralelamente a un proceso generalizado de privatización que favoreció la apatía ciudadana y fomentó el auge del individualismo competitivo. Finalmente, junto con la continuidad de la recesión, el desempleo, la corrupción y la desnacionalización, surgieron la bronca y la protesta.
            En Argentina, durante el gobierno de De La Rúa se llegó a una situación de ruptura del contrato social y de divorcio entre sociedad y política, de vaciamiento de las formas tradicionales de representación política y de búsqueda, al mismo tiempo, de nuevas mediaciones y formas organizativas. En la sociedad se observan simultáneamente dos fenómenos, aparentemente contradictorios: una acentuada apatía y/o crítica con respecto a lo público y estatal y una tendencia a la autoorganización.
            Lo primero, revelado en la actitud de la ciudadanía respecto de las obligaciones electorales, tanto en la abstención electoral como, en forma más activa, en el voto nulo, “voto bronca) y voto en blanco como rechazo a la oferta convencional que produce el sistema político, así como en la acción colectiva directa de repudio a representantes de la clase política (“escrache”). Lo segundo, en la aparición de la voluntad con la intención de ocupar, reparar, o efectuar acciones colectivas grupales con contenido social (organizaciones de economía social, de desempleados, de defensa de derechos, de solidaridad) (INAP, 2003).
            Lo cierto es que, en medio de la crisis, la demanda más ostensible de la población sobre su dirigencia política se refería al carácter ético y, además, a la eficacia. La ciudadanía pretendía, en forma pragmática, observar resultados concretos, obtenidos por las políticas públicas, y tendía a realizar algunas experiencias de organización civil sobre el espacio vacío de representación dejado por el Estado y los partidos políticos. Se concentraba en la imputación a la dirigencia respecto a la recesión y la depresión económica, que se vive de manera casi permanente desde hace años, y la crisis socioeconómica colabora fuertemente en el distanciamiento de la sociedad civil en cuanto al estamento político profesional (García Delgado, 2003:66; INAP, 2003:98).
            Entendemos  por crisis de malestar exacerbado, cuando se producen algunas de los siguientes conflictos institucionales:
a)    Vacío de poder;[i]
b)    El gobierno no es percibido como capaz de resolver agudos problemas políticos, económicos y sociales;
c)    El gobierno termina desbordado por las presiones populares;
d)    Hay una creciente pérdida de legitimidad del gobierno y hasta de las propias instituciones democráticas, que tampoco son percibidas como eficientes, a la par que los dirigentes y gobernantes se encuentran sospechados de estar reñidos con la ética política;
e)    La corrupción en los poderes del Estado es generalizada y repudiada por la ciudadanía;
f)     Los gobernantes renuncian y asumen gobiernos provisionales;
g)    Existe un contexto de carencia de representatividad (de los poderes de gobierno y/o de los partidos políticos) donde los ciudadanos no perciben salidas institucionales viables (IDD-Lat, 2006:134).
h)    Se producen extendidas movilizaciones de protestas que expresan un estado de ánimo mezcla de ira y frustración. Las reacciones emocionales sustituyen a la racionalidad democrática.
i)     Se representa una suerte de catástrofe social, en la cual se combina una mayoritaria declaración de adhesión al régimen democrático y de desconfianza al Congreso y los partidos políticos y en diferente magnitud, a todas las instituciones públicas (Mocca, 2002:255).
j)     En ese marco, irrumpen la antipolítica; el estremecimiento social derivado de inflaciones desbocadas, hambre generalizada o la hiperdesocupación; por fin, la política es enfrentada a las ideologías, a la gente y de ello se encargan los periodistas y los propios políticos.
k)    El Estado es puesto en contradicho por la ciudadanía en razón de ineficiencia o debilidad.
l)     Se insinúa un final de época.
 
            En los estudios del Índice de Desarrollo Democrático de América Latina confeccionado conjuntamente por la Konrad Adenauer Stiftung, Polilat.com y Red Interamericana para la Democracia, se lo valora a través del “factor de anormalidad democrática”, el que es definido como la “incapacidad institucional para el procesamiento de las tensiones que la democracia debe armonizar y administrar”, o dicho de otra manera “cuando las instituciones son forzadas para lograr un mantenimiento del régimen democrático”. Se visualiza este indicador objetivo (basado en estándares observables) a través de la ocurrencia de crisis institucionales que dan cuenta de una “eficiencia política ausente” y/o una “baja o nula capacidad institucional para ejercer el poder.” (IDD-Lat, 2006:134; IDD-Lat, 2004:40)
            Este grado constituye la hipérbole del malestar en la democracia, en la que se advierte en el gobierno: vacío de poder, inmovilismo o abandono; en la ciudadanía: movilización en las calles, asambleas barriales, protestas populares intensas (cacerolazos, apagones, saqueos, piquetes, escraches, cortes de calles y caminos, sanción social, etc.). Alcira Argumedo sostiene que con estas reacciones no se cuestiona a la democracia como sistema, sino a “una forma de democracia” individualista, racista y desigual (Argumedo, s/f).
            Nosotros suscribimos la tesitura que desde el punto de vista del desarrollo de la política democrática, la incorporación de la protesta supone integrar la dimensión del conflicto y el antagonismo junto a la del consenso y la discusión razonable propia del discurso hegemónico, abriendo la posibilidad de enriquecer el debate en la esfera pública e introducir en el mismo nuevas demandas y nuevos temas, así como hacer presentes nuevos grupos habitualmente excluidos (Benedicto, 2004).
            Pablo Méndez (2005) denomina a las situaciones descriptas en este acápite como “las democracias de la ira”. El fragmento de Steinbeck “Las uvas de la ira” transcripto al inicio del capítulo refleja a la perfección la desesperanza ante lo que Hannah Arendt (1998) denominó el “gobierno de nadie”, en alusión al moderno estilo de gobierno: todo es el “aparato”, el “sistema”, el “Estado”, entes abstractos que nunca encuentran personificación alguna cuando de rendir cuentas se refiere. Nadie es responsable de nada, tampoco nadie es capaz de dar respuesta: nos remiten a alguno de esos entes que justifican lo que sólo una persona o un grupo de personas ha creado, gestionado, propiciado o ejecutado.
            Cada vez es más común la queja de soledad cuando un ciudadano se enfrenta a un problema que incumbe a la administración. En todo esto, el elector se siente solo, desamparado, discriminado, airado. Los sociólogos y analistas políticos tienen que recurrir a explicaciones cada vez más inverosímiles sobre los resultados electorales o la participación política de los ciudadanos. Los políticos tienen que hacer mayores esfuerzos demagógicos y propagandísticos para restañar su pérdida de popularidad. Los partidos políticos requieren de mayores partidas presupuestarias para convencer a votantes cada vez más apáticos y descreídos. Emerge la turbulencia social, la crispación política, los dirigentes dejan de ser personas de crédito -piedra angular del humanismo que marca la modernidad- (Marín, 2007).
            La singularidad del principio y resolución de los conflictos político-sociales de los últimos años, nos motivó a adentrarnos en el análisis en profundidad, ya que:
            a) La sociedad movilizada es la que se encarga de poner fin a los gobiernos democráticamente elegidos.
            b) Las crisis vienen siendo solucionadas mediante mecanismos constitucionales.
            c) Lo que existe es un creciente malestar en la democracia y no necesariamente con la democracia.
            d) Las reformas económicas de los últimos veinte años han dejado una gran deuda: el fortalecimiento del Estado democrático.
 
            Resta señalar que en América Latina, los últimos años han estado marcados por la existencia de varios focos de tensión de diferente naturaleza y la práctica totalidad de los países de la Región se ven afectados por diversos conflictos a la vez. Algunos de ellos no han finalizado y los que sí lo han hecho siguen mostrando sus repercusiones en el presente. A pesar de la heterogeneidad de los casos, se detecta un cambio cualitativo en la naturaleza de los conflictos que atraviesan a América latina: Los problemas tienden a producirse dentro de los Estados y no entre ellos materializándose en luchas por el control territorial, disputas por el control del gobierno, rivalidades en cuanto a la obtención de derechos étnicos y culturales, etc. (esto no implica que estos conflictos no estuvieran presentes con anterioridad).
            Con la excepción de Colombia, Sudamérica no es en la actualidad una región especialmente afectada por conflictos armados. Ello fundamentalmente se debe a tres razones:
            a) Las disputas territoriales arrastradas desde las épocas de la formación de los Estados nacionales fueron resueltas gracias a diversos instrumentos de arbitraje nutridos por el avance del Derecho Internacional;
            b) Las guerras civiles de finales de la década de los sesenta se atenuaron tras la consolidación de los procesos democráticos;
            c) A finales de la década de los noventa, quedaron prácticamente resueltos la mayoría de los conflictos limítrofes que afectaban a América del Sur.
 
            Pero a pesar de los avances logrados, los Estados latinoamericanos, en general, se encuentran aún sometidos a disputas políticas y civiles, a graves desequilibrios socioeconómicos así como a un debilitamiento de sus estructuras democráticas. Esta coyuntura genera un panorama que conduce a la fragilidad y vulnerabilidad del Estado, una situación que permite la irrupción de nuevos actores y diferentes agentes promotores de crisis. El particular caso sudamericano nos descubre que las variables a tener en cuenta son siempre numerosas y que cada caso tiene suficientes especificidades para que se tengan en cuenta factores añadidos (como etnia, género, etc.) que condicionan los conflictos; son muy pocos los provocados por una sola causa sino que son fruto de una multiplicidad de factores. Además, las sociedades no generan dilemas de una manera absolutamente idéntica ni éstos siguen la misma pauta una vez que estallaron las crisis. De este modo, los casos individuales varían considerablemente (Del Álamo, 2005.)
            Los recientes y cercanos casos de ingobernabilidad se han caracterizado por manifestaciones populares que quitaron legitimidad al poder ejercido por los gobernantes, quienes a su vez demostraron ser incapaces de transformar los pactos de poder y posibilitar la inclusión efectiva de la población. A diferencia del pasado, cuando las crisis de gobernabilidad en la Región se resolvían con la interrupción del régimen democrático, las crisis reinantes sólo fueron resueltas dentro del sistema institucional. En la segunda parte de la tesis evaluamos si ello trajo aparejado la profundización de la democracia. Porque, esto último depende de la refundación del pacto de poder y no sólo de las reglas de su ejercicio y su institucionalidad (Fleury, 2005).
Causas del malestar exacerbado: discernimos cinco causas de magnitud:
a) Razones económicas;
b) Cuestiones humanitarias;
c) Hecho/s inesperado/s;
d) Hastío con los gobernantes;
e) Quebrantamiento de los umbrales democráticos

  Pero, cuando nos hallamos en presencia de una crisis de esta índole se producen, generalmente, una concurrencia de factores y causas que motivan la exaltación y la furia de los ciudadanos. Entre ellos podemos mencionar:
a) Los insuficientes resultados económicos y sociales de los regímenes democráticos;
b) La crisis y el desprestigio del Estado y de lo público;
c) La carencia de una sólida cultura democrática;
d) El efecto de los casos de corrupción de políticos;
e) Las dificultades en la relación entre los partidos políticos y el resto de la sociedad civil;
f) La subordinación de la actividad política a los poderes fácticos de origen nacional y transnacional;
g) El incremento de la violencia política y no política;
h) En algunos países, las dificultades de las relaciones de las FF.AA. con la institucionalidad democrática

[i] Estimamos por vacío de poder (power vacuum): la situación que se produce en los gobiernos cuando no hay nadie que asuma la cabeza visible del poder público, o cuando no queda en claro quién es el que decide las cuestiones de Estado. Conlleva incertidumbre, inestabilidad y puede desembocar en una total ausencia de gobierno

agosto 25, 2013

TAMBIEN SE PUBLICARAN LOS SIGUIENTES LIBROS
DE JAVIER PABLO MAROTTE

* FASCISMOS CONTEMPORANEOS Y PARTIDOS DE EXTREMA DERECHA

* ESTADOS PROBLEMATICOS: FALLIDOS, DEBILES Y CANALLAS

ARTICULOS DE INVESTIGACION PROXIMOS A PUBLICARSE EN REVISTAS ESPECIALIZADAS

1) ¿LOS BRICS LLEGARAN A FORMAR UN BRICK?
2) NEPAL: CAMBIO DE REGIMEN
3) HECHOS INESPERADOS EN CAMPAÑAS ELECTORALES EN CURSO
4) EL CARISMA POLITICO EN LOS PENSAMIENTOS DE DUKHEIM Y WEBER

YA PUBLICADOS EN REVISTA DE CIENCIA POLITICA
1) LA EXTREMA DERECHA EUROPEA: UNA TENDENCIA EN AUGE, agosto 2013
2) LOS ESTADOS PROBLEMATICOS COMO AMENAZA PARA LA GOBERNABILIDAD DEMOCRATICA, marzo 2013
3) VELO ISLAMICO: LA DIFERENCIA CULTURAL COMO FACTOR DE IDENTIDAD, diciembre 2012
4) PERON AL PODER, CAMPORA A SU CASA: EL INTERREGNO DE LASTIRI, marzo 2011

 
PROXIMAMENTE

Saldrá a la venta el libro:
TEORIA DE LA DEMOCRACIA, por Javier Pablo Marotte
- Estado de la teoría de la democracia
- De lo que entendemos por democracia                                                        
Conceptos de democracia en Schumpeter, Huntington, Sartori y Dahl
- 4 modelos tradicionales: democracia representativa, deliberativa, participativa e inclusiva
- El malestar en la democracia: utilidad e importancia del concepto
- Insatisfacción en las democracias: causas y orígenes del malestar
- El campo semántico de la desafección política
- Las desviaciones de la democracia
- Variantes, falencias y máscaras de la democracia
- Etapas y tendencias de la democracia en Sudamérica
El Santo Padre Francisco, argentino, nacido en Buenos Aires, elegido el 13 de marzo de 2013
El malestar en la democracia por Javier Marotte pp. 67/108. Universidad de Manizales
Pedro Cuevas, artista argentino contemporáneo.

agosto 24, 2013

V JORNADAS DE SOCIOLOGIA DE LA UNLP
10, 11 y 12 de diciembre

Autor: Javier Pablo Marotte (Doctor © en Ciencia Política - Abogado, U. Kennedy)
Pertenencia institucional: Centro de Estudios Avanzados - Universidad Nacional de Córdoba
Correo electrónico: javiermarotte@gmail.com

Mesa: J1 PERON PERON - ESTUDIOS SOBRE EL PERONISMO
(Coordinador Germán Soprano)

Perón al poder, Cámpora a su casa: El interregno de Lastiri

I.- Introducción: Nuestro estudio se centra sobre cien días de la historia argentina (4 de julio al 12 de octubre de 1973) en los cuales se produjeron hechos que provocaron perplejidad, estupor, esperanza y angustia. La fórmula presidencial elegida el 11 de marzo de ese año y que había asumido el 25 de mayo, renunció cuarenta y nueve días después para forzar nuevos comicios que colocasen al general Perón en el cargo de presidente de la República.
La acefalía fue cubierta por el presidente de la Cámara de Diputados y no por quien seguía en el orden sucesorio, el presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet. Raúl Alberto Lastiri, un ignoto y oscuro funcionario fungió como Jefe de Estado y el poder real pasaba por la residencia privada de calle Gaspar Campos 1065 de la localidad de Vicente López, donde vivían Perón, su tercera esposa Isabel Martínez y José López Rega, el secretario privado del anciano líder justicialista. Raúl Lastiri al asumir la primera magistratura se encargó de depurar al gobierno de los elementos izquierdistas. Durante su gestión interina fue creada la Triple A; se proclamó la fórmula del FREJULI Perón-Perón, la cual venció en los comicios y fue asesinado el secretario general de la CGT José Ignacio Rucci.
II.- Cámpora: del esplendor al ostracismo: Héctor J. Cámpora, el odontólogo de San Andrés de Giles y ex presidente de la Cámara de Diputados en los años cincuenta, había sido preferido por Perón para ser candidato a presidente en las elecciones del 11 de marzo de 1973. La Junta Militar encabezada por Lanusse había proscrito al viejo general. Para decidirse por Cámpora, Perón había considerado fuertemente su lealtad inquebrantable y por ello no eligió a Antonio Cafiero, Raúl Matera, Julián Licastro, Juan Manuel Abal Medina, ni Julio Romero.
Cámpora supo que los millones de votos obtenidos, casi la mitad del electorado habían sido depositados en las urnas por militantes, admiradores y nostálgicos del caudillo que hubo de pasar 17 años en el exilio. Sólo en una oportunidad el “Tío” Cámpora, como cariñosamente se lo llamaba dejó traslucir que pretendía estar los cuatro años del mandato. Pero los hechos acaecidos el 20 de junio de 1973 conocidos como “La masacre de Ezeiza” pusieron fin a la ilusión de cumplir el período constitucional.
Ese día no sólo quedó en claro que Cámpora había perdido el débil control de la situación y la llegada definitiva de Perón con su establecimiento en Gaspar Campos puso en evidencia dónde y quién tenía el manejo del poder en la Argentina. Como dice Miguel Bonasso: “Cámpora y sus ministros (no todos) eran recibidos en la residencia de Perón que, a la recíproca, no pisó jamás la Rosada en los cuarenta y nueve días del gobierno vicario” (Bonasso, 2006:736). Cámpora en los días previos al regreso de Perón había pretendido entregarle en Madrid la banda presidencial y el bastón de caña malaca, símbolos de la autoridad y poder que invisten los primeros magistrados argentinos. El líder del justicialismo despreció el gesto, rechazó el ofrecimiento de su ex delegado y mañosamente se negó a concurrir a los homenajes que Francisco Franco había reservado para toda la delegación nacional incluido Perón, al que nunca había agasajado en sus años de exilio en suelo hispano.
López Rega aupado al cargo de ministro de Bienestar Social, fiel a su estilo se encargaba de acudir con chismes contra Cámpora a su Jefe. Entre algunos funcionarios y dirigentes connotados que concurrieron a Madrid para acompañar el viaje del regreso definitivo, fueron obligados los comentarios acerca de cierta pretensión de Isabel Perón de ser no solo primera dama de Argentina, sino presidente de la República.
El 21 de junio a las 21 Perón en su casa sentado junto a Cámpora e Isabel, con Lastiri y López Rega a sus espaldas, leyó con rostro adusto un discurso que anatemizaba a los funcionarios mas cercanos a Cámpora, a los cuales no nombró y se encargó de emprenderla contra esa juventud que hasta poco tiempo atrás solía describir como “maravillosa”. En su alocución se refirió al gobierno “de acción indecisa e imprecisa”; denunció la existencia de “cotos cerrados en la función pública”; hizo mención a la “inoperancia” y la “incapacidad culposa” del Ejecutivo; a la par que remarcó el derecho de la sociedad a coexistir “en seguridad y pacíficamente”. Al concluir con sus palabras, éstas adquirieron tono de amenaza:
“Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan… Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino van mal. A los enemigos embozados y encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.”
A partir de allí, Perón adoptó como operador secreto a Raúl Lastiri, que se destacaba por su simpatía, su habitual concurrencia a cabarets, por ser un comprador compulsivo de corbatas y quien en el viaje de noviembre de 1972 había calmado un dolor en el pecho del general con un vaso de whisky que se tornó providencial (Bonasso, 2006:745). Respecto de las corbatas en una entrevista efectuada por la Revista Gente se fotografió tirado en la cama de su dormitorio y exhibió más de 300 corbatas de seda, mucha de las cuales reconoció no haber usado jamás.
El 29 de junio el diario “La Opinión” dirigido por Jacobo Timmerman publicó un breve trascendido que generó un revuelo inmediato: “El presidente y vicepresidente de la nación renunciarán y la asamblea legislativa cubrirá la acefalía prevista por la Constitución, designando presidente a Perón, para lo cual debería dictarse previamente una nueva ley de acefalía.” También se explicitaban las razones de los inminentes relevos de los ministros Righi y Puig, como así también del secretario de Prensa y Difusión José María Castiñeiras de Dios.
El 4 de julio en Gaspar Campos se reunió el gabinete en pleno, allí se encontraban también Isabel, el vicepresidente Lima y Lastiri. El motivo de la convocatoria era tratar la Ley de Ministerios en cierne, para la cual se había requerido la opinión escrita del líder de la oposición Ricardo Balbín. Luego de dos horas de conversaciones, López Rega “invitó” a los presentes a proseguir sus cabildeos en la planta baja. Allí una vez sentados, el ministro de Bienestar Social descerrajó una pregunta que dejó a Cámpora anonadado: “¿Quisiéramos saber cual va a ser el papel que va a jugar el general Perón en el país?” Sin reponerse del sonrojo de su cara, Cámpora se apresuró a ofrecer su renuncia y de inmediato Lima se sumó a la propuesta y también dijo que él renunciaría. Todos sorprendidos, salvo López Rega e Isabel, decidieron consultar a Perón quien respondió a Cámpora y Lima: “Haré lo que el pueblo quiera”.
Se decidió que ello se transformaba en un secreto de Estado hasta tanto se arbitrasen los medios para el recambio institucional y se dejó flotar la duda acerca de quien debería hacerse cargo del interregno. López Rega mencionó de inmediato a su yerno Raúl Lastiri, fundamentándose en que tenía “la certeza que iba a cumplir; porque si no cumple yo lo mato a ese hombre.” Cámpora y Righi objetaron que se saltease el orden de la Ley de Acefalía y pusieron de manifiesto que el senador Díaz Bialet, en tanto presidente provisional del Senado debía hacerse cargo de la transición. López Rega volvió a insistir diciendo que confiaba en Lastiri, solamente en Lastiri y que cualquier otro podría traicionar y quedarse con el gobierno. La mayoría de los ministros apoyó la posición de López Rega y Gelbard propuso que se enviase al senador Díaz Bialet en comisión a Argelia para preparar una reunión del Movimiento de Países No Alineados que se celebraría casi dos meses después[1].
Los participantes de esa significativa reunión pospusieron hacer públicas las dimisiones hasta el viernes 13 de julio, dando razones de evitación de corridas bancarias y financieras (Gelbard), impedir dificultades en las escuelas y universidades (Taiana) o no alterar la seguridad pública en un día de actividad normal (Righi). Sólo se opusieron López Rega e Isabel argumentando cuestiones supersticiosas por ser el elegido un viernes 13.
Más allá de la Casa Rosada donde formalmente presidía Cámpora y de Gaspar Campos en donde el Jefe del Movimiento daba orientaciones al Ejecutivo; un nuevo centro de poder político emergió: el departamento del embajador Llambí en Avenida del Libertador. En ese edificio también vivían el futuro presidente Lastiri y Norma López Rega. Quienes serían los ministros del primero concurrían a diario a la casa de Llambí a quien Perón había señalado como Ministro del Interior, pese a que aquel añoraba ser canciller. Este último puesto fue para el controvertido diplomático Alberto J. Vignes, tan anciano como el general.
El 10 de julio, en su casa, Perón se encontró a solas con el comandante en jefe del Ejército. Durante el diálogo, el general Carcagno recibió una primicia: “Voy a hacerme cargo del gobierno y quiero que el Ejército lo sepa antes que nadie”. Era toda una señal. Tres días más tarde, Cámpora estaba fuera de la Casa Rosada. El vicegobernador de Buenos Aires Victorio Calabró como representante de la ortodoxia peronista encarnada en la UOM, intentó forzar un desenlace para que el poder volviera a Perón y el fiel Cámpora, regresara a su casa. Para ello, incitó al pueblo a expulsar al presidente en ejercicio (Chávez, 1983:26) y desde Corrientes lanzó el 11 de julio una declaración que conmocionó a la opinión pública:
“Estando el general Perón en el país nadie puede ser presidente de los argentinos más que él. No puede ser sólo poder; debe ser a corto plazo, ya, gobierno y poder. Creo que tanto Cámpora como cualquier otro argentino puede agradecer la suerte de haber llegado a ocupar el lugar que merecidamente debe ocupar Perón y debe estar muy satisfecho con haber estado del 25 de mayo hasta ahora y brindarle al general Perón lo que le corresponde.”
El 12 de julio de 1973 Cámpora presidió una reunión del gabinete nacional de la que participaron, además de sus ministros, el vicepresidente de la Nación, el presidente de la Cámara de Diputados y los comandantes de las Fuerzas Armadas: teniente general Jorge Carcagno (Ejército); almirante Carlos Álvarez (Armada) y brigadier general Héctor Fautario (Fuerza Aérea). Por entonces se habían incrementado los rumores de las dimisiones del presidente Cámpora, del vicepresidente Lima y hasta del presidente provisional del Senado Alejandro Díaz Bialet (FREJULI-Córdoba). También se comentaba que Lastiri se haría cargo de la Jefatura de Estado, convocando a elecciones en 30 días y que el Movimiento Nacional sostendría la fórmula Perón - Balbín. Vicente Solano Lima se encargó de despejar las dudas y ante los medios de prensa acreditados en la Casa de Gobierno a las 22.30 declaró:
“Mañana a las 8 en la Casa Rosada el doctor Cámpora y yo firmaremos juntos nuestras renuncias que son indeclinables. Ustedes saben que yo pertenezco a la escuela de Rodolfo Moreno, que presentaba su renuncia por cualquier motivo. Él renunció no se cuantas veces. Se cumple la línea de principios y si no se cumple, uno se va.”
También admitió, el hasta entonces vicepresidente, que el general Perón sería el candidato, pero que desconocía que iba a hacer el doctor Balbín, con quien no hablaba hacía bastante tiempo. Explicó que el cambio institucional era para permitir que el pueblo argentino votase a sus candidatos. Perón era una figura vetada y con las renuncias se lo podría elegir libremente. “El candidato natural del FREJULI era Perón, pero fue vetado, y ahora es la oportunidad para que presente su candidatura”. Terminó diciendo Lima: “Éstos son gajes de la política, nada más.”
Así el país y el mundo conocían que la autoridad que ser haría cargo era Lastiri, quien convocaría a la Asamblea Legislativa, para que reunidas ambas cámaras del Congreso Nacional escogieran el criterio adecuado para encauzar la normalización institucional con el ofrecimiento de la primera magistratura al general Perón, quien un día antes había sido acreedor de la restitución de su grado militar de Teniente General y del Collar de la Orden del Libertador General José de San Martín en el carácter de Gran Maestre, de los que se había visto privado después de setiembre de 1955.
Lastiri, en tanto presidente de la Cámara baja, pidió a los titulares de los bloques partidarios que los legisladores no se ausentasen de la Capital Federal en las próximas 48 horas. El bloque del FREJULI de esa Cámara declaró que habría una salida legalista, acorde con la Constitución Nación y que diera satisfacción a los anhelos de la población. A las 11:40 Lastiri arribó a la residencia de Gaspar Campos y dijo a los medios de prensa acantonados allí que todavía él no era presidente y que ello lo tenía que decidir la Asamblea Legislativa, una vez que tratase las renuncias de los actuales mandatarios. Aseguró que se llamaría a elecciones en el menor tiempo posible y que esos comicios se realizarían sin proscripciones. Señaló, además, que el 11 de marzo de ese año el pueblo había votado, pero no había elegido. Finalmente refirió que si se presentase una sola fórmula se la proclamaría directamente.
Ala noche de ese largo día volvió Lastiri a la residencia del general Perón en compañía de Cámpora y los edecanes. Luego llegó Lima y se brindó con champaña por Perón y una Patria Justicialista. Todos los presentes felicitaron al general. Lastiri se retiró acompañado del edecán naval y en esos momentos los medios de prensa indicaban que Lima ya había presentado su renuncia ante Perón hacía mucho tiempo y que estaba al tanto del proceso que se inició ese 12 de julio. Según Pigna (s/f) el 13 de julio de 1973, Cámpora y Lima fueron forzados a renunciar por los sectores tradicionales del peronismo con la anuencia de Perón[2]. Lima dijo:
“Recuerdo que fui llamado, un mediodía, a participar en una reunión en Gaspar Campos en horas de la tarde. Me vino a ver Lastiri... Yo no sabía para qué íbamos a Gaspar Campos. Allí me encontré con Perón, Cámpora, la señora Isabel, López Rega, Gelbard, y Robledo. En los primeros momentos Perón se despidió, se fue arriba, y nosotros pasamos al comedor. Se produjo ahí la decisión. López Rega llevó la carga contra Cámpora... No le dieron tiempo a presentar su renuncia, a que tomara la iniciativa” (Lima, 1981 y Chávez, 1983:26). Lima recordó que Cámpora se defendió diciendo “que había sido elegido presidente con la conformidad del general Perón. Que le era leal. Y que si alguna vez discrepaba, elevaría su renuncia inmediatamente […] él había recorrido todo el país y había logrado la certidumbre de que el pueblo quería ser gobernado por el general Perón” (Lima, 1983).
Comentario obligado de todos los políticos y periodistas fue la situación de Vicente Solano Lima, cuyo sino político era analizado a la luz de una constante calificada de “dramática”. El lema del FREJULI se repetía incesantemente: “Cámpora al Gobierno, Perón al Poder”. Esa consigna fundamental de la propaganda no dejaba lugar a dudas acerca del sentido de la candidatura de Cámpora y de quien retenía en sus manos el poder (Llambí, 1997: 308; Menotti, 1998:466). El día 13 a las 8 de la mañana en Casa de Gobierno, entregaron sus renuncias al Congreso, en la persona del vicepresidente primero del Senado José Antonio Allende, puesto que el presidente provisional Díaz Bialet, sospechado de vinculaciones izquierdistas, había sido conminado a viajar a España[3]. Allende rememora:
“Leí en voz alta la [renuncia] de Cámpora, en la que explicaba que su actitud obedecía a la necesidad de posibilitar la presidencia de Perón, voluntad irrebatible de todo el pueblo argentino. Mientras lo hacía noté que se le llenaban los ojos de lágrimas. Me dijo: «Esta renuncia es un gesto espontáneo y voluntario mío. Para quedarme en la Presidencia tendría que enfrentarme con el general Perón, cosa que nunca haría, o, por el contrario obrar contra mi decoro.» La Asamblea […] fue tremenda. Por los pasillos circulaban los miembros de la JP. Se anotaron 36 oradores; el duelo verbal y el griterío resultaron muy violentos […] había diputados sumamente agresivos que incitaban al público, algunos en contra de la renuncia de Cámpora, otros a favor. Lastiri juró con inusitada rapidez y luego se retiró de inmediato” (Allende en Sáenz Quesada, 1992).
Mientras Cámpora y Lima comunicaban su decisión que se plasmaría en la mañana del día siguiente, Díaz Bialet, primero en el orden de sucesión empacaba y retiraba sus documentos personales del despacho en el Palacio del Congreso y a las 21 presurosamente partió rumbo a Argelia, previa escala en Madrid. Se consideró que el viaje se hallaba justificado en la necesidad de realizar gestiones en torno de la Conferencia de Países No Alineados que se efectuaría en Argel, a partir del 29 de agosto, es decir, casi 50 días después. Perón había prometido asistir a la reunión. Los medios de prensa interpretaron que la apurada salida de Díaz Bialet estaba motivada ante la decisión de que Lastiri asumiera la presidencia provisional hasta la designación de Perón. En un último acto el senador por la Capital Federal formuló un pedido de licencia, a efectos de cumplir en el exterior la misión encomendada por el Poder Ejecutivo. Más tarde se conoció que había sido designado embajador extraordinario y plenipotenciario en misión especial para que ejecutase una tarea de exploración con miras a fijar la posición de la República Argentina en la IV Conferencia del MP-NoAl.
Por irregular que fuera la maniobra, era un intento de colocar las cosas en función de realidad política. Viviendo Perón en la Argentina, inevitablemente sería el verdadero presidente. Entonces, ¿por qué no institucionalizar la situación? Como dice Di Tella:
«La experiencia de Cámpora estaba condenada desde el principio mismo, puesto que sólo representaba las opiniones e intereses de una porción minoritaria del movimiento [...] La fricción natural entre un líder personalista como Perón y un presidente peronista fue intensificada por la nueva orientación política adoptada por Cámpora».
En general, tanto la opinión pública como la clase política vieron en el desplazamiento de Cámpora una operación conveniente. Sólo se pronunciaron en contra algunas escasas voces, como la de Alfonsín: "es una suerte de golpe de derecha para afirmar el continuismo [...] un otorgamiento a las Fuerzas Armadas de la posibilidad de asumir un rol decisorio en el acontecer nacional”, declaración que provocó la airada reacción de Rucci.
III.- “Ha asumido la Presidencia de la Nación el Señor Raúl Lastiri”: Así los diarios del día 14 de julio titulaban en sus primeras planas. Hasta entonces, poco se sabía de él. Se reprodujo su discurso cuando se hizo cargo de la presidencia de la Cámara de Diputados, oportunidad en la cual dijo que “era función inexcusable de la Cámara reencauzar prontamente a la República por la senda de la paz y la armonía, reconstruyendo a la Nación, gravemente deteriorada en múltiples aspectos de la vida ciudadana.” Había manifestado que su misión como titular de la cámara joven sería la de compartir una tarea proficua que satisficiera plenamente el propósito de conducir al país por el camino de la ley. Reclamó una “real” y efectiva unión en el trabajo asiduo y permanente para hacer honor al mandato otorgado por el pueblo, a fin de que la República avanzara por el camino de grandeza que merecía.
Se señalaba que Lastiri había desempeñado tareas en la función pública y en la actividad privada; que había adherido al peronismo casi desde sus orígenes y que había tenido a su cargo misiones de importancia en los medios partidarios. “La Nación” (14/07/73:1) lo calificaba de “equilibrado” y “mesurado”. En realidad, la carrera de Lastiri puede resumirse de la siguiente manera: había nacido en Parque Patricios en 1915, era hijo de un matarife español, cursó estudios secundarios en el Colegio Nacional Domingo F. Sarmiento de Buenos Aires. Trabajó como oficinista en YPF y en 1943 ingresó a la administración pública nacional, donde desempeñó tareas de secretario privado del Director General de Radiodifusión de la Secretaría de Informaciones de la Presidencia de la Nación; del presidente de la Empresa Mixta Telefónica; del Director General de Correos y desde julio de 1949 de Oscar Nicolini, Ministro de Comunicaciones peronista. Lastiri, solía rememorar que él había decidido transmitir el discurso del por entonces coronel Perón, el 17 de octubre de 1945 (Larraquy, 2004:143).
Fue incorporado al Servicio Exterior de la Nación y cumplió misiones diplomáticas en Estados Unidos, Paraguay y Chile. En éste último país entre mayo y setiembre de 1955 con rango de secretario de embajada se desempeñó como cónsul en Santiago. También puede recordarse que entre 1949 y 1951 fue miembro del directorio de la Mutual de Previsión Social del Ministerio de Comunicaciones. Tras la caída de Perón fue empleado en la Revista Jurídica “La Ley” de propiedad del ex ministro Jerónimo Remorino. Posteriormente se dedicó a la industria de la construcción. Su primera esposa se llamaba Amalia Martino, con quien tuvieron tres hijos. Como se hallaba unido con Norma López Rega[4] llegó a ser secretario privado de Isabel Perón y más tarde director de la revista “Las Bases”. El 3 de mayo de 1973 fue elegido presidente de la Cámara de Diputados de la Nación. Cuando Perón asumió su tercera presidencia, Lastiri fue reelecto presidente de la cámara baja por todos los sectores.
Reunida la Asamblea Legislativa aceptó las renuncias luego de un prolongado debate y se decidió ante la salida de Díaz Bialet que le correspondía ejercer la primera magistratura al presidente de la Cámara de Diputados Raúl Lastiri, quien prestó el juramento constitucional. La sesión fue abierta a las 16:40 del 13 de julio y estuvo presidida por los vicepresidentes de ambas Cámaras, José Antonio Allende (FREJULI-PPC-Córdoba) y Salvador Bussaca (FREJULI-PDC-Capital Federal). En su discurso, Lastiri rindió tributo a Cámpora y Lima por haber colocado éstos “el interés del país por encima de los intereses humanos, cumpliendo fielmente los postulados justicialistas, que dicen: primero la Patria, luego el Movimiento y finalmente los hombres.” También se comprometió a convocar de inmediato a elecciones en plena libertad, sin estado de sitio y sin proscripciones de ninguna naturaleza, para que el pueblo mediante su voluntad soberana decida quienes serán los que conduzcan hacia el triunfo final el proceso de la reconstrucción y la liberación nacional. Más adelante el presidente interino señalaba:
“El hecho electoral del 11 de marzo tuvo características del estado de necesidad, porque la mayoría del pueblo se vio obligado a aceptar un juego nada limpio, para poder salir del gobierno de una dictadura y asumir así el ejercicio de la soberanía. La soberanía del pueblo se ejerció a través de actos distorsionadotes de su verdadera voluntad. Ante lo inevitable puso énfasis en ese sacrificio y dio el triunfo a quienes podían llevarlo por el camino de la liberación a que aspiraba, para terminar con un sistema negativo y convertirlo en una esperanza.” Dio explicaciones de las razones de las renuncias: “Cumplida esta primera etapa se hace necesario por lealtad al pueblo y por fidelidad a las leyes de la República, continuar el camino reparando el daño a la Constitución Nacional y otorgando a las aspiraciones ciudadanas su total satisfacción.” Lastiri afirmó: “Hoy queremos continuar el proceso hasta su depuración y hacer realidad uno de los principios de la democracia representativa: conformar genuinamente el gobierno del pueblo y para el pueblo”.
A la ulterior pregunta de los periodistas acerca de si esa “depuración” podría significar el alejamiento de algunos funcionarios, desde la Casa de Gobierno se contestó, que si. Anunció que su mensaje era un vehículo de paz y una seguridad de orden para el país y que su gobierno continuará desarrollando los planes del Movimiento Justicialista. Destacó de la gestión efímera de Cámpora la amnistía a los presos políticos y gremiales como comienzo de una revolución pacífica, la lucha contra el alza de precios, la suscripción del Acta de Compromiso Nacional, la puesta en marcha del plan de medio millón de viviendas. Finalizó con una severa advertencia:
“La revolución pacífica votada el 11 de marzo e iniciada el 25 de mayo está en marcha, y no habrá enemigo, grande o pequeño, de afuera o de adentro que la pueda detener, porque la revolución pacífica no es otra cosa que el mismo pueblo en marcha hacia su gran destino nacional”.
En una ceremonia que duró 20 minutos Héctor Cámpora transmitió el mando a Lastiri el 13 de julio a las 19:40 en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno. Cámpora ingresó con Lastiri y fue extensamente aplaudido, demostración que agradeció con una reverencia. El Escribano General del Gobierno Jorge Garrido leyó el acta de posesión y seguidamente Cámpora colocó la banda presidencial y entregó el bastón de mando a Lastiri. Ambos presidentes, entrante y saliente se confundieron en un abrazo y luego Lastiri besó a su esposa Norma López Rega. Se destacaron las ausencias de Perón, Isabel y Vicente Solano Lima. Lastiri saludó a los ministros, a los comandantes de las tres armas y a los miembros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación quienes habían tomado ubicación en el estrado. A las 21 Cámpora fue acompañado por el presidente provisional hacia la salida de honor de la Casa Rosada.
A las 23:30 se inició la jura de los ministros, en la que se destacó el desplazamiento de los titulares de las carteras de Interior y Relaciones Exteriores, Esteban Righi y Juan C. Puig, respectivamente. Éstos fueron reemplazados por Benito Llambí y Alberto Vignes. Los demás ministros de Cámpora volvieron a jurar ahora con Lastiri: José Ber Gelbard en Hacienda y Finanzas; Ricardo Otero en Trabajo; Jorge Taiana en Cultura y Educación; Ángel F, Robledo en Defensa Nacional; José López Rega, en Bienestar Social y Antonio Benítez en Justicia. El 14 de julio Lastiri presidió su primera reunión de gabinete y se declaró muy optimista respecto del futuro del país. Ese mismo día se hicieron públicos los nombramientos de Gustavo Caraballo en la Secretaría General de la Presidencia y Emilio Abras en la de Prensa y Difusión.
El nuevo presidente era yerno de López Rega, con lo cual, ciertas extravagancias ampliamente difundidas en algunos medios gráficos de la época (como su abundante vestuario, y su mayor colección de corbatas) no parecieron provocar daño alguno en lo que respecta a su vertiginoso y digitado ascenso político. López Rega consideraba a Lastiri como el “peor novio posible” para su hija Norma. Le achacaba sus contactos y amistades de la noche porteña y las vinculaciones del futuro presidente provisorio se limitaban a gremialistas ortodoxos de segunda línea y algunos dirigentes futbolísticos (Larraquy, 2004:226). Hasta llegó a decirle públicamente que sin él no hubiera llegado nunca a nada. En verdad, Lastiri consiguió el quinto lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales del FREJULI de Capital Federal, porque López Rega se lo pidió a Cámpora, aduciendo que su yerno padecía de cáncer en los ganglios linfáticos y que si fallecía deseaba que a Norma le quedase una pensión.
Lastiri procedió a ejecutar las directivas emanadas por su esotérico suegro. En tal sentido, sustituyó a los ministros del Interior, Righi, y de Relaciones Exteriores, Puig, por Llambí y Vignes respectivamente. Ambos desplazamientos no obedecían a cuestiones menores: Righi estaba sindicado como un hombre muy cercano a Montoneros, lo cual resultaba inaceptable frente a la sed de poder y al maniqueísmo de López Rega. Respecto a Vignes, desempeñaría un rol protagónico en las tensas negociaciones que se venían llevando a cabo con Paraguay y Brasil con vistas a la construcción del complejo hidroeléctrico Itaipú-Yacyretá-Apipé. Hubo momentos de suma intensidad entre los países, como por ejemplo, el cierre de fronteras decidido por el dictador paraguayo Alfredo Stroessner. López Rega, por su parte, continuaba a cargo del Ministerio de Bienestar Social (verdadero reducto para el armado de la reacción) hasta entrado el gobierno de Isabel Perón, y sería el auténtico hombre fuerte del régimen.
A pesar de ello, la política exterior siguió un perfil tercermundista. En agosto de 1973, Argentina concedió a Cuba un préstamo de 200 millones de dólares para adquirir maquinarias y automóviles. José Ber Gelbard, también confirmado como ministro de Economía, continuó con su política anterior, nacionalizando los depósitos bancarios y anunciando un Plan Trienal de desarrollo. Los tres meses de gobierno serían aplicados a la planificación del nuevo llamado a elecciones generales y a "limpiar" al gobierno de los considerados "elementos ajenos a la doctrina peronista". Cada vez con mayor intensidad y menor disimulo la sociedad argentina podía visualizar el profundo antagonismo inserto en el movimiento justicialista, entre los que pregonaban "la patria socialista" y aquellos que intentaban desnaturalizar dicha concepción al grito de "la patria peronista". Ambos, no obstante, coincidirían en blandir la consigna "Perón o muerte". Lastiri, sin embargo, detuvo las medidas de amnistía y pacificación de los presos políticos del régimen de Lanusse que había tomado Cámpora con amplio apoyo popular, con lo que hacia el final de su mandato recrudecieron las acciones de Montoneros y del ERP.
“La Nación” en un editorial el domingo posterior a la renuncia de Cámpora calificó a los hechos como “fruto de una colisión” que provocó “estupor generalizado”. En efecto, el salto espectacular hacia lo que el presidente Lastiri denominó la depuración del proceso estuvo precedido hasta último momento por el choque de las facciones internas del peronismo. Cualquier cosa que se diga en contrario sobre la gravitación decisiva de esta colisión en la suerte personal de Cámpora y Lima queda desautorizado con la verificación del primer acto de gobierno de Lastiri: haberse desprendido de los ministros Righi y Puig, esto es de la izquierda del anterior gabinete.
En la noche del día que se hizo pública la renuncia que presentarían a la mañana siguiente Cámpora y Lima, representantes de la juventud y de las formaciones especiales del peronismo realizaron un cónclave en el que se evaluaron como un revés los acontecimientos que se habían precipitado ese 12 de julio. Paradójicamente esos acontecimientos estaban dando principio de forma real al enunciado que algunos de los presentes había imaginado para la campaña electoral: “Cámpora al Gobierno; Perón al Poder”.
No dejó de llamar la atención que en el discurso de asunción de Lastiri no se hubiese mencionado una sola vez a Perón. La ciudadanía, mientras tanto siguió con estupor generalizado la crisis desatada en la mañana del jueves 12. Lastiri se había convertido en uno de los hombres de mayor confianza de Perón. Ni siquiera su propio abogado Díaz Bialet fue considerado una persona indicada para presidir el gobierno ad interim. Podemos aseverar que Lastiri recibió la orden de Perón de hacerse cargo provisionalmente del gobierno tras la renuncia del binomio presidencial. El ex-presidente derrocado en 1955 añoraba volver a la Jefatura de Estado, más allá de su edad y sus achaques. La breve administración de Lastiri tendría por objeto depurar los cuadros de la administración de aquellos elementos adscriptos a la Tendencia, y por otro, convocar de inmediato a elecciones y garantizar su realización con absoluta limpieza (Llambí, 1997:315). Llambí define a Lastiri como un “hombre sencillo pero de una gran rectitud y lealtad…No era de las personas que pudiera, colocado en la situación que se estaba pensando , desarrollar su propia iniciativa o poner condiciones para el cumplimiento de los propósitos previamente acordados” (Llambí, 1997:315-316).
“The New York Times” señalaba por entonces que no sorprendió y quizás era inevitable que Cámpora renunciase a la presidencia para allanarle el camino a su anciano mentor, pero todavía carismático. Cámpora se mostró incapaz de conservar unida a la coalición política triunfante y mucho menos a una nación dividida que ansiaba una conducción unificada para superar graves dificultades económicas y sociales. También en el órgano oficial del Vaticano “L´Osservatore Romano” G.L. Bernucci señaló que el episodio de la renuncia de Cámpora y que Perón se dispusiese a tomar las riendas del poder “eran hechos descontados”.
Paolo Buggialli en “Corriere della Sera” tituló “Vuelta a la derecha en la Argentina”. En su comentario señalaba: ha ocurrido de todo en un día. Con perfección matemática, con puntualidad cronométrica, tanto que merecería la traducción de un manual del perfecto golpe bonapartista. Según “La Stampa” el retorno de Perón al poder había sido acordado con los militares y la derecha. Por su parte “Avanti”, se encargaba de subrayar que las compañías extranjeras estaban eufóricas por el cambio político en la Argentina. En Chile, el diario “El Mercurio”, por su parte editorializaba que: “el reemplazo de Lanusse por Cámpora, seguido de un estallido de izquierdismo informe, violencia terrorista y afán de desquite, después de años de gobierno militar, pareció indicar un viraje hacia la izquierda”. También se explicitaba que la sustitución de Cámpora por Perón hubiera estado planeada de antemano o no, representaba un vuelco hacia la moderación y el orden, o quizás a la derecha.
El 17 de julio Lastiri se reunió en la Casa de Gobierno con Ricardo Obregón Cano y Atilio López, gobernador y vice respectivamente de la Provincia de Córdoba, ante el recrudecimiento de la acción de los grupos del extremismo militante y derivada también de la gran influencia que habían adquirido en el gobierno cordobés los izquierdistas -denominados infiltrados marxistas-. Al final de la gestión camporista se había declarado a Córdoba como zona de emergencia, atenta a la situación de conmoción interior reinante.
El 18 de julio el Senado aceptó la renuncia presentada por Díaz Bialet, quien continuando con la farsa montada desde el poder real adujo que lo hacía por razones estrictamente personales. Al día siguiente Díaz Bialet regresó procedente de España y el 20 se fijaron las elecciones para el 23 de setiembre, luego de varias versiones que daban cuenta de otros días y la posibilidad de elegir directamente a Perón por medio del Congreso, como propuso en una solicitada el Partido Revolucionario Cristiano liderado por Horacio Sueldo. Rucci proclamó la candidatura de Perón inmediatamente juramentado Lastiri. Alende, líder del Partido Intransigente y ex candidato por la Alianza Popular Revolucionaria declinó presentarse a los comicios convocados aduciendo que el pueblo ya se había pronunciado el 11 de marzo.
El 21 de julio Perón provoca a las juventudes del Partido y designa a López Rega como enlace con el sector juvenil, lo que generó enérgicas reprobaciones. El 24 de julio con motivo de despedir a la Fragata Libertad que comenzaba un nuevo viaje de instrucción de los cadetes de la Armada Nacional, Lastiri dijo que su gobierno no era provisional, sino que mantenía la continuidad institucional establecida por la Constitución. El 29 de julio La Nación ironizó al señalar que era cierto aquello de que el gobierno Lastiri no era provisional, sino un prólogo del que comenzará el 12 de octubre: “En rigor, más que un prólogo es un capítulo del mismo libro y por lo tanto todos saben quien es su autor.”
La Convención Nacional de la UCR el día 29 de julio criticó las renuncias simultáneas de Cámpora y Lima, lo cual sorprendió al pueblo que el 11 de marzo inequívocamente expresara su voluntad en las urnas. Se creó una crisis política de intensidad y de proyecciones insospechadas, genera inseguridad en la ciudadanía. El 30 Lastiri habló al país en cadena de radio y televisión, convocó a la unidad nacional, ratificó las medidas encaradas por su gobierno, anunció que combatiría la violencia, reduciría el déficit en un 36 % y que sería prescindente en las próximas elecciones presidenciales de setiembre.
El 1 de agosto de 1973, el presidente Lastiri y los gobernadores firmaban el Acta de Compromiso del Estado. Lastiri al hablar ante los mandatarios provinciales señaló que la fluida intercomunicación entre la Nación y las provincias constituye un acto necesario y trascendente. Expuso que desde el 25 de mayo todas las estructuras vinieron rigiendo el país tendieron a la disgregación. El ACE entre empresarios y trabajadores tendía a limitar las pretensiones legítimas de cada sector en aras al objetivo de la reconstrucción nacional (La Prensa, 01/08/73: 1 y 8). El ACE fue suscripto además por los ministros y los comandantes en jefe.
El Ministro del Interior Benito Llambí pronunció en la ocasión un discurso, indicando que el gobierno provisional asumió el país en un momento muy delicado y de máximas tensiones políticas, especialmente en el seno del Movimiento Peronista. Los enfrentamientos derivaron en la tragedia de Ezeiza y en los acontecimientos que le sucedieron. Sólo el tremendo peso de la palabra de Perón pudo detener la posibilidad de desarrollos imprevisibles en el país.
El gobierno de Lastiri heredó las circunstancias de una “posguerra civil”. Las elecciones de setiembre de 1973 buscaban legitimar la institución presidencial por razones internas e internacionales. Internas: afianzamiento del proceso de recuperación del poder y la profundización de la derrota sufrida por las fuerzas de la oligarquía y los factores de poder internacional. Llambí se refirió a “tendencias ideológicas inadecuadas” durante el gobierno precedente de Cámpora. Dichas connotaciones inadecuadas obstaban a la consolidación de la unión nacional. En esos días el Congreso de la Nación sancionó la ley de nacionalización de los depósitos bancarios con fundamento en la necesidad del Estado de ejercer control sobre el crédito y el ahorro interno. La UCR acompañó la sanción en general.
El 2 de agosto Lastiri agasajó a los gobernadores con un almuerzo en la quinta de Olivos, ocasión en la que habló el general Perón, quien dijo: “no admitimos a la guerrilla, porque conozco perfectamente el origen de esa guerrilla”. Propuso institucionalizar el Movimiento, lo que no se había podido aún efectuar por falta de cultura política. También refirió salir una guerra civil desembozada o no, en la que se destruyó en el país todo lo que podía destruirse. También vio un florecimiento de la delincuencia juvenil; la aparición de desviaciones ideológicas y la emergencia de la ultraizquierda. Empero, sostuvo que tenemos una juventud maravillosa. Debemos quitar toda esperanza a los perturbadores y a los infiltrados para restablecer el orden social el cual requiere además de una educación popular.
El 4 de agosto se eligió la fórmula del FREJULI: Perón-Perón. Ese mismo día el Poder Ejecutivo Nacional dictó un decreto mediante el cual se establecieron normas para la publicación de solicitadas, comunicaciones y avisos en los medios periodísticos. El fundamento de la medida fue la zozobra que provocaban en el espíritu de la ciudadanía y la alteración del orden público las solicitadas. Se buscaba individualizar a los responsables y a las representaciones invocadas. Se acusó al gobernador de la provincia de Buenos Aires Oscar Bidegain de favorecer la infiltración marxista. Simultáneamente se produjo la aparición del célebre “Documento Reservado” del Consejo Superior Peronista que convocaba a la “guerra santa”, y, en último lugar, las instrucciones de Perón a los gobernadores para que su gobierno encajara dentro de la “más pura ortodoxia peronista”[5], y para que cada uno de los mandatarios provinciales bloquease posibles avances comunistas en sus administraciones[6].
El 5 de agosto Raúl Lastiri, a instancias del general Perón, designó como intendente municipal de Buenos Aires a Virgilio Debenedetti, quien ya en 1949 ocupara esa misma función hasta 1952. El 10 de agosto Lastiri celebró el Día de la Fuerza Aérea en la Base Marambio de la Antártida Argentina, junto a los comandantes de las tres armas, Isabel Perón, Norma López Rega y los ministros Gelbard, Benítez, Taiana y Robledo. Lastiri señaló como primer presidente que viajó a la Antártica, que había trasladado a la sede del gobierno a la Base Vicecomodoro Marambio para dar sentido de la reafirmación de nuestra soberanía sobre estas regiones australes que integran el territorio nacional.
El 11 de agosto aceptaron sus candidaturas Perón e Isabel; simultáneamente se elegían las fórmulas de la UCR: Balbín - de la Rúa y de la APF Manrique- Martínez Raymonda. El Partido Conservador Popular reunió a su convención y proclamó su adhesión a la fórmula Perón-Perón. También adhirieron al binomio del FREJULI: MPN - Unión Popular - el P. Popular Cristiano - Movimiento Socialista para la Liberación Nacional (sector Jorge Selser) - Partido Socialista Popular - Partido Comunista. Otros partidos que habían participado en los comicios del 11 de marzo, en esta oportunidad desistieron de concurrir: Nueva Fuerza - P. Revolucionario Cristiano y P. Intransigente.
Durante la gestión de Lastiri se promulgaron las leyes de nacionalización de los depósitos bancarios, de entidades financieras y de blanqueo de capitales. La Argentina pidió la actualización del TIAR. Se incrementaron los secuestros, las extorsiones, las ocupaciones de fábricas y se produjeron incidentes en las calles de Buenos Aires, la inflación se incrementaba y los elementos subversivos no cejaron en sus acciones. El 27 de agosto fue asesinado el secretario de la CGT Mar del Plata, Marcelino Mansilla; días después resultó herido en un atentado el intendente de Avellaneda Herminio Iglesias; también fueron atacados la Embajada de EE.UU. y Rogelio Nores Martínez, director del diario cordobés “Los Principios”.
El 28 de agosto fue designado intendente de Buenos Aires el general José Embrioni, luego de un conflicto de proporciones entre el anterior alcalde Debenedetti y los trabajadores municipales. La Cámara de Diputados convirtió en ley el proyecto de restitución de bienes, distinciones honoríficas y condecoraciones al general Perón. El presidente encargado del Poder Ejecutivo efectuó varios viajes al interior y visitó las provincias de Catamarca, La Rioja, Formosa, Misiones, San Juan, San Luis, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén.
IV.- 35 años después: Lo que ocurrió el 13 de Julio de 1973 con la sustitución de Cámpora por Lastiri, fue considerado por casi todos los sectores un golpe palaciego dentro del movimiento peronista. Ni siquiera le correspondía la sucesión. La había logrado sólo por ser yerno de López Rega y el oportuno viaje de Díaz Bialet.
Los Montoneros, intuyendo su desplazamiento definitivo, comenzaron a reclamar una democratización en las organizaciones sindicales, inmensa fuente de poder dentro de un gobierno peronista. Pero el aparato montado por Vandor -que incluía verdaderos ejércitos particulares en cada gremio- estaba demasiado consolidado ya como para permitir el ingreso a otros dueños. A todo esto, un sector de la UCR, liderado Raúl Alfonsín, estuvo en desacuerdo con la postura que había tomado Balbín, quién mostraba su complacencia con las resoluciones de Perón. Renovación y Cambio se había acercado bastante a los sindicatos cordobeses, claramente combativos, lo que despertó temor tanto en Balbín como en Perón; más aún, cuando la candidatura de Agustín Tosco, líder de la tendencia de izquierda, incompatible a la dirección burocrática de la CGT, podía ser factible de recibir el respaldo de los partidarios alfonsinistas. La fórmula Tosco-Alfonsín se presentaba por aquellos tiempos, bastante potable. Incluso había avanzadas conversaciones con el Partido Comunista y otros sectores de la izquierda moderada para formar un frente con esos candidatos.
Otra fórmula que se barajó era: Perón - Balbín, intentando concretar una suerte de sueño dorado. Pero el nombramiento de Balbín a la vicepresidencia no cayó del todo bien dentro del seno del peronismo. En lo concerniente a la izquierda peronista, ésta bregó por hacer resurgir a Cámpora para acompañar al viejo caudillo en los comicios. Cada sector del peronismo trabajó para imponer su candidato al lado de Perón. Pero todo quedó revelado cuando la derecha del partido, propuso a María Estela Martínez de Perón para vicepresidente. El 2 de agosto la nominación de la fórmula Perón-Perón, en el Congreso Nacional del Justicialismo no dejó dudas acerca de quienes eran los infiltrados en el movimiento. Los cambios en la jerarquía interna del justicialismo a favor de la derecha (la destitución de Abal Medina de su cargo de Secretario General del Movimiento), concretaron las opciones tomadas por el líder al retornar al país. La CGT que no había participado activamente en la campaña electoral de Cámpora, se convirtió en el eje de la campaña de Perón y volcó en ella los recursos financieros de su poderosa maquinaria burocrática.
El 11 de Setiembre, un suceso acaecido al otro lado de la cordillera golpeó fuerte a los combatientes de izquierda: Salvador Allende fue derrocado por el general Augusto Pinochet. Por un momento circuló la versión que se había suicidado, pero con la llegada de nuevas informaciones se supo que Allende murió combatiendo con una vieja pistola que la había regalado Fidel Castro. Esto suscitó una inmensa oleada de repudios en la Argentina. Además de los grupos revolucionarios, todos los partidos se manifestaron en contra, organizando movilizaciones callejeras, donde mezcladas con las voces de rechazo al golpe trasandino, se oían consignas montoneras e insultos a López Rega.
Si bien Pinochet expresó sus deseos de "mantener relaciones de amistad con el gobierno argentino", Lastiri reaccionó con un decreto que declaró el duelo nacional por la muerte de Allende, el presidente derrocado. También Perón cuestionó la irrupción de Pinochet. Mientras esperaba reasumir el poder en la Argentina, advirtió que el golpe representaba "una tragedia para el continente".
Por fin llegaron las elecciones, con el peronismo concurriendo con la fórmula impuesta por la derecha peronista: Perón presidente, Isabel Martínez vice. A esa combinación la propagandizaban como "Perón-Perón", lo cual lograba su objetivo de sugerir en las mentes -especialmente las más sencillas- que en realidad se trataba de "votar a Perón". Lo que no se sabía con certeza -o no se quería aceptar- era que Perón estaba al filo de la muerte. Ello dejaría a la Nación en manos de una mujer incompetente. Isabel en la vicepresidencia fue una maniobra deliberada de López Rega y los grupos delictuosos que respondían a su mando, pues les daría el manejo real de los asuntos del Estado en sus ambiciosas manos. Los comicios del 23 de setiembre arrojaron los siguientes resultados: Perón - Perón (FREJULI): 7.381.219 votos - 61,85%.- Balbín - De la Rúa (UCR): 2.905.536 votos - 24,34%.- Manrique - Martínez Raymonda (APF): 1.145.981 votos - 12,11%.- Coral - Páez (PST): 188.227 votos - 1,57%.- En blanco: 103.961.- Anulados: 41.188.- Impugnados: 11.580.
Bernardo Neustadt le preguntó a Lastiri en 1974: “¿Perón quería ser presidente de la República?”, a lo cual respondió: “Rotundamente ¡no! Si no hubiera sido por la ineficacia de nuestro gobierno, desde el 25 de mayo, el general Perón no habría tenido que gastar su vida asumiendo la presidencia por tercera vez, que, le aseguro, no ambicionaba. El quería venir a colaborar con el Gobierno, y hubiera sido un gran consejero y un gran embajador. Pero "nuestro fracaso" lo llevó a tener que asumir su responsabilidad y así entregó su vida” (Lastiri, en Tiempo Nuevo 23/09/1974).
Bajo la consigna de Dardo Cabo de “que cada acción militar sirva para acumular poder para la construcción del ejército revolucionario”, Montoneros realizó 2 días después de las elecciones que llevaron al triunfo a Perón un hecho conmocionante. El 25 de setiembre asesinó a José Ignacio Rucci, secretario general de la Confederación General del Trabajo, uno de los puntales del líder justicialista. La respuesta no se hizo esperar: llegó el “somatén”[7].
El 25 de setiembre de 1973, el secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci fue asesinado; aunque en primera instancia negaron la autoría, finalmente se descubrió la implicación de miembros de Montoneros en el hecho. Ese mismo mes, el ERP había asaltado el Comando de Sanidad del Ejército en el barrio de Parque Patricios de la ciudad de Buenos Aires, con un saldo de un muerto (El teniente coronel Raúl Duarte Ardoy), lo que se utilizó para justificar su ilegalización y la clausura del diario El Mundo y el canal 9 de televisión.
El asesinato de Rucci fue condenado unánimemente desde Lastiri a Lanusse, pasando por todos los bloques legislativos, la Unión Industrial Argentina, la Sociedad Rural, la Confederación General Económica, la Universidad de Buenos Aires, la UCR, el FREJULI, Balbín, Manrique, etc. Las repercusiones llegaron a todos los países del mundo, los medios internacionales no dejaron de señalar que apenas una semana antes al cerrar su campaña Perón enfatizaba que los reclamos violentos no son el mejor camino y que “la lucha activa terminó.”
V.- Perón - Balbín: de antiguos adversarios a fervientes amigos: Cuando el 17 de noviembre de 1972 Perón retornó por primera vez al país, cuatro días después, Balbín tuvo que saltar una tapia para conversar con él en la residencia de Gaspar Campos. Esa fue la primera parte de un acuerdo histórico por el cual el radicalismo se abstenía de ser la "opción gorila" en la elección del 11 de marzo en la que triunfaría Cámpora. Cuando el 20 de junio de ese año Perón volvió definitivamente al país —en la tarde del baño de sangre en Ezeiza—, días después (el 24) fue a verlo a Balbín a la Cámara de Diputados, lugar elegido por el líder radical. Fue la segunda parte del diálogo entre dos hombres que habían sido exponentes de una honda división social sobre la que, en 1955 se sustentaría el sangriento golpe de la denominada Revolución Libertadora. El puente para concretar la reunión fue Antonio Tróccoli, titular del bloque radical, quien mantenía una estrecha relación con Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados. Esta vinculación motivó especulaciones en torno de un eventual entendimiento electoral entre ambos que sólo quedó en eso. Balbín había sido un duro exponente de la oposición y salvo su destacado paso por la Cámara de Diputados —desde donde en 1949 salió sin fueros y fue a parar la cárcel— no ocupó otro cargo público. Su importancia histórica residió en haber puesto fin a la hora de la intolerancia en la Argentina, a costa de cualquier sacrificio personal. "No más antiperonismo", había dicho Balbín más de una vez en su partido, donde gravitaban célebres antiperonistas. Por eso, hoy Balbín es un icono en el santuario de todo peronista que recuerde con emoción aquellas palabras pronunciadas con la mano sobre el féretro de Perón: "Este viejo adversario, despide a un amigo".
VI.- Los actores derechistas: Durante la gestión provisional de Lastiri se dio un avance significativo de la corriente nacionalista ortodoxa vinculada al lopezrreguismo. Además de Lastiri, López Rega retuvo el Ministerio de Bienestar Social y Alberto Vignes fue el canciller reemplazante de Puig. Este avance de los sectores derechistas se notó en el ámbito doméstico, donde tanto Perón como los grupos lopezrreguistas y sindicalista ortodoxo estaban convencidos de la necesidad de adoptar una política de seguridad menos permisiva que la de Cámpora para combatir la guerrilla.
En el caso de la política exterior, la injerencia de los sectores derechistas fue menos significativa, debido a que ese ámbito fue definido por el propio Perón. No obstante, se suavizó el tono antiimperialista de la política exterior, ajustándolo al pragmatismo del líder justicialista y a su proyecto de Tercera Posición. De este modo, a pesar de los reparos ideológicos de López Rega y del propio Vignes, la Argentina ingresó al Movimiento de No Alineados, y se ampliaron los convenios comerciales con los gobiernos socialistas de Cuba y los países del Este, pasos que eran acordes con los proyectos de Perón y del ministro de Economía Gelbard.
La Triple A: fue creada para realizar ataques selectivos a los que cuestionaban por izquierda la política del gobierno. Hoy se sabe que fue gestada durante la gestión de Lastiri, aunque su primer atentado fue cometido el 21 de noviembre de 1973 en la persona del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen. La conducción política de la Alianza Anticomunista Argentina estaba a cargo de López Rega y el jefe de operaciones era el entonces comisario general de la Policía Federal Argentina, Alberto Villar. Desde el Ministerio de Bienestar Social, se desviaron fondos para financiar la organización y el armamento del grupo paramilitar.
VII.- La contracara izquierdista: Durante el interregno de Lastiri, Montoneros y las tendencias izquierdistas del peronismo no dejaron de movilizarse para mantener su presencia. El 21 de julio se congregaron unos 80 mil, casi todos jóvenes, frente a la residencia de Perón, que se entrevistó con algunos de sus dirigentes en presencia de Lastiri y López Rega, a quien confirmó en su confianza. Cuatro días después, nueva convocatoria en el parque Saavedra con similar concurrencia, en conmemoración de Eva Perón, convertida en una especie de símbolo de la JP en tácito rechazo a Isabel. Y el 22 de agosto, recordando la -masacre de Trelew, la juventud organizó un acto en Atlanta, que cerró Mario Firmenich. Sus dirigentes no lo sabían, pero eran las últimas apariciones públicas de la tendencia izquierdista del peronismo. En contraposición a estas demostraciones, el 31 de agosto la CGT congregó 1 millón de personas en un gran acto y desfile frente a su sede en apoyo de la fórmula Juan Perón-María Estela Martínez de Perón, es decir, Perón-Perón. La «Tendencia- (izquierda peronista) rivalizó con los cegetistas en ese acto.
No eran los únicos en moverse. El ERP intentó el 6 de septiembre la operación militar más ambiciosa emprendida hasta entonces por una organización guerrillera. Copó el Comando de Sanidad, cuyo acceso le fue franqueado por un soldado y después de matar al segundo jefe del Regimiento de Patricios, Tte Cnel Duarte Ardoy, se apoderó de profuso material bélico. Pero debieron rendirse al ser cercados por efectivos policiales y del Ejército. Perón condenó el episodio: "No tiene connotaciones ideológicas. Es un delito común. El bandido, de cualquier ideología que sea, es un bandido».
Tres días después el ERP obligó al diario Clarín a publicar tres solicitadas a toda página para denunciar las próximas elecciones como una farsa, profetizando que se acercaba el momento de que el pueblo adquiriera una conciencia socialista y ridiculizando a «Isabelita», López Rega y Lastiri. El grupo había secuestrado al apoderado de Clarín, amenazando con matarlo si no se publicaban sus avisos. El mismo día en que aparecieron las solicitadas del ERP, un grupo de sindicalistas atacó a Clarín con explosivos y armas cortas, en castigo por su blandura. A pesar de todos estos hechos, seguía desarrollándose una curiosa campaña electoral. Porque todos sabían que Perón triunfaría abrumadoramente, y la mayoría de los posibles candidatos se había apartado: de algún modo, todos hicieron suyas las declaraciones de Oscar Alende en el sentido de que: “el pueblo quiere que Perón sea presidente, y nosotros no lo entorpeceremos..." Pero también porque la fórmula ganadora la integraba un matrimonio, que no realizó ningún esfuerzo proselitista. Sólo Balbín, acompañado esta vez por De la Rúa, y Manrique, a la expectativa de recoger el electorado no comprometido, ensayaron un contrapunto a Perón-Perón.
La fórmula peronista obtuvo un porcentaje nunca visto en los anales electorales. Finalmente, Perón volvería a ser presidente y se infligió la última derrota a la Revolución Argentina. La campaña electoral fue considerada como:
“La campaña más civilizada de que se tenga memoria. Fue una elección en medio de la convivencia y no, como otras veces, el anticipo de la confrontación. La violencia queda, si no eliminada, ilegitimada, moralmente anonadada frente a la vasta convergencia de voluntades que se manifiesta no sólo en la impresionante mayoría del vencedor sino también en la evidente cordialidad que preside la relación peronista-radical”.[8]
Faltaban pocos días para que asumiera Perón. Al día siguiente de los comicios asumió la jefatura de la Policía Federal el general retirado Miguel Iñiguez y el Poder Ejecutivo declaró la ilegalidad del ERP. Ambas medidas presagiaban un endurecimiento de la lucha antisubversiva, pues Iñiguez era un militar «duro» que había encabezado en tiempos de Frondizi una abortada intentona peronista. Se avecinaba una lucha encarnizada, y las 62 Organizaciones, vanguardia sindical del peronismo, declararon que: «a pesar de su disfraz de mascaritas, iremos a buscarlos uno a uno, porque los conocemos: han rebasado la copa y ahora tendrán que atenerse a las consecuencias.»
VIII.- Las esperanzas de un pueblo y su baño de realismo: Pese a todos los contratiempos el país confiaba en que, una vez asumida la presidencia de la Nación, la figura de Perón habría de operar con un sentido de pacificación: era difícil incurrir en la ira del "Viejo”, y nadie quería exponerse a ser excomulgado por el líder. Pero el 25 de setiembre aconteció un hecho demostrativo de la audacia de las organizaciones subversivas. Mientras Rucci salía de una casa de la calle Avellaneda, en la Capital Federal, una ráfaga lo alcanzó sin que su numerosísima custodia armada pudiera repeler la agresión. Veintitrés impactos de bala recibió el secretario general de la CGT, que murió en el acto.
Nadie reclamó el asesinato de Rucci. Los rumores lo atribuyeron al ERP y a la CIA, pero varios años más tarde se supo que habían sido los Montoneros los autores de esa acción, cuidadosamente planeada por el poeta y militante Francisco Urondo. ¿El motivo? "Apretar" a Perón mostrándole que sus bases eran vulnerables y que la única alternativa que le quedaba era apoyarse en la juventud... Al día siguiente cuatro mujeres asesinaron al jefe del Departamento de Investigaciones Aplicadas de la Universidad de Buenos Aires, Enrique Grinberg. El cese de actividades decretado por la Universidad de Buenos Aires en homenaje a Grinberg se superpuso con el que había ordenado la CGT para honrar a Rucci (Reato, 2008).
Llegó el 12 de octubre; Perón juró ante la Asamblea Legislativa en presencia de todos los ex presidentes civiles (Frondizi, Guido, Illía y Cámpora) y después lo hizo la vicepresidenta. El presidente no leyó mensaje alguno ante el cuerpo legislativo; habló al pueblo desde la Casa de Gobierno, amparado por un grueso vidrio blindado. Pidió la colaboración de todos los sectores, reclamó paz y tranquilidad para concretar las tareas que el país necesitaba. Si la «tendencia revolucionaria" esperaba un discurso en la sintonía que deseaba, se desencantó. Perón era al fin presidente. Se concretaba aquello de «qué lindo que va a ser / Perón en el poder», con una autoridad política como nadie había tenido en la historia del país.
A pesar de sus 78 años, conservaba la gallardía de sus viejos tiempos; seguía siendo un hombre ocurrente y lleno de ideas, aunque algunos visitantes notaban que su lucidez solía declinar por la tarde. Culminaba ese día una de las aventuras políticas más extraordinarias de los tiempos contemporáneos: el retorno al poder de un político echado dieciocho años atrás por sus propios errores. Un retorno enmarcado por el apoyo de las multitudes y las esperanzas de quienes no eran peronistas pero veían en el viejo líder la única garantía de una Argentina razonablemente ordenada.
IX.- Ya no me sigue ni mi sombra: En 1975 ni bien aplicadas las medidas económicas conocidas como el “Rodrigazo” las calles de Buenos Aires fueron objeto de pegatinas y pintadas con textos como éste: “Queremos las cabezas de Lastiri, Rodrigo, López Rega por traidores al Movimiento Obrero - UOM”. También en esos días fueron intensamente silbados en el Luna Park donde peleaba Niccolino Locche Lastiri, Norma López Rega, Casildo Herreras y Lorenzo Miguel. Lastiri en julio de 1975, falto de consenso había presentado su renuncia. “Ya no me sigue ni mi sombra” reconoció al resignar la presidencia de la Cámara de Diputados (Sáenz Quesada, 2003:329). También perdió su cargo de vicepresidente primero del Consejo Nacional del Partido Justicialista.
Julio González, quien fuera Secretario Técnico de la presidente Isabel Perón refiere que Lastiri fue un hombre que incidió notablemente en las decisiones de Perón, López Rega e Isabel. Cuando el suegro de Lastiri se encontraba en su apogeo, éste junto con Norma López Rega eran huéspedes habituales de la Residencia de Olivos. Padre, hija y yerno conformaban el círculo infranqueable de cenas y almuerzos de la presidente, en los que en ocasiones también participaba el médico Pedro Eladio Vázquez, quien había sido designado Secretario de Deportes y Turismo del Ministerio de Bienestar Social de la Nación (González, 2007:149).
Cuando López Rega debió salir del país, Lastiri y su esposa se instalaron a vivir en Olivos, ocupando uno de los dormitorios de la planta alta de la residencia presidencial. En julio de 1975 Lastiri fue removido de su cargo de presidente de la Cámara de Diputados y ulteriormente viajó al exterior entre los meses de agosto y diciembre. Antes de partir formuló declaraciones a la prensa diciendo que nada tenía que ver con la política y la vida de su suegro. Luego de regresar al país, Isabel compartió el año nuevo en la casa de Lastiri en Avenida del Libertador, cena en la que también participaron el almirante Massera y su esposa. González recuerda que estando detenido en Magdalena, Lastiri se ufanaba de haberle dicho al almirante Alvarez que diera rienda suelta a la represión de la subversión, pero que a él nada le explicasen (González, 2007:149). Lastiri también fue miembro de la comisión directiva de la Cruzada de Solidaridad Justicialista (Ibíd.:257).
X.- Justicia y cáncer inclementes: El 7 de diciembre de 1978 el procurador fiscal José Nicasio Dibur en la causa “Cruzada de Solidaridad Justicialista” pidió al juez federal Norberto Giletta imponer seis años de prisión a la viuda de Perón; cuatro a Celestino Rodrigo; tres años y seis meses a Duilio Brunello y tres años a Norma López Rega y Raúl Lastiri, por los delitos de malversación de caudales públicos y peculado en forma reiterada. Con ello, la defensa de Norma López Rega solicitó su libertad condicional atento el tiempo de detención, la que le fue concedida. Similar pedido se efectuó respecto de Lastiri, el cual fue denegado por hallarse éste en detención domiciliaria con régimen de libertad vigilada a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, en sujeción a la denominada Acta de Responsabilidad Institucional dictada por la Junta de Comandantes de la dictadura militar.
Pocas horas después del requerimiento fiscal y de la concesión de la libertad condicional a Norma López Rega, Lastiri era trasladado a la Clínica del Sol ante el agravamiento de la afección que padecía desde hacía mucho tiempo. Se encontraba detenido desde el pronunciamiento militar del 24 de marzo del año 1976 y fue alojado en diferentes dependencias militares y carcelarias. El 11 de diciembre de 1978 murió Lastiri y fue inhumado al día siguiente en el cementerio de la Chacarita. En sus sepelio hablaron el ex vicepresidente primero de la Cámara de Diputados Salvador Bussaca (Partido Demócrata Cristiano), Eduardo Rosenkrantz por el Círculo de Ex - legisladores; Alberto Stecco, por los diputados del bloque FREJULI 1973-1976 y Ludovico Lavia, ex secretario de la Cámara de Diputados en nombre de los amigos del muerto. Los únicos ministros del tercer gobierno peronista que se hicieron ver en la casa velatoria de la calle O´Higgins fueron Alberto Rocamora (Interior) y Ricardo Otero (Trabajo). Las Fuerzas Armadas prohibieron a la prensa ingresar al velatorio de Lastiri y una de sus hijas se enfrentó con los periodistas y fotógrafos que pretendían cubrir la noticia.
XI.- Conclusiones. La renuncia de Cámpora conmovió apenas superficialmente a la Nación: Las renuncias presentadas a sus respectivos cargos por el presidente y vicepresidente de la Nación subrayaron con dramática elocuencia hasta que punto era compleja la realidad argentina. En última instancia esas dimisiones parecen ser un intento de simplificación a fin de buscar el camino por el cual se hiciera superable aquella complejidad. Más allá de las declaraciones teñidas por elementos emotivos o cargadas de invocaciones a lo que el peronismo de entonces llamaba “la verticalidad”, cabe deducir que las renuncias de Cámpora y Lima - y con ellas el funcionamiento de un mecanismo jurídico destinado a culminar en la elección de presidente y vice-, fueron el resultado de una frustración política.
Dada la supeditación proclamada en forma constante por Cámpora con respecto al Jefe del Movimiento Nacional Justicialista al cual se hallaba adherido, era incuestionable que si los primeros pasos del gobierno instalado el 25 de mayo de 1973 hubiesen satisfecho a la mayor autoridad partidaria, las renuncias habrían carecido de viabilidad política. No se difundieron por entonces, las razones de aquella insatisfacción -por el contrario, el general Perón se encargó de elogiar al gobierno camporista- lo cual para los integrantes del peronismo era decisivo. En cambio, eran notorios los motivos que gravitaron en la inmensa mayoría de la población argentina para ahogar alguna actitud que condujese a un apoyo general a las autoridades surgidas del voto de algo menos de la mitad del electorado nacional. En efecto, quienes juzgaban a los actos de gobierno por encima de los intereses banderizos vieron vacío el sillón presidencial durante casi cincuenta días.
Si en el orden económico la virtual ausencia presidencial no impidió el desenvolvimiento, en cierto modo autonómico de las pautas ya convenidas en los documentos multipartidarios de La Hora del Pueblo, en una esfera menos restringida produjo efectos alarmantes. Una grosera acción sectaria se organizó prestamente para aprovechar aquél vacío y convirtió en dogmáticas banderas de intolerancia los principios a cuyo amparo el peronismo había promovido el acercamiento a otros partidos y propuesto el respeto hacia el adversario.
Las consecuencias de esa actividad de los grupos fanáticos, cuyo epicentro estuvo en las universidades, se expandieron a otras áreas y patrocinaron el desorden constante en términos agresivos a fin de hacerlo el caldo de cultivo de un tipo de aventura más afín con la insurrección que con la consolidación gubernativa. En siete semanas Cámpora gestó las condiciones que lo dejaron a merced de las violencias no sólo de los capaces de dividir al oficialismo sino también las aptas para cortar los puentes con quienes por encima de las divisas políticas o de las conveniencias sectoriales, aspiraban a un erguimiento del país, en una atmósfera de seguridad que tornase factible el avance hacia el bienestar colectivo.
La maniobra de desplazamiento implementada por el ala reaccionaria del peronismo liderada por el ministro de Bienestar Social y secretario privado de Perón, José López Rega, había dado sus frutos. El presidente Cámpora y su vicepresidente Lima debieron apresurar sus dimisiones ante la inestabilidad política reinante, y a la proliferación de intrigas palaciegas. Era el triunfo de "el Brujo", aunque para que todo ello no ofreciese ningún flanco débil sería necesaria una rápida y certera acción política complementaria. Para culminar con el mayor de los éxitos resultó preciso "despejar al terreno de zurdos y traidores". En este sentido, se consideró preciso esquivar al dispositivo constitucional de sucesión presidencial, para lo cual al presidente provisional del Senado, Díaz Bialet, precipitadamente se lo embarcó en el primer avión para Europa a cargo de una misión inexistente. De este modo el tercero en la línea constitucional, es decir, el presidente de la Cámara de Diputados, Raúl Lastiri, pudo asumir transitoriamente la presidencia hasta el llamado a elecciones.

BIBLIOGRAFIA

ANGUITA, E. y M. CAPARROS (1998) La Voluntad. Tomo II. Una historia de la militancia revolucionaria en la Argentina 1973-1976. Buenos Aires: Norma.
BONASSO, M. (2006) El presidente que no fue: Los archivos ocultos del peronismo. Buenos Aires: Bocket.
CHAVEZ, F. (1983) “Cámpora en el reparto de la Historia” en Todo es Historia, núm. 190 (marzo) pp . 15-26.
DI TELLA, G. (1983) Perón-Perón 1973-1976. Buenos Aires: Sudamericana
GONZALEZ, J. (2007) Isabel Perón: Intimidades de un gobierno. Buenos Aires: El Ateneo
LARRAQUY, M. (2004) López Rega: La biografía. Buenos Aires: Sudamericana.
LASTIRI, R. (1974) Reportaje televisivo en el programa “Tiempo Nuevo”.
LIMA, R. (1975) http://www.bernardoneustadt.org/contenido_144.htm [consulta efectuada: 15/08/2008]
LIMA, V.S. (1983) Entrevista en Revista Somos, setiembre.
------. (1981) Entrevista en Siete Días, Edición del 7 de octubre.
LLAMBÍ, B. (1997) Medio Siglo de Política y Diplomacia (Memorias). Buenos Aires: Corregidor.
MENOTTI, E. (1998) Arturo Frondizi. Buenos Aires: Planeta.
PIGNA, F. (s/f) http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/revolucion_argentina/politica_en_los_ 70.php [consulta efectuada: 12/08/2008].
REATO, C. (2008) Operación Travista: ¿Quién mató a Rucci? La verdadera historia. Buenos Aires: Sudamericana.
SAENZ QUESADA, M. (2003) Isabel Perón: La Argentina en los años de María Estela Martínez. Buenos Aires: Planeta.
-------. (1992) Historia de la Argentina 1966-1976: Orden, jerarquía, moralidad. Bogotá: Hyspamerica.

Diarios y revistas consultados: La Opinión; La Prensa; La Nación; Clarín; The New York Times; L´Osservatore Romano; Corriere della Sera: La Stampa ; Avanti: El Mercurio; El Descamisado, Somos, Siete Días, Todo es Historia.

Córdoba, 12 de octubre de 2008
(A 35 años del inicio de la 3ª presidencia del Tte. Gral. Perón)
[1] Años más tarde Cámpora se arrepintió de esa decisión y reprobó la concesión que había hecho al aceptar suplantar al presidente provisional del Senado enviándolo en una grotesca y prematura misión, nombrando como presidente a Lastiri.
[2] "El hecho narrado es inexacto; [ya] que al doctor Lima nadie le pidió la renuncia en ningún momento, por el contrario, Lima se la ofreció espontáneamente al general Perón cuando regresó a la patria y lo instó a que accediera al poder con nuevas elecciones porque el pueblo así lo esperaba. Este ofrecimiento Lima lo concretó en la reunión que se celebró en Gaspar Campos, con la presidente, el general Perón y Cámpora y ministros del Poder Ejecutivo (Lima, 1975).
[3] Guido Di Tella considera que las razones que motivaron que la presidencia fuese confiada a Lastiri fincaban en que era miembro del grupo de derecha liderado por López Rega y que era menester dejar de lado mediante un artificio legal la sucesión natural del presidente provisional del Senado, por considerarlo ideológicamente sospechoso (Di Tella, 1983:107).

[4] Ellos tenían tres hijos: María Victoria, Oscar Raúl y María Viviana. Después del fallecimiento de Lastiri en 1978, Norma López Rega contrajo enlace con Jorge Conti, periodista, funcionario del tercer gobierno peronista y escribano público.
[5] Texto del “Documento Reservado” citado en La Opinión, 2 de octubre de 1973 y en “¿Y esto qué es?”, El Descamisado, Año 1, Nº 21, 9 de octubre de 1973, p. 2. También Anguita y Caparrós (1998, II: 196-198).
[6] Ver “Perón reiteró las severas pautas a los gobernadores”, La Opinión, 2 de octubre de 1973, p. 1, y “La campaña contra la ultraizquierda. Perón busca objetivos precisos a través de una compleja maniobra”, por Mariano Grondona, La Opinión, 4 de octubre de 1973, p. 1.

[7] Organización paramilitar precursora de lo que décadas después se conoció como la Falange Española.
[8] Mariano Grondona en “La Opinión” 25 de setiembre de 1973.

octubre 17, 2009

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Vicepresidente de la Nación
Dr. Pelagio Baltazar Luna:
Rememoración en el 90º aniversario de su fallecimiento

1919 25 de junio 2009

La Constitución Nacional rectamente interpretada y sinceramente aplicada,
es el mejor programa que debe anhelar en la actualidad,
ya se lo considere del punto de vista de su practicabilidad
como del amplio margen que deja a los arbitrios y adaptaciones
que determinen las transformaciones que necesariamente
ha de operar en el mundo la conflagración europea
.”

(Fragmento del discurso del Dr. Pelagio B. Luna
pronunciado en la Ciudad de Rosario en la campaña electoral de 1916).


El Comité de la Juventud de la Unión Cívica Radical dedicó la
corona de flores y su discurso fúnebre:
Al hombre-guía, al hombre-luz, al hombre-acción.
Pelagio Luna, que fue la genuina encarnación del espíritu del Bien
.”


Por Javier Pablo Marotte
Doctor © en Ciencia Política (UNC)

INTRODUCCIÓN
En momentos en los cuales la Argentina soportó “el derrumbe político” de 2001-2002 (Novaro, 2002), en el marco de una catástrofe social inusitada, con exasperadas demandas ciudadanas de renovación de la dirigencia, pidiendo “que se vayan todos”; es necesario reflejarse en los ideales y principios de los políticos respetados, probos y virtuosos que construyeron con esfuerzo y dedicación (incluso con renunciamientos personales) una República, tal como idealizaron los constituyentes de 1853, la generación del ochenta del siglo diecinueve y los prohombres del radicalismo: Leandro N. Alem, Aristóbulo del Valle e Hipólito Yrigoyen.
Frente a una dirigencia política “atónita e impotente” (Mocca, 2002:255) y la “sociedad desconfiada” (Paramio, 1996) en el “mundo de la incertidumbre fabricada” (Giddens, 1996), la política devaluada por los malos resultados, la corrupción, la frivolidad, la falta de políticas de Estado, el demérito del adversario visto como un enemigo y no como un antagonista (Mouffe, 2003), urge rehabilitar a la política y a los políticos.
Así, como nuestra historia -con la pluma seminal de Bartolomé Mitre- se fue escribiendo poniendo de resalto las victorias de nuestros Ejércitos, la honorabilidad de nuestros patriotas, la humildad de los más grandes, el desprendimiento de los héroes, la labor de los pensadores, la lucha por la libertad y el derecho a expresarse libremente; la desacreditada -aunque ineludible- actividad política, ha de reformularse sobre los andamiajes y cimientos de aquellos que son exaltados como portentos de nuestra vida republicana.
Más allá de sus luchas, de sus éxitos y fracasos, de sus humanas equivocaciones, perduran en la memoria valores que hoy nos parecen lejanos y extraños, pero que durante décadas caracterizaron a nuestros políticos. Entre ellos, con justicia se encuentra un arquetipo de la política nacional: Pelagio B. Luna. Porque entendemos que “la política no es geometría”, sino un espejo de la vida con la cual comparte grandezas y servidumbres (Pendás, 2007:8); en ese espejo deben reflejarse esos “Señores de la Política” que la prestigiaron, honraron y enaltecieron.
Nos incumbe propender a la rehabilitación de la política como modo de superación del “malestar en la democracia”; siendo menester recobrar la vigencia de lo político en su total amplitud, la nobleza de la acción política, la credibilidad de la ciudadanía y la afección a las instituciones de la República.
Consideramos al doctor Pelagio B. Luna como el epígono de una dirigencia honesta, coherente y encaminada al bien común, que supo anteponer a la Nación por encima de las apetencias personales. Son esos ideales y esos principios que sustentaban éstos Políticos argentinos, los que al haber trocado o decaído, provocaron la inusitada crisis de confianza, que llegó a su pináculo en 2001 cuando se exigía en una suerte de democracia callejera, que no quedase ni uno solo de los malos dirigentes o de los fútiles representantes del pueblo.
Muchos estadistas y dirigentes argentinos son merecedores de evocación por su inclaudicable militancia en la política imbuida de ética sin ambages. Hoy nos convoca el recuerdo de Pelagio Luna. Él es uno de los paradigmas a los que debemos retornar para que la desafección ciudadana por la política se diluya y se recuperen definitivamente la República y la vigencia irrestricta de la Constitución. Para lo cual, se precisa de instituciones sólidas, permanentes y previsibles. Esas instituciones urgen de muchos Lunas, de nuevos Lunas, pero con aquellos mismos ideales en que militó el insigne vicepresidente de los argentinos.

1.- Pelagio Luna: 1867-1916
Las dificultades de la biografía crecen sobremanera
cuando las virtudes y méritos del hombre
han estado custodiadas por la modestia.

Nació en la ciudad de La Rioja el 6 de enero de 1867, siendo sus padres don Domingo Luna y doña Filomena Herrera y Herrera. Fue bautizado con los nombres de Pelagio Baltazar[1] en la Iglesia Matriz de su ciudad natal y su familia se conformaba con 14 hermanos más. Cursó sus estudios primarios en la por entonces denominada “Escuela de la Patria” (o Escuela Pública del Estado) y los secundarios en el Colegio Nacional de La Rioja, donde se recibió de bachiller.
Muy joven se trasladó a Buenos Aires, donde en la Universidad Nacional obtuvo el título de abogado y el 24 de mayo de 1889, a los 22 años, el doctorado en Jurisprudencia. Su tesis versó sobre: “El mandato y las obligaciones del mandatario”, habiendo sido apadrinado por el Dr. Carlos Luna. “En las aulas de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires se impuso desde los primeros años por su talento e ilustración” (De La Vega, 1920). Fue compañero de Lisandro de la Torre, Fernando Saguier, Felipe Arana y Emilio Gouchón, entre otros.
Se vinculó a la Unión Cívica de la Juventud en 1889 y participó de la Revolución del 26 de julio de 1890 que provocó la renuncia del presidente Miguel Juárez Celman. Luego de ello regresó a su provincia originaria, donde se desempeñó como juez en lo civil, comercial y criminal; fiscal del Tribunal Superior de Justicia y posteriormente vocal del mismo alto cuerpo. Dictó cátedra de Literatura, como profesor titular y de Filosofía e Instrucción Cívica, como interino, en el Colegio Nacional de la ciudad de La Rioja; fundó y dirigió al partido radical en su provincia.
Muy joven y apenas recibido en 1889 integró la Convención Reformadora de la Constitución de la Provincia, la que 20 años después, el 22 de junio de 1909 logra sancionar la nueva Carta Magna, tras casi dos décadas de obstrucciones y paralización. Pelagio Luna fue uno de los miembros de la comisión redactora que se basó en el proyecto de Joaquín V. González.
Asimismo ejerció el periodismo, habiendo sido integrante de la redacción y corresponsal en La Rioja del diario “La Prensa”. En 1901 fundó el periódico “El Independiente” que cuenta hoy con 108 años de antigüedad. Fue vocal del Colegio Nacional de La Rioja, del Consejo de Educación, presidente de la Comisión de Defensa Agrícola y de la Biblioteca Popular. No actuó en ningún otro partido que la Unión Cívica Radical.
En 1892 votó la Declaración de Principios de la U.C.R. como representante riojano, en la que se señalaba:
“I. En la renovación del Congreso y del Poder Ejecutivo Nacional, han sido violadas las leyes fundamentales de la República, reemplazando el veredicto del pueblo con el fraude y las arbitrariedades de la fuerza.
II. Que en las provincias se hallan substancialmente subvertidas las Instituciones republicanas de gobierno garantizadas a los pueblos por la Constitución Federal.
III. Que esta alteración profunda de nuestro régimen institucional, ha conducido al país a una crisis política social y económica que en su íntimo desarrollo, ha suprimido la voluntad popular en el interior y comprometido al crédito exterior de la República.
IV. omissis
V. Que la Unión Cívica Radical se mantendrá firme en la lucha que sostiene en defensa de las leyes fundamentales de la Nación, para hacer preponderar las libertades públicas y los principios de su programa, como verdaderas bases de la regeneración y felicidad de la Patria.”

El 4 de febrero de 1905 también firmó el Manifiesto Revolucionario en el que se exigía sufragio libre, respeto a la Constitución, moral administrativa, vida republicana sana, libertad para el municipio y respeto por las autonomías provinciales, ya que por entonces “los gobernadores eran simples empleados del presidente guardándole sumisión y pleitesía” (Quevedo, 2003:59).
Presidente de la Convención Nacional de la U.C.R. en 1909, fue elegido en dos ocasiones diputado provincial, aunque no ejerció su mandato en ninguna de las oportunidades, ya que la Legislatura no aprobó sus diplomas en razón de su condición de opositor al Régimen. Encabezó las listas del radicalismo en 1912 como candidato a diputado nacional, aunque no obtuvo la banca a la que aspiraba. En noviembre de ese mismo año la U.C.R. riojana dio una declaración, de la cual transcribimos el siguiente párrafo:
“La U.C.R. surgió en una hora histórica, en contraposición al torbellino de pasiones corruptas que la ambición engendrara en el ejercicio del poder, y su obra, de tenaz perseverancia y de sacrificios cruentos, si pudo concitar resistencias en los usurpadores de la soberanía del pueblo, no alcanzó jamás a despertar recelos ni odiosidades en los ciudadanos sensatos, que buscaban las distintas filas partidistas movidos por el ideal patriótico de contribuir al mejoramiento de la República y de sus instituciones. Su lucha esforzada y gigantesca, no fue, ni es ni será contra hombres, sino contra sistemas, que debilitaron el carácter, corrompieron las costumbres y falsearon, en grosera y vulgar simulación, todos los resortes legales de la organización democrática de gobierno.”

En 1913 postuló como candidato a gobernador de La Rioja, llevando como compañero de fórmula a Arsenio de la Colina[2] y dirigió enérgicamente a la oposición. En vísperas de asumir la gobernación el conservador fraudulento Vera Barros, Luna fue encarcelado bajo sospechas de preparar un movimiento revolucionario. En efecto, un nuevo fraude conservador impedía a la U.C.R. el acceso al gobierno. El triunfo logrado en las urnas era desconocido por torpes manipulaciones en la Legislatura riojana, de donde resultaban con mayor número de electores quienes obtenían menos votos escrutados. A esta nueva jugarreta del fraude no quiso el radicalismo riojano dejar librada a la protesta panfletaria: se dispuso a combatirla con el uso de la fuerza nacida de la legitimación del triunfo electoral.
Entonces sobrevinieron los preparativos para una revolución. Se convocó a los electores radicales a un lugar llamado La Florida, para proclamar la fórmula triunfante encabezada por Pelagio B. Luna y de allí se bajaría a tomar el gobierno. La Florida era una estancia que pertenecía a la familia del ingeniero Pedro Bazán, amigo y cuñado de Luna. La Revolución de La Florida o “La Revolución de Don Pelagio” (Mercado Luna, 1982) se frustró finalmente por razones e intereses de extensas explicaciones (Todo es Historia”, Nº 104, año 1976). Lo cierto es que en este episodio todos los alzados fueron a parar a la cárcel. Eran la plana mayor de la dirigencia radical de aquel entonces: Quiroga, Páez, Sotomayor, Guzmán Rodríguez, Bazán y el propio Dr. Luna (Pereira, 2008).
Luna también fue convencional nacional y delegado al Comité Nacional de la U.C.R. en varios períodos consecutivos. “Luna no era caudillo, ni tribuno exaltado. Era un convencido ardoroso y paciente de la verdad o justicia de su causa” (La Nación, 26/06/1919). Hipólito Yrigoyen lo eligió para que lo secundase en la fórmula presidencial siendo conocedor de la probidad y austeridad de Luna, aunadas a sus virtudes cívicas y morales. El segundo lugar tuvo como objetivo cumplir con en el deseo de complementar el binomio con un representante genuino y prestigioso de las provincias del interior profundo (Bucich Escobar, 1934:466) que a la vez fuese un hombre nuevo en las artes del gobierno (La Unión, 25/6/1919).
El 20 y 21 de marzo de 1916 se reunió en la Casa Suiza la Convención Nacional de la U.C.R. para decidir, entre otros asuntos, elegir la dupla que competiría en las elecciones de abril. Existían varias especulaciones, según las cuales, el candidato natural, Yrigoyen, rechazaría el ofrecimiento, por lo cual ya se habían echado a rodar otros nombres[3].
El 22 se trasladaron las deliberaciones al viejo teatro Victoria (ex Teatro Onrubia)[4], el cual se encontraba desde las 8 de la mañana repleto de público. Los delegados estaban distribuidos frente al proscenio en dos amplios sectores separados por un pasillo. Presidía el escenario un gran busto de Leandro N. Alem envuelto en una bandera argentina. Había nerviosidad y expectativa. A las 10.30 se reanudó la sesión. Uno por uno van siendo llamados los convencionales, que depositaron su voto en una urna colocada en el escenario. Un silencio palpitante envolvía la larga ceremonia. El primer voto que se escrutó dio el nombre de Yrigoyen. Entonces la Convención y la concurrencia se pusieron de pie y aclamaron el nombre de Yrigoyen durante largo tiempo. Dentro y fuera del teatro se cantaba el Himno Nacional." (...) 140 votos obtuvo Yrigoyen, 2 Leopoldo Melo y uno cada uno José Camilo Crotto, Marcelo T. de Alvear y Vicente Gallo. En otra elección similar, pero más disputada, fue elegido para acompañar a Yrigoyen el Dr. Pelagio Luna, quien recibió 81 votos, 59 Vicente Gallo, 4 Joaquín Castellanos y 1 Leopoldo Melo.[5]
Yrigoyen se consideraba imbuído de una actitud “apostólica” de la política, o sea predicar con su austera conducta y difundir las prácticas cívicas (principalmente electorales) más puras y modélicas. Creía que debía cumplir la reparación histórica de la Nación para restaurarla en la plenitud de sus fueros. En la plataforma electoral de 1916 afirmaba que su gobierno se realizaría dentro de las finalidades superiores de la Constitución rectamente aplicada en su espíritu y en su texto (Andino, 2001).

2.- La vicepresidencia: 1916-1919
“Tuvo por principal empeño el bien de su patria,
a cuyo respeto y engrandecimiento contribuyó
con el brillo de su inteligencia y ejemplo de su vida,
consagrada en el cumplimiento de los deberes ciudadanos.”
(José Modesto Giuffra, Interventor Federal de Corrientes, 25/06/1919).

Las elecciones de 1916 se celebraron el 2 de abril, siendo las primeras que se realizaban observando la Ley Sáenz Peña. Al entonces presidente Victorino de la Plaza le cupo la alta responsabilidad de aplicar rigurosamente la legislación electoral de 1912 de voto secreto, obligatorio y universal masculino, con padrones depurados y reconocer los resultados adversos al ideario conservador.
El triunfo correspondió a la Unión Cívica Radical, con el 45,9% de los sufragios, habiendo votado el 63% de los empadronados; lo cual fue conocido el 13 de abril cuando concluyeron los escrutinios de todas las provincias y la Capital Federal. Finalmente, el 12 de junio Yrigoyen y Luna fueron consagrados como presidente y vicepresidente, respectivamente, por el Colegio Electoral[6].
Las votaciones del Colegio electoral fueron las siguientes:

PARA PRESIDENTE
Hipólito Yrigoyen 152
Ángel Rojas 104
Lisandro de la Torre 20
Juan B. Justo 14
Alejandro Carbó 8
PARA VICEPRESIDENTE
Pelagio Luna 152
Juan E. Serú 103
Alejandro Carbó 20
Nicolás Repetto 14
Carlos Ibarguren 8
Julio Argentino Roca (h) 1

El 20 de julio el Congreso Nacional proclamó la fórmula Hipólito Yrigoyen-Pelagio B. Luna para el período constitucional 1916-1922. Al concluir el procedimiento de rigor, el diputado radical Lauro Lagos pidió que la Asamblea se pusiera de pie. El titular de la Cámara de Diputados Mariano Demaría se negó, al igual que a rendir homenaje a los electos, provocándose un tumulto considerable, donde todos los legisladores hablaban a la vez, la campanilla llamaba al orden y la barra fue desalojada por orden de la presidencia del Senado.
El 12 de octubre de 1916, Luna al asumir el cargo de vicepresidente se dirigió al Congreso de la Nación en su carruaje particular y sin comitiva alguna. Mientras tanto, Yrigoyen, lo hizo en medio de un verdadero delirio, a extremo tal que se soltaron los caballos del carruaje presidencial para que el nuevo mandatario pudiese ser llevado por los brazos de sus simpatizantes (Romano, 1966).
Luna designó como secretario privado al Dr. Fortunato Guzmán Rodríguez y el presidente Yrigoyen lo convocaba a participar a los acuerdos del gabinete de ministros. Los residentes riojanos en Buenos Aires le tributaron una demostración de aprecio y reconocimiento, por ser el primer comprovinciano que llegaba a tan altas responsabilidades en la República. Durante su gestión como presidente del Senado se estableció la estructura orgánica de la Biblioteca del Congreso Nacional de la que fue su primer presidente de la Comisión Administradora, entre los años 1917 y 1918.
En las sesiones finales de 1916 y primeras de 1917 se suscitó en el Senado de la Nación un conflicto entre el entonces flamante vicepresidente de la Nación y presidente nato del Senado, Dr. Pelagio B. Luna y el presidente provisional del cuerpo el senador por Mendoza Benito Villanueva, como consecuencia de una cuestión administrativa que aunque parecía intrascendente tuvo una gran repercusión política.
Sucedió que el primer decreto que firmó Luna como presidente nato del Senado, el 20 de octubre de 1916, fue dejando sin efecto tres designaciones de personal jerárquico del Senado que con fecha 5, 6 y 9 del mismo mes de octubre había suscripto el presidente provisional Villanueva. El argumento utilizado para revocar las designaciones fue que a la fecha en que se habían efectuado, no se encontraban todavía vacantes los cargos en cuestión.
En la primera sesión efectuada después de los hechos referidos, el senador Villanueva cuestionó la actitud del Dr. Luna, sosteniendo que había obrado dentro de sus facultades como presidente provisional y que los cargos habían estado efectivamente vacantes al tiempo de realizar las designaciones, razón por la cual pedía un pronunciamiento de la Cámara sobre la cuestión planteada.
El Dr. Luna hizo una firme defensa de su posición, agregando a sus argumentos anteriores que cuando el senador Villanueva suscribió los decretos de designación ya había dejado de ser presidente provisional por haber fenecido el periodo de sesiones ordinarias. No obstante esa defensa, la Cámara de Senadores, uno de cuyos integrantes era Joaquín V. González, hizo causa común con Villanueva y resolvió designar una comisión especial de tres miembros para estudiar y dictaminar sobre el conflicto[7].
El dictamen de la comisión especial dio la razón a Villanueva al sostener que éste había obrado dentro de sus atribuciones como presidente provisional del Senado al efectuar las designaciones posteriormente anuladas por el Dr. Pelagio B. Luna. Y si bien se pronunció por mantener las cosas como estaban, es decir sin anular lo actuado por el vicepresidente, resolvió proponer que en el futuro los nombramientos y remociones de los empleados de la Cámara tenían que ser resueltos por la mesa de la integrada por el presidente y vicepresidente provisorios, lo cual significaba un evidente recorte a las facultades del Dr. Luna en su carácter de titular nato del Senado.
Al tratarse el dictamen en el recinto el vicepresidente de la Nación se excusó de presidir la sesión, pero antes de retirarse pronunció un breve discurso dando a entender que detrás de este conflicto había intereses políticos vinculados a cuestiones locales, en obvia alusión a su comprovinciano el Dr. González quien presidía la Comisión de Negocios Constitucionales y tenía gran influencia en el Senado. Así el Dr. Luna consideró necesario llamar la atención de la Cámara...”porque encierra a través de una cuestión, al parecer nimia, y con un olorcillo de aldea, cuestiones fundamentales que se rozan con las facultades que tiene el vicepresidente de la República en ejercicio de sus facultades constitucionales de presidente del Honorable Senado..”. La frase es indicativa, con cierta sutileza, de la referencia a una situación política local.
La Cámara resolvió posteriormente remitir los antecedentes del caso a la Comisión de Negocios Constitucionales para un nuevo estudio, lo que originó un enjundioso informe salido de la inconfundible pluma de su presidente, el Dr. Joaquín V. González, en el cual se hizo un profundo análisis de las atribuciones de la Cámara y de sus autoridades, llegando a la conclusión de que el presidente provisional Villanueva había ejercido sus legítimas atribuciones al efectuar los nombramientos cuestionados, desautorizando de ese modo lo actuado por Pelagio B. Luna como presidente del Senado al anular dichos nombramientos.
En ese meduloso informe Joaquín. V. González explicó que las funciones que ejerce el vicepresidente de la Nación en su carácter de presidente del Senado no están establecidas en la Constitución, como argumentaba Pelagio B. Luna, sino que son las que le confiere el Reglamento dictado por la Cámara de Senadores, del mismo modo que se las otorga al presidente provisional cuando le corresponde reemplazar a aquel, con igual autoridad dentro de la Cámara. Por esa razón González consideró que no eran fundadas las expresiones del Luna cuando sostuvo: “creo y espero que el Honorable Senado, al tratar este asunto, no ha de llegar a herir la dignidad de la Nación, ni la alta representación que invisto, que no viene de la Honorable Cámara, sino de la Constitución y del voto del pueblo argentino”.
Pero el informe de González no se limitó a defender las atribuciones de la Cámara y descalificar, aunque con mucha altura y respeto, la posición asumida por el Dr. Pelagio B. Luna, sino que la puso en el contexto de una serie de pronunciamientos contra el Senado motivados por los hechos en cuestión y por la “pasión ambiente” que implicaban un trato desconsiderado e impropio…“de los respetos que él merece, tanto por su institución, como por el valor individual y colectivo de sus miembros…”
Lo relatado nos permite advertir cómo, un “simple episodio de administración interna”, según lo calificara González al final de su informe, puso de manifiesto un enfrentamiento político entre dos ilustres comprovincianos, en el ámbito de la más alta institución representativa del federalismo como es el Senado de la Nación (vid. González, 1919).
Luego de las intervenciones federales “reparadoras” dictadas en 1917 por Yrigoyen a Buenos Aires, Corrientes, Mendoza, Jujuy y Tucumán; en 1918 a Salta, La Rioja y Catamarca; en 1919 a San Luis, Santiago del Estero y San Juan, luego de las cuales se llamó por medio de interventores a elecciones libres y los gobiernos locales fueron entregados a sus legítimos triunfadores. Estas actitudes “personalistas” del presidente, disgustaron a muchos de los integrantes de su partido: legisladores, intelectuales, doctrinarios.
Se fueron delineando de tal modo dentro del Partido Radical dos corrientes, ambas basadas, en teoría, en los cuatro puntos del programa de Alem de 1891. Una, corporizada por Yrigoyen, que entendía al radicalismo como advenimiento del pueblo a la escena política y recuperación de la conciencia nacional perdida, de la cual él se consideraba sino el único, por lo menos el mejor intérprete (“radicalismo-sentimiento” o “personalismo”, esto último según sus detractores). La otra, que se encarnará en Alvear y los “doctores” de la U.C.R., que privilegiaba en las formas a la actividad política, la claridad administrativa y la impersonalidad en la acción de gobierno (“radicalismo doctrinario”, antipersonalista” o “contubernista” según los seguidores de Yrigoyen).
Los antipersonalistas no percibían el pueblo real tras las formas doctrinarias y normativas abstractas. Con Yrigoyen se alinearon unos pocos dirigentes (los “incondicionales o genuflexos”): Pueyrredón, Délfor del Valle, los Oyhanarte, Caballero, Cantilo, Elpidio González y alguno más. La inmensa mayoría fue “antipersonalista o contubernista”: Crotto, Lencinas, Laurencena, Saguier, Gallo, los Melo, Becú, Castellanos, Barroetaveña.
Algunos autores intentan demostrar que Luna había virado al final de su existencia hacia el antipersonalismo, molesto por las actitudes del presidente, especialmente con las intervenciones federales a las provincias. Sin embargo, no hay elementos de convicción que permitan sostener siquiera a título de incertidumbre que esa lealtad indiscutible, esa condición de adicto leal a Yrigoyen hubiera estado herida o hubiese trocado en crítica disimulada (La Época, 25/6/1919; La Lucha, 29/6/1919; Decreto de Honores, 25/6/1919).
Con certeza podemos poner de resalto que Luna, en su calidad de vicepresidente de la Nación, nunca se complicó en maniobras de caudillaje, aislándose de las esferas personalistas, aunque abroquelándose en sus principios y en su lealtad (La Voz del Interior, junio 1919).

3.- El juicio de sus contemporáneos
“Por esta ofrenda de sus vidas
hecha en común por todos ellos,
individualmente, cada uno de ellos,
se hizo acreedor de un renombre
que no se vuelve caduco,
así como se hizo acreedor de un sepulcro,
mucho más que el receptáculo de sus huesos:
ya que es el más noble de los altares.”
(Oración fúnebre a Pericles de Tucídides).

Del primer vicepresidente radical fallecido el 25 de junio de 1919 en el ejercicio de su cargo y velado en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, se rescata su austera modestia y su figura moral (Goyeneche, 1919), que en el desempeño de la segunda magistratura puso en notoria evidencia todos sus valores (Ferrari, 1919). La recta fue la norma invariable de su conducta pública y privada, reafirmando con el alto concepto de magistrado integérrimo sus condiciones de ciudadano probo e impoluto.
Fue un ejemplo de virtudes ciudadanas (Pueyrredón, 1920:81; La Época, 25/06/1919) “acrisoladas” (La Razón, 25/06/1919); espíritu ecuánime (Villanueva, 1920:82). Perteneció a las filas de la Unión Cívica Radical, sin ningún desfallecimiento en las épocas difíciles o en los contrastes, revelando una unidad de conducta, una consecuencia y una lealtad que fueron reconocidas por sus amigos y respetadas por sus adversarios. Poseía esas virtudes, esas abnegaciones, esas energías que han sido el cimiento de nuestra nacionalidad y que han contribuido a organizar, construir y consolidar instituciones (Idem).
Ante su tumba, el Nuncio Apostólico monseñor Vasallo de Torregrossa destacó su honradez e hidalguía en una vida que se vio desenvuelta sin transacciones que manchan ni debilidades que deshonran. El deber y la conciencia han sido en todo momento la norma constante e inmutable de todos sus actos. “Nadie ha podido poner en duda la rectitud de sus miras y la altura de su conciencia, que no ha sacrificado jamás ante ninguna conveniencia personal. Hombre de carácter y convicciones profundas, no ha conocido las claudicaciones que envilecen, ni las cobardías que descalifican” (Vasallo de Torregrossa, 1920:85-86).
Pelagio Luna poseía un espíritu sereno y previsor, ajeno a intereses accidentales; permanentemente imbuido de un real sentimiento patriótico, todo ello realzado por una palabra suave y persuasiva que alejaba toda idea de malevolencia (Puig Lómez, 1920:89). Luchó sin vacilaciones por el triunfo definitivo de la libertad y la justicia (Gómez, 1920:91); “para reconquistar con fe conciente el libre ejercicio de los derechos de sus conciudadanos, el imperio de la Constitución y de las leyes, el resurgimiento de la gran Nación Argentina” (De la Vega, 1920:115).
“Fue vicepresidente de la República y no de una colectividad determinada” (La Nación, 26/6/1919), caracterizado por su don de gentes, flexibilidad de buen político. No dejó recuerdo de ningún agravio. Para resolver los problemas del país, lo hizo pensando en los valores intelectuales y científicos, sin cuidarse de la opinión de los comités, ni de las propias simpatías cívicas. Los enemigos del partido radical no olvidaron los respetos que valían la integridad y prestigios de Luna (La Prensa, 26/6/1919).
Llegó a las altas esferas del poder, por la fuerza de sus merecimientos, más que por la obra de sus ambiciones (La Razón, 25/06/1919). Fue aupado a la vicepresidencia en honor a su lealtad, la pureza de sus propósitos (La Montaña, 25/6/1919) y la serenidad de sus juicios (Las Noticias, 25/6/1919). Su entereza cívica no claudicó jamás (El independiente, junio de 1919). El presidente Yrigoyen, en el Decreto de Honores señaló que debía honrarse la memoria del esclarecido ciudadano, cuya consagración ejemplar al servicio de la Nación lo ha hecho acreedor a su mayor gratitud.
“Siempre las tareas más difíciles le han sido encomendadas por lo gobiernos pasados a pesar de sus ideas políticas contrarias, porque el doctor Luna para La Rioja era su padre tutelar, consejero del gobierno en las cuestiones arduas de interés colectivo, y consejero del pueblo. Así, representó a la Provincia en sus litigios de límites territoriales con las demás, y cada vez que se trataba de hacer un bien a la sociedad, ahí estaba el doctor Luna dispuesto a los mayores sacrificios, con tal de ser útil a sus comprovincianos, con una elevación de miras que ha sido proverbial en su persona.”
“Practicaba el culto del bien a los demás, con la misma religiosidad que al Dios de sus sentimientos más íntimos, y en obsequio a ello jamás reconoció obstáculos ni dificultades. Desde el más rico que habita su mansión opulenta hasta el más pobre y humilde que mora en su choza o rancho azotado por el vendaval, han recibido sus servicios y sus consejos, encontrando siempre en él un benefactor gratuito y desinteresado. A todos ha hecho el bien. A ninguno ha hecho mal. No habrá riojano, por más degenerado que sea en sus pasiones, capaz de contradecir esta afirmación que es, en realidad, axiomática. Siempre el desvalido encontraba en él su mano generosa para aliviarse de la miseria y el potentado, al jurisconsulto íntegro, consumado y capaz para defender sus intereses, apartarlo del error y endilgarle por el recto sendero de la verdad” (De La Vega, 1920).
Su deceso, luego de una cruel enfermedad pulmonar, provocó consternación en toda la República, los homenajes se sucedieron desde Jujuy a Bahía Blanca y de Mendoza a Corrientes. El presidente de la Cámara de Diputados Arturo Goyeneche (1919), al anunciar de pie su deceso en la sesión destacó “la austera modestia que caracterizó a su figura moral”. En la sesión del 27 de junio de 1919 en la Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe, el representante del departamento Rosario Agustín Araya (1919) informó acerca del fallecimiento del "doctor don Pelagio B. Luna, vicepresidente de la República" quien "por sus condiciones de carácter, por su ecuanimidad, su bondad de espíritu y demás bellezas que adornaban su persona, se había granjeado las simpatías de todos".
Los decretos de honores y las honras fúnebres estuvieron a la altura del repúblico que moría joven a los 52 años. Se suspendieron las clases en los colegios, las lámparas de alumbrado de Buenos Aires fueron cubiertas con crespones negros, numeroso público y delegaciones de las escuelas primarias de la Capital escoltaron el cortejo fúnebre, ostentando enlutadas banderas de ceremonias. Las campanas de todos los templos dependientes del Arzobispado de Buenos Aires doblaron en su homenaje de 12 a 12:30 cuando sus restos fueron trasladados a la estación de trenes de Retiro, para emprender el postrer viaje a su La Rioja natal.
Desde entonces, descansa en el Cementerio del Salvador. En 1920 y 1921 se publicaron sendos libros en su memoria, uno por el Ministerio del Interior, citado aquí profusamente y el otro por una comisión presidida por su amigo y socio del estudio jurídico Dr. Daniel Bausch, titulado: “Homenaje del Pueblo de La Rioja al Vicepresidente de la Nación Dr. Pelagio B. Luna en el 2º aniversario de su muerte” en la Imprenta y Tipografía de la Provincia.
El 4 de setiembre de 1920 la Cámara de Diputados de La Rioja, sancionó una ley mediante la cual se impuso el nombre de Pelagio B.Luna al Departamento de San Blas de los Sauces[8]. En 1921 la céntrica calle 9 de Julio de la capital riojana pasó a denominarse Vicepresidente Dr. Pelagio B. Luna.
Radical de aristas bien definidas e inconfundibles, de conciencia y de convicciones, practicaba lo que predicaba, alentaba con su ejemplo y su palabra, sosteniendo bien alto el pendón del partido, no defeccionando nunca, ni aún en las mayores adversidades. Fue uno de los adláteres de Yrigoyen para poner en marcha la “república verdadera”.
Pelagio Luna murió en el año más duro de la primera presidencia de Yrigoyen, en el que se evidenció la agudización de la conflictividad social, se produjo la Semana Trágica y el diputado conservador bonaerense Matías Sánchez Sorondo solicitó el juicio político del presidente de la Nación. La vacante dejada por Luna no fue cubierta hasta el fin del mandato en 1922 y el Senado estuvo presidido por el conservador mendocino Benito Villanueva (Persello, 2004:121).
La U.C.R. de La Rioja rodeó a Luna hasta su fallecimiento, pero una vez obtenido el gobierno provincial se formaron dos alas, la de los principistas y la de los verdaderos. Los primeros levantaban las banderas de la reivindicación social, al estilo de lencinistas, cantonistas, veristas tucumanos y partidarios de Miguel Tanco en Jujuy. Se confesaban contrarios al caudillismo y cualquier personalismo. Los “verdaderos” liderados por Daniel Bausch, eran cercanos a las posturas de los “azules”. Cuando se produjo la escisión del partido, ambos devinieron antipersonalistas (Persello, 2004:45).

4.-Una faceta desconocida: Luna católico practicante
"De rodillas para orar, pero de pie para luchar"

En el diario de sesiones del 12/10/1916 consta que juró por Dios y la Patria sobre los Santos Evangelios. En su deceso fue despedido por el Nuncio Apostólico, como representante de todo el cuerpo diplomático acreditado ante el gobierno nacional. El diario "Los Principios" de Córdoba (junio 1919) en su juicio necrológico dice que Luna "era bueno y creyente, modesto y sincero, afectuoso y servicial". Se acercaba a los gobernadores del régimen para "interceder en favor de algún cura de campaña que siempre encontraron un gestor eficiente para consolar sus tribulaciones, en el "doctor Pelagio" (Los Principios, 1919), o como los hombres mas humildes del pueblo lo llamaban con respeto y admiración: “don Pelagio”.
Luna era un católico práctico y ferviente y en ningún momento tuvo a menos confesar su fe. Pocos meses antes de su elección como vicepresidente hizo realizar en su casa de La Rioja, la entronización del Sagrado Corazón de Jesús, actuando como ministro oficiante el obispo auxiliar de Córdoba, monseñor Dávila. Después de jurar el cargo, concurrió a una gran solemnidad religiosa de los ex-alumnos del Salvador. Acostumbraba a llevar el palio en las procesiones del Santísimo Sacramento. Ello provocaba el asombro respetuoso de los porteños, en una época de "indiferentismo... y hostilidad religiosa" (Los Principios, 1919).
Asimismo, el doctor Luna fue asesor jurídico ad honores del Círculo Católico de Obreros, fundado por el sacerdote Vera Vallejo y luego se convirtió en vicepresidente primero de la Comisión Directiva de dicha corporación. Era de uno de sus afiliados más asiduos y constantes.
En su despedida el diputado nacional Arturo Isnardi (1920:94) exaltó al vicepresidente muerto expresando:
“Era un creyente fervoroso y sincero; su apostolado cristiano era tan sagrado como su evangelio democrático; no admitía el suaviter in modo, fortiter inrino como fórmula logrera de acomodamientos adventicios, sino como una orientación moral de sinceridad afectuosa y tolerante dentro de los límites irreductiblemente señalados”.

Su leal amigo, el presbítero Carlos Vera Vallejo (1920:105-106), en su oración fúnebre señalaba al respecto:
“…la fe de sus mayores, era también su fe… La Iglesia Católica que él respetó y amó con las más íntimas afecciones de su alma acompaña con el simbolismo de su liturgia en este homenaje…Descansa en paz, noble creyente, ciudadano ilustre y que la Cruz que desde hoy extienda amorosa los brazos sobre tu tumba, sea símbolo de la paz que goces en el abrazo de Cristo, a quien confesaste y amaste como noble caballero en la tierra.”

Finalmente, el presbítero José Pío Cabral (1920:141-142), Cura Rector de la Iglesia Matriz, en el solemne funeral predicaba:
“Católico ferviente, el doctor Pelagio B. Luna hacía alarde de sus profundas convicciones en todas partes y hoy vemos con satisfacción que respetando sus creencias, sus despojos mortales reposan en estos momentos en este santo recinto donde habita la plenitud de la divinidad, para rendirle el mejor homenaje bajo las bóvedas del templo, testigo del cumplimiento de sus deberes de cristiano.”


CONCLUSIÓN
Hay hechos que no mueren.
Hay hombres que proclaman
eternamente la victoria y vibran
en las gigantes arpas de la fama.

Para que pueda primar la ética en la política, poner límites a los abusos del poder, transformar las instituciones vendidas al mal en otras orientadas al bien común; con Rocco D´Ambrosio (2005) sostenemos la imperiosa necesidad de educar al hombre para ser ciudadano, que Dios es la fuente del poder, que el bien común debe ser el fin, tener a la Justicia como regla, al amor como estilo y a la paz como clima.
Han de redefinirse los conceptos de vocación, competencia, participación y colaboración. El diálogo debe ser tomado como desafío y corresponde que los ciudadanos vigilen a quienes gobiernan. Nuestros políticos, deben volver a ser hombres que sientan a la cosa pública, bajo la especie de actuante probidad (Mallea, 2001:31), como lo hizo Pelagio B. Luna, injustamente olvidado del panteón de los patriotas y del credo radical (Quevedo, 2003; Sívori, 1964). Así se restaurará la ligazón entre ética y política en las instituciones de la Nación en el presente siglo veintiuno.
De este riojano de físico breve y atuendo pulcro, huesudas manos y exangüe fisonomía marcada con un extenso y poblado bigote horizontal (El Diario de Paraná, 1985), poco más puede agregarse. Ante las palabras de sus fieles partidarios y respetuosos adversarios, huelgan hoy los comentarios. Recuérdese solamente que desde su función de vicepresidente no convirtió su despacho en un comité donde se ofreciesen o vetasen candidaturas.
Conmemórese que enalteció su investidura con procedimientos y actitudes por demás de edificantes. Jamás fue custodiado por ningún guardaespaldas. Remárquese que era cumplidor en todos los actos de su vida. Citaba y cumplía. No hacía esperar a nadie y a todos trataba con afecto y consideración. Nunca más reléguese de la memoria que el Dr. Luna -vicepresidente de la República-, fue el mismo Dr. Luna, ciudadano, cristiano y luchador (Sívori, 1964, Quevedo, 2003:15).
Él, a lo largo de su trayectoria supo imbricar la ética y la política. Es un ejemplo señero, al que debemos retrotraernos para lograr una nueva complementación de los dos vocablos que hoy se aproximan, en el común denominador de la ciudadanía, a una contradictio in términis.



Bibliografía

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Hemerografía

Revista Todo es Historia (1976) número 104
El Diario (Paraná) junio de 1985.
Diarios y periódicos de la época:
El Independiente (La Rioja)
La Época
La Lucha (Lobos)
La Montaña
La Nación
La Prensa
La Razón
Las Noticias
La Unión
La Voz del Interior (Córdoba)
Los Principios (Córdoba)
Diario de Sesiones del H. Senado de la Nación
Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Nación
Diario de Sesiones de la H. Cámara de Senadores de la Provincia de Santa Fe
Diario de Sesiones de la H. Cámara de Diputados de la Provincia de Entre Ríos




[1] También su nombre aparece escrito como “Pelagio Baltasar” y en otras ocasiones como “Pelagio Belindo”, sin embargo el que le fue dado por sus padres y tal como consta en la Fe de Bautismo es “Pelagio Baltazar”. Pelagio significa “aquel que tiene la voluntad de escoger”, es de origen griego. Baltazar, por su parte siendo de origen asirio, significa “que es protegido por Dios”. Sus dos vocaciones que profesó: la democracia y la fe estaban predestinadas desde su nacimiento.
[2] La fórmula conservadora estaba conformada por Tomás Vera Barros y Silvano Castañeda, quienes obtuvieron 5.300 votos contra 2.600 de Luna-de la Colina.
[3] En efecto, Yrigoyen rechazó en principio la elección como candidato a presidente y Luna adhirió a la posición del líder radical. Empero, ante la insistencia de los convencionales y las bases partidarias Yrigoyen y Luna retiraron sus renuncias, pronunciando el primero la histórica frase: “Bueno, ahí tienen mi nombre. Hagan de mi lo que quieran, me entrego a la voluntad de ustedes”.
[4] El antiguo Teatro Onrubia, llamado en 1916 “Victoria” se hallaba ubicado en la calle Victoria, hoy denominada Hipólito Yrigoyen.
[5] Por entonces, el radicalismo estaba diferenciado en dos grupos, los “yrigoyenistas netos” o rojos, entre los que se hallaba Pelagio Luna y los “radicales blandos”, “galeritas” o “azules” acaudillados por Vicente Gallo.
[6] La fórmula Yrigoyen-Luna que ganó los comicios de 1916, también tuvo su tango, titulado, precisamente, con el nombre de ambos candidatos. Su autor fue el pianista Julio V. Leone. Lo editó la Imprenta Musical Ortelli Hnos con esta dedicatoria: “A los doctores Hipólito Irigoyen (sic) y Pelagio Luna, Presidente y Vice de la República Argentina” (Ostuni, 2008).
[7] Nótese que en 1916 el Senado de la Nación tenía mayoría conservadora, la que se mantuvo hasta el fin del período constitucional en 1922.
[8] En 1952 fue restituido el antiguo nombre al Departamento, quitándose el homenaje dado al ilustre ciudadano tres décadas antes (Ottonello, 1997).

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