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marzo 28, 2007

ESTADOS PROBLEMATICOS: FALLIDOS, DEBILES Y CANALLAS

Introducción

El propósito del presente trabajo es analizar los Estados, en tanto actores internacionales[i], que son considerados anómalos o presentan severas falencias. La realidad de los estados fallidos[ii] (failed states) y débiles (weak states) no es de reciente aparición, pero carecían de significación estratégica[iii], hasta los atentados terroristas del 11 de setiembre de 2001[iv] en Nueva York, Washington y Pennsylvania, cuando cobraron una especial preocupación entre las grandes potencias, los organismos multilaterales y los académicos. El fenómeno es percibido como una amenaza azarosa para la seguridad y estabilidad mundial, así como para la región a la cual pertenece el estado problemático que irradia sus efectos en los países cercanos.[v]
El mundo actual es interdependiente globalmente (Vg. efecto invernadero, crisis financieras), militarmente unipolar, económicamente multipolar, demográficamente experimentando una fuerte transición en dirección asiática y donde las brechas entre ricos y pobres (dentro de los países y entre los países) se hacen cada vez más fuertes y sensible a impactos de actores no estatales. Todo lo cual, nos permite colegir las principales tendencias de los conflictos internacionales que se suscitan en el presente y se abatirán en el futuro próximo:
a) Conflictos limítrofes interestatales: se observa una recurrente disminución de este tipo de conflictos;
b) Conflictos por accesos a recursos naturales, incluida el agua;
c) Guerra civil dentro de un Estado: sean étnicas, religiosas, políticas o derivadas de otros conflictos económicos, sociales o culturales, que enfrenta a una fuerza que pretende disputar el control del poder estatal a quienes lo detentan;
d) Conflictos interestatales por el acceso y control de tecnología nuclear y de manipulación genética. En esta clasificación podemos incluir a los estados canallas (rogue states)[vi];
e) Estados fallidos: son conflictos que se suscitan en países donde se observa la falta de un estado que organice los elementos básicos de la convivencia en sociedad (Herman y Ratner, 1992-1993; Olson, 1993; Rotberg, 2002). Se trata de situaciones donde existe: violencia prolongada entre facciones; crisis institucional severa que provoca en las instituciones estatales, inhabilidad o desinterés para brindar seguridad física y servicios básicos (justicia, salud, educación) al conjunto de la comunidad; y un cuestionamiento profundo de la legitimidad del Estado. Un estado fallido se identifica por la pérdida del control monopólico del uso de la fuerza y una deficiente gestión económica.

Discerniremos las distintas maneras en que se describen los Estados problemáticos: débiles, fallidos, quebrados, colapsados, en riesgo, etc; su ligazón con una amplia gama de amenazas, tales como: niveles extremos de pobreza; crimen transnacional; redes de tráfico ilegal de armas, drogas y seres humanos; propagación de enfermedadades epidémicas; conflicto violento interior y regional; genocidio; terrorismo; asentamiento de terroristas transnacionales y desintegración de las organizaciones sociales básicas. Esta dilatada variedad de peligros no se limita al territorio de esos Estados, sino que provocan el denominado “efecto vecino” en dos direcciones: 1) El crecimiento deviene más lento en los países que tienen a un vecino frágil (Collier, 2005); 2) Las instituciones débiles de los estados frágiles[vii] pueden causar un efecto de expansión a sus estados vecinos (Cliffe, 2005); e incluso la crisis puede llegar a afectar la seguridad regional y global.
Una de las principales consecuencias de esta clase de conflictos intraestatales es la elevada proporción de víctimas civiles, el aumento de desplazamientos masivos y forzados de la población, las matanzas en masa de refugiados, catástrofes humanitarias derivadas de epidemias y hambrunas prolongadas. La mixtura de terrorismo, Estados canallas o fracasados y Armas de Destrucción Masiva (ADM) es el nuevo reto de nuestra época -comparable en su escala, si no en su tipo, al fascismo de los años treinta o al comunismo soviético de los años cincuenta- (Garton Ash, 2005: 68).
Resulta pertinente aclarar, que a los efectos de esta investigación, nos ceñiremos a estudiar los estados débiles y fallidos y su comparación con los estados canallas, chantajistas, clientes, iluminados y non-states. Dejamos de lado, por razones metodológicas a lo estados que podrían denotar debilidad en razón de su tamaño pequeño (small states) o escasa población, como por ejemplo: Mónaco, St. Kitts & Nevis, Seychelles, Maldivas, o Nauru.
Los Estados Fallidos como amenaza para la gobernabilidad democrática
1.- ¿Qué entendemos por Estado?
Un Estado es una entidad política autónoma y soberana, en el sentido que no está sujeta a una autoridad política superior. Desde el punto de vista legal, un estado es una entidad del derecho internacional que tiene las siguientes características: territorio definido, gobierno, población permanente y capacidad de establecer relaciones con otros estados. Un país alude a la dimensión territorial o geográfica del estado, aunque estos dos últimos términos tienden a usarse de manera intercambiable. Un Estado-nación, es un estado independiente, dentro del cual una nación es dominante. No obstante, la cuestión no es tan estricta; por ejemplo, Suiza, Bélgica, EUA y muchos países más, tienen grupos étnicos, religiosos y lingüísticos múltiples, sin que alguna nación sea dominante. Si nos atenemos a las definiciones precisas, Reino Unido tampoco sería un Estado-nación, pues está conformado por lo menos, por cuatro países (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte). Más aún, existen muchas naciones sin un estado, como por ejemplo: los kurdos, los gitanos, los palestinos o los aymaras. (Parodi, 2005).
El “estado” está entre los términos más disputados de las ciencias sociales. Después de la Segunda Guerra Mundial se han promovido diversos debates relacionados con la fuerza, el alcance y la importancia del estado. En el mundo bipolar la guerra de un estado a otro era vista como posible. El mito de un estado socialista fuerte, omnipresente fue promovido en ambos lados de la Cortina de Hierro. En la era de la descolonización, el reconocimiento internacional de los nuevos Estados fue concedido sin atender a la viabilidad de las entidades coloniales anteriores y a su sistema interno de organización, con el concepto de soberanía y de inviolabilidad de las fronteras consideradas como tales por la ONU.[viii]
En el último tercio del siglo XX, las teorías de la interdependencia y la globalización han comenzado a poner en dudas el rol central del estado, a la par que es desafiado desde abajo por el papel de la sociedad civil, el mercado global, el transnacionalismo, las instituciones internacionales y supranacionales. Desde mediados de los años ochenta, una vuelta al estado ha sido sugerida por los teóricos neo-estatistas, que promueven una mayor autonomía y capacidad del estado (Evans et al, 1985:9). Por su parte, los economistas liberales renovaron sus críticas al modelo de estado intervencionista, defendiendo la idea básica que el “mercado aseguraría equilibrio y aumentaría la abundancia de las sociedades” (Mette Kjaer, 2004: 128). Poco después del final de la guerra fría ha llegado a ser evidente que al reducirse el alcance del estado, implantando el dominio absoluto del mercado, la liberalización económica y política y el fortalecimiento de la sociedad civil todo ello no trajo aparejado espontáneamente el “fin de la historia” ni tampoco el desarrollo económico, la victoria del modelo de democracia liberal y la “paz democrática ampliada”.[ix]
Con Buzán, sostenemos que los principales componentes del Estado son: 1) El componente conceptual o la “idea del Estado”. Esto es, el grado de reconocimiento e identificación de la población con su Estado. 2) El componente físico, caracterizado por una población permanente y un territorio delimitado. 3) El componente institucional que implica la existencia de un gobierno capaz de mantener un control efectivo sobre el territorio y de mantener relaciones con otros Estados. 4) Un cuarto elemento fundamental que distingue al Estado de otras unidades sociales es la soberanía definida en términos de autogobierno, de la negación de cualquier otra autoridad política superior y de la autoridad suprema del gobierno sobre el territorio y sus habitantes (Buzán, 1993: 57-146).
2.- ¿Qué comprendemos por gobernabilidad democrática?
Por gobernabilidad democrática[x], nos referimos a las reglas del juego democrático para la conformación de gobiernos legítimos, o sea la creación de legitimidad a través de la elección de representantes y la posibilidad de la participación política, y la democracia gobernable, la plataforma jurídica-institucional para el ejercicio gubernamental eficaz implementando decisiones con amplio consenso social. Bobbio, Matteucci y Pasquino (2002:703-710), definen el término de gobernabilidad como la relación de gobierno es decir, la relación de gobernantes y gobernados, por lo tanto la relación compleja entre los dos entes es lo que permite hablar de gobernabilidad. Joel Migdal (1998), especifica a la gobernabilidad como la capacidad del gobierno de implementar iniciativas políticas aprobadas por el parlamento. Es decir, mientras más fiel al texto de la ley o del programa adoptado sea la implementación, más completa está la gobernabilidad. O al contrario, se entiende que mientras más divergente esté la implementación obstaculizada por ejemplo, por costumbres que van en contra, reglas informales o resistencia organizada o no, más problemas de ingobernabilidad tendrá el gobierno. Algunos autores enfatizan ciertos elementos que la definen como una propiedad (Rial, 1987), cualidad (Flisfish, 1987; Arbós y Giner, 1993) o un estado (Crozier, Huntington y Watahuki, 1975) de la relación del gobierno.
Desde la visión de la politología, el concepto hace referencia a la capacidad de gobernar en forma estable y a la viabilidad de un gobierno (Tomassini, 1998) y, por tanto, a la calidad de las relaciones que éste establece con la sociedad. Desde esta perspectiva, la gobernabilidad es la expresión institucional del problema de la legitimidad de un gobierno y está relacionada con la capacidad de establecer normas que creen consentimiento y satisfacción a las demandas sociales (Sojo, 2002). Joan Prats (2002), arguye que la gobernabilidad adquiere contenidos más amplios; se refiere a la capacidad de un sistema social democrático para auto-gobernarse afrontando positivamente los retos y las oportunidades. La gobernabilidad desde su perspectiva es una cualidad de las sociedades y sistemas y no de los gobiernos.
En síntesis, la gobernabilidad hace referencia a la estabilidad de las instituciones democráticas a pesar de la incertidumbre de los resultados del juego político, es decir, de las negociaciones y los pactos entre los actores políticos; y a las capacidades de las instituciones políticas y sociales para agregar y articular intereses, así como para regular, disciplinar y solucionar los conflictos que se ocasionen entre ellos. Un sistema social es gobernable cuando está estructurado socio-políticamente de modo tal que todos los actores estratégicos se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver loas crisis con sujeción a un sistema de reglas y procedimientos formales o informales que pueden registrar diversos niveles de institucionalización. Un sistema de gobernabilidad democrática debe permitir que las reglas y normas sean producto de la participación, la deliberación, la confrontación de intereses y de modelos mentales entre actores que tienen en cuenta no sólo sus derechos e intereses sino también la estabilidad y avances en el orden global.
Por el contrario, entendemos por ingobernabilidad a la suma de debilitamiento de la eficacia del gobierno simultánea al debilitamiento del consenso ciudadano, lo que también se ha definido como “democracia embotellada”, en donde “la demanda es fácil y la respuesta difícil” (Bobbio, Matteucci y Pasquino, 2002:704). Según la definición de Schmitter (1988: 395 y 401), la ingobernabilidad se identifica mediante cuatro indicadores: primero, aparece la indisciplina, cuando la ciudadanía recurre a métodos de fuerza violentos, ilícitos o irregulares para influir sobre las políticas públicas: segundo, emerge la inestabilidad que se produce cuando las elites dirigentes pierden capacidad de liderazgo político; tercero, irrumpe la ineficiencia que se patentiza cuando una administración no consigue precisar metas ni asegurar su acatamiento; cuarto, se instala la ilegalidad, entendida como el hecho que los actores dotados con más poder buscan eludir limitaciones y controles jurídicos en procura de ventajas propias extralegales.
3.- ¿Por qué fallan los Estados?
La generalidad de los Estados tienen cierta debilidad institucional y reconocen fallas de múltiples orígenes (problemas políticos, sociales o económicos), las que crean “tensiones disfuncionales en su actividad hacia dentro o hacia fuera, o en ambos sentidos” (Sánchez Gijón, 2003). Cuando en este trabajo hacemos alusión a los fallos del Estado, nos referimos a los desarreglos en el funcionamiento de sus instituciones, es decir, cuando éstas sufren el desafío de una disidencia interna que les impide conseguir su mayor nivel de eficacia. Pero, cabe señalar que para su categorización en el tema que nos ocupa, deben adquirir en la arena política un nivel de gravedad crítico. “La expresión integral del Estado fallido es el Estado sin ley, esto es, aquél en el que las instituciones han dejado de funcionar para todos y en todo momento... [los] ejemplos de disfuncionalidad de los Estados, abarcan desde la avería total hasta la pérdida relativa de eficacia”. (Sánchez Gijón, 2003)
Previo a adentrarnos en el análisis en sí, resulta menester precisar los extremos sobre lo que implica ser un estado fallido y otras categorías existentes: estados débiles (weak states)[xi] canallas, infames, villanos, hampones o matones (rogue states)[xii], inmorales (immoral state[xiii]), estado derrumbado (collapsed state[xiv]), estado frágil (fragile state)[xv], cuasi-estado (quasi-state)[xvi], estado depredador (predator state)[xvii], estado capturado (captured state)[xviii], estado incapacitado (incapacitated state)[xix], estado fracturado (fractured state)[xx], estado disfuncional (dysfunctional state)[xxi], estado chantajista (blackmail state[xxii]), estado fantasma (phantom state[xxiii]; etc.). [xxiv]
Los Estados débiles y los fallidos germinan en el escenario internacional, como focos de inestabilidad de todo el sistema[xxv]. Los autores los consideran el problema más importante después del fin de la Guerra Fría (Crocker, 2003: 36; Fukuyama, 2005: 140) Sus crecientes niveles de vulnerabilidad han ido horadando el espíritu westfaliano, al punto de exhibir una peligrosa desarticulación de las estructuras básicas para ejercer potestad y soberanía. La característica principal es la irrupción o afianzamiento de grupos irregulares antisistémicos, con vínculos transnacionales (guerrillas, mafias, grupos terroristas transnacionales y otros), que no buscan "la toma del poder" ni se plantean el derrocamiento de los gobiernos, como en tiempos pasados, sino instaurar una pax mafiosa, sea en todo el territorio de un Estado, o en partes de éste denominadas “zonas problemáticas”.
Cabe señalar que ya en 1976 Faletto y Cardoso subrayaron que “la contradicción de un Estado que constituye una nación sin ser soberano [es] el nudo gordiano de la dependencia”, observando asimismo que ese Estado no puede representar a la nación (Faletto y Cardoso, 2004: 203). Hoy, todas las amenazas concretas para la seguridad internacional, incluyendo terrorismo, expansión nuclear, violaciones arbitrarias de los derechos humanos, pobreza, conflictos armados y catástrofes humanitarias con oleadas masivas de refugiados, son vistas como de responsabilidad de estados fallidos y consecuencia de la debilidad de la institución estatal (Durdevic-Lukic, 2006; Woodward, 2005; Fukuyama, 2005: 140).
El tema de la lasitud de ciertos Estados ha sido motivo de reflexión teórica al interior de la disciplina de las relaciones internacionales, y la bibliografía registra un interesante debate conceptual donde se destacan los aportes de David Vital y Michael Handel[xxvi]. Aunque en la actualidad -como una forma de atenuar las vulnerabilidades-, se observa una tendencia creciente a privatizar los conflictos, donde adquieren notoriedad las denominadas Corporaciones Militares Privadas (CPM), que diseñan y ejecutan Operaciones Militares Distintas a la Guerra (OMDG), presentes en África, la ex Yugoslavia[xxvii] y crecientemente en América Latina. Nuevos focos se advierten en la Triple Frontera (Argentina, Paraguay, Brasil), el lago Agrio (frontera Ecuador/Colombia), selva del Darién (Panamá), corredor Tabatinga-Leticia (frontera Colombia/Brasil), y Surinam.
El propósito del Estado astuto (“statecrafty”) es su supervivencia en un ambiente hostil y su meta principal es la adquisición de poder. Su seguridad se percibe como política de Estado y la guerra con otro estado, como la amenaza principal. La posición y la seguridad relativas de cualquier estado débil se miden en el sistema internacional específico en el cual está funcionando. El estado débil se estudia dentro de un arco comparativo: grandes poderes, poderes medianos, estados débiles, mini estados[xxviii]. La característica principal de los estados débiles es su carencia de poder o de la pérdida creciente del monopolio de la fuerza[xxix]. La fuerza es relativa, un fenómeno no absoluto. Los criterios principales para la distinción entre los estados débiles y fuertes son: poder militar y posición geográfica como fuentes internas de la debilidad, y relaciones formales de alianza u oposición de los débiles con estado grandes, como fuentes externas de la debilidad. También, los débiles producen con frecuencia un número muy limitado de productos. Hay varias posibilidades para que las grandes potencias exploten la posición de los estados débiles, que tienen escasas opciones en la toma de decisión (Handel, 1990: 217-256). Según Hans-Henrik Holm, el sistema internacional es creado sobre la base de las normas de los países dominantes acerca de la idea del estado, su legitimidad y marco legal. Los estados débiles son incapaces de cumplir con estas normas y representan tanto un fracaso del sistema, como una responsabilidad del mismo (Holm, 1998).
La fuerza total de un estado es su potencia interna y externa combinadas. La potencia militar se mide a través “de la población efectiva”, es decir, de la fracción de los habitantes que pueden ser armados e instruidos para manipular las “armas sofisticadas modernas”; de la capacidad nuclear bélica que se posee; y de la relevancia económica, industrial y social. (Handel, 1990: 13-14) Los indicadores usados para determinar la potencia son: población, PNB, PIB per cápita, gasto público, reservas de energía, producción, cantidad de fuerzas armadas y gastos militares. En términos de posición geográfica, la localización y la naturaleza del terreno son importantes, pero también el número de los países vecinos con los cuales se comparte una frontera común, el perfil demográfico, las alianzas de defensa y los objetivos políticos.
La debilidad o fortaleza del Estado no sólo es medida en términos del poder militar, sino también de la integridad, consolidación y cohesión social, política, económica y territorial de cada país. La naturaleza débil o fuerte del Estado puede determinarse mediante cuatro variables (cohesión sociopolítica, capacidad política, desarrollo socioeconómico y control territorial) que a través de sus indicadores conforman dos tipos polares: el Estado Fuerte y el Estado Débil (Dreyfus, 2001)[xxx]. Dichos indicadores pueden tomarse como un índice acumulativo que indica cuán vulnerable puede ser un Estado a amenazas transnacionales tales como por ejemplo el crimen organizado, el tráfico de drogas, la degradación ambiental, las migraciones ilegales y los conflictos. La situación "débil" o "fuerte" de un Estado no es inamovible, ya que a lo largo del tiempo los Estados pueden fluctuar entre un polo y otro de acuerdo a cambios en las variables.
Migdal sostiene, que las sociedades fuertes dan lugar a estados débiles - él excluye la opción de una sociedad fuerte y de un estado fuerte[xxxi] (Migdal: 1998 y 2001). El estado fuerte se define como uno con altas facultades para alcanzar sus metas, incluyendo “las capacidades de penetrar a la sociedad, regular la relación social, extraer recursos, crear tributos y utilizar a ambos de maneras decididas.” (Migdal, 1988: 264) El concepto "weblike societies" acuñado por Migdal (1998) es utilizado para referirse a países donde hay comunidades autónomas y autoridades locales que compiten con la autoridad del Estado en el sentido de que existe una red paralela de instituciones cuya legitimidad es superior a las instituciones y símbolos del Estado.[xxxii] El autor ha caracterizado como "sociedades fuertes" a aquellas del Tercer Mundo, caracterizadas por la persistencia de formas no capitalistas de relación y control social, que ha impedido la formación de un estado centralizado, capaz de lograr "exitosamente el tránsito de un comportamiento guiado por las inclinaciones propias de la gente, a un comportamiento prescrito por normas". (Migdal, 1988:22) El resultado es una situación de fragmentación social que impide el surgimiento de "estados fuertes" con la suficiente capacidad para integrar la sociedad y centralizar su función regulatoria. La fragmentación social y la primacía de los jefes políticos locales, impide, a su vez, el desarrollo de una burocracia racional y facilita el control de las instituciones públicas locales por intereses personales, lo cual conduce al desplazamiento de las políticas generales del Estado por intereses parciales de la sociedad
Para Barry Buzan, “los estados débiles o fuertes referirán al grado de cohesión sociopolítica” (Buzan, 1991: 97). La característica que distingue principalmente a los estados débiles es “su de alto nivel de la preocupación con amenazas nacionalmente generadas a la seguridad del gobierno; es decir los estados débiles no tienen, ni no han podido crear, un consenso político y societal doméstico” (Ibídem: 99). Iván Krastev define el estado débil como “estado que no pueda proteger los derechos de los ciudadanos y el derecho de propiedad. El fracaso en aplicar la ley es la característica básica de un estado débil,” mientras que la debilidad del estado se puede superar principalmente a través de la construcción de burocracia estatal “bureaucracy-building” y construcción de distrito electoral “constituency-building” (Krastev, 2004: 102-114).
En opinión de Genc Ruli, el estado débil que genera la inseguridad de la propiedad, de la vida, de la dignidad y de las ganancias de la población. Es el estado débil que permite la propagación amplia de la corrupción, del crimen organizado, y de la captura del estado por intereses espurios. El estado débil no puede proporcionar servicios básicos tales como justicia, igualdad de derechos, educación decente, atención médica, electricidad, abastecimiento de agua, etc.” (Ruli, 2003: 161)
4.- Emergentes del fin de la Guerra Fría: Estado de secesión y Estado sobrante.
Uno de los atributos de nuevos estados es la ausencia o la debilidad de sus instituciones administrativas para conducir la diplomacia o relaciones exteriores. Esta carencia de experiencia es un factor relevante en la creación del estado en sí. Langer y Pöllauer (1995:13-15) mencionan dos tipos de nuevos estados. El primero es “el estado de secesión (secession state) y el otro es el estado sobrante (remaining state). En el Sud Cáucaso, las tres repúblicas de la región (Georgia, Armenia y Azerbaiján) han mostrado las características de estados de secesión, que debido a su antigua inserción en la extinta Unión Soviética, ellas eran simplemente unidades administrativas gobernadas desde el centro, y se carecía de elite local gobernante así como de infraestructura para ser capaces de autogobernarse, sobre todo en el campo de política exterior. Esto tiene varias consecuencias para la formación del aparato estatal (incluyendo la diplomacia), así como para la inclusión del nuevo estado en la comunidad internacional.
El estado de secesión es contrastado con el estado “restante”, “remanente” o “sobrante” - por caso, Rusia - que es formado “de las antiguas regiones centrales transformadas” de los antiguos Imperios. Este nuevo estado mantiene la mayoría de la infraestructura administrativa del estado central precedente y el personal burocrático (Kotchikian, 2004). Por lo tanto, un estado débil también es definido como un país que tiene una alta dependencia en la protección por países “más fuertes” y ha limitado recursos de conducir la diplomacia y una política exterior acertada. Basado en estos criterios, un estado débil ha circunscrito las ocasiones de influir en el sistema internacional. (Handel, 1981: 37-46 y 52-53).
5.- Una aproximación al concepto de estado fallido[xxxiii]
Una de las innovaciones producidas en las postrimerías de la Guerra Fría es la conceptualización de los estados débiles o fallidos, a cuyo análisis nos dirigiremos a continuación. El término “estados fallidos” es usado desde la década pasada[xxxiv], ya que su notoriedad se patentiza con ocasión de los genocidios en los Grandes Lagos Africanos, en especial las matanzas de Ruanda (1994). Los autores coinciden que los estados fallidos[xxxv] representan una amenaza para la comunidad internacional (Fukuyama, 2005; Zeeborek; Heuhaus, 2005:26-28; Chesterman, 2004; Carment, 2003: 407; Cosidó, 2004, Garton Ash, 2005: 68, Allin: 2002b)[xxxvi]. ¿Qué un Estado en derrota? Por Estados desfallecientes se entienden Estados en el seno de los cuales las instituciones responsables de la gobernanza se encuentran en crisis. Esto puede producirse debido a una crisis interna, o a divisiones en el seno de un país, en los países extremadamente pobres, dónde las instituciones son inexistentes, o allí dónde las instituciones de gobernanza son absolutamente incapaces de ejercer un control legítimo sobre el conjunto de su territorio (Chesterman, 2004).[xxxvii]
En opinión de Olson un estado fallido es todo aquel que tiene problemas importantes que comprometen su coherencia y su perennidad “(Olson, 1993). Ciertos estados son incapaces de administrar el desafío de las rivalidades étnicas, tribales y religiosas. Quedan sumidos por ello en un desorden interno y violaciones de los derechos humano, que van desde el hundimiento del estado de derecho hasta los flujos de refugiados y al genocidio (Ronai, 1997). El estado quebrado (failed), turbado (troubled) o débil (weak) es doblemente desfalleciente: Primero, no puede hacer frente al criterio crucial de la soberanía nacional: esto es, la capacidad de pacificar los territorios nacionales y asegurar la protección de las poblaciones que viven en el interior de las fronteras” (Mason, 1996). Segundo, es “incapaz de ocupar su sitio como miembro de la comunidad internacional” (Geltman y Ratner, 1992-93).
Tokatlian entiende por estado fallido al que se encuentra definido por una extendida ilegitimidad institucional y por la incapacidad de proteger a sus ciudadanos y a las comunidades, de las fuerzas que amenazan su seguridad existencial (Tokatlian, 2001). Por su parte, Garton Ash señala como elementos distintivos de los estados fallidos a: el asesinato de un gran número de personas, únicamente por su adscripción étnica; la acogida amistosa de militantes extremistas y terroristas internacionales; la posibilidad que tanto éstos como los dictadores que los amparan se hagan de ADM (Garton Ash, 2005: 292) Un estado fracasado es aquel que es “completamente incapaz de sostenerse a sí mismo como un miembro de la comunidad internacional” (Esty et al, 1995: 1). Los fracasos estatales consisten en casos en los cuales la autoridad central estatal se derrumba durante varios años. Podemos agregar cuatro clases de fracaso estatal: (1) guerras revolucionarias, (2) guerras étnicas, (3) matanzas masivas, (y 4) cambio de régimen adverso o disruptivo.
Para Sur (2005), se manifiesta un estado fallido, cuando el aparato estatal no puede cumplir sus funciones esenciales, en especial no puede garantizar la seguridad física de la población. Ello, no se produce solamente por disturbios internos, sino que se suscitan intervenciones de los Estados vecinos, flujo masivo de emigrantes o refugiados y tendencia al contagio de la situación de inestabilidad en los países limítrofes, provocando amenazas a la paz y seguridad internacionales.
En los casos más drásticos de la debilidad abrumadora, “las funciones básicas del estado ya no se realizan más” y el estado se derrumba. (Zartman, 1995: 5) El estado fallido se describe como “completamente incapaz de sostenerse como miembro de la comunidad internacional.” (Herman y Rattner, 1992/93: 3-30). Según Susan Woodward, “la falla del estado es una inhabilidad de tomar decisiones colectivas y de hacerlas cumplir, en caso de necesidad.” Como muestras más claras de advertir fallas, enumera: desafío creíble al monopolio legítimo sobre el uso de la fuerza, o la pérdida absoluta de esa prerrogativa; inhabilidad o desinterés del estado en utilizar la fuerza cuando es necesario; y, la imposibilidad para constreñir al cumplimiento de las normas y la observancia de las leyes y de imponer sanciones efectivas a quienes las violen, ya que el Estado carece de todo instrumento de aplicación (financiero, económico, social, cultural, político, legal y moral, en el sentido de la legitimidad) (Woodward, 2005).
El derrumbamiento estatal se insinúa cuando el estado central comienza a deteriorarse, conduciendo a la desintegración de la sociedad, con la lealtad que cambia del Estado a las comunidades tradicionales que parecen ofrecer una mejor protección. Este proceso es una progresión de tres pasos. Primero, las instituciones fallan en proporcionar servicios adecuados a la población. Segundo, la competencia étnica, social e ideológica es incorrectamente canalizada y contribuye a erosionar la eficacia de las instituciones, tornándolas más débiles aún. Finalmente, los efectos acumulativos de pobreza, superpoblación, huída de las zonas rurales y rápida urbanización sin planificación con el consiguiente daño ecológico, abruman al estado débil al punto de derrumbarlo. (Dearth, 1996: 119-130)
De acuerdo con Zartman, el fracaso de un Estado se asemeja a una cuesta resbaladiza que posee algunas características notables hacia el final y que sirven como señales de derrumbamiento inminente. Identifica cinco particularidades: 1) la transferencia de poder a las periferias, porque el centro lucha entre sí; 2) debilitamiento del poder del gobierno central; 3) mal funcionamientos del gobierno al evitar iniciativas necesarias pero difíciles de implementar debido a su alto costo político; 4) los gobernantes sólo practican la política defensiva y 5) pérdida de control del centro sobre sus propios agentes (Zartman, 1995: 1-11). Lemarchand, a la luz de la comprobación empírica de los colapsos de Ruanda y Burundi, agrega que los mismos se originaron por presiones demográficas incontenibles, a raíz de la escasez de tierras y por la contracción de las bases políticas de la autoridad del Estado. (Lemarchand, 1997)
La noción de estados fallidos describe, generalmente, las características internas de un estado post-colonial que carece de capacidad para suministrar bienes políticos, económicos y de seguridad a su población, con lo que ese estado se encuentra en incapacidad de seguir funcionando como tal (Montenegro, 2005). Tiene sus raíces en la dinámica de la Guerra Fría y sus efectos perduran en la post guerra fría[xxxviii]. Como se dijo, al no poder adaptarse a los cambios en la estructura de poder, su quebrantamiento arrastra consigo toda posibilidad de estabilidad ad intra y ad extra con el consecuente impacto en el campo de la seguridad y de la estabilidad económica regional y global. La existencia de estos estados fallidos, inseguros, inestables o a punto de colapsar son vistos como lugares atractivos para el asentamiento de redes del delito internacional: terrorismo, narcotráfico, comercio ilegal de armas, refugio de terroristas, crimen organizado, catástrofes humanitarias, degradación ambiental y extremismo político: coacciones que perturban a todo el planeta.
Tras los atentados del 11-S el gobierno de EUA ha planteado el grave problema que significan las “zonas sin gobernanza”, es decir, regiones geográficas donde el control del Estado se ha debilitado sistemáticamente hasta llegar a esfumarse, lo que trae como consecuencia la aparición de Estados fallidos o “débiles” y la proliferación de grupos armados no-estatales. La amenaza que representan los Estados en desintegración o fallidos fue un concepto destacado en el documento sobre Estrategia de Seguridad Nacional de la Administración Bush, en cuya primera página se leía que “América se ve actualmente menos amenazada por parte de Estados en expansión, que por los que se encuentran en plena desintegración” (Allin, 2002ª). A finales de los ´90 un equipo de investigadores bajo la dirección de Paul Kennedy intentó establecer unos criterios objetivos para poder hacer esa elección estratégica, por lo que elaboraron una lista de “Estados imprescindibles” a los que Occidente y el resto de la comunidad internacional bajo ningún concepto podían permitir desintegrarse. Pero la inviabilidad que subyace en la idea de la lista es bastante obvia: seguro que antes del 11 de septiembre Afganistán no hubiera estado en el grupo que la encabezara. (Allin, 2002ª)
6.- El Índice de Estados Fallidos
Los indicadores de estados fallidos expresan “la aspiración de las potencias de imponer su hegemonía y justificar acciones interventoras futuras” (Ontiveros, 2005). Sin embargo, no dejan de ser un instrumento indiciario a considerar con prudencia y relatividad del caso. La clasificación genera controversias sobre la injerencia de las naciones más poderosas y sus verdaderos propósitos (Mendoza Pinto, 2005:83-98).
El Fund for Peace (FfP) y Foreign Policy elaboran anualmente el Índice de Estados Fallidos. Consideran como tales a aquellos cuyo gobierno pierde el control físico de su territorio o el monopolio del uso legítimo de la fuerza. Otros síntomas de fracaso son la erosión de la autoridad para tomar decisiones colectivas, la incapacidad de ofrecer servicios públicos razonables y la pérdida de la facultad de mantener relaciones formales con otros Estados como miembro de pleno derecho de la comunidad internacional. Como sugiere la lista de los 12 indicadores[xxxix], otros rasgos característicos del Estado fallido son la corrupción generalizada y el comportamiento delictivo, la incapacidad de recaudar impuestos, los grandes desplazamientos involuntarios de población, el rápido declive económico, la desigualdad entre grupos y la persecución o la discriminación institucionalizadas. Los Estados pueden fracasar de distintas formas, mediante explosión, implosión o erosión (http://www.fp-es.org/ago_sep_2005/story_10_16_extra_content.asp )
En relación al Índice Foreign Policy y Fund for Peace, se equipara en el estudio lo “fallido” con la insuficiencia del poder estatal, adoptando la tesitura que la centralización es la manera más adecuada de combatir el desorden. El inconveniente radica en que se puede interpretar como un respaldo a los gobiernos autoritarios (Vargas Llosa, 2005) y en que “la cuestión no es la ausencia de poder estatal, sino mas bien en la ausencia de derechos basados en el individuo, que protejan a las personas del instrumento autoritario utilizado por las sucesivas facciones a lo largo del tiempo para controlarlas: el exceso de estado.” Sánchez Cacicedo (2006) sostiene que Sri Lanka atraviesa una de sus etapas más críticas ante el estancamiento de las negociaciones de paz con la guerrilla tamil. Empero, resulta sugestivo que el país se considere a punto de convertirse en Estado fallido; ya que hay otros conflictos (en Colombia o Mauritania) mucho más desestabilizadores, pero mejor ubicados en el ranking. Se interroga si los índices son declaraciones políticas enmascaradas, o hay algo más.
El Índice de Estados Fallidos presenta el diagnóstico del problema, un primer paso para la elaboración de estrategias que permitan fortalecer los Estados débiles y en peligro de fracasar y estimular su recuperación. Ofrece el perfil de una patología política para la que existen muchos remedios y tratamientos. Cuanto más capaces seamos de anticipar, vigilar y medir los problemas, más eficazmente se puede prevenir una descomposición violenta y proteger a los civiles atrapados entre dos fuegos. Las estrategias de recuperación deben centrarse en los indicadores que han obtenido la puntuación más alta; por ejemplo: en aliviar las presiones demográficas, los agravios enraizados, el empeoramiento económico o la desigualdad. Asimismo, los responsables políticos deben prestar más atención a la construcción de instituciones del Estado, sobre todo las cinco fundamentales: ejército, policía, administración civil, sistema de justicia y gobierno. Es preciso adaptar las políticas a las necesidades de cada Estado y posteriormente vigilarlas y evaluarlas de forma intensiva, con el fin de introducir los cambios necesarios si no se produce la recuperación.
7.- Reversión del fracaso
Ha habido casos de Estados que han logrado recuperarse después de haber llegado al borde del fracaso. Los más espectaculares son los que lo han conseguido sin intervención militar ni administrativa del exterior. En los años 70, los analistas predijeron un futuro nefasto –que incluía una hambruna masiva y violencia interna– para India, debido al rápido crecimiento de la población, la mala gestión económica, además de la pobreza y la corrupción generalizadas. Hoy, a pesar de que siguen existiendo muchos problemas, India ha cambiado por completo. Es la mayor democracia del mundo, con una economía competitiva y un sistema político representativo. Otro caso similar es el de Sudáfrica, que en los años ´80 se encaminaba a una violenta guerra entre razas y, sin embargo, se apartó del abismo con un acuerdo negociado que supuso la llegada de una nueva era de gobierno de la mayoría, una constitución liberal y la destrucción de las armas nucleares.
8.- Desintegración estatal por deposición de gobiernos autoritarios
La ruptura de gobiernos autoritarios puede dar lugar a la desintegración del Estado y la guerra civil, tal como ocurrió en Liberia, Somalia y Sierra Leona (Levistky y Way, 2004:175). En estos casos de desintegración de Estado sostenido, Juan J. Linz (2000:253) y Richard Snyder (2001) utilizan el concepto de “caosocracia” (chaosocracy); vale decir cuando lo que existe es un “no regimen y un no Estado” (no regime and no State) en donde impera el caos y del cual algunos obtienen sus réditos. Snyder (2001) introduce una alarmante correlación entre la existencia de recursos naturales saqueables (lootable) y el desorden político. Se refiere así a la mayoría de los que conocemos como Estados fallidos, en donde abundan las gemas, la madera y las drogas ilícitas, recursos fácilmente extraíbles y transportables. Es así como se causan guerras civiles, se inventan motivos y suministran medios para rebeliones rebeldes armadas. Tales recursos naturales saqueables, son vistos como un pote de miel (honey pot), que funciona como combustible de las rebeliones basadas en la avaricia (greed-based rebellions) en los estados colapsados del mundo subdesarrollado contemporáneo.
Existen evidencias de la conexión cercana entre riqueza expoliable e inestabilidad política. Algunos periodistas y ONG´s como Global Witness han enfocado su mira en el rol que les cabe a los diamantes en los conflictos actuales en Sierra Leona, Angola y Congo; drogas en Colombia y Afganistán y bosques preciosos en Camboya y Liberia. Es por ello, que se hace mención de “diamantes de sangre” (blood diamonds)[xl], transacciones ilícitas de diamantes por armas (diamonds-for-weapons) y troncos (o leños) de guerra (logs of war).
Por lo demás, en muchos de los casos paradigmáticos de derrumbamiento del Estado, en donde existen los bienes saqueables a que hicimos referencia, anteriormente fueron gobernados por regímenes de los más duraderos del mundo. Por ejemplo, en Zaire (antiguo Congo) el dictador Mobutu Sese Seko (1965-97) presidió un régimen patrimonial que duró más de 30 años. En Sierra Leona, Siaka Stevens (1968-85) mantuvo el poder sostenidamente durante casi 20 años y fue capaz de entregar el poder apaciblemente a su sucesor escogido y retirarse de manera incruenta. Y en Liberia, el régimen de William Tolbert totalizó 13 años, y fue precedido por 27 años de la dictadura de William Tubman (1944-1971). Además, los especialistas con un entendimiento a fondo de estos países han mostrado que los recursos despojables eran en realidad un factor clave, que contribuyeron a la estabilidad de los viejos regímenes no democráticos a quienes proveían de los recursos para sus redes de asistencialismo y reparto de favores políticos.
Esta tipología de estados es viable para caracterizar los países africanos descolonizados con sus estados nuevos, nacidos a consecuencia del fin del colonialismo europeo. Su homogeneidad y su estabilidad parecían sujetas a caución. Reposaban en fronteras artificiales, sin unidad nacional, religiosa o cultural, fueron dirigidos por poderes autoritarios pero frágiles, y conocían un subdesarrollo dramático. Su situación fundamentalmente no evolucionó desde entonces, y es en su seno que se encuentra los casos más evidentes de desfallecimientos estatales.[xli]Martínez Carreras (1992, 177-183) señala que: “La inestabilidad y debilidad de los sistemas políticos, [es] herencia de la administración colonial, dado que su institucionalización no expresa adecuadamente las realidades y necesidades de esos países.”
En la década del ´90 se derrumbaron varios Estados y se intensificaron las operaciones de paz. Algunas intervenciones, como la dirigida por la OTAN en Bosnia-Herzegovina, consiguieron detener los combates pero no tuvieron mucho éxito a la hora de garantizar una seguridad sostenible, dado que todavía hoy hace falta la presencia de tropas extranjeras para mantener la paz. Otras acciones, como la de Haití, salieron bien al principio, con la restauración de un Gobierno elegido, pero no pudieron impedir que el país volviera a caer en una lucha abierta porque las instituciones del Estado seguían siendo débiles. Y algunas misiones internacionales, como la intervención en Mozambique, ayudaron a que un país que en los años ´80 había caído en una cruel guerra civil se convirtiera en una nación en marcha, con uno de los mayores índices de crecimiento económico y ningún conflicto armado interno.
Jean-Germain Gros creó una taxonomía interesante que distingue distintos tipos de estados fallidos, a saber: “anárquico”, “fantasma”, “anémico”, “capturado” y “abortado”. Los estados anárquicos no tienen ningún gobierno central. En estados fantasmas una autoridad existe, pero tiene control muy limitado sobre su territorio; es decir, ejerce la autoridad en algunas áreas muy restringidas y en otras es inexistente. Los estados anémicos tienen poca energía para gobernar debido a que la consumen en el combate de grupos de contra insurgencia (counter-insurgency). Mientras que las élites oligárquicas que controlan el país, son las que dominan los estados capturados, aclarando Carment que lo hacen al sentirse inseguras frente a élites rivales, a las que buscan frustrar (Carment, 2003:424). Finalmente, los estados abortados son aquellos que nunca han realizado realmente una estructura estatal (statehood) independiente (Gross, 1996: 455-471) y que fallaron “in vitro” antes de producirse la consolidación de la formación estatal (Carment, 2003: 424).
Cabe señalar que la condición de estado fallido puede adquirirse no solo por desmanejos políticos, sino también por catástrofes naturales o humanitarias. Cuando se habla de Estado fallido, no se trata sólo del conjunto de las autoridades públicas, o en otros términos del aparato de Estado, que es el motivo de una discusión. Conforme a la definición internacional del Estado, se trata a la vez de las autoridades públicas: gobierno, administración, fuerzas armadas; y su interacción con la sociedad civil. Un Estado, es a la vez un espacio definido, un grupo social dado y un poder político independiente que asegura, en principio, la cohesión del conjunto. El desfallecimiento concierne a estos aspectos diversos y puede provenir de todos o alguno de estos elementos. Otras causas relevadas son la reivindicación del poder por clanes y otros grupos subestatales, la insuficiencia de la representación de la sociedad en el seno de los gobiernos (déficit de representatividad). Rudner considera que el peligro más grande de un Estado débil es la violencia que puede rápidamente desestabilizarlo y precipitarlo al caos (Rudner, ¿).
Somalia constituye un ejemplo perfecto del hundimiento de un Estado, Fukuyama (2005:141), lo considera un Estado absolutamente fracasado. Pero, esto no quiere decir que sus habitantes no fueran capaces de asegurar, por si mismos, su supervivencia (Carment, 2003). La comunidad internacional pone por delante sus intereses en materia de seguridad, mientras que para los habitantes de los Estados frágiles, se trata meramente de sobrevivir y de buscar posibilidades de desarrollo para ellos mismos y sus comunidades (Nolting y Poeschke, 2005)
Uno de los principales indicadores o las medidas de la posibilidad de desfallecimiento de un Estado es el número de personas que lo abandonan, en particular los habitantes ricos y dotados de recursos: Haití, es un ejemplo de ello, al igual que Ruanda. Otros paradigmas son la disolución de Yugoslavia quince años atrás, los problemas permanentes de Líbano o Camboya hace más de veinte años, Afganistán después de la intervención soviética en 1979 y norteamericana en 2001. Aún, yendo más atrás en el tiempo, otro caso a señalar es el de Polonia a finales del siglo XVIII, cuando tres Estados europeos: Prusia, Rusia y Austria decidieron repartirse su territorio[xlii]
9.- Concepciones maximalista y realista
En Europa existen dos concepciones del Estado fallido: una maximalista y otra realista. Para la primera, el Estado está considerado como estructuralmente desfalleciente, y lo mejor que pueda llegarle a pasar es ser alcanzado o superado por nuevas formas de organización política. A esta noción se opone una visión más realista, o empírica, que demuestra que hay situaciones históricas de decaimientos de ciertos Estados, pero que la solución pasa siempre, no por la superación o el avasallamiento, sino por la reconstrucción del Estado, que es una forma de organización política insuperable, y en cierto modo el horizonte infranqueable de la sociedad internacional. Sobre esta base, podemos entonces distinguir varias formas, o etapas de desfallecimientos estatales producto de la experiencia y conforme la diversidad de las situaciones históricas de los derrumbamientos estatales.
En la concepción maximalista, el Estado es estructuralmente desfalleciente. Esta tesis reenvía varias corrientes de pensamiento que ejercen en Europa una gran influencia. Tradicionalmente, esto fue por ejemplo la posición de las perspectivas federalistas, que comprueban que la coexistencia de los Estados soberanos necesariamente conduce a la predación y a la guerra - el ejemplo del reparto de Polonia es a este respecto instructivo. De donde la búsqueda de nuevas formas de organización, cuya Unión Europea es a la vez el producto y la anticipación. Jean Monnet, por ejemplo, fue un artífice ardiente y eficaz. Más recientemente, son las corrientes transnacionales, de las cuales el altermundialismo es el brazo político, las que consideran que, hasta en períodos de paz, los Estados son incapaces de responder a las necesidades universales de la sociedad internacional - por ejemplo en términos de regulación económica, de desarrollo, de medio ambiente, de derechos civiles y de derecho humanitario. Hay entonces que sustituirles por una gobernanza mundial (global governance), que no pasa por instituciones, sino por redes espontáneas, regulaciones concertadas entre expertos, grupos de interés, militantes, y la supremacía de la sociedad civil por sobre las instituciones públicas.[xliii]
La concepción realista se centra en los desfallecimientos históricos de los Estados, a los que no consideran estructuralmente enclenques e intelectualmente condenados; sino por el contrario lo razonan como una forma histórica de organización social que hasta ahora no ha sido reemplazada por ninguna otra. Por cierto, si hay un modelo único de Estado sobre el plano jurídico, si ellos todos son soberanos, son muy diversos en realidad, y tanto más desemejantes cuanto más numerosos son. Durante el siglo XX los Estados pasaron de una cincuentena a casi doscientos. No es el número lo que demuestra su relevancia, sino que la estructura estatal es adoptada unánimemente en el mundo. La proliferación de los Estados no es, no obstante, el único fenómeno que interesa desde este punto de vista.
También prestamos atención en el siglo XX a la desaparición de ciertos Estados, como el Imperio Austro-Húngaro, URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia y casos de Estados de existencia intermitente, los Países Bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) por ejemplo, o las tribulaciones estatales de Alemania divida hasta 1990 en la República Federal u Occidental y la República Democrática u Oriental. En principio, un Estado es formado a perpetuidad, o cuanto menos se concibe como eterno. En realidad, los Estados pueden desaparecer. La desaparición es a la vez un desfallecimiento superior - pero puede también ser una respuesta a este desfallecimiento, en la medida en que sobre sus escombros se forman Estados más limitados pero más sólidos - y podemos mencionar el ejemplo de Checoslovaquia (Sur, 2005).[xliv]
No es tampoco siempre el caso, y por ejemplo por lo menos cuatro de seis Estados nacidos de ex Yugoslavia tienen problemas si no de existencia por lo menos de estabilidad - Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina y Macedonia. Aunque no son oficialmente desfallecientes, están bajo vigilancia estrecha del exterior, y algunos con asistencia internacional permanente. Esto nos conduce distinguir varios grados de desfallecimiento. Es allí dónde se puede indagar si es atinado reunir bajo el mismo término situaciones en realidad diferentes, si no habría que razonar en términos de contextos más bien que en términos de categoría. La categoría de Estado desfalleciente no sería entonces homogénea, correspondería sólo a una visión superficial y rápida, y, sería la ilusión de un “internacionalismo abstracto”, pretendiendo “realizar por el universalismo una aristocracia de sobrevuelo “(Sartre, 1948:226-227)[xlv]
La mayor parte de las transiciones de dependencias coloniales a “estados independientes” fueron asociadas a la creación precipitada de nuevos estados en ambientes hostiles que se encontraban implicados en irresueltos conflictos sobre territorios e identidad. Hay diferentes mecanismos causales: (1) La internalización externa del conflicto externo en el cual los estados más débiles incitan a involucrarse a otros del exterior, que están fuera del conflicto, o incluso de la región en crisis. Por ejemplo, la participación externa agrava el conflicto interno al grado que cuanto más pobre es la nación, más injustas son las desigualdades, y más dependiente el estado, todo lo cual lo torna susceptible a la exacerbación de la violencia interior; (2) la externalización interna del conflicto implica: a) un cambio en el equilibrio de poder o, b) intervención externa (Carment, 2003: 423).[xlvi] Los líderes de estos nuevos estados africanos, asiáticos y de Europa del Este (a posteriori del fin de la URSS) debieron hacer frente a tres problemas de composición que realzaron su persistente inseguridad: las fronteras que tuvieron que resguardar eran arbitrarias; sus sociedades eran generalmente diversas en la composición; y pocos líderes tenían experiencia en cultura cívica, construcción del Estado de Derecho y prácticas democráticas inclusivas y participativas. Esencialmente, las amenazas de la seguridad de estos estados eran y son tanto internas como externas
10.- El Estado quebrado
Esta noción es a veces utilizada para designar países cuya situación financiera es tan degradada que no pueden asegurar el pago de los intereses de deudas públicas colosales, ni asumir los compromisos internacionales, etc. La noción de Estado quebrado contiene al mismo tiempo su solución: si se pudiera declarar a tales Estados en situación jurídica de quiebra, podría asegurarse la corrección por vía de intervención internacional de su situación financiera (por ejemplo a través del FMI o BM)[xlvii]. El desfallecimiento financiero de un Estado es generador de tensiones sociales y políticas (como en Argentina de 2001-2002) y causante de un cierto número de rebeliones militares; en África, es vinculado al hecho que el Estado no puede pagar los sueldos a los funcionarios, y sobre todo a los militares o los servicios de seguridad.
El concepto de Estado quebrado es una figura del imaginario colectivo vinculada a la globalización. Se trata de un concepto normativo, atribuido de modo arbitrario por la comunidad internacional. En una perspectiva de historicidad del Estado, Holanda o Inglaterra del siglo XVIII podrían hoy ser cualificados de Estados quebrados. Bayart aborda las problemáticas del Estado en la era de la globalización y de la privatización del Estado, ya que algunos pretenden concluir que el advenimiento de la globalización tiene como corolario el fin del Estado. (Bayart ¿).
También podemos oponer, según el origen o los síntomas del desfallecimiento, los Estados que están confrontados con oposiciones étnicas, con conflictos internos entre comunidades que se rompen - lo que se traduce por la opresión recíproca, incluso por las matanzas más o menos organizadas - y los Estados cuyos servicios públicos no funcionan más, que todos no puede más cumplir sus funciones de regalía, asegurar la seguridad, la justicia, la educación, y que conocen fenómenos de corrupción, de criminalidad, una suerte de descomposición del aparato de Estado. Pero la distinción es más aparente que efectiva: es en la medida en que el Estado, por su autoridad, por sus servicios públicos, no aparece en el servicio del interés general que tensiones colectivas o étnicas aparecen o triunfan - el caso de ex -Yugoslavia es completamente claro a este respecto.
La noción de estado quebrado “failed state” o fallido “failing state” entró en el discurso estratégico al principio de los años 90. Aflora, en 1991, entre teóricos de la guerra: observando que la mayoría de los conflictos desde el 1945 fueron guerras civiles, Martín Van Creveld en 1991, distingue en el hundimiento o colapso del estado el fenómeno geopolítico dominante de la época: las, por él llamadas, low intensity wars (guerras de baja intensidad no convencionales, ("no clausewitzianas"), y su acompañamiento de matanzas, serán la forma dominante de guerra en el futuro. Se interroga por la utilidad y la capacidad de los Estados Unidos cuando intervienen en este tipo de conflicto. En el mismo momento, los partidarios de la seguridad colectiva comienzan a vaticinar que los riesgos de desintegración de los estados requieren un fortalecimiento de la asistencia económica a las jóvenes democracias. Preconizan una implicación más fuerte de EUA en la ONU, en las expediciones humanitarias y las operaciones de paz.
El concepto de estado quebrado se hace trivial con la crisis somalí. Aplicado, primeramente, sobre las crisis que sobrevienen en la zonas lejanas de nulo desarrollo (Somalia, Liberia, Sierra Leona, Ruanda, Afganistán, Ceilán), o próximas (Haití, Argelia), ha sido extendida muy rápidamente a las crisis en los países del ex bloque comunista (antigua Yugoslavia, Georgia, Nagorno-Karabaj, Chechenia).
Combinando los criterios de potencia o de proximidad con diagnósticos sobre el desfallecimiento de los estados (probabilidad e intensidad), podemos situar los estados sobre una escala de amenazas. Un desfallecimiento de intensidad débil de un estado poderoso o vecino figurará a la cabeza de las amenazas: la cual debe ser prevenirla o directamente, desintegrada. En cambio, la implosión de una pequeña nación lejana llamará sólo al interés humanitario (humanitarian concern): los Estados intervienen según el interés que tengan en el caso y la mayoría de las veces, tardíamente.
También alcanzamos a distinguir en la literatura francófona entre Estado abatido (état effondré) y Estado asaltado (état assailli). El primero es el que se hunde bajo las dificultades de origen interno, como la ex Yugoslavia. El segundo, es el que está confrontado con infiltraciones y desórdenes que provienen de sus vecinos - así, recientemente, ex Zaire (hoy República Democrática del Congo), o los riesgos que corre Côte-d'Ivoire. Allí aún, la distinción es relativa, porque los fenómenos son a menudo intrincados. El desfallecimiento corre peligro de ser contagioso, y que un Estado que falla tiene serios riesgos de exportar sus dificultades a los países limítrofes, tales como Macedonia, o la República del Congo, respecto de Serbia y Kosovo y ex Zaire, respectivamente. (Sur, 2005)
Concluyendo, es Estado desfalleciente el que no puede resolver sólo sus problemas, el que necesita, -aunque no la solicitare- de una intervención exterior. Los desfallecimientos son por cierto de naturaleza diferente. Una dictadura sangrienta conculca el derecho humanitario y valores universales, lo que puede impeler a una intervención exterior - Camboya, Ruanda, Kosovo[xlviii], en una menor medida Irak. Pero el aflujo de refugiados incomoda y perturba a los vecinos del Estado, lo que claramente la torna en una cuestión de seguridad regional
11.- Non-Etats [xlix]
Los teóricos israelíes han desarrollado el concepto de “non etats” que son concebidos desde sus inicios como un “estado quebrado dirigido”[l] que busca recaudar fondos de cooperación internacional, pero que en realidad aspiran a entrenar futuros terroristas. En esta concepción, el estado quebrado dirigido es un territorio regido por una autoridad pero no reconocido como un Estado y sin embargo protegido políticamente, en cierta medida, contra las invasiones. Ejemplos que se mencionan son: Palestina, y las zonas que Hamás está gestando en la Franja de Gaza y en la frontera sur del Líbano. Cuando Israel evacua un territorio, la reacción inmediata de quienes toman el control consiste no sólo en transformarlo en campo de entrenamiento gigante para kamikazes, sino que también y sobre todo en mantenerlo deliberadamente al margen del sistema interestatal. Advertimos que en los últimos años, el Estado de Israel hace la guerra contra fuerzas tales como Al Fatal, Hezbollah o Hamás en sitios donde la ausencia del Estado libanés es manifiesta.
El hecho de no ser un Estado no impide gozar de las ventajas propias de los Estados reconocidos, como el reconocimiento internacional o el acceso a la ONU. Los palestinos fueron los primeros en gozar de estas ventajas, lo que también se dio para algunos movimientos guerrilleros como el ANC o el SWAPO. La OLP gozó de una suerte de reconocimiento diplomático (la comunidad internacional declaraba que la OLP era el único representante legítimo del pueblo palestino, lo mismo que el SWAPO para el “pueblo Namibia”).
12.- Estados iluminados, malvados y clientes
Antes de introducirnos en el análisis de los estados canallas y terroristas, no podemos soslayar la distinción que hace Noam Chomsky entre “estados iluminados” y ”estados malvados” Los primeros son aquellos que deberían usar la fuerza cuando lo considerasen necesario, dejando de lado los conceptos de soberanía y de derecho internacional. Actuarían conforme a sus principios tradicionales, teniendo como misión la defensa de los “derechos humanos” y expandir la civilización y la democracia a los pueblos atrasados del mundo (Chomsky, 2004: 57-58 y 83). En contraposición, serán considerados “estados malvados” todos aquellos que se declaren enemigos de los primeros, no obedezcan sus órdenes (Chomsky, 2004: 68) o pongan en dudas el poder, posición o prestigio de los iluminados, en especial de su líder, los Estados Unidos (Acheson, 1962). Chomsky, encuentra entre unos y otros, una tercera categoría, la de los “estados clientes” (verbigracia: Indonesia, Timor Oriental, Pakistán, la Filipinas de Marcos, Irak hasta 1990) en los cuales por ser aliados de los EUA se soslayan todo tipo de atrocidades que se cometen en especial contra su población (Chomsky, 2004: 72) y la potencia hegemónica muestra en estos supuestos, una inexplicable sujeción a los principios del derecho internacional y de la soberanía de los Estados, aun cuando esta no existiese en absoluto, como se dio en Timor Oriental en 1998-99.
Cuando EUA y los aliados europeos bombardearon Kosovo, muchos pensaron que ingresábamos en un nueva era «humanitaria», en que la fuerza a escala internacional sólo sería utilizada en determinados casos. La idea era que la soberanía y el derecho internacional devenían en conceptos totalmente superados por la globalización, y que si un Estado de los llamados rogue states aniquilaba a su población, sería necesario intervenir por razones humanitarias. Los «Estados iluminados» decidirían cuándo y cómo. Luego se sucedió la crisis de Timor Oriental, donde se produjeron matanzas asimilables al Holocausto. En ese caso, los «iluminados» decidieron que la soberanía de Indonesia debía ser respetada, aunque Timor Oriental nunca formó parte formalmente de Indonesia. Se aguardó a que Indonesia pidiera ayuda para enviar fuerzas de la ONU. La diferencia es simple. Si bien en ambos dos casos se estaban cometiendo atrocidades, Indonesia es un «Estado cliente» de Occidente, mientras que Yugoslavia era un «Estado delincuente».
Los iluminados son los que se definen a sí mismos de ese modo. EUA es un Estado iluminado, al igual que su aliado perpetuo, el Reino Unido. Todo el que acepta participar en sus cruzadas adquiere el carácter de iluminado, y sobre los que no lo hacen se ciernen las peores sospechas que son Estados delincuentes. Aunque, contradictoriamente EUA es el país que menos acuerdos sobre derechos humanos ha firmado y ratificado internacionalmente.
13.- Blackmail state
El gobierno sucesivo de los ex presidentes ucranianos Kravchuk y Kuchma dio por resultado lo que Keith Darden (2001:67-71) ha descrito como un estado de chantaje (blackmail state). Hoy un claro ejemplo es el régimen imperante en Bielorrusia (Belarus) encabezado por Aleksandr Lukashenko. Mykola Riabchuk (2004b) explicó que cuando el estado soviético se derrumbó, le siguió un vacío de poder, ya que un nuevo sistema no apareció inmediatamente. En cambio, surgió un estado débil. Muchas personas percibieron eso como la democracia - que no era. Eventualmente, las autoridades poscomunistas descubrieron nuevos caminos de gobernar: el estado de chantaje.
El estado de chantaje, como Riabchuk (2004b) lo describió, consiste en tres elementos fundamentales. Primero, "el vicio y la corrupción son tolerados y hasta animados por las autoridades por las autoridades". Los gobernantes sienten que la gente que es corrupta es confiable porque pueden ser objeto de chantaje. En otras palabras, es fácil controlarlos. Segundo, "la corrupción es tolerada, pero al mismo tiempo es muy estrictamente supervisada." Ucrania heredó de la URSS las instituciones muy fuertes de vigilancia e inventó dos organismos nuevos y poderosos: Administración Fiscal y Policía Fiscal.[li] Estas instituciones son más fuertes incluso que la extinta KGB en su momento.
"El régimen de leyes y regulaciones de Ucrania es sumamente complejo, de modo que es prácticamente imposible que cualquier individuo no viole diariamente las normas. Las instituciones estatales de vigilancia se esmeran en el descubrimiento de tales violaciones de la ley y la grabación de pruebas de ello. Estos registros "no son usados mientras el sujeto es leal. Pero cualquier deslealtad conduce a enviarles a los Tribunales de Justicia, y el sujeto es encarcelado o expulsado del país. Ello consolida el proceso de control creciente de la sociedad por parte del gobierno. “El tercer elemento del estado de chantaje es "el uso selectivo de la ley” (doble rasero). Las leyes no son aplicadas a los adherentes del régimen, o eventualmente le son impuestas muy suavemente. Pero contra los opositores, ellas son usadas del modo más áspero posible."

En este sistema los objetivos son principalmente los ciudadanos que participan activamente en la política y los empresarios y comerciantes. Es por ello, que cualquier hombre de negocios puede ser encarcelado. Entonces ninguno de ellos puede apoyar abiertamente a un partido de oposición. De esa manera, el progreso en asuntos políticos y de negocio es sólo posible con la bendición del poderoso Poder Ejecutivo (Kuzio, 2002). El Estado de chantaje contribuye a la creación de los contornos vacíos de instituciones democráticas como los parlamentos, elecciones, y administraciones locales nominalmente autónomas (Riabchuk, 2004a).
14.- Estado fallido: Su diferencia con el estado canalla y el estado terrorista[lii] (État delinquant)
Otra clasificación es la de Estados canallas[liii], (rogue States, o États voyous) y Estados desfallecientes. A priori, ambas categorías son opuestas: un rogue State - todavía una noción controvertida de origen americano - es un Estado cuyas políticas constituyen una amenaza abierta para su medio ambiente, porque viola tratados internacionales, el derecho humanitario, ejerce una dictadura policíaca, incluso se propone adquirir o alcanzar ADM. Pero, de otro punto de vista, un rogue State es un Estado desfalleciente virtual, porque las medidas tomadas contra él en la comunidad internacional pueden conducir a su hundimiento: Camboya del Khmer Rouge, Afganistán actual, Irak. Cabe preguntar qué se harían Siria en caso de desaparición del régimen, o Irán, incluso Corea del Norte o Nigeria. La interfaz entre rogue State y Estado desfalleciente puede también depender de la percepción que se tiene: así, para Darfur, podemos considerar que Sudán es incapaz de dominar milicias particulares, pero así como en la realidad actúan con su complicidad, es tan responsable de un verdadero genocidio.
Una amenaza asociada, que coincide regularmente con los grupos no estatales es la de los Estados criminales, es decir naciones que de Estado sólo tienen el nombre. La corrupción y el deseo de amasar riquezas, mediante la explotación de recursos naturales hacen que el Estado mismo devenga en una empresa delictiva permanente. En estos casos, el Estado sigue gozando de las prerrogativas inherentes a su condición de tal como emitir pasaportes diplomáticos reconocidos, mantener registros de navegación y aviación, controlar las fronteras y recaudar impuestos, recepta a un sinnúmero de actores no estatales y se asocia con estos para lograr sus fines.[liv] De tal manera, se fusionan el aparato estatal y los diferentes grupos criminales y terroristas en una única y misma asociación ilícita, en la que todos a pesar de diversidad de intereses, pueden beneficiarse. Las organizaciones terroristas explotan las “zonas grises” donde los Estados son débiles, la corrupción desbordante y el Estado de derecho inexistente. Es allí donde redes criminales pueden superponerse y funcionar en un entorno de estados fallidos.
Los Estados matones, hampones, etc. (cada uno elige su calificativo) son viables, establecidos y más o menos ampliamente reconocidos por otros Estados; pero son Estados a los que la comunidad y la opinión pública internacionales miran con desconfianza y temor por su propensión a crear conflictos con otros Estados. Casos notorios son los tres del llamado eje del mal (Irak, Corea del Norte y quizá con mayor autocontención Irán), y caso no tan notorio es el de Pakistán, con su reivindicación subrepticia y violenta de Cachemira (Sánchez Gijón, 2003). Aunque la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue provocada por un “estado canalla” (Serbia) que promovía el terror (Ferguson, 2006: 34). En el mundo contemporáneo, los estados canallas -quijotescamente elegidos- se han creado con el fin de sustituir a terroristas difíciles de difícil localización y destrucción (Barber, 2004: 17). [lv]
Las percepciones que las potencias establecidas tienen sobre los peligros de la inestabilidad creada por los Estados fallidos han ayudado a elevar sus preocupaciones sobre la peligrosidad de los Estados matones o rogue states, que por sus acciones desestabilizan regiones enteras del mundo. Dos notas colocan a los Estados fallidos y a los Estados matones dentro de una misma categoría gnoseológica: 1) comparten formas similares de anomia: los Estados fallidos son internamente Estados sin ley y los Estados matones se comportan al margen de la ley internacional; y 2) ambos tipos de Estado poseen gran potencial para producir y propagar la inestabilidad en amplias regiones del mundo (Sánchez Gijón, 2003).
Wicht y Ziegler señalan que en Latinoamérica o en otros lugares, -excepto en Europa- se dan los movimientos paramilitares quiénes no están en oposición con el Estado, pero que de hecho actúan «como Estado de sustitución». Aplica su concepto a Colombia, también a la guerra civil de Líbano, donde una organización paramilitar efectúa sobre un mandato más o menos explícito del Estado algunas de las tareas que éste monopolizaba hasta entonces, haciendo reinar el orden y la justicia sobre un territorio. El caso más emblemático, son los movimientos paramilitares colombianos que son utilizados por el gobierno para luchar contra la guerrilla de las FARC. En la hora actual en Líbano el Estado se halla debilitado y casi desfalleciente, mira con complicidad y benevolencia al Hezbollah instalado en Líbano meridional, porque la fuerza terrorista le garantiza la frontera del país frente a Israel, porque el propio Estado libanés no es capaz de asegurar él mismo estas funciones. Wicht y Ziegler (2005) introducen el concepto de refeudalización (reféodalisation) para aplicar a estos supuestos.[lvi]
Actualmente, el caso es de buen tono hablar del síndrome del "estado quebrado" en África, del proceso de criminalización y de la pérdida de legitimidad de las instituciones políticas. Pero el Congo contradice esta tesis. Los teóricos del estado quebrado minimizan la importancia del comercio internacional y de la influencia occidental en las quiebras que lamentan. Es la universalización que hizo posibles las guerras del Congo, y otros gobiernos africanos desempeñaron allí un papel significativo. En abril de 2001, el informe del grupo de expertos de la ONU sobre la explotación ilegal de los recursos naturales y otras riquezas de la RDC señalaba que sociedades extrañas "estaban dispuestos a hacer negocios sin preocuparse de actos de ilegalidad… Las sociedades que comercializaban los minerales, que constituyen el motor del conflicto en el Congo, preparaban el terreno para desarrollar actividades mineras ilegales en este país.” Es en ese ambiente que la gente exigió la elección democrática del presidente y el Parlamento. (http://www.oikoumene.org/fr/documentation/documents/secretaire-general-du-coe/messages-and-letters/24-07-06-elections-en-rdc.html
15.- Estados Fallidos: Relevamiento de sus causas
Los Estados fallidos son un problema por el potencial que tienen para desestabilizar el sistema internacional. Al entorno de este tipo de Estados se ha desplazado en los últimos años gran parte de la conflictividad internacional, como prueban los casos de Yugoslavia, Congo, Ruanda, Afganistán, etc. Entre los signos mas evidentes de alerta temprana acerca de un estado fallido, se destacan: la desigualdad dentro del Estado, que junto con la pobreza incrementan la inestabilidad; la criminalización del Estado, la cual sobreviene cuando sus instituciones son consideradas “corruptas, ilegales o ineficaces” (Herrera Valencia, 2005). Charles Alao (1999:83-102) identifica un número de factores interrelacionados; éstos incluyen: estructuras estatales débiles y su inhabilidad de enfrentarse con la transición de la postguerra fría; condiciones económicas que se deterioran velozmente; y el incremento de conflictos étnicos.[lvii]
Pero, no puede eludirse que una razón de peso son las estructuras administrativas nacidas tras los procesos de descolonización, que enmarañó la secular repartición de los grupos étnicos al ceñirlos en divisiones políticas que les eran ajenas, bajo control de grupos rivales manifiestamente hostiles que han desarrollado políticas nacionalistas basadas en los principios y valores del estamento dominante[lviii]. Diferentes culturas, religiones y comovisiones del mundo se han encontrado desperdigadas en jurisdicciones incompatibles caracterizadas por los problemas de convivencia difíciles -cuantos no imposibles- de resolver, que se amplifican con la pobreza aguda que favorecen a desmejorar la situación. Los estados fallidos, en países que emergieron en los procesos de descolonización del siglo XX, no crearon instituciones estables, “no pudieron enraizar o lo hicieron tan débilmente que las crisis reiteradas terminan amenazando la propia existencia del estado nacional”. Estos estados fallidos revelan su inviabilidad para subsistir en la era de los cambios acelerados, han sido librados a su suerte luego de la desintegración del sistema bipolar; “se sumen en la anarquía y las luchas fratricidas, guiados por caudillos interesados en el asalto al poder mientras las hambrunas y las guerras consumen por millones sus `pueblos soberanos´ (Montenegro, 2005)
Para establecer un marco integrado para analizar la aparición del conflicto y de la espiral de violencia es necesario entender cómo cada tipo de crisis se convierte en indomable. De modo general, los factores que contribuyen a la escalada del conflicto se categorizan como: factores estructurales, aceleradores o precipitantes y disparadores que catalizan los acontecimientos. Factores estructurales: condiciones de fondo que conforman las situaciones previas de las crisis, tales como exclusión política y social sistemáticas, injusticias económicas congénitas, carencia de instituciones adecuadas y responsables, presencia de minorías étnicas que generalmente son bastardeadas y excluidas, agotamiento de los recursos naturales y financieros, la dependencia excesiva de las importaciones. Aceleradores: aumentan rápidamente el nivel de significación de la más volátil de las condiciones generales, pero pueden también conducir al quiebre del sistema (systembreakdown) o cambios en la causalidad política. Disparadores: acontecimientos repentinos que actúan como catalizadores encendiendo una crisis o un conflicto, tal como el asesinato de un líder, fraude electoral o un escándalo político.
En el caso de Haití, se trata de la primera república independiente de nuestro Continente, la cual “nunca pudo liberarse de prolongados períodos de dominación externa, sumados a presiones de índole económica como así también a gobiernos dictatoriales, cuya fortaleza autoritaria contribuyó, en contrapartida, a la debilidad política y social de Haití, hasta el extremo de desencadenar una disgregación del Estado y su sociedad” (Rivera, 2005:182).
En febrero de 2004 Canadá, EUA y Francia resolvieron intervenir unilateralmente en Haití, al socaire de la categorización de “Estado fracasado” (Tokatlian, 2004: 49). Se pretextó la situación de completo desmoronamiento de la autoridad y la imposibilidad de resguardar a la comunidad que quebrantaban la propia seguridad existencial de Haití. Rivera y González y Fernández, sostienen que se le confirió el carácter de “Estado fallido” “por cuanto presenta un estado de conflicto interno generalizado, con amplias zonas del país que exceden el control del poder central, la presencia de una minoría gobernante que ha establecido un régimen patrimonial, una corrupción masiva, un crecimiento de la violencia social provocado por bandas criminales y mafias y el accionar de grupos paramilitares dirigidos desde el gobierno que ejercitan el control de la población por medio del terror” (Rivera, 2005: 182-183; González y Fernández, 2004:4).
De este modo, se entiende que la soberanía estatal pierde su validez y se consiente conculcar el principio de no injerencia, teniendo como andamiaje la conmoción interior que vive el país, sumada a la aguda crisis política, económica y social, lo que en definitiva representa un severo peligro para la estabilidad y seguridad regionales. EUA merituó además el riesgo que el narcotráfico podía significar para sus cercanas fronteras, ante un Haití a la deriva. (Rivera, 2005: 143)
En cuanto al camino a la rehabilitación de estados colapsados o fallidos, Zartman recomienda por invertir el proceso de derrumbamiento así: 1) el gobierno central debe ganar el control de sus agentes estatales (optimizar el funcionamiento, no corromper a militares y policías quienes por otra parte, deben estar subordinados al gobierno); 2) las autoridades de gobierno deben practicar la política positiva (elecciones transparentes, plataformas políticas y legislación justa); 3) el gobierno central debe hacer reformas progresivas (sin evitar la toma de decisiones difíciles); 4) el gobierno central debe ampliar su base de poder política más allá del círculo inmediato o la capital de la nación; y 5) el gobierno central debe ampliar su autoridad en todas partes del estado de modo que jefes militares locales y estados vecinos no llenen el vacío (Zartman, 1995: 10).
La National Security Strategy de EUA, hecha pública en setiembre de 2002, indica que muchos estados en el mundo han fallado, fallan o fallarán probablemente porque el apoyo que ellos recibieron como aliados de una o ambas de las superpotencias durante la guerra fría, se vio reducido o directamente eliminado después de la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética. Ignatieff, sostiene que después de la conclusión de la Guerra Fría enormes sectores de la población mundial ganaron el derecho de autodeterminación, en las condiciones más crueles posibles: fueron simplemente abandonados por las potencias para que se defendiesen a si mismos y construyeran sus instituciones. Pero, no sorprendió, que sus Estados se derrumbasen por falta de experiencia, de cohesión y de recursos (Ignatieff, 1993: 8)[lix].
16.- Necesidad de evitar o limitar sus consecuencias.
Recapitulando, existe el Estado que se disgrega territorialmente, como lo hizo la República Popular de Yugoslavia. El Estado en dicho supuesto, deja de existir y otros Estados emergen en su lugar, en el mismo ámbito territorial. Es Estado fallido aquel cuyas fuerzas sociales y grupos humanos retornan a un estadio de desarrollo político y social preestatal —a la tribu y al grupo étnico—. Éstos se consideran a sí mismos irreconciliables con otros grupos étnicos. Casos conocidos son los de Ruanda, Liberia, Costa de Marfil, Sierra Leona, etc.
El Estado falla cuando pasa a ser dominado por agentes no estatales exteriores, como ocurrió, por ejemplo, en Afganistán. El Estado sigue existiendo formalmente, pero sus atributos de soberanía e independencia se ven debilitados o secuestrados. Sólo seguirá siendo viable gracias a la tutela exterior. Estados fallidos son también aquellos que no aseguran un mínimo vital de alimentación y salud a su población, como ocurre en Haití y en numerosos Estados africanos. El Estado tiene una eficacia virtual, resultante de meras convenciones internacionales. O Estados que no logran proporcionar seguridad en la totalidad de su territorio. Un caso notorio y extremo es Colombia; otro Sri Lanka. El Estado mantiene lo fundamental de sus atributos de legitimidad, pero se encuentra en beligerancia con grupos armados que controlan partes importantes del territorio. Hay Estados cuya legitimidad no está consensuada por el conjunto de su población, como en el caso del Reino Unido y de España. El Estado goza de todos los atributos de legitimidad y aunque sufre un nivel significativo de disidencia, ésta puede ser contenida por las leyes y las fuerzas del orden.
El Estado que no garantiza la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos responde en algún grado al caso del Estado fallido: EUA antes de las leyes de derechos civiles, por ejemplo. El Estado posee de todos los caracteres de legitimidad, y puede desplazar la disidencia interna a los márgenes de la vida política con sólo introducir legislación más justa. Podríamos enumerar otros casos de Estados implicados en mayor o menor grado en disfunciones políticas, pero estos son suficientes para ilustrar el concepto y las consecuencias que aquí nos interesa analizar.
Los Estados fallan por su incapacidad para afrontar los desafíos internos o las agresiones externas. Corrientemente es imposible separar las consecuencias de unos y de otras, pues se nutren recíprocamente: los retos internos de grupos hostiles estimulan forzosamente la intervención exterior. A su vez, una agresión externa suele ir antecedida por la provocación de agentes de división interna en el Estado-objetivo. (Sánchez Gijón, 2003)
El desafío del movimiento extremista musulmán en las Repúblicas de Asia Central es un paradigma de interacción entre factores internos y externos, movilizados con similar designio ideológico. La Jihad islámica en su versión uzbeka tuvo un efecto destructivo de la estabilidad interna de varios Estado vecinos. Este reto bifronte se produjo precisamente en Estados débiles como Kirguizistán, Turkmenistán, Afganistán, Tayikistán, Uzbekistán, etc. Las causas que originaron su extenuación interna son la ineptitud de los gobernantes, la corrupción, la violación de los derechos humanos, el subdesarrollo económico, etc. Estas condiciones se utilizaron como fundamento para intervenciones externas en la protesta social o en la guerra civil. Los efectos de la intromisión externa empeoraron aún más el problema. Este escenario esparce sus secuelas sobre los Estados limítrofes. La represión incita el destierro de los enemigos y opositores que, desde sus bases en los Estado vecinos, retornan como guerrilleros o terroristas; la guerra civil destierra enormes masas de refugiados, como en el caso de Afganistán, aumentando los problemas de los países del entorno.
Ese mismo tipo de desafío ideológico, si es dirigido contra Estados fuertes, normalmente fracasa, como en el caso de Egipto o de Argelia. La represión interna logró dominar la acción subversiva de la ideología extremista religiosa, y pudo retirarse cuando los disidentes fueron dominados policial y militarmente. En ambos dos casos la cantidad de exiliados fue pequeña y los cuantiosos refugiados trataron de desplazarse dentro del propio país.
Paradójicamente, la capacidad de un Estado parcialmente fallido para seguir ejercitando sus funciones esenciales bajo las circunstancias más extremas de desafío doméstico, puede demostrar la flexibilidad y vigor de ese Estado. Después de más de cinco décadas de guerra civil y terrorismo, Colombia, por ejemplo, no ha fenecido como sociedad gobernada por un conjunto de instituciones soberanamente votadas. El caso argelino parece indicar que un Estado desafiado internamente por grupos considerablemente fanáticos y violentos puede salir de la experiencia indemne y consolidado. Otros países mantienen simbólicamente los atributos propios de un Estado merced a la convención de ser considerados tales por los otros agentes internacionales, pero no conseguirían seguir existiendo si no recibieran del exterior lo primordial para su sostén o para la actividad de sus instituciones. Están en estas condiciones algunos países de los Balcanes, Haití, Timor Oriental, etc.
Las limitaciones culturales, éticas y económicas de la generalidad o la mayoría de los grupos humanos constituidos en un Estado dado son tradicionalmente las que decretan su debilidad. La ausencia de élites, el subdesarrollo económico, la escasez o ausencia de capas medias de la población, el enraizamiento de los valores grupales en prácticas ancestrales escasamente socializadas, etc., explican los diferentes niveles de falencia de los Estados. Ello origina el aprovechamiento especulador de sus debilidades por parte de otros Estados más fuertes y más avanzados históricamente. Esto ocurrió de modo notable en el periodo de la Guerra Fría, en que se promovió la descolonización de sociedades inmaduras por parte de las potencias coloniales occidentales y la consecuente exportación de los conflictos ideológicos y geopolíticos de los grandes a terceros países. Este mecanismo de externalización de la competición entre los bloques perturbó el desarrollo y maduración de muchas jóvenes naciones, muchas de las cuales son en la actualidad casos conspicuos de Estados fallidos. (Sánchez Gijón, 2003)
Los estados fallidos constituyen una afrenta para la seguridad de las sociedades democráticas. Así, el vacío dejado por la ausencia de un orden interior es ocupado por todo tipo de grupos criminales que expolian sus riquezas y hacen del tráfico de drogas, armas y seres humanos su principal fuente de ingresos. Esta situación suele declinar además en la multiplicación de conflictos entre bandas y clanes rivales que provocan, a su vez, traslados masivos de población. Las organizaciones criminales internacionales utilizan estos espacios de máxima impunidad para asentarse en tales territorios como base para sus operaciones. Todo ello se trueca fatalmente en un acrecentamiento de la delincuencia organizada, del tráfico de drogas y de la inmigración ilegal. (Cosidó, 2004)


Los doce indicadores son:

Indicadores sociales
1. Presiones demográficas en aumento (Mounting Demographic Pressures)
2. Movimiento masivo de refugiados o desplazados en el interior, que crea complejas emergencias de c
carácter humano (Massive Movement of Refugees and IDPs)
3. Legado de búsqueda de venganza, agravios o paranoia de grupo (Legacy of Vengeance -
Seeking Group Grievance)
4. Huida de seres humanos crónica y sostenida (Chronic and Sustained Human Flight)
Indicadores económicos
5. Desarrollo económico desigual entre unos grupos y otros - (Uneven Economic Development)
6. Declive económico brusco y/o grave (Sharp and/or Severe Economic Decline)
Indicadores políticos
7. Criminalización y/o pérdida de legitimidad del Estado (Criminalization or Delegitimization
of the State)
8. Deterioro progresivo de los servicios públicos (Progressive Deterioration of Public Services)
9. Suspensión o aplicación arbitraria del Estado de Derecho y violación generalizada de los
derechos humanos (Widespread Violation of Human Rights)
10. El aparato de seguridad actúa como un Estado dentro del Estado (Security Apparatus as
"State within a State")
11. Ascenso de las clases dirigentes divididas -(Rise of Factionalized Elites)
12. Intervención de otros Estados o actores políticos externos (Intervention of Other States
or External Actors)

(Fuente: FfP y Foreign Policy)ANEXO I


Anexo II


Inventario de Estados fallidos*

Sudán Rep. D. de Congo
Cote d'Ivoire Iraq
Zimbabwe Chad
Somalia Haití**
Pakistán Afganistán
Guinea Liberia
Rep. Centroafricana Corea del norte
Burundi Yemen
Sierra Leona Myanmar (ex Birmania)
Bangladesh Nepal
Uganda Nigeria
Uzbekistán Rwanda
Sri Lanka Etiopía
Colombia** Kirguizstan
Malawi Burkina Faso

*(Fuente: Foreign Policy y Fund for Peace FfP)
** Países Del Continente Americano

Anexo III



































Anexo IV
Breve memoria descriptiva de los 30 estados fallidos
AFRICA CENTRAL
BURUNDI:
Los odios entre las etnias hutu (esclavos y agricultores) y tutsi (invasores y terratenientes) han sumido al país en una sangrienta guerra civil que dura ya 11 años y ha provocado miles de muertos y desplazados. Las conversaciones de paz se encuentran en peligro por los incesantes enfrentamientos de grupos guerrilleros. Los primeros, el 86% de la población, son los habitantes originarios de Burundi y han estado históricamente sometidos por los segundos: los tutsis, que tras invadir el país en el siglo XV, han monopolizado el Ejército, la política y la economía, provocando una maraña de odios profundamente enraizada entre ambas etnias que ha dado lugar a uno de los conflictos más sangrientos de África.
Tras obtener la independencia de Bélgica en 1962, los enfrentamientos entre las dos partes se intensificaron y las violaciones de derechos humanos y golpes políticos se convirtieron en el marco habitual del país. Una guerra encubierta que llegó a su punto álgido en 1993, cuando el hutu Melchior Ndadaye, vencedor de los primeros comicios democráticos que se celebraban, fue asesinado tan sólo cuatro meses después de haber sido nombrado presidente. Tras el magnicidio, hutus y tutsis se organizaron en milicias y dieron comienzo a una cruel guerra civil que, según la ONU, se ha cobrado más de 300.000 vidas y ha provocado 1,2 millones de desplazados y refugiados. Un panorama desolador en un país en el que la esperanza de vida no supera los 44 años, 250.000 personas están contagiadas por el virus del sida y más del 70% de la población vive por dejado del umbral de la pobreza.
En 1996, el tutsi Pierre Buyoya -que ya había dado un golpe en 1983- protagonizó un nuevo levantamiento que agravó aún más la situación: los enfrentamientos se intensificaron y Burundi recibió sanciones internacionales por las continuas masacres, mutilaciones y secuestros sobre la población civil. Tras unos años devastadores, en agosto de 2000 comenzaron las negociaciones de paz. El gobierno de Buyoya se reunió con los principales grupos armados hutus, el CND-FDD y el FLN, y el 28 de agosto se ratificó, bajo la mediación de Nelson Mandela, el Acuerdo de Arusha, en el que participaron 19 partidos políticos. Los acuerdos establecieron la alternancia de etnias en el poder y la creación de un gobierno de transición integrado en un 60% por hutus y en un 40% por tutsis. Este acuerdo se puso en marcha en noviembre de 2001 y Buyoya fue el primero en ocupar el poder. El 30 de abril de 2003, tras los 18 meses de mandato que establecían los tratados, cedió el puesto al hutu del partido Frodebu, Dominitienn Ndayizaye.
En diciembre de 2003, el camino hacia la democratización avanzó con las conversaciones de Dar-Es Salam, en las que se logró un alto el fuego entre las guerrillas y el Gobierno. A pesar de estos acuerdos, las masacres sobre la población no cesan en el país. La nueva Constitución fue aprobada en referéndum con el 90% de los votos, se dió un paso definitivo hacia la paz, ya que se que abrieron las puertas para la celebración de elecciones democráticas en abril de 2005. Actualmente, los rebeldes han paralizado las negociaciones para lograr el acuerdo de paz definitivo. Mientras tanto, la corrupción y las carencias económicas en el tercer país más pobre del mundo (PNUD, 2006), contribuyen a agravar la situación. Sin embargo, con los progresos políticos recientes, los refugiados y las personas internamente desplazadas han comenzado a volver en gran número.
RUANDA:
“Luego de quedar postrada por el genocidio de 1994, Ruanda se levantó rápidamente. A la ayuda humanitaria siguieron programas de desarrollo. […] El país está fuertemente apoyado por EUA y GB. Su nueva Constitución establece la abolición del “divisionismo”, es decir la referencia a las etnias” (Braeckmann, 2006: 148 -Atlas-)- Ejerce la presidencia elegido popularmente Paul Kagamé, dentro de un aparente régimen multipartidista, aunque con marcado autoritarismo presidencial. El balance indica que Ruanda ha crecido económicamente y hoy se encuentra estable, con menguados conflictos étnicos. Ocupa el 158 lugar en el Ránking HDI y está clasificado como 24º estado fracasado.
Produce y exporta café, té y pieles. Es un pequeño país ubicado en la región de los Grandes Lagos de África; conocido como las "nieblas de África", también por su fauna salvaje, principalmente por sus gorilas de montañas, por sus ciudades típicas y por los parques nacionales y parajes naturales que ofrece su paisaje montañoso y su terreno fértil que le da el título de "Tierra de mil colinas" y debe soportar las poblaciones más densas del continente africano. Fue sucesivamente colonia de Alemania y Bélgica, hasta 1962. La dependencia en la agricultura de subsistencia, la densidad demográfica alta y en aumento (es el país más densamente poblado del África subsahariana, incluso tras el genocidio de 1994, con 230 hab./km², disminuye la fertilidad de suelo y el clima incierto hace de Ruanda un país donde la desnutrición crónica es extendida y la pobreza endémica.
La incompatibilidad más importante consiste en la decisión de las élites de hutus y tutsis de no compartir el poder, de disponer en exclusiva de las riendas políticas del país y de las prebendas que de ello derivan. La posesión de la tierra -un bien cada vez más escaso en una época de crecimiento demográfico- también enfrenta a ambas comunidades, agricultora una, pastoral la otra. En la base del conflicto actual se encuentra el miedo de los tutsis a ser exterminados y el miedo de los hutus a ser explotados (McCallum, 1995)
Es recordado por las sangrientas guerras que lo azotaron recientemente y particularmente por el genocidio ocurrido en 1994 en el cual murieron 1 millón de personas. Actualmente Ruanda está considerada como un lugar seguro para los turistas y la violencia parece haber cesado mientras los refugiados continúan volviendo al país. Desde 2001, Ruanda confía en la producción de café que cuenta con grandes inversores para reconciliar a hutus y tutsis en menor grado y, sobre todo, para generar desarrollo en el país. El éxito del café es evidente y el gobierno planea que en 2008 todo el café sea de especialidad.
“Las relaciones de Ruanda con los vecinos Burundi, Uganda y República Democrática del Congo mejoraron ligeramente, a pesar de que el gobierno continuó apoyando a los grupos armados de oposición que operaban en el este de la República Democrática del Congo. Asimismo, Ruanda continuó la actividad de tráfico de armas con destino a este país. Las diversas reuniones multilaterales que se llevaron a cabo pusieron de manifiesto un incipiente acuerdo no oficial entre los líderes de la región para controlar, al menos temporalmente, las actividades de los grupos armados responsables de numerosos abusos contra los derechos humanos. (Amnesty International, 2006). De mantenerse la actual situación del país su mejoramiento institucional y socio-económico seguirá afianzándose.
REPUBLICA DEMOCRATICA DE CONGO (RDC):
Odios étnicos históricos e importantes intereses económicos han convertido la zona de los Grandes Lagos en un campo de batalla sin tregua, incluso después de los acuerdos de paz que en 2002 pusieron fin a cuatro años de sangrienta guerra civil. Los principales focos de violencia se localizan en las regiones de Ituri y Kivu, escenario de brutales enfrentamientos y matanzas tribales —en la RDC conviven unas 200 etnias diferentes—, unas veces perpetradas y otras fomentadas por los distintos grupos que se disputan el control de esta zona de abundante riqueza mineral. A los ya codiciados yacimientos de diamantes, oro, petróleo y uranio se ha sumado en los últimos años la 'fiebre' del coltán (abreviatura de columbita y tantalita), un metal utilizado en el sector de las nuevas tecnologías y especialmente necesario para la fabricación de teléfonos móviles (en RDC se halla el 75% de las reservas mundiales de dicho mineral).
Aunque las rivalidades étnicas en la antigua República del Zaire se remontan a tiempos ancestrales, las tensiones aumentaron a partir de 1994, tras la llegada de más de 1,5 millón de refugiados hutus que escapaban de la guerra civil y el genocidio en Ruanda. Hoy son muchos los grupos enfrentados en la zona: los grupos rebeldes Agrupación Congoleña por la Democracia (ACD) y Movimiento de Liberación del Congo (MLC), apoyados por Ruanda y Uganda; guerrilleros hutus rivales de Ruanda y Burundi, rebeldes ugandeses, milicanos congoleños leales a Kinshasa. Y mientras la RDC figura entre las naciones más pobres del mundo —ocupa el puesto 155 en un ránking de 173 países realizado por la ONU—, en torno a los yacimientos existe un complejo entramado empresarial convenientemente diseñado para el reparto del botín. Las organizaciones de derechos humanos insisten en que EEUU, Alemania, Bélgica y Kazajstán —principales destinatarios del coltán— y las multinacionales que comercian con éste, están, en definitiva, financiando el conflicto, sustentado igualmente por el comercio ilegal de diamantes en las zonas del país controladas por el Gobierno. Desde 1999, el conflicto en la región de Ituri ha provocado al menos 50.000 muertos y más de medio millón de refugiados (Amnesty International, 2006).
El alto el fuego firmado en 2002 con Uganda y Ruanda y el pacto interno del 17 de diciembre para la creación de un Gobierno de transición cerraron la ya conocida como «primera guerra mundial de África», que se cobró desde 1996 cerca de 4 millones de víctimas, la mayoría, civiles, e implicó sus países vecinos: Angola, Zimbabwe y Namibia, que apoyaron al entonces presidente Laurent Kabila; y Uganda y Ruanda, patrocinadores de los rebeldes. En abril de 2003, las facciones enfrentadas acordaron la formación de un Gobierno de unidad nacional, que quedó legalmente establecido el 30 de junio, con el objetivo de estabilizar el país de cara a la celebración elecciones de de julio de 2006. Desde entonces, las organizaciones internacionales vienen alertando de los continuos enfrentamientos y violaciones de los derechos humanos que siguen produciéndose, incluso después del despliegue, en noviembre de 2003, de 4.500 militares de la MONUC (misión de mantenimiento de la paz) para asegurar la protección de la población civil en la zona de Bunia y alrededores. El drama de los refugiados y desplazados, la presencia de grupos armados, la explotación de los recursos naturales y el tráfico de armas en el este del país —a pesar del embargo establecido por la ONU, la muerte diariamente de 1.000 personas a consecuencia de la beligerancia y el reclutamiento de niños ponen en dudas la viabilidad de una paz cercana.
Las elecciones de 2006 -primeras multipartidarias del país- que en segunda vuelta dieron el triunfo a Joseph Kabila, concluyeron con enfrentamientos entre partidarios del presidente y del candidato derrotado Jean P. Bemba, quien denunció fraude electoral. “Los comicios se habían considerado una última esperanza para devolver la deseada, unidad y desarrollo para un país que dispone de grandes recursos naturales“(http://www.afrol.com/es/articles/22808 [28/01/2007]). “Se avanzó lentamente en la instauración de un clima de seguridad, justicia y respeto hacia los derechos humanos tras casi un decenio de guerra. Decenas de miles de personas murieron a causa del conflicto, que no cesó, o de enfermedades evitables y hambre. Se recibieron informes de todo el país sobre ejecuciones extrajudiciales y otros homicidios ilegítimos, detenciones arbitrarias e ilegítimas, actos de tortura y condiciones de reclusión que ponían en peligro la vida de quienes las soportaban. Las fuerzas de seguridad hicieron uso indiscriminado o excesivo de la fuerza para disolver protestas políticas. Las tensiones étnicas se manipularon con fines políticos en áreas de importancia estratégica desde el punto de vista político o militar, como las provincias de Katanga y Kivu Septentrional. La inseguridad persistió en el este del país, donde facciones armadas congoleñas y grupos armados de Ruanda y Uganda cometieron crímenes de guerra, como homicidios ilegítimos, violación, tortura y empleo de niños y niñas soldados. El gobierno y la comunidad internacional no se ocuparon en general de las enormes necesidades humanitarias de la población, provocadas por la inseguridad, los desplazamientos y la falta de acceso a atención médica y humanitaria.” (Amnesty International, 2006).
Una de las causas del caos en el país es el contraste entre su riqueza natural y la pobreza en la que viven el 80 % de los 62 millones de congoleños. El país produce el 30 % de los diamantes del mundo y el 75 % del coltan, un componente imprescindible en la fabricación de teléfonos móviles y ordenadores portátiles. Una dificultad añadida es su diversidad étnica y la vasta extensión de su territorio, pero con tan sólo 480 kilómetros de carreteras pavimentadas. (http://www.europarl.europa.eu/news/public/story_page/030-12380-211-07-30-903-20061107STO12379-2006-30-07-2006/default_es.htm) (28/01/2007). En el curso del año 2006, el Sistema de las Naciones Unidas (SNU) sostuvo al gobierno de transición de manera particularmente activa en los campos más variados: organización de las elecciones, conservación de la paz, reducción de la inseguridad, lucha contra las violencias sexuales, lucha contra la impunidad, entre otros (ONU, 2007). En 2006 regresaron 35 mil refugiados congoleses (Ibídem, 2007).
UGANDA:
La 'perla de África' se quiebra. Azotada desde 1986 por una cruenta guerra civil que ha provocado más de 1,6 millones de desplazamientos, Uganda sufre una peculiar situación bélica en la que la que la milicia gubernamental se enfrenta con el LRA, una guerrilla encabezada por un líder de aspiraciones mesiánicas. El Ejército de Resistencia del Señor (Lord’s Resistance Army, LRA) fue fundado por Joseph Kony a finales de la década de los 80. Su objetivo es formar un régimen basado en los 10 Mandamientos bíblicos, que tratan de imponer a la población a golpe de violaciones, mutilaciones y asesinatos. Kony, que afirma estar poseído por el Espíritu Santo y que mezcla su ideología católica extrema con influencias animistas y retazos de las primitivas creencias africanas, se declara un elegido divino escogido para perpetrar un cambio en su país, su ejército formado por jóvenes y niños, recibe la orden de usar como arma prioritaria el machete, de ahí que su práctica más extendida sea la mutilación.
La República de Uganda, gobernada por un parlamento integrado por 292 miembros y con Yoweri Museveni como jefe de Estado desde 1986, es un punto estratégico clave en el corazón del continente negro. EUA es uno de los principales interesados que apoya y recibe apoyo a su vez de Museveni. Su principal expectativa es salvaguardar la identidad del pueblo ugandés, en su mayoría católico (39%), y así frenar el paso islamista que en los últimos tiempos ha avanzado posiciones en el África oriental. Por su situación geográfica también, Uganda ha notado en el sur del país un importante desarrollo económico. A su posición centrada en la región de los Grandes Lagos —linda al sur con el lago Victoria— se unen los esfuerzos de Museveni en limpiar la imagen de su territorio, aunque para conseguirlo haya tenido que dejar de lado a la zona norte, donde se hacinan más de un millón y medio de refugiados víctimas y testigos diarios de violaciones de los derechos humanos. Es en esta zona del país, la más pobre, donde se asientan las bases del LRA, la guerrilla que tiene en jaque al gobierno del país, y es a su vez donde más fuerte se hace sentir la violencia. Las ONG hablan de más de 20.000 menores secuestrados por esta guerrilla. En el caso de los niños, pasan a formar parte de las tropas del LRA, donde se les convence de su inmunidad ante las balas gracias a la protección divina. Las niñas, son usadas como esclavas sexuales o para realizar tareas domésticas.
Esta situación lleva cada día a centenares de miles de personas a migrar con la noche a los grandes núcleos poblados, para volver por el día a sus casas. Otra de las consecuencias de la acción del brutal grupo de Kony es el abandono del campo. Miles de familias dedicadas en el pasado a la agricultura o la ganadería se han visto forzadas a desertar de sus tierras por una guerra en la que el principal objetivo es expandir el terror entre la población. Sin alimentos ni recursos económicos, la subsistencia de los ugandeses del norte depende de la ayuda externa. El ejército rebelde de Kony, recibe el apoyo de Sudán, que limita al sur con Uganda, donde están establecidos gran parte de sus campamentos y campos de formación militar, y que apoya económica y logísticamente a la guerrilla. Mientras tanto, crece la preocupación sobre las crecientes tendencias totalitarias del gobierno en el proceso hacia la ansiada transición almultipartidismo.
Además, otro de los grandes problemas a los que debe hacer frente el país es el de las enfermedades. Uganda no sólo combate al SIDA, sino que la sífilis y el ébola se han expandido entre la población en los últimos años, y el número de contagios empieza a resultar alarmante. Después de varias treguas y desarmes fallidos, en noviembre de 2006, Gobierno y rebeldes pusieron en marcha el alto el fuego. Tras 21 años en guerra, ambas partes esperan llegar a un acuerdo definitivo. Los principales retos son atender a 2 millones de desplazados, desmovilizar a 20.000 niños soldados y, sobre todo, mantener el alto el fuego.
En 2005, Uganda se convirtió en país productor de petróleo, que se comenzará a explotar comercialmente desde 2009. Otro hecho auspicioso es la decisión de los países miembros de la Comunidad de Africa Oriental (CAO): Kenya, Tanzania y Uganda, de iniciar un proceso consultivo para acelerar la formación de la Federación Política de dichos Estados para el año 2010 (http://www.afrol.com/es/articulos/21938)
REPUBLICA CENTROAFRICANA:
La situación de esta nación resume la paradoja de otros muchos estados africanos: la miseria de uno de los pueblos más ricos del planeta, con abundantes yacimientos de oro, diamantes y uranio, pero con una deuda exterior cercana a los 1.000 millones de dólares-, provocada por el peculado de gobernantes corruptos. La población civil es la víctima más directa de las continuas revueltas e intentonas golpistas que han sacudido el país desde 1993, año en que Ange-Félix Patassé, líder del Movimiento para la Liberación del Pueblo Centroafricano (MLPC), llegaba a la presidencia a través de las urnas. El mandatario —que utilizó su legitimación democrática para utilizar las arcas del Estado en beneficio propio, tuvo que refugiarse en Camerún tras el golpe de Estado encabezado en marzo de 2003 por el Gral. Francois Bozizé. La situación no ha mejorado: los rebeldes «libertadores» que se alinearon con Bozizé en su aventura golpista, continúan levantados en armas y exigen al actual mandatario una compensación económica por haberle prestado su ayuda para llegar al poder.
En la última década, los motines contra el Gobierno de Patassé provocaron numerosas víctimas civiles en un país que ya sufre los estragos de graves problemas sanitarios (mortalidad materno-infantil, desnutrición, meningitis, paludismo). Un repaso por la historia centroafricana revela que Patassé tuvo antecedentes nefastos: Jean-Bedel Bokassa se hizo con el poder en diciembre de 1965 tras derrocar al primer presidente, David Dacko, que había logrado en 1960 la plena independencia para la antigua colonia francesa. Bokassa se autoproclamó mariscal, presidente vitalicio y emperador en una ceremonia fastuosa. Pero los mismos que le encumbraron le despojaron después de su 'trono'. En 1979, Dacko recuperaba el poder gracias a la 'operación Barracuda', una actuación relámpago del Ejército galo que acababa con la monarquía dictatorial de Bokassa y restablecía la República. Dacko ganó las elecciones convocadas en 1981, pero fue derrocado por el Gral. Kolingba, que se proclamó presidente, formó un Gobierno militar y suspendió toda actividad política en el país.
Las elecciones generales celebradas en marzo de 2005 dieron la victoria a Bozizé y legitimaron, el régimen militar desde el golpe de Estado que le puso a la cabeza del Gobierno en 2003. Antes de la celebración de los comicios, el Consejo de Seguridad de la ONU realizó continuos llamamientos a Bozizé para que sentara las bases necesarias para garantizar unas elecciones libres, en un país donde la presencia de los cascos azules (BONUCA es la misión de paz presente en el país desde 2000) no ha servido para lograr la estabilidad y acabar con la violencia. Mientras tanto, Bozizé celebró una Conferencia de Reconciliación Nacional en la que participaron delegados de todas las facciones políticas, sociales y religiosas del país y puso en marcha un Programa de Desarme, Desmovilización y Reintegración de ex combatientes. (http://www.izf.net/izf/Guide/République%20Centrafricaine/Default.htm)
Empero, la situación no ha cambiado en República Centroafricana: la inseguridad en las calles, el riesgo de hambruna y los nuevos enfrentamientos entre rebeldes y Ejército —5000 personas han huido al Chad— alejan, cada vez más, al país del camino hacia la paz. La población civil es la verdadera víctima de las violaciones de derechos humanos, la corrupción y la inestabilidad política de la última década. Bozizé decretó una amnistía para 600 implicados en la intentona golpista de mayo de 2001, lo que a Kolingba le supuso la revocación de una condena a muerte in absentia, en un gesto que fue calificado como positivo para la reconciliación nacional.
Bozizé toma las riendas de un país que a su pobreza endémica (el PNUD lo lista anualmente entre los diez países más subdesarrollados del mundo), no obstante, en cruel contradicción, posee riquísimos recursos naturales como diamantes, uranio, oro, petróleo, energía hidroeléctrica, madera, algodón, tabaco o café, ha sumado en los diez años en que ha tenido un sistema democrático los estragos provocados por la violencia política intermitente, la corrupción, el bandidaje y la pérdida de compensaciones económicas que supuso el cierre por Francia de sus dos bases militares. En la actualidad, el país depende de la asistencia exterior y los servicios públicos virtualmente no existen. (http://www.elmundo.es/documentos/2003/04/guerras_olvidadas/rep_centroafricana.html)
CHAD:
El país declaró su independencia de Francia en 1960 e inició su existencia como Estado con inestabilidad política derivada de las divisiones religiosas entre el norte musulmán y el sur católico. Hasta 1975 el FROLINAT realizó actividades guerrilleras. Luego se hizo del poder, pero en 1979-1982 un enfrentamiento entre el presidente Queddei y su ministro de Defensa Habré desencadenó la guerra civil. Habré ejerció la presidencia, pero fue derrocado por Iddris Déby, quien gobierna desde 1990. En 1996 fue elegido democráticamente. Aunque es rico en oro, uranio y petróleo se halla entre los países más pobres del orbe. No posee infraestructura interna ni organización institucional, factores que lo han dejado en deplorables condiciones económicas, de salud y sociales (Almanaque Mundial 2007, 221). Se ubica en el 6º lugar del Indice de Estados Fallidos y en el 171º del Ránking HDI.
En 1965 una guerra civil comenzó como una sublevación de impuestos del norte musulmán. La guerra fue larga y costosa. Duró hasta 1998, en cuyo momento fue escrita la constitución y Idriss Déby fue elegido presidente. En octubre de 2003 comenzó la explotación del petróleo, del que el Chad posee abundantes yacimientos, principalmente en la cuenca de Doba. Un oleoducto transporta el petróleo hasta orillas del Océano Atlántico, en Camerún. Las condiciones de extracción del petróleo son leoninas y benefician a las compañías explotadoras (Exxon y Petronas). Las escasas regalías que van para el país (80 millones de euros al año) están siendo utilizadas por el Gobierno del Chad para comprar armas. También el Chad posee uranio, aunque no es explotado. En la región tropical del sur se produce algodón que es industrializado en el país, y tiene potencial para otros tipos de cultivos también. Otros cultivos importantes en el país son el sorgo, arroz, papas, tapioca, y aparte de la industria del algodón, otras industrias importantes son: la textil y el envasado de carnes. El promedio de hijos por mujer es de 6.25, una de las tasas más altas del mundo, lo cual está provocando un aumento poblacional inusitado, con consecuencias tanto económicas como ambientales.
Otro dato a destacar que obsta a la unidad del Estado es la cantidad de 120 lenguas que se hablan entre los 10 millones de habitantes. Déby ha superado diversos complots golpistas y ha combatido la esporádica actividad guerrillera de varios grupos insurgentes en el sur y el este del país, partidarios de un modelo federal del Estado y con base étnica preferentemente cristiana. Este frente rebelde multiforme y cambiante ha registrado una sucesión de episodios bélicos de media o baja intensidad e iniciativas de paz de variada fortuna, contribuyendo su no solución a la crónica inseguridad en extensas áreas del país, escenarios de verdadera guerra civil.
CUERNO DE AFRICA
SOMALIA
Difícilmente se puede considerar a esta antigua colonia británica e italiana como un Estado, desgarrada como está en luchas de múltiples clanes. Las matanzas y los saqueos, perpetrados en muchas ocasiones por adolescentes armados, forman parte del paisaje habitual somalí. Consiguió su independencia en 1960 y tuvo un sistema democrático hasta que, en 1969, un golpe dirigido por Siad Barré instaló un régimen militar. En 1975, el país libró una guerra con Etiopía por el territorio del Ogaden que saldó con una derrota y miles de muertos y refugiados. En 1990, Barré inició una apertura redactando una Constitución que autorizaba el multipartidismo, pero un año después una insurrección derrocó su Gobierno causando más de 300 mil muertos. Una marea humana huyó hacia los países vecinos, especialmente a Kenya. Desde entonces, sus vidas no han mejorado: la FAO estima que 1,8 millones de somalíes se encuentran en situación crítica. (http://www.fao.org/newsroom/es/news/2006/1000382/index.html) [28/01/2008].
Ése fue el principio del caos en el país africano, donde clanes como Hawiye, Darod o Isak libran una guerra de todos contra todos para llenar el vacío de poder. La sequía y la guerra provocaron una catástrofe humana que hizo que EUA y la ONU decidiesen enviar soldados para pacificar la zona en una operación conocida como 'Restablecer la esperanza'. Washington, ante la masacre de sus soldados por señores de la guerra, retiró inmediatamente a sus 28.000 efectivos y abandonó a su suerte a un país en el que no había aparentes intereses económicos. Tras la salida de los 'salvadores', la anarquía continuó y algunas regiones, como Somaliland (antigua Somalia Británica) o Puntland, proclamaron su independencia, aunque sin obtener el reconocimiento internacional. En 2000, unos acuerdos de paz dieron paso al actual Gobierno de transición, que no ha sido reconocido por los warlords y que, en la práctica, tiene un control bastante limitado sobre el territorio nacional.
Los atentados del 11-S también afectaron a este país, al que se acusó de ser refugio de activistas de Al-Qaeda. Y tomó medidas contra empresas somalíes. En octubre de 2002, comenzaron las negociaciones de paz a través de una 'Conferencia de Reconciliación Nacional' que reunía en Kenya al Gobierno de transición y los principales 'señores de la guerra' con el objetivo de crear una constitución e instituciones legislativas y ejecutivas que den estabilidad al país. En enero de 2004, distintos líderes somalíes llegaron a un acuerdo para formar un parlamento encargado de elegir al nuevo presidente de la República, Abdulahi Yusuf Ahmed, que a su vez, nombró al primer ministro, Ali Mohamed Gedi, con responsabilidad de formar Gobierno.
En los ámbitos internacionales se comenzó a hablar del “renacimiento del Estado” (Malacaria y Cubeddu, 2004). Entre las decisiones tomadas, se incluye que todas las instituciones tendrán un mandato transitorio de cinco años, tras el que deberá celebrarse un referéndum sobre una nueva constitución y elecciones democráticas. El Gobierno que en un principio se estableció en Kenya, comenzó su traslado al país en los primeros meses de 2005. A pesar de la llegada de los mandatarios, no se pudo garantizar la seguridad del país debido a los miles de milicianos que aún se mantenían activos.
La Segunda Batalla de Mogadiscio fue una batalla desarrollada en el año 2006 por el control de la ciudad de Mogadiscio, la capital de Somalia. Las fuerzas de oposición eran la Alianza para la Restauración de la Paz y Contra el Terrorismo (ARPCT), y la milicia leal a la Unión de Cortes Islámicas (UCI). EUA proporcionó financiación a la ARPCT debido a las preocupaciones de que la Unión de Cortes Islámicas tuviese lazos con Al-Qaeda. El 7 de julio se rindió la UCI y meses más tarde, el gobierno provisional recibió el apoyo efectivo de Etiopía, lo que lleva a la UCI, que mantiene el control del sur del territorio somalí, a declararle la guerra santa islámica. Entre el 25-26 de diciembre de 2006, el ejército etíope realizó una serie de ataques en apoyo del gobierno provisional contra los milicianos, que provocaron más de 1.000 muertos entre los combatientes islamistas
En enero de 2007, Washington anunció un plan de ayuda por valor de más de 12,5 millones de euros. Miles de civiles que huían de los abusos contra los derechos humanos abandonaron el país o se vieron desplazados[lx]. En el sur no existía Estado de derecho. Políticamente, el gobierno es débil, impopular y de corte faccioso, y el vacío de poder en Somalia meridional está siendo llenado rápidamente por los mismos líderes de las facciones y los señores de la guerra que fueron derrotados hace menos de un año. Muchos residentes de Mogadiscio están consternados por la presencia de tropas etíopes en el capital, la que se encuentra inundada de armas, han sido atacadas tropas etíopes y del propio Gobierno Federal de Transición (STFG). La violencia grave está ahora mismo a punto de emerger. El reemplazo rápido de tropas etíopes por una misión pacificadora más amplia, multilateral es esencial para desactivar el resentimiento público hacia lo que se considera una ocupación extranjera (http://www.crisisgroup.org/home/index.cfm?id=4630&l=1)
SUDAN:
Se ha visto desgarrado por guerras civiles intermitentes desde el momento en que el país, el de mayor extensión de África, se independizó del RU en 1956. Los enfrentamientos tienen su origen en décadas de enorme desproporción entre el desarrollo del norte, árabe e islamista, y las comunidades negras del sur, cristianas y animistas. Kabunda (2006) cree que la tragedia se origina en la política británica de desarrollo separado, que favoreció a los árabes en detrimento de los negro-africanos, y que ha continuado por la política de arabización e islamización de los sucesivos Gobiernos sudaneses y por el reparto desigual de las riquezas y el poder (en una zona con petróleo).
La raza negra ha sufrido un permanente sometimiento a la población árabe. Sin embargo, esta guerra no era sólo un contencioso religioso entre musulmanes y cristianos, sino también la lucha por el control de los recursos naturales. En el norte se concentra la actividad comercial y agrícola, las redes de transporte terrestre y marítimo, mientras que el sur alberga las fértiles tierras de Renk, la zona petrolífera de Bentiu y los yacimientos de níquel y uranio. Lo que en principio nació como un conflicto étnico pronto adquirió carácter de guerra civil. Los fundamentalistas no cesaron en su empeño de transformar el país en un estado islámico y esta presión adquirió su máxima expresión con la llegada del dictador el-Numeiri, que impuso en 1983 la ‘Sharia’ en todo Sudán. La población negra perdió entonces la limitada autonomía que había logrado en 1972 tras la primera guerra civil para ser de nuevo ultrajada y sometida por los árabes del norte.
Nació entonces como respuesta la principal organización rebelde, el Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (ELPS/SLM-A), de John Garang. La situación se agravó en 1989, tras el golpe de Estado de Omar al-Bashir, que impuso con dureza la ley islámica en todo el país además de aniquilar cualquier resquicio de libertad. Su estrategia de poder se basó en la deportación masiva de la población negra hacia zonas inhóspitas y la recolonización de los territorios fértiles recién despoblados con grupos árabes. Su régimen impulsó la elaboración de la Constitución de 1998; la convocatoria, en el año 2001, de las primeras elecciones desde el golpe.
En 2002 la paz comenzó a asomar en el país. Durante el mes de junio, el Gobierno y el ELPS empezaron a negociar en Kenya un acuerdo para poner fin a 20 años de enfrentamientos: en julio firmaron un protocolo de paz; en octubre, un alto al fuego y en noviembre, un Memorando de Entendimiento. Una vez alcanzado un acuerdo sobre tres puntos claves: el estatuto del Sur, el reparto de los recursos y la progresiva democratización del Estado, se estableció un periodo transitorio de seis años que culminaría en la celebración de un referéndum donde el Sur decidiese si quiere ser un Estado federado o independiente. El alto al fuego se mantuvo durante 2003 y en mayo de 2004 se daban nuevos pasos hacia el definitivo cese de la violencia en el sur eliminando en un nuevo acuerdo los últimos obstáculos.
En 2005 la paz parecía poner fin a uno de los conflictos más largos y sangrientos de África, pero la muerte en accidente aéreo del vicepresidente y ex líder rebelde John Garang, en agosto de 2005, provocó nuevos estallidos de violencia, la que hasta el presente ha continuado en la región occidental de Darfur, donde el grupo armado de base musulmana Movimiento para la Liberación de Sudán lucha para terminar con la discriminación de las tribus. Sus cruentos enfrentamientos con las fuerzas gubernamentales han sumido a la población en una gran crisis humanitaria y se siguieron perpetrando graves abusos contra los derechos humanos. Más de 200.000 personas han muerto y más de dos millones han tenido que abandonar sus hogares en Darfur desde el comienzo de la guerra civil en febrero de 2003. El conflicto enfrenta a movimientos de rebeldes con milicianos Yanyauid, apoyados por el Ejército sudanés.
Habiendo determinado que la situación en Sudán seguía constituyendo una amenaza para la paz y la seguridad internacionales, el Consejo de Seguridad, en marzo de 2005, decidió establecer la Misión de las Naciones Unidas en el Sudán (UNMIS) a fin de apoyar la aplicación del Acuerdo General de Paz firmado entre el Gobierno del Sudán y el Movimiento y Ejército de Liberación del Pueblo Sudanés (ELPS), que tuvo lugar el 9 de enero de 2005 y desempeñar funciones relativas a la asistencia humanitaria, la protección y promoción de los derechos humanos y ulteriormente se resolvió prestar apoyo a la aplicación efectiva del Acuerdo de Paz de Darfur. http://www.un.org/spanish/Depts/dpko/unmis/index.html
La espiral de violencia, agravada por las hambrunas, sequías e inundaciones, ha sumido al país en una crisis humanitaria de dimensiones incalculables: alrededor de 4,5 millones sudaneses permanecen sin hogar, viviendo en la pobreza como refugiados o desplazados, más de 2,5 millones de personas han muerto y otras tantas corren el riesgo de perecer de hambre. La lista de barbaries a la que se ven sometidos los civiles incluye además el homicidio, la tortura y la esclavitud. El saldo indica que la segunda guerra civil desplazó a más de 4 millones de habitantes del sur. Algunos huyeron hacia las ciudades sureñas como Juba, otros migraron hacia el norte a ciudades como Jartum, e inclusive a otros países vecinos.
“Se impone en Sudán un nuevo proyecto más equilibrado política, económica y culturalmente. Por lo tanto, la solución a la crisis de Darfur pasa por un mejor reparto de las riquezas y del poder en el país, e incluso por la firma de acuerdos similares a los concluidos con el sur. Pues no se debe perder de vista que la crisis nace de la exclusión de las etnias de esta zona en el nuevo reparto del poder y de riquezas entre el gobierno central y el sur. Es decir, es preciso proceder al reconocimiento del derecho al autogobierno de Darfur, que es un mal menor ante la amenaza de implosión del país (Kabunda, 2006).”
ETIOPIA:
Único entre los países africanos, Etiopía nunca ha sido colonizada, manteniendo su independencia durante toda la Repartición de África, excepto por un periodo de cinco años (1936-1941), cuando estuvo bajo la ocupación italiana. En 1974 los militares derrocaron al emperador Haile Selassie (Ras Tafari). En 1977 otro golpe de estado orientó el nuevo poder hacia la órbita soviética, convirtiéndose en el más firme baluarte en el continente africano. Hasta 1991 el jefe de estado, de gobierno y secretario general del Partido de los Trabajadores fue el coronel Hailé Mariam Menghistu. En mayo de 1991, Meles Zenawi en torno al Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope alcanza la victoria armada sobre Menghistu y es proclamado presidente, iniciando un periodo de reformas políticas y sociales que le llevan a abandonar el régimen marxista, incorporarse al FMI y al Banco Mundial y a estabilizar el país en 1995 con elecciones libres y una constitución democrática. La nueva guerra con Eritrea de 1997 a 2000 finalizó con la victoria etíope y, bajo el patrocinio de la ONU y la OUA se obtuvo la paz definitiva.
En el marco de los conflictos armados de las regiones de Oromia y Somali, se produjeron homicidios y detenciones arbitrarias de civiles, y miles de personas permanecían recluidas sin cargos ni juicio. Varios activistas de la comunidad oromo eran presos de conciencia. Se detuvo a opositores del presidente Girmas Woldegiorgis, periodistas y a defensores de los derechos humanos, a quienes se amenazó con enjuiciarlos por criticar al gobierno. Tras las elecciones de 2005, el Gobierno del Primer Ministro Meles Zenawi demostró que le costaba aceptar el gran éxito que había tenido la oposición. Se promulgaron leyes y se limitó la capacidad de acción de la oposición. El regimen ha vuelto a ejercer un estrecho control sobre los medios de comunicación, ha habido arrestos repetidos de políticos de la oposición y la policía ha aplastado brutalmente las manifestaciones pacíficas (Wijkman, 2006).
El producto principal es el café, destinado en su casi totalidad a la exportación, del que viven directa o indirectamente el 25% de la población. Este alto volumen, unido a la variabilidad de los precios internacionales del café, hace que la balanza exportadora sea muy vulnerable. En cuanto a la minería, Etiopía tiene reservas de oro y tantalio, así como mármol, potasa, mineral de hierro y gas natural. Las explotaciones de este último han sufrido diversas convulsiones y altibajos con ocasión de los múltiples conflictos bélicos hasta 2002. El alto nivel de dependencia del sector energético (petróleo) y los elevados gastos militares, mantienen todavía debilitada la economía, que presenta grandes cambios según la zona del país de la que se trate. En el periodo 2003-2005 la economía etíope ha crecido más de un 10%, si bien el crecimiento ha sido muy desigual según las regiones. El perímetro de la capital ha crecido un 13% consecutivo en los dos años, los estados del sur y oeste han crecido de media un 8%, si bien los estados del este han crecido con menos intensidad y las regiones del norte han sufrido un debacle de la actividad económica, debido a las tensiones geopolíticas con Sudán y Eritrea, con quien mantiene una disputa fronteriza sin resolver.
AFRICA OCCIDENTAL
SIERRA LEONA
Su descolonización de RU en 1961 fue muy rápida y las instituciones no se pudieron consolidar. En 1991 se aprobó una Constitución que permite la pluralidad de partidos políticos. Más tarde se impuso el control del FMI y la economía neoliberal, pero provocó fuertes rechazos en la población. Existe guerrilla interna llevada a cabo por el MULLD y el FRUSL que afectan los yacimientos de minerales. El país se vio envuelto en una Guerra civil en 1991, cuando el Frente Revolucionario Unido (RUF) de Foday Sankoh se sublevó contra el gobierno. Causó 75 mil muertos y 2 millones de refugiados (un tercio de la población), muchos de los cuales aún no han podido regresar al país.
En 1997 se produjo un golpe militar y la guerra civil se extendió por todo el país. En 1999 intervinieron tropas militares de Nigeria[lxi] y los movimientos subversivos firmaron la paz en Lomé (Togo), pero en 2000 se reanudaron las hostilidades dejando diseminados miles de cadáveres, mujeres violadas y niños mutilados. Ello provocó la intervención británica bajo el nombre de Operación Palliser cuyo propósito era evacuar a los civiles británicos y restablecer el orden. Las encarnizadas luchas entre el Gobierno y los rebeldes amenazan a la población, a la democracia y, ahora también, a los «cascos azules» de la ONU (desplegados por la UNAMSIL).
UNAMSIL ha sido una de las operaciones de la ONU más exitosa, habiéndose desplegado inmediatamente después de un brutal conflicto civil que produjo por lo menos 75.000 muertos y muchos más mutilados. Se desarmaron a más de 72.500 combatientos - entre ellos a unos 20.000 niños soldados - y orientó un proceso de paz hacia la creación de un nuevo gobierno nacional. La ONU ha contribuido a regularizar la industria minera y de los diamantes del país, que fue el incentivo de su cruel conflicto, en beneficio de todo el país. No obstante, Sierra Leona sigue siendo uno de los países más pobres del mundo, y la paz respaldada por la ONU es frágil. Las fronteras del país son fáciles de cruzar, la subregión circundante del África occidental es inestable, el desempleo está muy extendido y existe un elevado número de excombatientes que podrían volver a las armas (http://www.un.org/spanish/events/tenstories/2005 /story.asp?storyID=14 00 ).
Después de más de diez años de guerra civil marcada por violaciones graves de los derechos humanos y todo tipo de atrocidades, Sierra Leona estuvo considerada como un "Estado quebrado". Hizo falta una intervención masiva de fuerzas armadas bajo mandato de la ONU para llevar a buen término la desmovilización en 2002 y restablecer la paz. Los órganos del Estado comenzaron a reasumir sus funciones y la economía volvió a ponerse en marcha. Sin embargo el país es inestable, las estructuras administrativas son frágiles y permanecen refugiados miles de sierraleoneses.
Aunque la producción de diamantes y oro es de particular importancia, y representa la mayor fuente de divisas para el país, su tráfico ilegal se ha vuelto una práctica común. Sierra Leona padece de escasez periódica de alimentos básicos, agua, combustibles y electricidad. Por otra parte, el Ejército Nacional se ha caracterizado permanentemente por su corrupción y saqueos. “Sierra Leona siguió siendo uno de los países más pobres del mundo, donde el 70 por ciento de la población vivía con menos de un dólar estadounidense al día y el índice de analfabetismo era elevado. Se avanzó poco en la lucha contra otros factores que contribuían a la comisión de violaciones de los derechos humanos, en particular la pobreza generalizada, la grave situación de desempleo entre los jóvenes y la falta de servicios básicos.” (Amnesty International, 2006).
Además de los severos índices de pobreza, Sierra Leona posee una distribución de la riqueza bastante desigual. De hecho, tiene uno de los ingresos medios más bajos del mundo. Cerca de dos tercios de la población en edad de trabajar vive de la agricultura de subsistencia. La industria se reduce al procesado de materias primas y a la industria ligera dirigida al mercado doméstico. Es destacable su potencial pesquero, mineral y agrícola. El futuro de la economía depende del mantenimiento de la paz interna y la continuidad de la recepción de una considerable ayuda del exterior
COTE D´IVOIRE (COSTA DE MARFIL):
Una democracia que no acaba de consolidarse y una enorme crisis económica son los disparadores para que surja un conflicto armado. Felix Houphouët-Boigny, fundador del Estado logra la independencia de Francia en 1960. Desde su nombramiento, Houphouet-Boigny mantuvo estrechas relaciones con Francia, adoptó posiciones hostiles hacia sus países vecinos Ghana y Guinea, y prohibió todos los partidos políticos excepto el suyo. Costa de Marfil es además un país con fuerte desequilibrio interno entre el norte - de mayoría musulmana- y el sur. El país llegó a ser el primer productor mundial de cacao y exportador de piñas. La caída de los precios internacionales en 1980 dio paso a manifestaciones contra las medidas económicas impuestas por el FMI y el BM. Costa de Marfil, ofrece una gama de paisajes fabulosos, desde la sabana desértica al norte hasta la selva virgen y maravillosas playas al sur. En esta región, mas lluviosa, inversores extranjeros instalaron grandes plantaciones de productos de exportación: café, cacao (40 % de la producción mundial) y banano, algodón, caucho. En el norte, meseta granítica recubierta de sabanas, pequeños propietarios cultivan sorgo, azúcar, maíz y mani. Tiene reservas de petróleo y gas.
La situación social empeora y a comienzos de los años 90 empiezan las primeras manifestaciones que critican al Jefe del Estado por su inmensa fortuna personal. Por primera vez, en 1990, se celebran elecciones parlamentarias y legislativas con la participación de nueve partidos de la oposición. En 1993, muere Houphouët-Boigny, y es sucedido por Konan Bédié. Éste hereda una situación económica caótica, que obliga a solicitar nuevas ayudas del FMI, con el consiguiente endurecimiento de las condiciones de vida de la población. Al fallecer Houphouët-Boigny, el Estado comenzó a derrumbarse hasta llegar en 2001-2003 a padecer una guerra civil. La violencia tiene un trasfondo etnico-religioso y político; es la consecuencia de media década de particularismos tribales y etnocentrismo xenófobo estimulados desde el poder. El gobierno de Bédié llegó a su fin en 1999, después de que un grupo de militares encabezado por el Gral. Robert Guei se amotinara y diera un golpe de estado, creando un gobierno 'de salvación', hasta la convocatoria de nuevas elecciones en octubre de 2000.
El socialista Laurent Gbagbo es elegido presidente. Pero Guei, jefe de la Junta Militar gobernante, rechaza los resultados y se autoproclama Presidente del país, lo que provoca un estallido de violencia y númerosos muertos. El 25 de octubre, Guei abandona el cargo y huye. Gbagbo retoma el poder y crea un Comité de Mediación para la Reconciliación Nacional, con la presencia de representantes de partidos políticos y religiosos católicos y musulmanes.
Una ley que prohibía a los no marfileños presentarse a las elecciones ("l'ivorité") e impedía al musulmán Alasan Outtara, ser cabeza de lista de la Unión de Republicanos, por ser hijo de madre nativa de Burkina Fasso, supuso otro levantamiento popular. Los incidentes violentos se sucedieron sin tregua y, en septiembre de 2002, el enfrentamiento entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales provoca la huida de 1 millón de personas y una crisis sanitaria generalizada en todo el país y la inmediata intervención de Francia, para proteger a sus súditos. En enero de 2003 se firma el acuerdo de paz de Linas-Marcoussis, Francia, y se crea un Gobierno de Reconciliación Nacional integrado por funcionarios del anterior Ejecutivo y representantes de la oposición y los rebeldes. Al frustrarse la convocatoria a elecciones, la ONU dictó una resolución prorrogando un año el mandato del presidente Gbagbo. Esta decisión provocó las protestas de la oposición, que pedía la dimisión del presidente, y una nueva oleada de violencia.
En enero de 2006, el partido presidencial anunció su retirada del proceso de paz y pidió la salida de las fuerzas internacionales; el Grupo de Trabajo Internacional (GTI) decidió no prolongar el mandato de la Asamblea Nacional, dominada por afines a Gbagbo, y dar más poderes al primer ministro Konan Banny. Ante esta decisión miles de seguidores del presidente sitiaron la sede de la ONU y provocaron numerosos enfrentamientos con los cascos azules bangladesíes. Tras una reunión, los principales dirigentes políticos implicados en este conflicto se comprometieron a impulsar el proceso de paz. A pesar de estos incidentes, el objetivo principal sigue siendo la celebración de unas elecciones presidenciales que pongan fin al conflicto. Para garantizar unos comicios 'limpios', se puso en marcha un programa tendiente a proporcionar documento de identidad a todos los habitantes del país. Aún así, actualmente el proceso de paz se encuentra bloqueado tras fracasar, en dos ocasiones, la campaña de desarme acordada con los rebeldes.
La corrupción y debilidad de la clase política, la ausencia de legitimidad democrática de sus gobernantes, el racismo o la extrema desigualdad social son algunos de sus problemas más acuciantes. De hecho, la rebelión iniciada en el norte del país no es sino el resultado último de una situación estructural problemática. El problema esencial es étnico. No se desprecia tan sólo a los cientos de miles de trabajadores extranjeros africanos que se encuentran desde hace varias generaciones en Costa de Marfil (y a quienes se niega la nacionalidad), sino también a las etnias originarias del norte del país. A finales de los noventa era el país con el índice de deuda externa per cápita más alto del mundo. Al mismo tiempo, la inmensa riqueza forestal de Costa de Marfil desaparece por uno de los procesos de deforestación más rápidos del planeta (Galindo, 2002).
GUINEA:
Las guerras que azotaban Liberia y Sierra Leona han colocado desde principios de los años 90 a cerca de medio millón de refugiados como blanco de los combates que se libran en las regiones fronterizas de Guinea con estos dos países. A pesar de que, oficialmente, ambas contiendas han concluido, la posición política del gobierno de Conakry, enfrentado al rebelde y luego presidente de Liberia, Charles Taylor, y al grupo rebelde Frente Unido Revolucionario de Sierra Leona (RUF), ha generado frecuentes ataques en los últimos años en las zonas limítrofes.
Las violaciones de los derechos más elementales que sufren estos desplazados, que huyendo de las barbaries bélicas de sus naciones tratan de encontrar en la vecina Guinea un lugar en donde salvar sus vidas, es constante y flagrante. No sólo los insurgentes y los milicianos enfrascados en la guerrilla abusan de ellos, sino que hasta los propios guineanos -a pesar de su histórica fama de ser un pueblo acogedor con los refugiados- se ensañan con estos depauperados y errantes. Una situación que empeoró en julio de 2003, cuando el Gobierno guineano decidió deportar a aquellos refugiados que no residiesen en campos de refugiados u optasen por la repatriación antes de septiembre. El presidente Lansana Conte ha incitado con sus acusaciones de que los exiliados albergaban en sus casas a rebeldes a las violaciones y asesinatos de expatriados. El reclutamiento forzoso de niños, la utilización de mujeres como transportadoras de municiones y para aprovisionar las bases militares y el robo a los civiles, a pesar de su miseria, por parte de todas las facciones han colocado a los refugiados en una situación tan peligrosa y delirante como si hubieran permanecido en sus tierras. Numerosas ONG han anticipado la crisis y del riesgo de catástrofe humana que sobrevuela sobre Guinea, donde los refugiados se encontraban además atrapados entre el fuego cruzado del Ejercito y grupos del denominado Movimiento para la Liberación de Guinea-Conakry. Este país, en el que la esperanza de vida es de 46 años, fue una de las primeras colonias africanas en lograr la independencia de Francia, en 1958.
Este país posee unas reservas de bauxita estimadas en 20 millones de toneladas, un 50% de la producción mundial, cuyos beneficios suponen 2/3 partes de la renta nacional, junto con diamantes, oro, y otros metales. El país también tiene gran potencial para la energía hidroeléctrica. La economía del país entra en crisis luego del golpe militar de Conté, quien decide encaminar a Guinea hacia un sistema multipartidista. Sin embargo, las críticas a la débil democratización del país no han desaparecido y el temor a un nuevo golpe de estado es. La inestabilidad se hizo palpable en las elecciones presidenciales de diciembre de 2003, en las que Conté ganó con el 95,6% de los votos. Un resultado discutible, ya que los principales partidos de la oposición, agrupados en el FRAD, se negaron a participar en los comicios por la falta de garantías y acusaron al Ejecutivo de cometer fraude. Además, la comunidad internacional no quiso mandar observadores que supervisaran el proceso electoral ya que no cumplía los requisitos necesarios.
El posicionamiento de Conté en los conflictos desatados al otro lado de sus fronteras ha provocado demasiado derramiento de sangre de civiles, que huían de la muerte casi segura que les esperaba en su territorio, sin saber que la estabilidad en la históricamente acogedora Guinea era sólo un espejismo. Medio millón de refugiados se enfrentan a la violencia de las guerrillas fronterizas de Sierra Leona y Liberia, además de al abuso de las propias milicias guineanas. El peligro de crisis humanitaria sobrevuela la zona. Aunque Guinea ha preservado siempre la paz interna desde su independencia, los conflictos en países vecinos han tenido un impacto adverso en su performance económica. Debieron hacer gastos imprevistos en defensa y seguridad y tuvieron elevados costos sociales para adaptar la afluencia de refugiados. http://web.worldbank.org/WBSITE/EXTERNAL/COUNTRIES/AFRICAEXT/GUINEAEXTN/0,,menu PK:351805 ~ pagePK:141132~piPK:141107~theSitePK:351795,00.html. El crecimiento de Guinea en los últimos años se considera por debajo de su potencial representado por enormes dotaciones de recursos naturales. Los indicadores sociales son negativos en comparación con los países vecinos, aunque se han hecho adelantos significativos en la educación primaria y el acceso al agua potable de consumo humano.
LIBERIA:
Liberia es el reflejo de las heridas que deja una guerra civil. Ellen Jonson-Sirleaf, triunfadora de los primeros comicios celebrados tras el fin de la contienda, 'hereda' un país destrozado por 14 años de sangrientos enfrentamientos, donde gran parte de la población malvive sin servicios básicos como agua, electricidad o atención sanitaria. Hoy, la república más antigua del continente negro intenta dejar atrás su pasado más reciente: sólo desde comienzos de 2002, el conflicto provocó miles de desplazamientos internos y refugiados, que huían a los países vecinos para escapar de muertes, torturas y brutales atrocidades perpetradas tanto por las fuerzas de seguridad de Charles Taylor —presidente electo en los comicios de 1997 y hoy en el exilio— como por los rebeldes que pretendían derrocarle.
Fundada en 1822 para albergar a los esclavos emancipados del norte de América, Liberia proclamó su independencia en 1847, aunque no fue reconocida por EUA hasta 1862. La historia reciente de este país rico en caucho, oro y diamantes ha estado marcada por sangrientos enfrentamientos tribales y continuos golpes de Estado. La guerra civil estalla en diciembre de 1989, cuando surge el Frente Patriótico Nacional para la Liberación de Liberia (NPFL), liderado por Charles Taylor y Prince Johnson, para combatir al presidente Samuel K. Doe —en el poder tras dar un el golpe de Estado de 1980, y ganar, después, las elecciones de 1985—. El conflicto degenera en una brutal matanza entre el grupo étnico de Doe, los krahn, y las tribus gio y mano. El duelo se convierte en una lucha a tres bandas cuando Johnson se desmarca de Taylor y crea una facción independiente (INPFL) que asesina a Doe en 1990. Al año siguiente, los seguidores de Doe crean un nuevo grupo rebelde: United Liberation Movement of Liberia for Democracy (ULIMO), que posteriormente se escinde en dos grupos por el enfrentamiento entre las etnias mandingo y krahn. En 1993, la ONU establece una misión de observación (UNOMIL). Tras numerosas negociaciones y una decena de fracasados acuerdos de paz, en agosto de 1995 se firmó en Abuja (Nigeria) un pacto que integraba a los líderes de las facciones enfrentadas en un Gobierno de transición y exigía el desarme de los guerrilleros de cara a la celebración de elecciones. La victoria electoral de Taylor en 1997, tras ocho años de guerra, no llevó la paz al país, sino todo lo contrario. Aunque las principales milicias se disolvieron para constituirse en organizaciones políticas, grupos rebeldes siguieron operando desde Sierra Leona y Guinea, que amparaban a los disidentes de un régimen que durante años apoyó al Frente Revolucionario Unido (FRU) sierraleonés —en el año 2000, la ONU impuso sanciones al Gobierno de Taylor por tráfico ilegal de diamantes durante la guerra civil en el país vecino— y a grupos guerrilleros guineanos.
En julio de 2000, aparecen en escena los Liberianos Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD), con la intención de sentar a Taylor, considerado 'el Milosevic de África', ante un tribunal internacional para responder por sus crímenes contra la población de Liberia, Sierra Leona y los refugiados en campamentos de Guinea. El año 2003 resultó decisivo para el futuro de Taylor. Un acuerdo entre Naciones Unidas y el Gobierno sierraleonés sirvió para poner en marcha un tribunal especial para juzgar los crímenes de guerra cometidos durante la guerra civil (1991-2001). El presidente liberiano, tras ser inculpado, dejó el poder en manos del que fuera vicepresidente del país, Moses Blah, tras aceptar el asilo político ofrecido por Nigeria —en marzo de 2006, las autoridades nigerianas aceptaron extraditar a Taylor, que fue arrestado y deportado a Liberia—. Pero la desaparición de Taylor del panorama político añadió incertidumbre a la situación del país: La aparición de un nuevo movimiento opositor (MODEL, Movimiento para la Democracia en Liberia) hizo pensar en la posibilidad de que los dos principales grupos rebeldes se enzarzaran en una encarnizada lucha por el poder. Ambos grupos dieron muestras de su buena voluntad con la firma de un acuerdo de paz que estableció un Gobierno de transición hasta octubre de 2005, fecha fijada para la celebración de elecciones libres.
Hasta los comicios, tal y como acordaron las distintas facciones implicadas, Gyude Bryant —un hombre de negocios miembro del Partido de Acción por Liberia— llevó las riendas del país, mientras 15 mil cascos azules (UNMIL) se desplegaron en la zona para garantizar la seguridad de la población civil. El Programa de Desarme, Desmovilización y Reinserción de combatientes promovido por Naciones Unidas logró el desarme de unos 70 mil hombres y se consideró completado en diciembre de 2004.La situación en Liberia sigue siendo, sin embargo, de gran hostilidad: Organizaciones como Human Rights Watch han alertado de que las partes implicadas entregaron sólo la tercera parte de su armamento. A la delicada situación interna se suman los intentos de Taylor, que aún cuenta con muchos simpatizantes y seguidores en el país, de interferir en la política liberiana. Durante años, el enfrentamiento entre grupos rebeldes y las fuerzas de seguridad de Taylor provocó miles de refugiados y víctimas civiles. La salida de Taylor del poder y la posterior firma de un acuerdo de paz entre las guerrillas y el Ejecutivo Liberiano fue el principio del fin de 14 años de sangrienta guerra civil, pero no ha terminado por traer la estabilidad. En noviembre de 2005, Ellen Johnson-Sirleaf ganó las primeras elecciones celebradas tras el fin de los enfrentamientos internos. Es dable destacar que el Sistema de Justicia liberiano ha sido reconstituido positivamente (Crisis Group, 2006b).
NIGERIA:
Desde hace cuatro décadas la intransigencia religiosa de musulmanes y cristianos se cobra cientos de muertos en Nigeria, convirtiendo la fe en un motivo de odio. Nigeria es el país más poblado (133 millones de habitantes) y étnicamente más diverso de África, ya que dentro de sus fronteras conviven más de 250 etnias, lo que históricamente ha provocado conflictos por diferencias de todo tipo: políticas, territoriales e incluso culturales. Todo se dirime por la vía de las armas. Al margen de estas disputas, los enfrentamientos más numerosos se circunscriben al ámbito religioso. Y es que la fe divide a Nigeria en dos: por un lado, los musulmanes, religión mayoritaria y predominante en el norte, y por otro, los cristianos, que se agrupan en los estados del sur. En los últimos 15 años, las disputas entre ambos han dejado cerca de 14 mil muertos, éxodos masivos hacia el sur y la proclamación del estado de emergencia. El motivo principal: las presiones de los musulmanes para que el Gobierno instaure la ley islámica en sus zonas de influencia.
A la falta de tolerancia religiosa se le suman como causa de conflicto las importantes reservas de petróleo que tiene Nigeria -podría llegar a convertirse en el cuarto productor mundial- y la consiguiente ambición de controlarlas. El 90% de las exportaciones del país se deben al 'oro negro'. En la década del 70 el Gobierno aprobó un decreto que le otorgaba el derecho exclusivo sobre la riqueza del suelo y las zonas costeras y firmó lucrativos contratos con multinacionales como Shell, Texaco o Chevron que, a la vez que expoliaban el país, ejercían un gran control sobre sus territorios. Las ventas petrolíferas permitieron que los indicadores económicos subieran, aunque no ocurrió lo mismo en el ámbito social, lo que provocó la indignación de muchas tribus, como los ijaw y los ilaje, que no dudaron en atentar contra los pozos sufriendo la posterior represión del Ejército. El último grupo rebelde en sumarse a la lucha ha sido la Fuerza Voluntaria del Pueblo del Delta, que declaró una "guerra total" al Gobierno a partir de octubre de 2004 recomendando a las petroleras extranjeras que suspendiesen su producción y asegurando que sus trabajadores serían blancos de la violencia.
Nigeria es un estado artificial. El clima de conflicto viene de antiguo. Nigeria nació en 1914 con la decisión de RU de unir tres de sus posesiones africanas creando un estado artificial en el que la población se estructuró por etnias, dejando un caldo de cultivo para futuros enfrentamientos. En 1960 el país obtuvo la independencia y tres años más tarde se convirtió en república. Los enfentamientos entre ijows y hausas dieron paso, en 1966, al primer Gobierno militar. Un año después, se produjo la Guerra de Biafra, con la que los ibos, que habitaban al sureste del país, trataban de lograr la independencia. Después de tres años de conflicto armado, en los que murieron más de 2 millones de personas, Nigeria consiguió mantener el territorio y, para dar salida a las reivindicaciones tribales, se fueron creando nuevos estados federados. Así se pasó de los tres que tenía en el momento de su nacimiento a los 36 actuales, pero no se logró poner fin a las reivindicaciones tribales, que piden se otorguen derechos a los grupos étnicos y no a los territorios. Desde la guerra de Biafra hasta 1999 el país ha estado dirigido por militares del Norte que incumplieron sus promesas de democratizarlo; por lo que recibieron sanciones de la UE, EUA y la Commonwealth en los ámbitos diplomáticos y de venta de armas.
En las primeras elecciones legislativas y presidenciales libres (1999), venció Olusegun Obasanjo, que revalidó su cargo en mayo de 2003. A pesar de la llegada de la democracia, los conflictos están lejos de solucionarse. La corrupción y las elecciones fraudulentas continúan minando la política interna. A ello debe adunársele la pobreza y la destrucción del medio ambiente. (Crisis Group. 2006d).
En 2004 se produjo un recrudecimiento de la violencia, especialmente en el centro y norte del país, que sólo durante el mes de mayo se cobró centenares de muertos en la región de Plateau. La amenaza del genocidio hizo que el Gobierno tuviera que decretar el estado de emergencia. “Tras un desalojo forzoso masivo, más de 3.000 personas, que no habían sido avisadas con la debida antelación, quedaron sin hogar, y no se las indemnizó ni se les proporcionó otro alojamiento. Aumentaron en todo el país los homicidios perpetrados en el contexto de la violencia entre partidos políticos o en el seno de los propios partidos. (Amnesty International, 2006).”
19) BURKINA FASSO (ex Alto Volta)
Se independizó de Francia en 1960 y ha sufrido desde entonces varios golpes de Estado. En 1992 celebró elecciones multipartidistas. Mantiene disputas fronterizas con sus vecinos Malí y Níger y desde 1999 también a raíz de las rebeliones de los touaregs. Posee recursos naturales tales como manganeso, mármol, oro, caliza, cobre, diamantes. Precisamente en el año 2000, su presidente Blaise Compaoré fue acusado por la ONU de participar en el comercio internacional de diamantes y de cambiarlos por armas con los rebeldes del Frente Unido Revolucionario (FUR). El país ocupa el 30ª lugar en el Indice de Estados Fallidos, en la frontera entre éstos y los países más debiles. Burkina Fasso es una de las naciones más pobres del mundo, está rankeada en el 174 lugar del HDI.
El desarrollo económico del país ha visto impedido por varios factores, entre los cuales se encuentra el ineficiente desarrollo de la minería, las modalidades climáticas que afectan periódicamente sus cosechas, la débil demanda de sus principales productos de exportación y la caída de los precios internacionales. El promedio de hijos por mujer es de 6.47, una de las tasas más altas del mundo, lo cual provoca un aumento poblacional inusual en este país, con consecuencias tanto económicas como ambientales “Los gobiernos de Costa de Marfil y Mauritania acusaron a Burkina Faso de alimentar la inestabilidad en la región al proteger y adiestrar a los grupos armados de oposición. A su vez, las autoridades burkinesas atribuyeron a varios miembros opositores de la Unión Nacional Democracia y Desarrollo de suministrar información a Mauritania, Costa de Marfil y Guinea (Amnesty International, 2005).
En 1999, un nutrido grupo de mujeres ataviadas con pañuelos negros marchó en silencio hacia la Asamblea Nacional para pedir el esclarecimiento y terminación de delitos impunes, asesinatos, crímenes económicos. “Los activistas de la oposición fueron detenidos y recluidos en régimen de incomunicación. No hubo ningún progreso a la hora de poner a disposición judicial a las personas responsables de los homicidios políticos cometidos en 1998 o de la presunta ejecución extrajudicial de más de cien personas en 2001 y 2002” (Amnesty International, 2005).
SUR DE AFRICA
ZIMBABWE:
Mientras la peor crisis de la historia de Zimbabwe abate a sus ciudadanos, el dictador Robert Mugabe se mantiene en el poder desde los años 80. La antigua Rodesia Británica, que fue ejemplo de buena gestión entre los países recién independizados, afronta en bancarrota, con una hiperinflación que alcanzó en 2006 a 1.000 %, una hambruna en más de 6 millones de personas (Amnesty International, 2006). En 2000 el gobierno puso en marcha el Plan de Reforma de la Tierra, que confiscó las propiedades de miles de granjeros europeos con la excusa de entregar las plantaciones a los campesinos negros sin propiedades. Sin embargo, los terrenos quedaron en manos de los partidarios de Mugabe, divididos en pequeñas porciones, que devolvieron al país a una agricultura de subsistencia anclada en el pasado que ha traido la ruina. En 2002 el presidente fue reelegido mediante fraude escandaloso. La Commonwealth, a la que Zimbabwe pertenecía por su status de antigua colonia, suspendió al país de sus estructuras y Mugabe decidió salir de la organización en 2003.
El país produce cromo (5to productor mundial), oro, niquel, asbesto, algodón, tabaco (3er productor mundial) y maíz. La vida de Zimbabwe gira en torno del conflicto entre los “granjeros blancos” y la población predominantemente negra quienes les arrebatan las tierras a los primeros y decenas de personas han sido asesinadas. En lugar de una reforma agraria, se ha impuesto la violencia contra los blancos y contra la oposición negra, mientras que el ejército ni la policía han hecho nada por contenerla. El riesgo de una explosión que podría costar millares de vidas en el país y rompa la estabilidad de África meridional está creciendo en Zimbabwe. Se ha bloqueado la reforma política, y cada indicador económico continúa tendiendo a la baja (Crisis Group, 2006a).
“El gobierno violó de manera sistemática y generalizada el derecho al cobijo, a la alimentación, a la libertad de circulación y residencia y a la protección de la ley. Se desalojó a la fuerza a cientos de miles de personas durante el invierno y se demolieron sus viviendas en el marco de la Operación Murambatsvina (Restaurar el Orden). Decenas de miles de comerciantes y vendedores callejeros perdieron su medio de vida y se vieron incapacitados para mantener a sus familias a causa de esa operación. A pesar de que la necesidad de ayuda humanitaria era más que evidente, el gobierno obstruyó repetidamente los esfuerzos humanitarios de la ONU y de los grupos de la sociedad civil. Aunque se recibieron menos informes de violencia, agresiones y tortura por motivos políticos que en años anteriores, la actuación de la policía continuó siendo partidista, y hubo agentes de policía implicados en numerosas violaciones de los derechos humanos, tales como detenciones arbitrarias, agresiones, malos tratos a detenidos y uso excesivo de la fuerza. La libertad de expresión, asociación y reunión continuó sometida a graves restricciones. Cientos de personas fueron detenidas por celebrar reuniones o por participar en protestas pacíficas (Amnesty International, 2006).
MALAWI:
Es un país de fértiles tierras, que cuenta con yacimientos de cal, uranio, carbón y bauxita. Exporta tabaco, té, azúcar y algodón. A pesar de ello, es un país muy pobre, con un ingreso per cápita de US$ 162 anuales y un 55 % de la población por debajo del nivel de indigencia, se ubica en el 166º lugar sobre 177 países en el Índice de Desarrollo Humano 2006 del PNUD. Se independizó del Reino Unido en 1964 y durante tres décadas mantuvo como presidente vitalicio a Hastings Banda y un régimen de partido único, con frecuentes violaciones de los derechos humanos. En 1993 se instauró un sistema multipartidista, Banda fue juzgado y condenado por corrupción y asesinato.
Se encuentra asolado por una epidemia de SIDA y la principal causa de muerte es la malaria. Escasean los médicos y la esperanza de vida al nacer no supera los 37 años. La crisis alimentaria empeoró en 2005. Se trata de una economía de subsistencia con una fuerte deuda externa fruto de la alta dependencia de productos del exterior -incluidos productos alimenticios- y su escasa capacidad de entablar relaciones comerciales favorables. Desde 1992 hasta 2005, el PIB per cápita ha ido decreciendo. Aunque el gobierno de Malawi ha iniciado una agenda de reformas económicas, hace frente a desafíos en varios frentes: una población en rápido crecimiento numérico, un alto índice de infección de HIV/AIDS (cerca de 15 por ciento), recursos naturales limitados, altos niveles de la desigualdad causados por estrategias de desarrollo elitista y los efectos corrosivos de sequías que se repiten, de la deficiente gerencia de los recursos y de la degradación ambiental (Banco Mundial, 2006).
Con una población de 12 millones y una densidad de 129 hab/km² es uno de los países de África más densamente poblados. Las migraciones y los conflictos tribales impidieron la formación de una sociedad malawiana cohesionada hasta el siglo XX. Aunque en los últimos años los enfrentamientos entre las cinco etnias principales han disminuido, todavía persisten rivalidades regionales. A pesar de todo, la idea de una nación común malawiana gana cada vez más adeptos. Malawi posee una adminitración pública hipertrofiada hasta el absurdo, con alrededor de 40 ministerios durante el gobierno del anterior presidente Muluzi, ahora reducidos a 21 durante el mandato de Mutharika (CIDOB, 2006).
PENINSULA ARABIGA / MEDIO ORIENTE
YEMEN
Su tierra, relativamente fértil, y su húmedo clima permitieron el desarrollo de una población estable. De ahí su nombre, que en árabe significa "prosperidad" En 1962, el último rey es derrocado, y se establece la República Árabe de Yemen, conocida como Yemen del Norte, aunque en situación casi continua de guerra civil hasta 1970. En la región de Adén, pese a los esfuerzos de RU por evitarlo, en 1967 el antiguo dominio británico se transforma en la República Popular de Yemen del Sur o Yemen del Sur, de orientación marxista, convirtiéndose en el primer estado árabe comunista. Aunque se producen varios enfrentamientos entre los dos estados, e incluso dos breves guerras civiles (en 1972 y en 1979), en 1981 se llega finalmente a un proyecto de Constitución para un estado reunificado. El plasmado de este acuerdo llega el 22 de mayo de 1990, cuando ambas repúblicas se funden en una, la República de Yemen.
En Yemen, donde apenas un 1% de la superficie es irrigable, la economía sigue siendo muy arcaica. Dentro del sector agrícola conviene citar los cultivos de cereales (mijo, sorgo, trigo) y café. La ganadería yemení es bastante importante, sobre todo en lo que respecta a la cabaña de ovinos. Los recientes hallazgos de petróleo han hecho de este país un Estado productor. El subsuelo contiene notables reservas de gas natural. Posee también industrias relacionadas con la manufactura de materiales plásticos, como ser la fabricación de tuberías y accesorios
“Enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad y seguidores de Hussain Badr al-Din al-Huthi, clérigo de la comunidad zaidí. Al parecer, la policía hizo también uso excesivo de la fuerza durante violentas manifestaciones de protesta contra el aumento del precio del combustible que tuvieron lugar en julio. Más de 1.000 presuntos seguidores de Hussain Badr al-Din al-Huthi permanecieron detenidos sin cargos ni juicio, así como centenares de personas detenidas en años anteriores en el contexto de la «guerra contra el terror». En las pocas ocasiones en que se sometió a juicio a presos políticos, los procedimientos distaron mucho de cumplir las normas internacionales. Se restringió aún más la libertad de prensa, y la policía y otras fuerzas de seguridad atacaron con frecuencia a periodistas. El gobierno siguió devolviendo a personas a países donde corrían el peligro de sufrir graves violaciones de derechos humanos. Se ejecutó a decenas de personas, según informes, y varios centenares permane­cían condenadas a muerte.” (Amnesty International, 2006)
Yemen fue catalogado como el segundo país más corrupto detrás de Iraq, según el último informe de la red no gubernamental Transparencia Internacional. El Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) de 2005 señaló que la corrupción era el principal desafío que enfrenta el gobierno de Yemen. Miembros de la sociedad civil sostienen que combatir la corrupción haría mucho por eliminar la pobreza y el desempleo, así como por mejorar el comercio y las oportunidades de inversión. La venalidad es considerada un importante factor de inhibición de las inversiones extranjeras.
Más de 40 por ciento de los yemenitas vive debajo de la línea de pobreza. La corrupción y el colapso de las instituciones podrían convertir a Yemen en un estado fracasado, señaló un informe del Centro Belfer para la Ciencia y los Asuntos Internacionales de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. "La crisis económica llegará a un punto en el que el régimen pierda legitimidad, y podría haber guerra civil o anarquía", quedando planteada la dudosa esperanza de que, más allá del petróleo, a raíz de la crisis decaigan los contratos pasibles de sobornos, y por lo tanto "no haya mucho para robar”.
IRAK:
La sensación general de los iraquíes es que las fuerzas de EUA sólo están obsesionadas por su propia seguridad. Para la opinión pública, su presencia en el país es tan ilegítima como el régimen de Saddam Hussein. Los iraquíes de hoy creen que el gobierno de Bush desea perpetuar la ocupación militar manteniendo el caos, exacerbando la violencia y fomentando las divisiones entre los iraquíes. Los últimos hechos de enero 2007, parecen confirmar esta percepción (Yousef, 2006). La guerra en Irak terminó “oficialmente” el 1 de mayo de 2003. Pero EU y RU se han visto obligados a admitir en más de una ocasión que la situación de la seguridad en Irak sigue siendo “grave”. Por ejemplo, en enero de 2007 el presidente Bush anunció el envío de más tropas frente a una situación inmanejable y la fuerte objeción de la mayoría demócrata del Congreso.
· Irak es un Estado fallido provocado por la intervención de potencias extranjeras, principalmente EUA y RU. La “luna de miel” entre las fuerzas de ocupación y la población iraquí parece haber terminado porque, entre otros motivos, sus aspiraciones no fueron cumplidas y sus vidas no mejoraron. La constante y elevada inseguridad tiene un impacto negativo en las vidas de los ciudadanos, que no pueden acceder a los servicios básicos, especialmente agua potable y atención médica, y cuya seguridad personal corre peligro cuando salen de sus hogares. Hay gran temor a los secuestros y a los ataques, restricción de la libertad de movimiento y un número considerable de familias todavía no han permitido que sus hijos retornen a las instituciones de enseñanza por amenazas similares que padecen en las universidades y escuelas. El estado actual de inseguridad también conlleva un alto grado de riesgo para los trabajadores humanitarios, puesto que son vulnerables a sufrir lesiones o incluso la muerte por bombardeos, al fuego cruzado, los robos, el copamiento de automóviles y los saqueos. Esto perjudica la entrega de ayuda y la reconstrucción. Muchas ONG y organismos humanitarios internacionales (ONU y CICR) trasladaron sus sedes operativas a la capital de Jordania, Ammán y suspendieron proyectos, evacuando al personal extranjero y sustituyéndolo por iraquíes, que en gran mayoría no son profesionales y carecen de la debida capacitación.
· Muchas embajadas, como las de España, Italia y Australia, también disminuyeron el número de funcionarios internacionales y algunas, como las de Países Bajos y Bulgaria, clausuraron sus oficinas en Bagdad luego de recibir amenazas veladas, o físicas. Persisten las tensiones étnicas (entre árabes y turcomanos, árabes y kurdos, conflictos entre tribus) que van en aumento en el norte del país, además de las disputas comunidades chiítas, sunnitas y kurdas. Toda discusión sobre seguridad humana en el Irak de posguerra no puede dejar de lado cuestiones políticas, como la ocupación militar estadounidense y el papel de la ONU.
· La necesidad de derrotar al gobierno de Hussein y de hallar y confiscar ADM (que no se hallaron) exigió tanto tiempo que a nivel local se creó un vacío de seguridad. En consecuencia, los civiles no reciben protección adecuada y no pueden recurrir a la ley cuando se violan sus derechos. Además, la inexistencia de una infraestructura que funcione significa que no se prestan los servicios esenciales, lo cual tiene un efecto particularmente devastador entre la población más vulnerable. Las necesidades de reconstrucción son enormes debido a los 20 años de abandono y corrupción en la infraestructura económica, ambiental y de servicios, y también como consecuencia del gasto de fondos públicos para apoyar a las Fuerzas Armadas y mantener al régimen en el poder. Asimismo, los conflictos armados y las sanciones internacionales tuvieron un impacto ruinoso, deteriorando el nivel de vida del pueblo iraquí. El cese del programa Petróleo por Alimentos es un ejemplo claro. Como casi la mitad de la población dependía por completo de la ayuda del gobierno, existe fuerte preocupación de que el cambio perjudique a las familias pobres y genere mayor desnutrición y posiblemente muertes por hambre.
· Vale la pena señalar que el Banco Mundial destacó que, si la comunidad internacional ofreciera US$ 35.000 millones, que se afirma es la cantidad necesaria para la reconstrucción de Irak en los próximos cuatro años, la falta de capacidad institucional del Estado iraquí sólo le permitiría gastar US$ 5.000 millones. El desempleo es el problema más grave que padece la economía en la actualidad, ya que habría unos 12 millones de iraquíes sin trabajo. El BM hizo hincapié en que las prioridades para la reconstrucción deben: el fomento de instituciones de gobierno independientes, transparentes y bien administradas; la reconstrucción de elementos de infraestructura y servicios vitales que fueron destruidos o debilitados tras años de mala gestión y conflictos; y proporcionar apoyo en una etapa de transición para crear posibilidades de crecimiento económico y atención social.
· Para Irak, la categoría del Indice de Estados Fallidos 2006 que más ha empeorado ha sido la del éxodo humano", según el reporte, "el éxodo de la clase profesional de Irak se ha acentuado, dejando al país sin los ciudadanos con la capacitación necesaria para ocupar puestos importantes" (FfP y Foreign Policy, 2006).
ESTE Y SUDESTE ASIATICO
MYANMAR -ex Birmania:
No consideramos a este estado como fallido, sino una dictadura militar estable. El país está gobernado por una Junta Militar implantada desde 1962, que tras negarse a reconocer los resultados de las elecciones de 1990, ejerce una fuerte represión sobre los grupos opositores al régimen, violando sistemáticamente los derechos de las minorías étnicas. Miles de civiles son 'reclutados' por el Ejército para realizar trabajos forzosos en plantaciones, en la construcción de carreteras o para servir de porteadores o mensajeros, según denuncia desde hace varios años la OIT. Por otra parte, el gobierno militar obstaculiza cualquier ayuda humanitaria y entorpece la labor de las ONG´s (Crisis Group. 2006c). La represión contra cualquier vestigio de oposición ahoga al país más grande del sudeste asiático, que junto a Laos y Tailandia conforma el llamado «triángulo de oro» del cultivo mundial de opio y fabricación de heroína blanca.
La Premio Nobel de la Paz 1991 Aung San Suu Kyi, ejerce el liderazgo de la NLD en oposición al régimen desde finales de los 80, cuando los birmanos despertaron del 'letargo” en que se sumieron durante los 26 años de dictadura del general U Ne Win y su partido único, el omnipresente BSPP (Partido Birmano del Programa Socialista). Se la mantiene en arresto domiciliario desde la década del 90. Casi tres décadas después del golpe de Estado de 1962, la política de nacionalizaciones y aislamiento de la «vía birmana al socialismo» de Ne Win había convertido a uno de los países más ricos y prósperos de Asia en uno de los más pobres del mundo. La insostenible situación económica fue el detonante de las protestas prodemocráticas que en marzo de 1998 empezaron a brotar de las universidades. La dimisión de Ne Win, en julio, y la designación de su sucesor —uno de los máximos responsables del aparato represivo del régimen— avivaron aún más la revuelta. Las actuaciones del Ejército para aplastar la rebelión dejaron centenares de estudiantes muertos por una brutal represión en las calles de Rangún. La necesidad de frenar la fiebre revolucionaria lleva a los militares a anunciar la celebración de elecciones libres. Pero el régimen militar fue aplastado en las urnas por la NLD, empero los militares se negaron a transferir el gobierno hasta que se redactara una nueva Constitución, siempre bajo su aprobación. Los diputados electos de la NLD constituyeron un gobierno en el exilio.
“Miembros de las minorías étnicas karen, mon, shan y rohingya continuaron siendo sometidos a trabajos forzados y otras violaciones de derechos humanos a manos del ejército, especialmente en zonas donde se desarrollaban operaciones de contrainsurgencia. Centenares de miles de civiles seguían sin poder regresar a sus hogares, de los que habían sido desplazados, sobre todo debido a las actividades de contrainsurgencia. Por lo general se encontraban aislados de las organizaciones humanitarias internacionales y de las agencias de la ONU, lo cual restringía su acceso a la asistencia médica y la comida. Las tropas del gobierno continuaron confiscando tierras, extorsionando y restringiendo la libertad de tránsito, y secuestraron a civiles para realizar labores de porteo y otros trabajos forzados (Amnesty International, 2006).
COREA DEL NORTE
Llamada oficialmente República Popular Democrática de Corea. Se caracteriza por un gobierno tiránico que niega los derechos fundamentales, como la libertad de expresión, asociación y circulación. Se realizan ejecuciones públicas y es práctica generalizada el encarcelamiento por motivos políticos, la tortura y los malos tratos. Se restringe el acceso al país de observadores independientes. Em 2003 abandonó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y en marzo de 2005, Corea del Norte se autoproclamó potencia nuclear. En septiembre, durante una cuarta ronda de conversaciones entre seis países (China, Corea del Norte, Corea del Sur, EUA, Japón y Rusia) celebrada en Pekín, se llegó a un importante acuerdo por el que Corea del Norte se comprometía a abandonar sus programas nucleares a cambio de garantas de ayuda y seguridad. (Amnesty International, 2006).
Durante el mandato de Kim Jong-il a finales de la década de los años 1990, la economía del país descendió considerablemente y la escasez de comida se hizo evidente en numerosas áreas. Un desconocido, pero gran número de personas murieron como consecuencia de la hambruna, intensificada por un colapso en el sistema de distribución de comida. Numerosos norcoreanos penetraron ilegalmente en China en busca de alimentos. Corea del Norte es uno de los sitios más aislados del mundo, con severas restricciones en la entrada o salida del país. La prensa es controlada por el Estado y organizaciones de masas, y la ideología Juche, que consiste en no depender de los demás, es la oficial del gobierno. En los últimos años, su programa nuclear ha desatado controversia entre los estados nucleares, particularmente EUA, por los objetivos de su desarrollo militar. Mientras que el gobierno norcoreano argumenta que el desarrollo de armamento nuclear tiene una finalidad disuasiva y de eventual defensa, la administración estadounidense y la Unión Europea consideran ilegal la tenencia de material bélico atómico por parte de Corea del Norte.
En octubre de 2006 explosionó su primera bomba nuclear, a pesar de las notables amenazas que en ese sentido había recibido de la comunidad internacional. Actualmente se están preparando fuertes sanciones contra el país, que no harán otra cosa que empeorar la ya crítica situación de la población norcoreana. En comparación con la generalidad de los países asiáticos, llama la atención la homogeneidad étnica y cultural: no existen minorías diferenciadas. El gobierno aplica medidas para garantizar dicha uniformidad.
La prueba atómica subterránea efectuada ha mostrado con toda crudeza la decisión del dictador comunista Kim Jong Il de explotar a fondo su baza nuclear para arrancar de la comunidad internacional y en particular de EUA todas sus exigencias políticas y económicas, en lo que parece ser un intento de velar su fracaso a la hora de garantizar la supervivencia de su régimen totalitario (CIDOB, 2006). La difícil situación interna del país complica aún más la amenaza internacional que supone la nuclearización de Corea del Norte. El colapso económico o político colocaría a un estado fallido y altamente militarizado en las fronteras de China y Corea del Sur. La salida de millones de refugiados a China podría desestabilizar la región de gran importancia económica y podría hallar fuerte resistencia. A pesar del rápido desarrollo económico del Corea del Sur, su aún relativamente débil economía no esta completamente preparada para el enorme precio que supondría la reconstrucción e integración (Crisis Group, 2006e y 2006f).
SUBCONTINENTE INDIO
PAKISTAN
Pakistán tiene 165 millones de habitantes, la mayoría de los cuales son musulmanes, y el Islam es la religión oficial. La historia política pakistaní se encuentra partida en períodos alternantes de dictaduras militares y gobiernos democráticos civil-parlamentarios. Desde 1988 hasta 1998, Pakistán fue gobernada por un gobierno civil, liderado por Benazir Bhutto y Nawaz Sharif, cada uno de los cuales fueron electos en dos ocasiones y retirados luego de sus cargos acusados de corrupción. El crecimiento económico decayó a fines de este período, herido por erráticas políticas económicas asociadas con la corrupción política, favoritismos y patrocinios. Otros factores adversos fueron la crisis financiera asiática y las sanciones impuestas sobre Pakistán luego de sus primeras pruebas nucleares en 1998. Las pruebas pakistaníes fueron realizadas poco tiempo después de que India probara dispositivos nucleares e incrementara el miedo mundial sobre la carrera armamentista atómica de Asia del sur. El año siguiente, el conflicto Kargil en Cachemira amenazó con una guerra en gran escala.
El creciente autoritarismo y corrupción del gobierno de Sharif llevaron a un fuerte rechazo público y terminó con una intervención militar liderada por el general Pervez Musharraf en 1999. “Decenas de personas fueron objeto de detención arbitraria y reclusión en el contexto de la «guerra contra el terror». Varias de ellas «desaparecieron» y algunas fueron entregadas a Estados Unidos para quedar bajo su custodia. También se recibieron informes sobre «desapariciones» en la provincia de Baluchistán. Siguieron utilizándose las leyes sobre la blasfemia para perseguir a miembros de minorías religiosas. El Estado no tomó medidas para impedir los delitos cometidos en nombre del «honor» ni para castigar a los responsables.(Amnesty International, 2006).”
El gobierno de Pakistán -aliado de Washington en la llamada lucha contra el terrorismo- rechazó las acusaciones norteamericanas, de que los líderes de al-Qaeda están escondidos en Pakistán. “A pesar de las eminentes promesas realizadas por sucesivos gobiernos, la situación socioeconómica en Pakistán sigue siendo desesperada, con una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres. Los indicadores de desarrollo social en cada sector son alarmantes y las mujeres y niñas son las más afectadas debido a la inferior condición social que se les asigna. Existe una amplia gama de factores no económicos, como por ejemplo las sanciones económicas sobre Pakistán debido a las pruebas nucleares, la complicada situación jurídica y fiscal, el terrorismo, las divisiones por sectas y etnias, los regímenes no democráticos, la inseguridad en Baloquistán, las tensiones con India y la precipitación de lluvia radioactiva proveniente de la guerra con Afganistán, que han afectado el clima de inversión y crecimiento, creando dificultades adicionales para los pobres. Deben erradicarse el feudalismo y el neofeudalismo, al igual que la corrupción galopante” (Qureshi et al 2006). Paquistán es otro país convulsionado, según el reporte. Su incapacidad para controlar las áreas tribales cerca de la frontera con Afganistán, sumada al devastador terremoto en Cachemira, contribuyó a llevar al país a una caída de 13 puntos respecto del año pasado.
BANGLADESH
Una creciente oleada de violencia, en gran parte obra de grupos islamistas, afectó a casi todo el país. Los principales objetivos de los actos violentos fueron defensores y defensoras de los derechos humanos, miembros de la abogacía y la judicatura, activistas de la oposición y miembros de minorías, así como lugares de culto. Continuaron produciéndose abusos policiales, incluidas torturas. La violencia contra las mujeres fue generalizada (Amnesty International, 2006).
Tras su independencia, Bangladesh pasó a ser una democracia parlamentaria. Entre 1973 y 1974 tuvo lugar una hambruna generalizada. En 1975 se pasó a un sistema socialista de partido único. El primer Ministro Mujib fue asesinado y se reinstauró una política multipartidista. También fue asesinado el Jefe de Gobierno Ziaur Rahman en 1981 y en 1982 el general Hossain Mohammad Ershad, tomó el poder en un golpe sin derramamiento de sangre y dirigió el país hasta 1990, cuando fue derrocado por un levantamiento popular. Desde entonces, Blangladesh ha vuelto a ser una democracia parlamentaria. La viuda de Ziaur, Begun Khaleda Zia, dirigió fue Primera Ministra desde 1991 a 1996 y de nuevo entre 2001 y 2006. En enero de 2007 el presidente El presidente Iajuddin Ahmed, renunció como líder del gobierno interino del país, declaró el estado de excepción, desplegó 60 mil soldados para frenar la violencia política y anunció el próximo llamado a elecciones generales, posponiendo las previstas para el 22 del mismo mes, ante el boicot de la Gran Alianza encabezada por la Liga Awami -principal partido de oposición- encabezada por la ex Primera Ministra Sheikh Hasina. En los últimos meses de 2006 el país presenció mortales enfrentamientos entre dos grupos políticos, en los cuales murieron muchas personas y afectaron la economía nacional.
El país sigue sufriendo de extendidos problemas de corrupción, desorden y violencia política. Es un país con un amplio historial de regímenes militares. Dos presidentes fueron asesinados y hubo otros 19 intentos golpistas en Bangladesh desde su independencia de Pakistán en 1971. Los desastres naturales como las inundaciones, ciclones tropicales o los tornados afectan al país todos los años, con sus consecuencias en deforestación, la degradación de la tierra y la erosión. A pesar de los constantes esfuerzos por mejorar la situación económica y demográfica nacional e internacional, Bangladesh continúa siendo una nación pobre, sobrepoblada y mal gobernada. A pesar de ser su PIB generado en más de un 50 % por el sector de servicios, aproximadamente dos tercios de los bangladeshíes trabajan en el sector agropecuario, siendo el arroz su principal producto. Entre los impedimentos al crecimiento se destacan las empresas estatales ineficientes, mala administración de los puertos, una demanda laboral de rápido crecimiento no abastecida por la agricultura, uso ineficiente de recursos energéticos (tales como el gas natural), fuentes de energía insuficientes y una lenta implementación de reformas económicas a causa de disputas políticas y corrupción.
En 2001, 2002 y 2003, las encuestas de Transparencia Internacional ubicaron a Bangladesh como el país más corrupto del mundo. Desde junio de 2004 Bangladesh ha sido azotado por las peores inundaciones en 6 años, que han cubierto aproximadamente el sesenta por ciento del país. Casi 20 millones de personas requieren asistencia alimenticia a causa de las siembras dañadas y la industria textil, la cual percibe el 80% de las ganancias en exportaciones del país, ha sido desabastecida.
Bangladesh es el país (excepto small states como Singapur o Mónaco) más densamente poblado en el mundo (912 habitantes por kilómetro cuadrado). Muchos de los grupos minoritarios sufren una dura persecución por su etnia o su religión. Bangladesh está plagada por la superpoblación. En 1992, el gobierno comenzó a promocionar el control natal para frenar el crecimiento de la población, pero con poco éxito. Muchas personas no tienen posesiones o están obligados a vivir en regiones pantanosas peligrosas, con el riesgo de contraer enfermedades. “El fracaso de la gobernanza en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo, va acompañado por decenas de amenazas específicas a la seguridad humana, como las presiones de la globalización, la pobreza, el desempleo, el sistema jurídico anticuado, la debilidad de la sociedad civil, la falta de compromiso político, la insensibilidad ante los problemas de género, etc. El gobierno y las ONG procuran mejorar la situación, pero sus acciones no lograron todavía fortalecer la seguridad humana con la debida rapidez.” (Rahman et al, 2006).
En Banglasesh, la protección de la vida y la propiedad privada y la administración de justicia están en gran medida ausentes.” (www.ti-bangladesh.org/docs/survey/overview.htm) Este hecho subraya la urgente necesidad de incorporar la buena gobernanza en un país tan perjudicado por la pobreza y la miseria. Aunque el país figura en el lugar número 139 del Índice de Desarrollo Humano y está último en el Índice de Transparencia Internacional, hubo mejoras en algunos aspectos de la seguridad humana. Pero también existen muchas deficiencias, el ritmo de los cambios es lento y la inseguridad personal se acentuó, especialmente para las mujeres.
SRI LANKA—antiguo Ceilán—:
Es escenario de una guerra civil desde 1983, si bien los problemas de convivencia entre la etnia mayoritaria cingalesa y la minoría tamil vienen de antaño. Los tamiles, oprimidos y marginados por las leyes elaboradas por la mayoría cingalesa, mantienen una lucha encarnizada por la independencia de los territorios del norte y este de la isla. Durante el dominio británico (Sri Lanka fue antes colonia portuguesa y holandesa) se favoreció la inmigración de población tamil -originaria del sur de La India-, como mano de obra barata. La implantación del inglés como lengua oficial propició la inserción social de esta etnia. A partir de la independencia, en 1948, los tamiles empiezan a ver recortados sus derechos. La situación se agrava en 1956, cuando el cingalés es instituido lengua oficial, lo que cierra muchas puertas a la minoría hindú, y empeorará en 1970, con una legislación discriminatoria respondida con rebeliones y desobediencia civil. Ese mismo año se crea el movimiento Tigres de la Liberación Tamil Eelam (LTTE). En 1976 el conflicto comienza a radicalizarse, si bien no será hasta 1983 cuando se pueda hablar de guerra civil, una guerra que durante casi un cuarto de siglo ha cobrado la vida de 65.000 personas.
Los Tigres Tamiles reclaman la independencia de los territorios del noreste de la isla, fundamentalmente la península de Jaffna y la ciudad de Trincomalee y sus alrededores. Este movimiento combina la lucha de guerrillas con los atentados terroristas, algunos de ellos especialmente sangrientos, como el del 31 de enero 1996, cuando la explosión de un camión bomba en Colombo acabó con la vida de más de 200 civiles y provocó heridas a 1.400. Implicada en diversas actividades mafiosas: tráfico de drogas, de armas, inmigración clandestina, chantaje a los comerciantes y extorsión de la diáspora; siempre haciendo caso omiso a la vida de las poblaciones civiles. Tras varios intentos fallidos de acercamiento y la declaración de varias treguas, la situación da un giro en 2002. El Gobierno de Sri Lanka y lel LTTE acuerdan un alto el fuego y el inicio de conversaciones bajo el auspicio de Noruega. Tras una breve suspensión en 2003 motivada por la crisis de gobierno y posteriores elecciones, el proceso de paz sigue adelante, y en 2005 recibe un importante impulso, al firmar Tigres Tamiles y Gobierno un acuerdo de cooperación para repartir de forma conjunta la ayuda a las zonas afectadas por el tsunami[lxii].
El asesinato meses después del ministro de Asuntos Exteriores, Lakshman Kadirgamar, supuestamente a manos de los tamiles, hace que la tregua se tambalee, aunque continúa. La elección en noviembre de 2005 de Mahinda Rajapakse, hasta entonces primer ministro, como presidente pone fin a 50 años de poder de la dinastía Bandaranaike. Desde los comicios, el deterioro del proceso de paz y el aumento de la violencia por parte de los diferentes actores armados ha sido una tendencia continuada.
Sin embargo, en enero de 2006 la situación dio un giro inesperado: El gobierno y el LTTE anunciaron una reunión en Ginebra por primera vez desde 2003. A pesar de las expectativas generadas por esta iniciativa, una nueva ola de violencia convirtió Sri Lanka en lo más parecido a un estado de guerra, suspendiéndose por tiempo ilimitado las negociaciones de paz. Las perspectivas son desalentadoras: el país ha sido escenario en los últimos meses de la recuperación progresiva de las hostilidades, los atentados suicidas, cerca de 3.000 muertos en 2006 y los movimientos de población que huye ante la violencia. Vapuleado desde hace meses por ambas partes, no muchos son proclives a conceder algún crédito al acuerdo de alto el fuego de 2002 entre el gobierno cingalés de Colombo y la guerrilla (Guillard, 2006). Más aún, el 27 de noviembre pasado, el líder rebelde Vellipulai Prabhakaran animó sus tropas a perseguir por todos los medios (violentos y terroristas) para realizar el fin último de la causa tamil, la creación de Eelam, como este Estado independiente de Sri Lanka. Después de cuatro años de tregua relativa y de esperanza, el paréntesis de paz duradera se cerró (Guillard, 2006).
NEPAL:
Nepal es un territorio que evoca el exotismo de sus monasterios y altas cumbres, pero también es uno de los países menos desarrollados de la tierra: con un régimen semifeudal, más del 50% de sus habitantes vive con menos de un euro diario. El enfrentamiento entre la monarquía y rebeldes maoístas, que pretenden reemplazarla por un sistema comunista, ha derivado en una guerra civil, aunque no se la quiera reconocer como tal. El 1 de junio de 2001, el asesinato de varios miembros de la familia real, entre ellos el rey Birenda, por parte de su hijo y heredero al trono, el príncipe Dipendra, fue noticia en el mundo entero. Los acontecimientos que siguieron al magnicidio fueron esperpénticos: Dipendra se suicidó y durante los tres días que estuvo en coma fue el nuevo rey de Nepal. Tras su muerte, su hermano menor Gyanendra se hizo con el trono, destituyó al primer ministro acusándole de incompetencia, pospuso las elecciones indefinidamente a la vez que se autoatribuyó más poderes de los reconocidos en la Constitución.
El país volvía así a los modos de gobierno más autoritarios que han acompañado a su historia. El reino surgió al ser unificado por los Gurkas en 1767. En 1923 se independizó del dominio colonial inglés. La monarquía era considerada de origen divino, hasta que en 1990 una insurrección suavizó un sistema que tenía prohibido los partidos políticos y en el que se suponía que el rey era la reencarnación de Vishnú, uno de los tres principales dioses del hinduismo. Desde entonces, el Partido del Congreso ha pasado la mayor parte del tiempo en el poder. El Partido Comunista Marxista-Leninista Unido ganó las elecciones de 1994, pero su gobierno sólo duró un año.
Ante este panorama, grupos maoístas iniciaron la lucha contra la monarquía. La guerrilla se formó en 1996 con apenas un centenar de miembros. Actualmente sus integrantes se han multiplicado por cien y operan en un tercio de Nepal y controlan la administración en algunos distritos. Las causas de este crecimiento hay que buscarlas en el descontento que causan las paupérrimas condiciones de vida y en la exclusión de grupos étnicos que no pertenecen a la mayoría hindú. En enero de 2003, los maoístas y el Gobierno acordaron un alto al fuego y anunciaron negociaciones de paz, pero las promesas de democratización del monarca no se cumplieron y, en junio de 2003, la situación empeoró cuando éste removió al Primer Ministro. Ante ello, la sociedad civil y el resto de partidos parlamentarios se movilizaron exigiendo al Rey que rehabilitase el Parlamento o formase un Gobierno multipartidista. Finalmente, en agosto de 2003 se rompió el alto el fuego y el país quedó sumido de nuevo en un estado de guerra. Tres meses después los maoístas, debilitados, decidieron declarar una tregua unilateral. En abril de 2006 el Rey intentó aplastar infructuosamente el levantamiento popular contra la dictadura implantada en febrero de 2005, cuando disolvió el Parlamento, restringió las libertades y asumió plenos poderes entre acusaciones a los partidos políticos en el Gobierno de incompetencia en la lucha contra la rebelión armada de los maoístas.
Desde el comienzo de la confrontación, más de 13.000 personas han perdido la vida y las violaciones de los derechos humanos y el recorte de libertades son constantes por parte de ambos bandos. Las fuerzas de seguridad y el Ejército han llevado a cabo homicidios ilegítimos, torturas a presos y detenciones arbitrarias en aplicación de la Ley Antiterrorista. Por su parte, los maoístas han ejecutado a cerca de 1.000 civiles considerados 'enemigos de la revolución', reclutan niños-soldado y secuestran a rehenes para pedir rescate.
La situación comenzó a reconducirse 4 de julio de 2006, cuando el gobierno y los Maoístas invitaron a la ONU para regular el tráfico de armas y tropas. Finalmente en noviembre de 2006, el líder de la guerrilla maoísta de Nepal, Prachanda, y el primer ministro Koirala, firman un acuerdo de paz que prevé la incorporación de representantes de la guerrilla al Parlamento y al Gobierno para un periodo de transición de seis meses hasta la celebración de elecciones. Pero el avance de la democracia y el diálogo y, sobre todo, la mejora de las condiciones económicas de la población son las premisas indispensables para la paz.
Nepal, es considerado un "Estado tapón" enclavado entre el gigante chino en el norte y el omnipresente vecino meridional indio. El reino de Nepal, país himalayense desheredado y atormentado, observa a la historia acelerar su curso, hacia un horizonte favorable, aclamado por una población magullada trás una década de guerra civil, quince años de inestabilidad gubernamental (11 Primeros ministros entre 1990 y 2001) y de mala gobernanza, tragedias diversas y variadas (Vg. el asesinato de la familia real), de experiencia monárquica más o menos acabada (Guillard, 2007).
Ante el gran asombro de los observadores extranjeros, esta ecuación inestable acabó por dar la luz un modelo original: a principios del 2007, la democracia está de vuelta, bajo una forma inédita. En efecto, al lado de una alianza de siete partidos políticos tradicionales -mucho desacreditados por el pueblo- aparecen en lo sucesivo en un gobierno y un congreso de diputados interinos ya establecidos, sus "aliados" maoístas, hasta ayer adversarios. Esto, mientras que la subsistencia y funciones de la monarquía no han sido reglamentado. El Rey, desde los acontecimientos de la "primavera de Katmandú" (abril de 2006) está destinado a un papel protocolar. No obstante, la suerte definitiva de la realeza es postergada para cuando una Asamblea Constituyente, prevista para junio de 2007, haya terminado sus trabajos. Desde ya, los maoístas proponen la sustitución lisa y llana del régimen monárquico por una república popular. Mientras tanto, en prueba de buena voluntad y de integración al proceso político institucional, los ex rebeldes están entregando sus armas ante los observadores de la ONU, sin perjuicio de algunos nostálgicos que aún mantienen sus reservas. Las Fuerzas Armadas Nepalesas contarán en el futuro en sus filas, con muchos de los ex insurgentes de la Nepalese People´s War (Guillard, 2007).
ASIA CENTRAL
UZBEKISTAN
El 1 de septiembre de 1991, Uzbekistán declaró sin ganas su independencia de la URSS que se derrumbada. Mientras las repúblicas bálticas llevaban la lucha por la independencia, los estados del Asia Central tenían miedo de ella. "Las fuerzas centrífugas que rompieron la Unión fueron las más débiles en Asia Central. Después del intento de golpe de estado de agosto de 1991, todos los líderes de Asia Central creyeron que la Unión podría ser preservada de alguna manera" (Mc Faul, 2002).
Uzbekistán es el país más poblado de Asia Central. Sus 25 millones de personas, concentradas en el sur y este del país, son casi la mitad de la población total de la región. Había sido una de las repúblicas más pobres de la Unión Soviética; gran parte de su población estuvo comprometida en el cultivo del algodón en comunidades rurales pequeñas. Arias King (2005:19) sostiene que en países como Uzbekistán la caída del comunismo llegó solamente en apariencia, dado que los líderes del Estado que gobernaban durante la existencia de la URSS devinieron en autoridades de una nación independiente, aunque conservando las principales estructuras represivas y la economía estatal (es decir existió una continuidad de élites). La economía no ha sido reformada, pero tampoco ha acaecido un colapso económico. Uzbekistán es tenido como un estado que fracasó en su transición.
En mayo de 2005, las fuerzas de seguridad mataron a centenares de hombres, mujeres y menores desarmados al disparar de forma indiscriminada y sin previo aviso contra una multitud congregada en la ciudad de Andiyán, en el este del país. El gobierno rechazó los llamamientos de la comunidad internacional en favor de una investigación independiente e intentó bloquear toda información sobre los homicidios que se apartara de la versión oficial. Cientos de manifestantes fueron detenidos y sufrieron malos tratos. También se intimidó a testigos. Se acosó, golpeó y detuvo a periodistas y a defensores y defensoras de los derechos humanos, y Amnistía Internacional consideró a algunas de estas personas presos de conciencia al ser recluidas por cargos penales graves. Tras la celebración de juicios injustos, al menos 73 personas fueron declaradas culpables de delitos de «terrorismo» y condenadas a entre 12 y 22 años de prisión por su presunta participación en los disturbios. Se condenó a muerte y ejecutó a decenas de hombres, pese a que existe un decreto presidencial que promete la abolición de la pena de muerte en 2008 (Amnesty International, 2006).
En respuesta a la negativa de Uzbekistán a autorizar una investigación internacional independiente sobre los homicidios de Andiyán ocurridos en mayo, la Unión Europea anunció en noviembre un embargo sobre la venta de armas y las transferencias militares de su territorio a Uzbekistán, así como la denegación de visados durante un año a 12 ministros del gobierno y funcionarios de alto rango. A su vez, las autoridades uzbekas prohibieron a miembros europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) utilizar su espacio aéreo y solicitaron a todos, excepto a Alemania, que retirasen sus tropas de la base aérea de Termez. Las fuerzas armadas estadounidenses completaron su retirada de la base aérea de Janabad, tal como habían solicitado las autoridades uzbekas. La base aérea, alquilada desde octubre de 2001, formaba parte de la infraestructura de la «guerra contra el terror» encabezada por EUA. El presidente Karimov pretendió transformar a su país en el “Israel del Asia Central” como aliado incondicional de EUA. El gobierno firmó un acuerdo de defensa mutua con Rusia que permitiría a ésta utilizar las instalaciones militares situadas en Uzbekistán (Amnesty International, 2006).
El país ha sido comparado a un “sistema feudal” en el cual los campesinos están obligados a vender sus cosechas al Estado a precios artificialmente bajos. El presidente Karimov utiliza la amenaza del fundamentalismo islámico para reprimir a la oposición (Arias King, 2005: 200) y junto a su familia se adueñó de las antiguas empresas soviéticas, desterró al principal líder opositor y restringidó toda posibilidad de disenso, opinión y militancia contraria a su régimen.
KIRGUISTAN
La economía del Kirguistán ha sido predominantemente agrícola y ganadera, hasta que los sucesivos gobiernos soviéticos provocaron una creciente industrialización en casi todos los antiguos territorios de la URSS. A pesar de todo, la agricultura y la ganadería constituyen más de la mitad del empleo de la población activa, y alrededor de un 40 % del PBI. En todo el país, se da especialmente la ganadería (ovina, equina y vacuna). En las zonas llanas, existe un fuerte sector agrícola del algodón, y frutas, resultado de una irrigación extensiva. También se cultivan tabaco, seda y flor de opio. Actualmente, más del 20 por ciento del PIB del Kirguistán proviene del sector industrial, especialmente relacionado con el gran potencial minero de sus tierras. Existen además, depósitos de petróleo y gas natural, descubiertos recientemente en el valle de Fergana, pero no consiguen satisfacer la demanda interna. La industria transformadora del cuero, lana y carne es relativamente importante. Los ríos Naryn y Chu son utilizados para la producción de energía hidroeléctrica, aún sin desarrollarse.
A pesar de las grandes donaciones de los países occidentales y de la asistencia del FMI, Kirguistán ha tenido dificultades económicas tras la independencia. Inicialmente, estos problemas fueron resultado de la quiebra de los intercambios económicos con el bloque soviético, que resultó en una pérdida de mercados, e impidió la transición a una economía de libre mercado. El Gobierno ha reducido los gastos, acabando con la mayor parte de los precios subsidiados, e introduciendo el IVA. Tales reformas permitieron a Kirguistán acceder a la OMC en 1998.
“Centenares de personas buscaron refugio en Kirguistán en mayo, después de que, según los informes, las fuerzas de seguridad disparasen sobre millares de manifestantes pacíficos y en su mayoría desarmados en el vecino Uzbekistán. Las fuerzas de seguridad uzbekas persiguieron a otros refugiados y solicitantes de asilo dentro del territorio kirguís, con la cooperación de las autoridades de Kirguistán. Muchas de esas personas no tuvieron acceso a los procedimientos de solicitud de asilo. No se ofreció protección a ciudadanos kirguises que se encontraban entre las personas que habían huido de Uzbekistán y que fueron perseguidos ilegalmente en el territorio de Kirguistán por las fuerzas de seguridad uzbekas (Amnesty International, 2006).
Kirguistán ha sido calificada de “dictadura benéfica”, pero se encuentra infestada de corrupción a extremos tales que una inversión extranjera tiene un costo del 30 al 50 % en pago de sobornos, el 50 % de los ingresos del crimen organizado son destinadas a los arcas de los jerarcas estatales y el 90 % de las empresas locales debe pagar coimas regularmente (Arias King, 2005: 200) El país tiene uno de los ingresos per capita más bajos de la Región. El líder de la independencia Askar Askayev fue el único en Asia Central que no encabezaba el gobierno al momento de la disolución de la URSS, simplemente era un físico que presidía la Academia de Ciencias y fue elegido por el Parlamento en 1990, declarando ilegal al Partido Comunista.
Al comienzo Kirguistán fue calificada de “isla de democracia” pero paulatinamente Askayev empezó a volverse más autoritario, fue reelegido ininterrumpidamente hasta 2005 en que fue derrocado, restringió la prensa y a la oposición. Asimismo, dejó de gobernar con las instituciones del Estado para hacerlo con los líderes seudo-tribales (akimi). Askayev llegó al poder con un perfil de demócrata desapegado del comunismo y respetuoso con los Derechos Humanos. Al frente de un Estado atrasado, inerme y rodeado de países deseosos de ejercer en él su influencia, Akáyev aplicó un programa liberal de reformas económicas que sin embargo no contuvo la pobreza de la población, y su régimen político, abiertamente prorruso, evolucionó desde una tolerancia excepcional en la región a posturas autoritarias y represivas que arruinaron su fama de gobernante ilustrado. El nepotismo, la corrupción y la persecución de los opositores contextualizaron la Revolución de los Tulipanes de marzo de 2005, cuyo detonante fue una elección legislativa tachada de fraudulenta y que tuvo como desenlace la huida y dimisión de Akáyev (CIDOB, 2006). Apoyó a EUA en el conflicto de Irak y permitió la utilización de bases militares a los países aliados de EUA y la construcción de una base a éste último.
AFGANISTAN[lxiii]:
La historia dice que ni británicos ni soviéticos habían conseguido doblegar a un pueblo indómito, en un territorio muy favorable para la lucha de guerrillas. Los primeros nunca llegaron a controlar del todo a un país que consiguió su independencia en 1919. Los segundos encontraron su propio Vietnam en una guerra que duró de 1979 a 1989. Los muyaidines afganos, armados y entrenados por EUA, derrotaron al Ejército Rojo. Pero ni después de la retirada de los tanques soviéticos el país empobrecido conoció la paz, sumido en un caos en el que multitud de facciones luchaban por hacerse con el control del Estado. En septiembre de 1996, uno de esos grupos tomaba Kabul. Eran los 'estudiantes del Islam' o 'talibán', que no tardaron en imponer su extremista concepto de la religión musulmana: prohibición del derecho al trabajo y a la educación para las mujeres, amputación de manos para delitos como el robo o castigo de apedreamiento para los casos de adulterio, entre otras violaciones de los derechos humanos, a la que asistía impotente la comunidad internacional.
Los atentados del 11-S cambiarían el destino de Afganistán. Los estadounidenses pidieron a los talibán el arresto y entrega de Bin Laden, y como éstos se negaron a concedérselo, invadieron el país en octubre de 2001, aunque nunca lo encontraron. Dos meses más tarde, con la ayuda de una coalición internacional y algunos de los grupos opositores, especialmente la Alianza del Norte, desalojaron a los talibán del poder. Los acuerdos de Bonn formaron un nuevo Gobierno de transición con representantes de todas las etnias afganas, en los que el líder pastum, Hamid Karzai, asumía la presidencia del país. En octubre de 2004 se celebraron elecciones y Karzai resultó ganador.
Afganistán es una democracia aparente, en la que ell respeto por los derechos humanos sigue siendo una utopía. Zonas fronterizas, llegan a controlar la Administración, representando una amenaza para el debilitado poder central. A esto hay que sumar los continuos enfrentamientos de las guerrillas, el creciente tráfico de drogas ilícitas, la existencia de fronteras sin garantías y la desesperada situación de los más de 2,5 millones de refugiados que han regresado al país desde diciembre de 2001, cuando cayó el régimen talibán. Otros 2,7 millones de afganos aún no han podido regresar.
En las elecciones de septiembre de 2005 los afganos acudieron a las urnas para elegir el primer parlamento en más de tres décadas. El bienio 2005-2006 ha sido el periodo más sangriento desde que las milicias talibán fueron destituidas del poder. “El gobierno y sus socios internacionales siguieron siendo incapaces de proporcionar seguridad a la población de Afganistán. Los jefes de las facciones conseguían puestos oficiales, actuaban sin el control del gobierno y continuaban siendo una importante fuente de inseguridad. La ausencia de un Estado de derecho y la ineficacia casi total del sistema de justicia penal hacían que a muchas víctimas de violaciones de derechos humanos, sobre todo a mujeres, no se les proveyera resarcimiento. Más de 1.000 civiles murieron en ataques efectuados por las fuerzas estadounidenses y de la Coalición y por grupos armados. Las fuerzas de EUA siguieron llevando a cabo detenciones arbitrarias y recluyendo por tiempo indefinido a los detenidos. A pesar de persistir las amenazas contra su seguridad, se presionó a los refugiados para que regresaran a Afganistán” (Amnesty International, 2006).
Afganistán es un país extremadamente pobre, con una alta dependencia en la agricultura, el 60 % de la población trabaja en el sector agrícola cultivando cereales, frutales, frutos secos y algodón, en las llanuras del norte, cerca de las fronteras con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán. Hay grandes rebaños de ovejas "karakul", así como artesanía de alfombras. Posee importantes reservas de gas natural poco explotadas y una industria (textiles, alimentos) de incipiente desarrollo. En general, la economía afgana tiene muy bajo desarrollo debido a la situación de guerra permanente, a la falta de un gobierno central efectivo, a la fragmentación de la sociedad en grupos tribales y una extensa sequía (1998-2001). La inflación constituye un serio problema. Luego de la guerra contra el régimen Talibán, muchos agricultores han cambiado sus cultivos tradicionales por el opio, hasta convertir al país en el primer proveedor mundial ilegal.
CARIBE
HAITI
Haití es la economía menos desarrollada del hemisferio occidental y uno de las más pobres del mundo. Indicadores sociales y económicos lo colocan en puestos descendentes detrás de otros países en vías en desarrollo de bajos ingresos (particularmente en el hemisferio) desde los años 80. Haití está en la posición 150 de 175 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU. Aproximadamente un 70% de la población vive en la pobreza, haciéndole el segundo país más pobre en el mundo. Cerca del 70% de los haitianos depende de la agricultura de subsistencia a pequeña escala y emplea cerca de las dos terceras partes de la población económicamente activa. El país ha tenido muy pocos puestos nuevos de trabajo, aunque la economía informal estác reciendo desde que el Presidente René Préval tomó posesión en febrero de 2006 como presidente constitucional y la República retomó el camino de la democracia, aunque la economía informal está en crecimiento. El fracaso en el intento de lograr acuerdos con patrocinadores internacionales ha impedido que Haití obtenga asistencia para un presupuesto y programas de desarrollo. Haití promedia cerca de 270 personas por kilómetro cuadrado, su población está concentrada más fuertemente en las zonas urbanas, planicies costeras y valles.
La historia de Haití es un corsi e recorsi de violencia, dominación externa, golpes de Estado y corrupción, todo enmarcado dentro de una pobreza extrema que exaspera. Las dos presidencias de Jean Bertrand Aristide fueron dramáticas. Nos retrotraemos hasta diciembre de 2001, cuando un grupo armado asaltó el Palacio Nacional en un intento frustrado de golpe de Estado. Luego de ser repelidos la sublevación se extendió por todo el territorio haitiano con gran violencia. El gobierno era atacado pacíficamente por la Plataforma Cívica y el Grupo de los 184; pero la insurrección armada fue ejecutada por el Frente de Resistencia para la Liberación y Reconstrucción de Haití, en el cual se refundieron antiguos grupos sediciosos (Vg. Frente de Resistencia de Artibonite, Ejército Caníbal, FRN, etc.). Aristide, poco después partió al exilio en República Centroafricana. La presidencia recayó en el titular del Tribunal Supremo Boniface Alexandre, quien nombró premier a Gerard Latortue, ex funcionario de la ONU.
Se produjo la intervención de ONU, OEA y CARICOM, mientras que EUA, Francia y Canadá asumieron el rol pacificador. En resumen, la mixtura entre una economía desastrosa y gobiernos dictatoriales, “cuya fortaleza autoritaria contribuyó, en contrapartida, a la debilidad política y social de Haití” (Rivera, 2005:182) es el conjunto de causas que en extremo han provocado la disgregación del Estado y su sociedad. La intervención unilateral de EUA, Francia y Canadá en 2004 se justificó mediante la categorización de “Estado fracasado”, al advertirse el completo derrumbe de la autoridad, quien no alcanza a proteger a la comunidad de las fuerzas que amenazan su seguridad existencial. También se le llamó “Estado fallido” por cuanto presenta un estado de conflicto interno generalizado, con amplias zonas del país que exceden el control del poder central, la presencia de una minoría gobernante que estableció un régimen patrimonial, corrupción masiva, crecimiento de la violencia social provocada por bandas y mafias y el accionar de grupos paramilitares que ejecutan el terrorismo de Estado (González y Fernández, 2004:4).
La presencia de conflictos sociales con elevados índices de violencia, prolongadas dictaduras y reiterados golpes de Estado han dado como resultado una destacada fragilidad en el desarrollo de las instituciones emergentes de la Constitución de 1987. El Estado ausente inhabilita la posibilidad de aplicación de monopolio legítimo de la fuerza por parte del mismo, por tal motivo la presencia militar de la MINUSTAH bajo el mandato de la ONU procura dar respuesta a un escenario de reconciliación social, fortalecimiento y estabilización institucional y mantenimiento del régimen democrático. Haití es hasta el presente un estado “precapitalista” que no supo crear un modelo de acumulación y una estructura social que legitime su dominación. “Jacques-Édouard Alexis, primer ministro de Haití, sostuvo que el país "ha empezado a hacer sus deberes" con la puesta en marcha de un plan de buen gobierno y que no es un Estado fallido. Las últimas elecciones de febrero de 2006 demostraron que la esperanza todavía está viva". http://espacinsular.org/spip.php?article2795 (27/01/2007)

SUDAMERICA
COLOMBIA
Después de 40 años de conflicto armado interno y varias tentativas fracasadas de negociaciones de paz, gran parte del territorio colombiano se halla sumergido en la violencia, con el Estado enfrentado con las organizaciones de la guerrilla, ELN y FARC y fuerzas paramilitares de rápido crecimiento, éstas últimas sospechadas de contubernio con el gobierno. Desde el final de la Guerra Fría, las organizaciones armadas irregulares han llegado a estar profundamente implicadas en el secuestro, tráficos de droga y terrorismo. Los FARC y las fuerzas paramilitares producen el 80 por ciento de la cocaína del mundo y el ELN es responsable de la mayoría de los cerca de 4.000 secuestros efectuados cada año en Colombia. (Crisis Group, 2006g)
Aunque en algunas partes del país disminuyó el número de homicidios y secuestros, los graves abusos contra los derechos humanos cometidos por todas las partes implicadas en el conflicto se mantuvieron en niveles muy elevados. Especialmente preocupantes fueron los informes sobre ejecuciones extrajudiciales a manos de las fuerzas de seguridad, los homicidios de civiles cometidos por paramilitares y grupos armados de oposición, y el desplazamiento forzoso de comunidades civiles. Paramilitares que supuestamente se habían desmovilizado con arreglo a las condiciones de una polémica ley continuaron perpetrando violaciones de derechos humanos, mientras que los grupos armados de oposición siguieron cometiendo infracciones graves y generalizadas del derecho internacional humanitario. No se procesó a ninguna persona que pudo haber sido responsable de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad y se mantiene la connivencia entre agentes estatales y paramilitares. (Amnesty International, 2006 y Comisión de DDHH de la ONU, 2005).
“El aumento de fondos para gastos sociales no se ve acompañado de mejorías en la cobertura o la calidad de los servicios, mientras que el Plan Colombia, que cuenta con fondos de EUA y la cooperación internacional, destina 74% de sus recursos al fortalecimiento militar y solo 26% a fines sociales. Además, la asistencia a personas desplazadas por la confrontación armada es muy limitada (Arteaga et al, 2006).” “Una de las consecuencias más perversas de la confrontación armada es el desplazamiento forzoso, que hace de Colombia uno del países con mayor incidencia de este fenómeno. Más de tres millones o 7% de la población nacional ha sido víctima de la migración forzosa interna (CODHES, 2006).
Es dable señalar, que desde el primer mandado del presidente Uribe (reelecto en 2006) se advierte la consolidación de la autoridad del Estado. Pero, aún perduran además del narcotráfico y el conflicto interno, falta de seguridad en las zonas rurales y pobreza persistente en el campo, corrupción y desigualdad social. “Las FARC se han visto forzadas a abandonar su táctica de movimiento de grandes unidades de combate para librar una guerra de guerrillas más tradicional, pero el movimiento guerrillero sigue siendo fuerte. Tanto el gobierno como los insurgentes están demostrando alguna flexibilidad con respecto a un posible intercambio de rehenes por prisioneros, que podría llevar eventualmente a unas negociaciones de paz plenas. Sin embargo, sus prerrequisitos difieren considerablemente. Es más probable que las conversaciones que el gobierno ha venido sosteniendo en Cuba con el más pequeño y débil Ejército de Liberación Nacional (ELN) produzcan antes un verdadero proceso de paz. La desmovilización de más de 31.600 paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ha retirado a muchas unidades armadas ilegales del campo de batalla (Crisis Group. 2006g).”
Mientras la atención mundial se concentra en Irak, hay signos de que el Plan Colombia, desarrollado por EUA para combatir el narcotráfico y las guerrillas izquierdistas pronto podría comenzar a aplicarse como estrategia general en otras naciones de los Andes, o en toda América Latina. Cuando se hizo público en 2000, el Plan tenía una doble lógica: reducir drásticamente la producción y exportación de narcóticos, al tiempo que se fortalecía la campaña de contrainsurgencia de Colombia contra los rebeldes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En ese entonces, EUA consideraba que Colombia tenía en su seno dos amenazas cada vez más interrelacionadas que, de no mediar una respuesta militar exitosa, anunciaban la sombría perspectiva de convertirla en un estado fallido.[lxiv] Tras [siete] años, el Plan Colombia -parte de dos guerras globales simultáneas (contra las drogas y el terrorismo)- sólo ha producido resultados inciertos y exiguos. Sin embargo, esto no ha tenido como resultado un cuestionamiento táctico oficial. Por el contrario, tanto EUA como el gobierno del presidente Uribe consideran lo ocurrido en Colombia como “un modelo” a imitarse en toda el área andina, con el fin de evitar que otros países de la región se conviertan en estados fallidos (Tokatlian, 2006).
El prolongado conflicto interno colombiano ha configurado una verdad empíricamente incuestionable: “el Estado colombiano es un Estado precario, con una institucionalidad apenas en consolidación y se trata, ante todo de un territorio enormemente fragmentado, en el cual los actores armados ejercen una influencia territorial manifiesta y un poder coaccionador y sancionador sobre las personas de aquellos que viven bajo su influencia” (Aponte, 2005:61)



NOTAS

[i] Entendemos por actor internacional a “aquella unidad del sistema internacional (entidad, grupo, individuo) que goza de habilidad para movilizar recursos que le permitan alcanzar sus objetivos, que tiene capacidad para ejercer influencia sobre otros actores del sistema y que goza de cierta autonomía (Barbé, 1995: 117).”
[ii] Término utilizado en contraposición a “estados consolidados”. También se les aplica la denominación de “tierra sin ley ni orden” (Fuentes Saavedra, 2007) y la de “Estados en mal estado” (Gil Flores, 2005)
[iii] Levin y Dollar (2005) señalan que hasta fines del 2001 eran considerados como estados olvidados (forgotten states)
[iv] Los hechos criminales del 11-S marcaron en forma siniestra y simbólica, el fin de la Posguerra Fría; un intervalo de apenas una década (1989-2001) entre la dilatada Guerra Fría (1947-1990) y una nueva estructura internacional que se va desplegando de manera compleja y contradictoria (Barrios, 2006).
[v] Vid. Estrategia Nacional de Seguridad [ENS] de EUA (sep. 2002) http://www.whitehouse.gov/nsc/nss.pdf y la Estrategia Europea de Seguridad (EES) http://europa.eu/scadplus/leg/es/lvb/r00004.htm dic. 2003 y el Reporte del Sec. Gral de la ONU “High-level Panel on Threats, Challenges and Change” (dic. 2004).
[vi] EUA ha definido a como rogue states (estados canallas) a aquellas naciones que tienen la potencialidad de desarrollar capacidades nucleares (http://www.whitehouse.gov/nsc/nss.pdf)
[vii] Los estados frágiles son conocidos como “LICUS” por su sigla en inglés de Low Income Countries Under Stress: Países de bajo ingreso en dificultades.. Los LICUS son estados frágiles con políticas e instituciones particularmente débiles que tienen una calificación inferior a 3,0 en la evaluación de las políticas e instituciones nacionales, situación que afecta a unos treinta países. Tres de cada cuatro de estas naciones se ven afectadas por constantes conflictos armados y presentan síntomas de fragilidad en sectores específicos o en subregiones. Se caracterizan por tener indicadores socioeconómicos desoladores, con niveles de PIB per cápita que suelen rondar el 50% de los usuales en países de ingreso bajo, tasas de mortalidad infantil que duplican las de estos últimos países, índices de mortalidad general que se han desplomado en los últimos 30 años —como resultado del VIH que afecta a más de 42 millones de personas en los LICUS— y sobre 200 millones de individuos que no tienen acceso a sistemas de agua y saneamiento. los LICUS no tienen la capacidad de auto-recuperarse y requieren del compromiso internacional para alcanzar a cumplir los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En estas naciones residen casi 500 millones de las personas más desfavorecidas del mundo y su total abandono generaría el riesgo de perpetuar la pobreza y crear naciones fracasadas, lo que a su vez podría derivar en consecuencias adversas en el ámbito regional y mundial. La debilidad de sus instituciones y gobiernos puede provocar decreciente compromiso internacional, desaceleración económica, pobreza y dependencia de productos primarios, todos factores de riesgo que conducen a un Estado al colapso.
[viii] Véase para un análisis más completo: Robert Jackson (1990) Quasi-States: Sovereignty, International Relations, and the Third World, Cambridge University Press, Cambridge.
[ix] Sobre la limitación de ‘Democratic Peace Theory’ ver: Edward Mandsfield and Jack Snyder, Elected to Fight: Why Emerging Democracies Go to War, MIT Press, Cambridge, MA – London, UK, 2005.
[x] Para un mayor conocimiento de la cuestión, véanse: Flisfisch, Ángel (1987), “Gobernabilidad y consolidación democrática”, Revista Mexicana de Sociología, N°3, julio-septiembre de 1989; Arbós Xavier y Giner Salvador (1993), La gobernabilidad ciudadanía y democracia en la encrucijada mundial, Madrid, Siglo XXI; Achard Diego y Flores Manuel (1997), Gobernabilidad: Un reportaje de América Latina, México, FCE; Lechner, Norbert (1995), Cultura política y gobernabilidad democrática, México, IFE; Camou, Antonio (1995), Gobernabilidad y democracia, México, IFE; Mayorga, René Antonio (1992), Democracia y gobernabilidad, Venezuela, Nueva Sociedad; Camou, Antonio (2001), Los desafíos de la gobernabilidad, México, Plaza y Valdés
[xi] Weak state: véase Michael I. Handel (1990) Sánchez Gijón (2003) utiliza en similar sentido el concepto de “estado flaqueante”
[xii] Rogue state: vid. William Blum (2000) Rogue State: A Guide to the World's only Superpower. Monroe, ME: Common Courage Press; Noam Chomsky (2003); Pinar Bilgin y Adam David Morton (2004) From’ Rogue' to’ Failed' States? The Fallacy of Short-termism. Politics, Blackwell Synergy; Nicolaus Müller-Schöll (2004:293-305) “Schurkenstaat, Schurke Staat un Schurke Brecht” en: Brecht Jahrbuch, Vol. 29; Andre Wernecke (2001) “Der Iran -`Schurke´im Aufwind? [en línea] http://www.e-politik.de/www.e- politik.de/beitragfae3. html?Beitrag _ID=1370 (20/1/2007); Jacques Derrida (2003) “Schurkenstaaten, Sorgenstaaten” En: Le Monde diplomatique Nro 6956 vom 17.1.2003; Sánchez Gijón (2003) utiliza la denominación “estado matón”. Calle y Derghoukassian (2001) los nombran como “estados bandidos”. También puede asimilarse por rogue state al estado que procede sin honestidad, con picardía; países aislados en su comportamiento; naciones que operan fuera de los cánones de convivencia internacional.
[xiii] Immoral state: vid. Wallerstein (2005:98).
[xiv] Para un análisis de estado colapsado, el cual se caracteriza por la implosión de las estructuras de autoridad y legitimidad. Vid: William Zartman (1995) Collapsed States: The Disintegration and Restoration of Legitimate Authority. Boulder (CO): Lynne Rienner Publishers; William Reno (2000) “Economic Motivations of Warfare in Collapsed States” En: National Strategy Forum Review, Invierno 2000.
[xv] Para un análisis profundo de fragile state vid: http://www.dfid.gov.uk/pubs/files/fragilestates-paper.pdf ; Mark McGillivray (2005) Aid allocation an fragile states. Ponencia presentada en Senior Level Forum on Development Effectiveness in Fragile States 13-14 January 2005, Lancaster House, London; OCDE (2006) Whole of Government Approaches to Fragile States.
[xvi] Vid: Rywkin (2005) “The phenomenon of Quasi - states” [en línea] http://www.peuplesmonde.com/article.php3?id_article=318 (6/1/2007)
[xvii]The predator state, vid: Ernesto López (2005) James K. Galbraith (2006) “The predator state” [en línea] http://www.informationclearinghouse .info/article12880.htm (6/1/2007)
[xviii] Captured state vid: Matthew Lockwood (2006) The State They're In: An Agenda for International Action on Poverty in Africa 2nd Ed. Warwickshire (UK): Practical Action; Hellman, Joel S., Geraint Jones, and Daniel Kaufman (2000). “Seize the State, Seize the Day. State Capture, Corruption, and Influence in Transition.” Policy Research Working Paper No. 2444: The World Bank Institute.
[xix] Incapacitated state: Vid. Michael Marien (Ed) (2006) “Middle East Woes, China Questions, European Futures” En: Future Survey November Volume 28, Number 11
[xx] Fractured State, vid: Hamit Bozarslan (1996), "Turkey's Elections and the Kurds" Middle East Report, No. 199, Turkey: Insolvent Ideologies, Fractured State. (Apr. - Jun.): 16-19
[xxi] Dysfunctional State: vid: Mykola Riabchuk (2004) “Dysfunctional" State to "Blackmail" State: Paradoxes of the Post-Soviet Transition in Ukraine [en línea] http://www.international.ucla.edu/article.asp?parentid=11630 (6/1/2007); Nerma Jelacic (2004) “Bosnia & Herzegovina: The Dysfunctional State” En: BCR No 493, 22-Apr-04
[xxii] Para un análisis del fenómeno del “blackmail state” (estado chantajista) vid. Darden (2001: 67-71) y Kuzio (2002)
[xxiii] Phantom State, vid. David Chandler (2005) “How ‘state-building’ weakens states: The new focus on the international community’s ‘responsibility to protect’ failing states is external meddling by another name” [en línea] http://www.spiked-online.com/index.php?/site/article/515/ (20/01/2007). También son llamados: “mirage state” (Carment, 2003: 424)
[xxiv] Esta profusión de expresiones “en la mayor parte de los casos se utilizan como metáforas y menos a menudo como términos analíticos” (Krastev, 2003)
[xxv] El número de "estados frágiles" o a punto de colapsar se ha casi duplicado en los últimos tres años y representa un grave problema para el desarrollo y la paz. "Ignorar a estos estados significa agravar su miseria y, a la vez, contribuir a la inestabilidad regional y global", Vinod Thomas (2006). "Los estados frágiles representan los retos más difíciles del desarrollo. La mayoría tiene conflictos internos graves o luchas de transición posconflicto, y sirven de refugio a terroristas, narcotraficantes y contrabandistas de armas". (Ajay Chhiber, 2006). Los estados frágiles han sido prácticamente aislados por la globalización, por lo que requieren de una "acción multilateral coordinada y sostenida" para neutralizar la amenaza internacional que representan. (Informe Banco Mundial en Asamblea de Gobernadores Singaput, 2006)
[xxvi] David Vital (1967) The inequality of States: A Study of the Small Power in International Relations. Oxford: Clarendon Press. Michael I. Handel (1990) Weak States in the International System, Londres: Routledge.
[xxvii] Con carácter general, el problema yugoslavo, en su conjunto, para Richard Holbrooke: “Es el mayor fracaso de la seguridad colectiva occidental desde los años treinta por cinco razones: la defectuosa interpretación de la historia de los Balcanes; el final de la Guerra Fría; el comportamiento de los dirigentes yugoslavos; la inadecuada respuesta de Estados Unidos a la crisis; y la equivocada creencia de los europeos de que podrían afrontar solos el primer desafío de la postguerra”. (Holbrooke, 1999:85)
[xxviii] Handel (1990) divide los estados en: super powers, great powers, middle powers, weak states, and mini-states. Las tres últimas categorías mencionadas pueden ser entendidas como “weak states”.
[xxix] Negri y Cocco (2006:148) definen al Estado débil como “aquellas formas-Estado que no conocieron nunca la autonomía mas que subordinada a las relaciones imperialistas o interimperialistas: se trata de formas-Estado cuya consistencia, hacia arriba, no alcanzó nunca autonomía, formas que se desarrollaron sobre estructuras de biopoder evolutivas pero en la tradición colonial y/o racista.”
[xxx] Ver cuadro en Anexo Nro IV.
[xxxi] En idéntica tesitura, Zakaria (2000:257-273) refiere que EUA es “una nación fuerte, un Estado débil”
[xxxii] Migdal se refiere a este tipo de sociedades en los siguientes términos: "The ineffectiveness of state leaders who have faced impenetrable barriers to state predominance has stemmed from the nature of the societies they have confronted -from the resistance posed by chiefs, landlords, bosses, rich peasants, clan leaders, zaím, aghas, caciques, kulaks (for convenience, "strong men") through their various social organizations. Weblike societies host a mélange of fairly autonomous social organizations" (Migdal, 1998: 33 y 37).
[xxxiii] Suelen utilizarse asimismo los conceptos de “Estados desestructurados” o “regiones sin Estado” (Ganesan, 2004).
[xxxiv]Preocupaciones históricas actuales, como el interés para los Estados fracasados, responden a consideraciones egoístas, particularmente desde el 11-S en EUA, cuando resultó que el fracaso de las instituciones de gobernanza en un país como Afganistán podía constituir una amenaza para la seguridad de EUA. Por consiguiente, en la ENS, se afirma que los EUA, deben temer más a los Estados en derrota que a los Estados conquistadores. (Chesterman, 2004). La Cruz Roja utiliza el vocablo en términos neutrales en un análisis sobre Ley Internacional en diciembre de 1999. El ex Sec. Gral. de la ONU, Kofi Annan, utiliza el término en Beijin: “We can’t afford another failed State like Afghanistan”, he said, referring to the period when the international community ignored that country, as it became a bastion for organized terror “, en octubre de 2002. Muchos de los críticos de esta definición, alegan que es una maniobra imperialista de EUA, una forma más para erigirse como policía del mundo, una violación de la soberanía de los países y una legalización de posibles invasiones y ocupaciones en países pequeños y débiles, que puedan estar en contra de sus intereses. Otros entienden que el término fue acuñado para dar más validez a la lucha contra el terrorismo.
[xxxv]Mac Liman los define como: “países incapaces de garantizar el funcionamiento normal de su propio sistema socio-político o de la seguridad ciudadana”. Ernesto López (2005) sostiene: “Por Estado fallido se entiende un Estado con falencias o limitaciones, o aun un Estado fracasado, su potencia heurística es casi inexistente: es demasiado inclusivo. Invita, por tanto, a la trampa de los parecidos. Tiende a generar la ilusión óptica de que el caso haitiano puede ser semejante al argentino. Y de hecho, en algunos aspectos a lo mejor lo es. Pero lo que importa descubrir es por qué Haití es Haití, es decir, un caso único, singular, irrepetible. El de Estado depredador, en cambio, es más preciso y conduce mejor a lo singular del caso haitiano. Por ejemplo, conduce hacia un empresariado que se ha aprovechado y ha lucrado con las aduanas “gruyere” y la policía corrupta. También ofrece algunas pistas para atisbar cómo construyen identidad política los depredados, los “de abajo”, en relación al poder político.”
[xxxvi]Sin embargo, en la década de los 60, la“teoría de la balsa”, elaborada por analistas estadounidenses proponía abandonar a su suerte a los países “inviables económicamente”. 15 años después, los ultraconservadores trataban de contrarrestar las políticas de desarrollo llevadas a cabo por la UNCTAD con ataques contra los “países en bancarrota”. Los Estados fallidos son la expresión más reciente de la prepotencia del neocolonialismo. Con el agravante de que ahora se justifica sin ambages el concepto de guerra preventiva. (Mac Liman)
[xxxvii]Moxham (2004) desde una recalcitrante visión eurocéntrica alude a los estados fallidos como “Républiques bananières”
[xxxviii]Levitsky y Way (2002:51-65) señalan que el mundo de la Post Guerra Fría “ha estado marcado por la proliferación de regímenes políticos híbridos”, muchos de los cuales tomaron una clara dirección autoritaria y dieron origen al tratamiento académico de la cuestión del “autoritarismo competitivo”, vale decir, de elecciones sin democracia.
[xxxix] Ver Anexo I.
[xl] La comisionada de Asuntos Exterior de la Comisión de la Unión Europea, Benita Ferrero-Walder ha efectuado institucionalmente la presentación del film “Blood diamond” el 23 de Enero de 2007, en Bruselas, donde hizo referencia a la vinculación entre la piedra preciosa más valiosa del mundo y la violencia mas inicua. (http://europa.eu/rapid/pressReleasesAction.do?reference=SPEECH/07/34&format=HTML&aged=0&language=EN&guiLanguage=en )
[xli] Gray Molina (2005:8) sostiene que con base en la crítica latinoamericana a una concepción de Estado demasiado homogénea, que no permite analizar los intersticios o áreas grises entre movimientos sociales y constitucionalismo, se van creando Estados con huecos, que se van llenando de maneras disímiles y a veces contestatarias. Esos “huecos de Estado” son los que los politólogos atribuyen a los Estados fallidos.
[xlii]Leemos en efecto en el preámbulo de los tratados concluidos entre estas tres potencias el 25 de julio 1772: " en nombre de la Trinidad muy Santa, el espíritu de facción que mantenía la anarquía en Polonia que hacía temer allí la descomposición total del Estado, que podría turbar los intereses de los vecinos de esta República, alterar la buena armonía que existe entre ellos y encender una guerra general, se decidió restablecer la orden en el interior de Polonia y dar en este Estado una existencia política más conforme con los intereses de su vecindad. La solución, la predación de los vecinos, parece evidentemente tan hipócrita como anacrónica. Polonia fue presentada como un estado fallido, aunque no se utilizase aún el término.
[xliii] Paolo Virno es al respecto un ejemplo paradigmático al plantear “más ciudadanía, menos Estado” Apuesta a una democracia de la “multitud” que no debe tomar el poder, sino crear una nueva esfera pública que prescinda del Estado y valorice al individuo (Virno, 2002), ya que el Estado es algo que se ha vuelto arcaico e inadecuado (Virno, 2003). Debiéndose por ello, construir en las luchas sociales instituciones que ya no tengan como jefe al “soberano” y que disuelvan todo “monopolio de la decisión política”. (Virno, 2006) Esas instituciones pos-estatales deben brindar diferentes alternativas de mitigación de la agresividad y carga auto-destructiva del animal humano (Ibíd., 2006).
[xliv] Boniface (1999) ha creado el concepto de “proliferación estatal” luego de la desintegración de la URSS que provocó el nacimiento de quince nuevos Estados; Checoslovaquia se dividió en dos repúblicas soberanas y Eritrea declaró su independencia de Etiopía. Boniface señala que “hay dos tendencias contradictorias: los agrupamientos regionales (MERCOSUR, Asean, Unión Europea) y una desintegración (Kosovo, Chechenia), que he llamado la proliferación estatal. Son Estados o identidades cada vez más numerosos que quieren hacerse independientes, separarse del centro, ya sea por razones étnicas o, como ocurre muy a menudo, por razones económicas” (Boniface, 2000).
[xlv] Un « internationalisme abstrait », prétendant « réaliser par l’universalisme une aristocratie de survol ».
[xlvi] Cfr. Dina Zinnes (1987: 21-33), “Why war? Evidence on the outbreak of international conflict’, in Gurr, Handbook of Political Conflict, pp 331–360; Jack S Levy, ‘The diversionary theory of war: a critique’, in Manus Midlarsky (ed), Handbook of War Studies, Boston, MA: Unwin Hyman, 1989, pp 259–288; Patrick James, ‘Conflict and cohesion: a review of the literature and recommendations for future research’, Cooperation and Conflict, 22.
[xlvii] Para la correlación entre el colapso del Estado y de su economía, ver: Nicolas Van de Walle (2001), ‘The economic correlates of state collapse’, ponencia presentada en Conference on State Failure, Harvard University
[xlviii] Respecto de Kosovo, Michael Walzer sostiene… Por su parte Pérez de Francisco (…La cuestión de Kosovo es un conflicto histórico entre civilizaciones que se ha reavivado en la década de los noventa, con notas comunes con los otros anteriormente surgidos en el territorio de la antigua Yugoslavia. La comunidad internacional se ha implicado en el mismo apoyándose en estructuras surgidas después de la IIª Guerra Mundial revisadas tras la desaparición del bloque constituido por los países de socialismo real.
[xlix] Para un análisis en profundidad, véase : Jacques Attali (2006) Une brève histoire de l’avenir. Paris : Fayard ; Ludovic Monnerat (2006) L'Etat et les non Etats [en línea] http://www.ludovicmonnerat.com/archives/2006/12/letat_et_les_no.html (19/01/2007); « Israël contre les non-Etats » [en línea] http://www.peres-fondateurs.com/~saynomore/?p=85 (19/01/2007)
[l] Adherimos a la definición de Fabián Bosoer, quien considera a Palestina un “proto-estado en ciernes” (Bosoer, 2006)
[li] La corrupción, más bien que un signo de debilidad estatal, es un elemento esencial del mecanismo informal de control presidencial en Ucrania y otros estados postsoviéticos (Riabchuk, 2004a).
[lii] Para profundizar la información concerniente a Estados posmodernos y el Estado en cuanto empresa criminal, véase R. Cooper (2002) “Reordering the World: Post-Modern State” En: The Foreign Policy Centre 18. Londres: abril 2002. Chomsky (2004: 34) califica a Argelia de “uno de los estados terroristas mas viciosos del mundo y que ha ejercido un horrendo terrorismo en contra de su población en los últimos años”
[liii] También llamados: “villanos”, “granujas” o “matones”.
[liv] El caso paradigmático es la República de Liberia bajo la presidencia de Charles Taylor, quien en su momento no solo acogió a los cuatro tipos de actores no estatales mencionados, sino que además cimentó una enorme fortuna personal y se apropió del poder estatal para su uso particular y para beneficios de esas organizaciones (régimen patrimonial). Taylor trocó diamantes con Burkina Faso por cooperación para importar armas con su correspondiente certificado de uso final, ya que se encontraba vedado internacionalmente de hacerlo a través de su gobierno y exportó a Sierra Leona su modelo de dominación económica que va en detrimento del Estado y de sus estructuras. Para ello, equipó y entrenó a irregulares en un Frente Revolucionario Unido (Revolutionary United Front - RUF); facilitó el ingreso de traficantes de armas internacionales para favorecer a Al-Qaeda; contrató mercenarios israelíes y sudafricanos y protegió a los líderes de las mafias rusa y balcánica, permitiendo a criminales perseguidos entrar y salir de Liberia con absoluta impunidad (de ser necesario les proveyó de pasaportes diplomáticos y les facilitó residencias en alquiler) (Ellis, 2001: 70-75)
[lv] Los estados canallas son considerados asimismo como “estados desestabilizadores” (Montaner, 2003).
[lvi] Entendemos por refeudalización el retroceso al 4 de agosto de 1789 cuando los diputados franceses abolieron el régimen feudal, desde el 11-S-2001 que le dio pie al presidente Bush para extender la influencia de EUA sobre todo el mundo. Para un estudio mas amplio de la cuestión, vid. Jean Ziegler (2005) L’Empire de la honte. (El Imperio de la vergüenza) Paris: Fayard. Ziegler define al Imperio de la vergüenza como el conglomerado oligárquico de empresas privadas transcontinentales que controlan el producto bruto mundial, poseen un poder junto con la oligarquía financiera no comparable al de ningún soberano de la Tierra en todos los tiempos. Su único fin es la maximización del provecho. Estas sociedades transcontinentales privadas son responsables de mantener el hambre, de destruir la naturaleza y de subvertir la democracia, extienden su influencia sobre el mundo y quieren deshacer las conquistas de las Luces. En un mundo pletórico de riquezas, más de 100 mil personas mueren de hambre por día. Ziegler señala que estas personas son asesinadas por ese Imperio de la vergüenza caníbal y capitalista. En el imperio de la vergüenza, gobernado por la escasez organizada, la guerra no es episódica, es permanente. No constituye más una crisis, una patología, sino la normalidad. No equivale más al eclipse de la razón - como lo decía Horkheimer-, es razón de ser del imperio. Los señores de la guerra económica pusieron el planeta en corte ordenada. Atacan el poder normativo de los Estados, discuten la soberanía popular, subvierten la democracia, asolan la naturaleza, destruyen a los hombres y sus libertades. La liberalización de la economía, la " mano invisible" del mercado son su cosmogonía; la maximización del provecho, su práctica. Ziegler llama violencia estructural esta práctica y esta cosmogonía. La refeudalización es el régimen que esclaviza los pueblos del Sur, con hambre y la deuda externa así como la amenaza de las ADM (http://www.echomagazine.ch/default.asp?338333D36D4726033D166E6236233D077462339339D36E ). Vivimos un proceso verdadero de reféodalisation del mundo. Las nuevas feudalidades capitalistas detentan un poder que ningún emperador, ningún rey, ningún papa poseyó antes de ellas. http://www.cyberscopie.info/pages/art_entre/art39_entre.html. Habermas constata que la dinámica social que vivimos presenta rasgos de una "refeudalización" de la sociedad. El sujeto político de nuestra sociedad de masas no es el individuo del liberalismo, sino los grupos sociales y las asociaciones que desde los intereses de determinados sectores privados influyen en funciones y decisiones políticas, o, también viceversa, desde las instancias políticas intervienen en el tráfico mercantil y en la dinámica del mundo de la vida, de especial incidencia en el ámbito de la privacidad (Habermas, 1982) Es decir, volvemos a una jerarquía social similar a la de la Edad Media.
[lvii] Para entender cuando un estado es fracasado es importante definir que es un estado exitoso (successful state). En su interior, un estado exitoso garantiza la seguridad básica de su población, protegiéndola tanto de amenazas internas como externas. También tiene la capacidad para asegurar la salud y el bienestar de su población.
[lviii] En los Balcanes la situación deviene de una serie de conflictos habidos en la zona en los últimos seis siglos. En especial su historia más reciente se encuentra influenciada por el Congreso de Berlín de 1878 que rediseñó el mapa en numerosas partes del mundo, como África Central o los Balcanes. Allí, las potencias internacionales crearon Serbia, Montenegro y Rumania, ignorando otras minorías nacionales. En 1912, se inició una guerra por estos nuevos Estados junto a Grecia y Albania para expulsar al Imperio Otomano de la zona. Yugoslavia, Reino de Serbios, Croatas y Eslovenos surgió el 1 de diciembre de 1918 sobre la base de los territorios recuperados a los otomanos.
[lix] En similar sentido, Rosh y Ayoob sostienen que el retiro de la ayuda externa es, en gran medida, causante de las falencias del Estado. (Rosh y Ayoob,
[lx] Se estima que cerca de 400 mil somalíes se hallan desplazados internamente. http://www.fao.org/newsroom/es/news /2006/ 1000382 /index.html (28/01/2008)
[lxi] La Comunidad Económica de los Estados de Africa Occidental (CEDEAO) funciona como “gendarme regional”. Su brazo armado el ECOMOG es dominado por el ejército nigeriano y precedió al despliegue de cascos azules de la ONU en Sierra Leona (MINUSIL) y también a las operaciones en Liberia (MINUL) y Costa de Marfil (ONUCI) (Leymarie, 2006:146). (Atlas)
[lxii] Los efectos del tsunami, en diciembre de 2004 Terremoto del Océano Índico de 2004 fueron muy severos. Las costas sur y este del país fueron devastadas, murieron 35 mil personas, 500 mil debieron ser desplazadas y 100 mil casas resultaron destruidas.
[lxiii] No hay criterio unánime para integrar a Afganistán a una región determinada. Entendemos a este país ubicado en el corazón de Asia como una encrucijada entre el Este y el Oeste.
[lxiv] Véase, por ejemplo: Ana Cardigan (2002) “Colombia turns right” En: The New York Times, marzo 10 de 2002; Josef Oehrlein (2002) “Colombia” en Frankfurter Allgemeine Zeitung; Julia Sweig (2002) “What Kind of War for Colombia?”, Foreign Policy, Septiembre-Octubre de 2002; The Council on Foreign Relations (2004) Andes 2020: A New Strategy for the Challenges of Colombia and the Region New York; CFR; Ann C. Mason (2001) “Colombia State Failure: The Global Context of Eroding Domestic Authority” (Ponencia en la Conferencia “Failed States”, Florencia, april 10-14 de 2001. Una crítica al concepto de “Estado fracasado” en su aplicación a Colombia se encuentra en Phillip Malean (2002) “Colombia: Failed, Failing or Just Weak?” En: The Washington Quarterly (Verano de 2002). Véase también mi artículo “Colombia’s Resilient Democracy, Current History, Febrero de 2004; Eduardo Posada Carbó (2004) “Colombia’s Resilient Democracy” En: Current History, Febrero de 2004; Eduardo Posada Carbó (2006) El Estado fracasado y sus ciudadanos [en línea] http://www.ideaspaz.org/new_site/secciones/publicaciones/download_comentarios/c13_estado_fracasado.pdf (28/01/2007).

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